28 marzo 2023

A moro muerto

 Titular de El Confidencial:

“La española que pudo ser Marie Curie si el franquismo no lo hubiera impedido”

Para empezar, uno se pregunta cómo se puede ser Marie Curie después de Marie Curie. Bueno. Se refieren a Piedad de la Cierva (1913-2007), a la que supuestamente se le negó una cátedra por ser mujer.

El hecho es que, si hubiera vivido en Inglaterra, en Cambridge ni siquiera habría podido acceder al título (se matriculó en Murcia en 1928, “gracias a la dictadura de Primo de Rivera”, según la lógica de El Confidencial, aunque ya desde 1910, por real decreto, las mujeres tenían libre acceso a la Universidad en España), ya que tal cosa no fue posible hasta 1947, y si se descuida tampoco en Oxford (pleno acceso a la mujer: 1920). Así que, sustituyendo términos equivalentes, se habría podido decir: “La mujer que pudo ser Marie Curie si la monarquía parlamentaria no lo hubiera impedido”.

Con algunos, todos los sinónimos de idiota que posee el español no bastan para calificarlos.



27 marzo 2023

De corazón y alma

Es un epistolario entre Carmen Laforet y Elena Fortún que abarca de 1947 a 1952. Ambas simpatizaron en seguida, al parecer, y aunque en la primera carta Elena aún llama a Carmen de usted, pronto aparece el tú. Hay de convencional todo lo que uno quiera, como los cumplidos: tú, la primera escritora española, tú, mi maestra y casi mi hermana, etc., pero no cabe duda de que el afecto que se profesaban era auténtico. La descarga de glucosa imagino que era normal en el trato entre dos amigas de la época, aunque hoy llegue a resultar empalagoso, sobre todo por parte de Laforet: queridísima, pienso en ti todos los días, te quiero muchísimo, etc. Hombre, Elena Fortún lo necesitaba, porque la mayor parte de este tiempo transcurre durante la enfermedad que la llevó a la muerte y que fue terrible (al parecer un cáncer de pulmón, aunque no se lo dijeron): ponen los pelos de punta sus detalles sobre los dolores que le causaba.

Hablan sobre sus familias y sus amistades (Carmen Conde está especialmente presente), como es natural, pero nos interesan más, por supuesto, las noticias sobre los libros que leen y escriben. Resulta interesante, sobre todo, el despego con que habla Carmen de su segunda novela, La isla y los demonios, que tiene en proceso de escritura durante estos años. Escribe, dice, casi por necesidad, pero no la convence nada el resultado. Curiosamente, la crítica estuvo de acuerdo. Yo no puedo decir nada porque aún no la he leído. Con estos antecedentes, apetece poco, sobre todo teniendo en cuenta que es más bien voluminosa.

La fe cristiana las sostiene a ambas, a Elena en su enfermedad y a Carmen en su inseguridad palpable. Aunque no le gustan los libros místicos y prefiere la sublimidad del Evangelio, Carmen nos da noticia también de algunos libros de autores cristianos que sí le dicen algo, como La destinación del hombre de Berdiaev. Además, en estas fechas sucede ese deslumbramiento paulino del que da fe, en parte, en La mujer nueva, y que aquí relata en primera persona:

Dios me ha cogido por los cabellos y me ha sumergido en su misma Esencia. Ya no es que no haya dificultad para creer, para entender lo inexpresable… Es que no se puede no creer en ello.

[…]

La Virgen y los santos y los dogmas todos de la Iglesia se acercan a uno, están dentro de uno. No puedo desear otra cosa en la vida que el que los que yo quiero tengan esta sensación infinita… y todos, todos los hombres, Elena. ¡Si la pudieran tener!

Fue la deportista Lilí Álvarez, según manifiesta la propia Laforet, quien tuvo que ver en ese acercamiento a la fe, previo al golpe de gracia. Interesante personaje, del que sería bueno saber más. A ver si un Juan Manuel de Prada o algún otro, en vez de torrarnos con gimnastas lesbianas, nos ofrecen algún acercamiento biográfico a esta figura.

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23 marzo 2023

Los desorientados

Adam recibe una llamada: su “antiguo amigo” Mouraz está a punto de morir y quiere verle, presumiblemente para hacer las paces. Pero Adam llega tarde y cuando aterriza en su país natal su amigo ha muerto. Hay que decir que ese país natal es, evidentemente, el Líbano, aunque el autor nunca lo cita ¿por un extraño pudor?, y que Adam vive emigrado en París. Amin Maalouf maneja sabiamente la narración y mediante conversaciones y apuntes del propio Adam nos vamos haciendo cargo de los datos de la historia. Érase un grupo de amigos que vivieron la guerra del Líbano desde su posición más o menos izquierdista, propia de la edad juvenil, y que, como cabía esperar, siguieron trayectorias diversas en lo profesional, en lo personal y en lo ideológico: un empresario de éxito, un monje cristiano, un islamista radical, un homosexual superviviente de su tedium vitae, la “liberada” propietaria de un hotel donde se alojará Adam... La muerte de Mouraz es ocasión para que a Adam se le ocurra convocar una reunión de los viejos amigos. Esta tendrá lugar con más facilidad de lo que Adam pesaba [destripe] aunque se verá frustrada por un absurdo accidente, de difícil explicación en el conjunto de la novela, aunque quizá venga a ser una cifra de lo absurdo de toda existencia, tal como la viven estos “desorientados”… [fin del destripe]

El título es interpretativo, por supuesto, aunque a mí no se me habría ocurrido ese adjetivo (desorientados) para el conjunto de los personajes; al menos no se les ve más desorientados que cualquier otro bípedo de nuestra época. Tal vez hay en todos ellos una cierta búsqueda, y un intento de asidero a un ideal que puede ser religioso en algún caso, económico en otro o, en el caso de Adam, ético, ya que la causa de su ruptura con Mouraz es que este se había dejado llevar por la corrupción ambiente para ascender en sus aspiraciones políticas. En todo caso, la novela aspira a ser una panorámica del Líbano de las últimas décadas, con mucho, quizá (no sé casi nada del autor) de autobiografía. Adolfo Torrecilla realiza en su blog un buen acercamiento a la novela.

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20 marzo 2023

La libertad, ¿para qué? (y IV)

La última conferencia, “Nuestros amigos los santos”, resulta tan anticipadora como las anteriores. Se refiere Bernanos a la cuestión del sufrimiento y dice que la inteligencia es más cruel que la naturaleza, pues “no tendrá piedad, no solo de los elementos sospechosos de producir menos de lo que consumen, sino también de todo el que no piense de acuerdo con la monstruosa conciencia colectiva…” Se cuida de aclarar que se refiere a “esa forma degradada de la inteligencia que se llama la técnica”, y una técnica, podríamos añadir, manejada por los que han expulsado a Dios como fundamento. Estos, continúa el autor, lo que hacen es rechazar el sufrimiento que no causan ellos en su afán de rediseñar el mundo.

¿Cuántos otros no buscan en su rebelión contra el sufrimiento sino una justificación más o menos disimulada de su indiferencia y de su egoísmo para con los que sufren [piénsese, de nuevo, en la eutanasia]? ¿Cómo se explica, si no, que precisamente los hombres que aceptan con más humildad, sin comprenderlo, ese escándalo permanente del sufrimiento y de la miseria, sean casi siempre los que se entregan con mayor dedicación y ternura a los miserables y a los que sufren…?

Los santos se enfrentan al misterio del dolor con todos los resortes de su alma, no solo con la inteligencia. Son capaces de oír a Dios que les dice:

“Perdóname. Un día tú sabrás, comprenderás, me darás gracias. Pero ahora lo que espero de ti es tu perdón. Perdóname.”

(Aquí Bernanos se muestra en extremo audaz, pasando del Dios que perdona, ya de por sí sublime, a un Dios que pide perdón. No sabríamos qué tendría que decir la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero en todo caso entra dentro de la lógica del amor de Dios, que rompe todo límite: una vez más, “el amor tiene esas cosas”)

Estos santos son la Iglesia invisible formada por los que auténticamente están en comunión con Cristo. Pero para nada esta Iglesia invisible se opone, ni quiere ella estar al margen, de la Iglesia visible, aquella que a veces nos da tantos pesares. De hecho, es curioso que

…los más cualificados para escandalizarse de los defectos, de las deformaciones o hasta de las deformidades de la Iglesia –quiero decir los santos– sean precisamente los que jamás se lamentan.

Cuanto más lejos nos hallamos de la santidad, tanto más incapaces somos de ver más allá de los defectos. El santo no es un superhombre, sino aquel que trata de acercarse lo más posible al perfecto hombre, es decir, Jesucristo. Y no es casual, supongo, que los editores hayan reservado esta conferencia para el final. Después de tantas advertencias sobre los nubarrones totalitarios, se ofrece la solución.

Los moralistas consideran a menudo la santidad como un lujo. Pues bien, es una necesidad […] La hora de los santos es siempre.

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16 marzo 2023

La libertad, ¿para qué? (III)

En la tercera conferencia, “El espíritu europeo y el mundo de las máquinas”, Bernanos sigue advirtiendo de la amenaza totalitaria.

Cuando los impostores hablan de liberar a la masa, mienten. No basta con escribir que la esclavizan, la prostituyen. La prostituyen con sus fanáticos y a estos mismos fanáticos se han guardado bien de darles una creencia, pero sí algunas ideas simples, elementales, tan violentas como imágenes sexuales.

Empezando por la mujer, claro (escribo esto a poco de las deleznables parrandas del 8 de marzo), que es como hay que empezar si quieres corromper a radice una sociedad. Serán ideas simples y elementales (y desquiciadas) pero se imponen con la fuerza del poder y suponen un test de servilismo que hasta ahora está dando excelentes resultados. Hasta las cátedras más venerables se hacen eco de la retórica subnormal de unas ministras florero o, más bien, ministras pancarta, mientras se amenaza con la miseria a quienes osan esgrimir la razón, la naturaleza o la historia.

Es la última (hasta ahora) degeneración de la ideología, la cual, como tantas veces se ha dicho, es una degeneración de la filosofía. No se trata de unas ocurrencias de gente ignorante.

Para que tales seres aparezcan en el mundo, no bastaba con un mundo injusto, era necesario que la noción de o justo y de lo injusto estuviese profundamente degradada, y tal degradación fue el trabajo de los intelectuales.

Si alguien no entiende el porqué del empeño en hacer del animal una criatura con derechos, equiparándolo al ser humano, quizá este libro le dé también una pista.

En cuanto el hombre no es considerado, con un consentimiento general, más que como una cosa entre las demás cosas –tan irresponsable de los altos y bajos de lo que antes se llamaba su vida moral como una moneda de las variaciones de cambio–, el clima de la civilización se vuelve excesivamente favorable al nacimiento y a la multiplicación del animal totalitario.

Tal como advertía Martin Rhonheimer (bueno, y como es fácil intuir) la equiparación del animal al hombre no esconde sino un intento de degradar a este a la condición animal: así se explica la eutanasia, entre otras cosas. Como decía el otro, ¿acaso no matan a los caballos? Y, para esto, el hombre es el mejor cómplice, pues

no se entiende nada del hombre si se le considera naturalmente orgulloso de lo que le distingue, o parece distinguirle de los animales. El hombre medio no está en modo alguno orgulloso de su alma, no desea más que negarla, la niega con un consuelo inmenso, como se despierta de un sueño terrible.

No en vano la ausencia de alma, y por tanto la ausencia de libertad, supone la ausencia de responsabilidad. Por ello,

lejos de ser la consoladora ilusión de los simples, de los ignorantes, la creencia en la libertad, en la responsabilidad del hombre, es a lo largo de los milenios la tradición de las élites; es el espíritu de civilización, la civilización misma transmitida por los genios.

Eso hasta que las élites declinaron esa función. Esa es la verdadera y radical traición de los intelectuales. La masa estaba esperándola:

Hubiese sido capaz de leer de lejos en los labios la sentencia que estaba esperando, que iba a descargarla de su conciencia. El hombre no es libre, ¡qué alegría! Y el sabio es tan poco libre como el ignorante, el prudente como el loco, ¡qué alivio! La igualdad gana de golpe, de un golpe decisivo, todo lo que pierde la libertad…

Con todo, la complicidad de la masa no se habría logrado tan fácilmente sin otro factor cual es la propaganda. Constante, tenaz, sin prisa, sin pausa.

…esta empresa universal de atontamiento cuyo desarrollo gigantesco, bajo el nombre de propaganda, logrará tarde o temprano [ya lo ha hecho] tratar la opinión tan fácilmente, y con técnicas tan seguras como cualquier otra materia prima…

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09 marzo 2023

La libertad, ¿para qué? (II)

La segunda de las conferencias es la que da título al volumen. Libertad, dice Bernanos, es la palabra más prostituida en todas las lenguas. En nombre de ella se ha destruido demasiado, y lo menos que podemos esperar es que esa destrucción sirva para algo. El totalitarismo, dice siempre acecha, y el monopolio de la economía es el escenario más propicio para su avance, ya que “puede ser hoy todavía más o menos difícil el pasar de una dictadura política a la dictadura económica, pero el pasar de la segunda a la primera no es más que un juego de niños”. Otro monstruo el acecho: la igualdad. “La democracia significa mucho menos libertad que igualdad”, y “de cada victoria de la igualdad, todo ciudadano podía sacar algunas ventajas y una cierta satisfacción de su amor propio, pero el beneficio real no iba sino al Estado… Los regímenes totalitarios son los más igualitarios de todos. La igualdad total en la servidumbre total”. El progreso, otro que tal: si el Estado toma las riendas del progreso y se dispone a arreglar la vida a sus ciudadanos, entonces,

La libertad, ¿para qué? ¿Para qué, imbéciles? Dejadme un poco de tiempo, trabajad duro, y en seguida me ocuparé de vosotros por entero, os aseguraré contra toda clase de riesgos (excepto el de la pérdida de la libertad, claro), os casaré, educaré a vuestros hijos, ¿qué más podéis pedir? La libertad, ¿para qué? Ya que soy yo el que tomaré el trabajo de pensar por vosotros, podría ser muy bien libre en lugar vuestro.

Nos parece oír hablar a los diseñadores de ciudades quince minutos, a los ministerios celestinescos, a las secretarías de menús ecológicos o los ayuntamientos que acotan ciudades. “Está claro que quedan por todas partes focos de infección totalitarios en el mundo”, observa Bernanos. Más que quedar, empezaban a prender. “¿Está hecha esta civilización para el hombre, o pretende hacer al hombre para ella, a su imagen y semejanza…?” Pregunta retórica, claro. Por cierto, no se priva Bernanos de hacer tampoco aquí profesión de su ya acreditado chauvinismo, al referirse a Francia como “la más alta y pura expresión histórica” de la “tradición universal”. En fin…

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06 marzo 2023

La libertad, ¿para qué? (I)

Se trata de un cuarteto de conferencias que Bernanos pronunció en los años de posguerra, imbuido de un afán profético, avisando de los males que podría traer la nueva situación. En la primera de ellas, "Francia ante el mundo del mañana", nos sorprende con una exhibición del famoso chauvinismo francés. Nos habla, por ejemplo, de un presunto espíritu de la nación, que él identifica con su historia: “Para reconocer a Francia hay que verla en su historia, es decir, en su espíritu”. Está reprochando a algunos franceses que sean incapaces de reconocer a su patria en el estado actual:

…pero sucede que ya no se ve en ella misma. ¡No importa!... Un pueblo no se juzga por la masa. La masa francesa que en 1940 renunció a la guerra es la misma que la que hoy está tentada de renunciar al Imperio, es decir, al honor, las cargas y el riesgo del imperio.

Parece que estuviera hablando un franquista, ¿eh?... Bueno, ya se ve que muchas de las cosas que se juzgan franquistas son más normales de lo que se piensa. No le importa tampoco ser supremacista en lo que respecta a las virtudes: “lo que esperan de nosotros es que estemos [los franceses, se entiende] por encima de la media, digámoslo claro: que seamos superiores a ellos”. No es malo ser superior, de hecho

el más determinado de los imbéciles, siempre que corra riesgo de reventar, verá muy bien, momentáneamente al menos, que su médico sea netamente superior, no le encontrará nunca bastante superior.

Eso sí, nobleza obliga:

No tienen miedo [los demás] en absoluto de nuestro prestigio. Su temor es, por el contrario, que habiendo perdido la conciencia de ese prestigio y de los derechos que este confiere, hemos perdido al mismo tiempo la conciencia de los deberes que implica.

Seguiremos.

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02 marzo 2023

Agonía

 Pregunta de examen de Primero de Bachillerato:

--Indica los versos donde se pone de manifiesto la prudencia del Cid.

Pregunta de alumno de Primero de Bachillerato: 

--¿Qué es la prudencia?





01 marzo 2023

Los derechos humanos

El dominico Ramón Hernández hace una antología de textos de Francisco de Vitoria sobre lo que dice el título, aunque en sentido amplio. Así, tenemos textos sobre el hombre en sí mismo y en relación con los otros hombres; la familia, la sociedad civil, el poder (su razón de ser y sus límites), el derecho y las leyes, el dominio y la propiedad, el poder eclesiástico, la comunidad internacional, la guerra y la colonización. Tan exhaustiva relación nos da una idea del saber abarcado por este jurista al que últimamente se está reivindicando, junto con sus compañeros de la Escuela de Salamanca (Suárez, Mariana…). Pero lo que sorprende son sus planteamientos sobre los límites del poder, sobre la libertad de religión y de pensamiento y de lo que hoy llamaríamos autonomía de las realidades terrenas, en una época en que se supone que todo eso solo sería concebible si lo trajera un yanqui desde el futuro…. Por supuesto, una cosa es lo que dijera Vitoria y otra lo que se practicara, pero lo cierto es que no tuvo el menor problema, que yo sepa, con las autoridades políticas por hacer este tipo de asertos, como se supone que debería haber tenido, de dar por buenos, claro, los esquemas sobre el oscurantismo del siglo de oro español. Me explico:

Todo el poder del rey viene de la república, que es libre desde el principio. El poder del rey es el mismo que el de la república.

Entre los paganos hay legítimos gobernantes… Los príncipes cristianos, seculares o eclesiásticos, no pueden privar de ese poder a los príncipes infieles, si no han recibido de ellos alguna injuria que no sea la infidelidad.

Los infieles no deben ser coaccionados para que reciban nuestra fe.

La diversidad de religión no es causa justa para una guerra.

La libertad es más útil que cualquier otro bien privado.

El fin de la república y de la potestad secular es solo algo temporal, como la pacífica situación y convivencia de los ciudadanos.

Esto es necesario para la paz: que en lo que respecta al bien común el parecer de la mayoría prevalezca y domine.

Y así. Ramón Hernández ha puesto al frente del libro, como autor, a Vitoria, pero ocupan casi más espacio sus presentaciones y comentarios que los textos de fray Francisco. Aun así, no sobran esos comentarios, porque vienen a ser como un compendio del pensamiento de Vitoria que ahorra una lectura exhaustiva de este o prepara para ella.

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26 febrero 2023

Nazarín

Esto es un sacerdote como la progresía manda, harapiento, mansurrón, pobre de solemnidad. Las arpías le quieren, lo que quiere decir que le tienen lástima; se rinden a él algunos dimas y le sacuden a modo algunos gestas. La pregunta es: ¿pensaba Galdós que todos los curas debían ser así, o simplemente ha creado un ejemplo peculiar de caridad, como la Benina de Misericordia o la Leré de Angel Guerra pero más estrambótico? De hecho, es una novela llena de preguntas, como dicen que debe ser una novela, esto es, que suscite preguntas más que dar respuestas. Por ejemplo, cuestión es si es viable este tipo de sacerdote secular con carisma eremítico, o si estamos ante una vocación particular e intransferible. O si se ganarían más almas para Dios con este ejemplo chillón de pobreza y mansedumbre que dedicando tiempo a la predicación y a la administración de sacramentos. ¿Hizo una lectura correcta Buñuel cuando lo transformó en un esperpento, alguien que solo consigue crear conflicto cuando busca la paz y el bien? Esa posibilidad está a cada vuelta del camino de la historia de Nazarín, pero lo cierto es que nunca se realiza en la novela. Estamos más bien ante un ejemplo sincero de cristianismo, de una forma de vivir el cristianismo, llamativa, por supuesto, pero sincera si atendemos a las respuestas de este padre Nazario, llenas de piedad e inteligencia. En ese sentido, lo que dije al principio es exagerado. Sí, puede que Nazarín responda como concepto a ese muñeco algo tontaina que dije que gusta a los progres; pero no como carácter. Creo que Galdós era tan artista que, aun queriendo hacer un figurón de ese tipo (que no sé si quería), le salió un personaje redondo. No así a Buñuel.

Más pegas se le pueden poner a Nazarín, como por ejemplo ese dudosa prudencia que supone andar acompañado por dos mujeres, con el riesgo añadido del escándalo farisaico. Pero ya digo que el genio de Galdós tapa todo lo demás. Aun así, le veo más seguro en la veta naturalista que en la “espiritualista”. No era ningún Dostoievski.

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20 febrero 2023

No hubo gentes tan bárbaras

que pensasen que al hombre le estaba vedado el uso de las cosas.

Ah, fray Francisco de Vitoria*…, bárbaros quizá no, pero civilizados…

 

*En Los derechos humanos, selección de textos de Ramón Hernández, O. P.



17 febrero 2023

La democracia liberal

exige, además de valores básicos compartidos, una amplia clase media, cierto nivel de renta y de educación. Y esto sería lo que lograse el franquismo en un largo esfuerzo.*

Y eso es lo que el socialismo trata de destruir con todo su afán. ¿Inepcia? ¡Ca! Total voluntariedad. ¿Se entiende por qué ese empeño en envilecer la figura de Franco?

*Pio Moa, Los mitos del franquismo, capítulo 11.



15 febrero 2023

Relación topográfica

José Jiménez Lozano nos crea un microcosmos, con su particular estilo naïf, presentado como lo que dice el título, es decir, una especie de informe sobre el relieve de una ciudad de su invención, aunque, naturalmente, la narración se explaya luego más allá de lo puramente topográfico. A poco que avance uno en la lectura se da cuenta de que los paisanos de esta ciudad representan personajes históricos, de modo que la ciudad se convierte en una especie de aleph borgiano donde está representada toda la cultura europea en sus aportaciones más relevantes. Así, el señor Fidias, maestro de albañiles y marmolista experto; don Carlos, sociólogo y economista; el profesor Aristóteles, que mantiene largas conversaciones con su chófer Martín y a quien ponen melancólico sus dudas sobre el ser, melancolías para las que no tiene cura el doctor Segismundo… Encontramos allí partidos políticos que vienen a ser una suma de los que en el mundo han sido, o figuras del pasado como estrategos o sátrapas, o lugares como el ágora o el gobierno civil, con actividades como ir a la escuela, escuchar a la banda de música, comprar y vender, tiempos y lugares reunidos en una curiosa armonía, la armonía de un ambiente provinciano donde no hay lugar para grandes discordias. ¿Utopía? En todo caso, una sin planificación social. En fin, otra de las originalidades de don Pepe, que en gloria esté.

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14 febrero 2023

Frase sapiencial

del Calendario del Corazón de Jesús (vulgo Taco):

Las mujeres tienen que llenarse de valentía para alcanzar sus sueños dormidos. ALICE WALKER.

No, no voy a comentar lo de los sueños dormidos. Solo me pregunto si se refiere a la suma de los sueños de cada mujer individual o a lo que unas cuantas han decidido que deben ser los sueños de las mujeres como colectivo.

La frase del Taco venía precedida, en tiempos, del epígrafe Un minuto de filosofía. Supongo que lo quitaron porque ocupaba demasiado espacio. En todo caso, ahora tendría que llamarse Un minuto de cursilería.



11 febrero 2023

Caridad

Santa Teresa, Camino de perfección, capítulo 11, 7:

Y aquí se demuestra el amor al saber sufrir esas faltas y no espantarse de ellas. Así espero que lo hagan conmigo cuando yo las tenga y no me dé cuenta de ellas –y deben ser muchas–. Debe encomendarla mucho a Dios y tratar de lograr en sí misma la perfección en la virtud contraria a la falta que ve en la hermana; de esta manera ella entenderá mejor su error que con cualquier reproche o castigo.



10 febrero 2023

Javier Aranguren nos habla sobre el heroísmo

a partir de los héroes del cómic, de los héroes de su infancia, claro, que es la mía. Y realiza una interesante comparación entre dos personajes medievales: el Capitán Trueno y el Príncipe Valiente. Se fija en algo que yo he explicado muchas veces para hacer ver la diferencia entre la novela moderna y las historias antiguas de aventuras: que el Capitán Trueno, por ejemplo, no cambia nunca, permanece igual a sí mismo en vestimenta, edad, compañías y estado civil, y también en preocupaciones, que no parecen ser sino el modo de derrocar a un tirano y el que sus amigos no sufran daño por parte de los malos. Pero apunta también algo en que yo no solía reparar, y es que el Capitán Trueno no tiene pasado, ni feudo (¿de dónde es capitán?, ¿quiénes son sus vasallos…?), ni oficio, salvo deshacer entuertos (¿de qué vive este hombre?, ¿de qué viven sus amigos?), ni siquiera nombre.

Para Aranguren, esto muestra que el Capitán es solo una idea, como las ideas platónicas, la idea de heroísmo. Mientras que el Príncipe es el héroe real, con su circunstancia, con sus defectos, con sus dudas. En efecto, Val tiene un origen, cambia de indumentos, hay una trayectoria vital, tiene momentos bajos, se casa, tiene hijos.

Hay posibilidad de heroísmo en la vida cotidiana, concluye Aranguren. Podemos emular al Príncipe Valiente aunque nuestros vikingos y nuestros caballeros felones sean la enfermedad, Hacienda o los hijos adolescentes (los ejemplos son míos).

Mucha gente sigue pensando con sensatez en España. Pero uno se la juega también en detalles insignificantes, esas pequeñas zorras que destrozan las viñas. Pequeñeces que muestran que copiamos los esquemas del enemigo.

Me hago mirar de vez en cuando mi piel excesivamente fina, pero no puedo evitar que me salte la alarma cuando Aranguren, por ejemplo, se refiere “al matrimonio, a la pareja…”

¿Era necesario añadir esto último? ¿Es inevitable asumir la igualdad entre ambas formas de convivencia?

Otra: respondiendo a una estúpida pregunta sobre si la mediocridad del Capitán Trueno refleja la de la vida española de la época (lo que hace una soberana injusticia a los españoles que levantaron un país desde la más terrible postración y parece sugerir que ahora gozamos de altos niveles de cultura o de ética), Aranguren alude de pasada a Roberto Alcázar y a eso que se dijo de que era el vivo retrato de José Antonio (que ya es echarle imaginación, teniendo en cuenta la simplicidad del trazo de estas historietas), para dejar caer: “…tiene una pinta de falangista, el pobre…” ¿Por qué el pobre, por favor? ¿Habría dicho igual “tiene una pinta de miliciano socialista, el pobre”? Me pregunto cuántos ladrillos han puesto en ese constructo totalitario de la “memoria democrática” los del lado derecho, a base de asumir el discurso socialista. Oigo a Aranguren decirme que él no es de ningún lado, e incluso que de ser, sería del lado izquierdo. Claro. Solo que me temo que esas etiquetas no somos ni él ni yo los que las repartimos.



04 febrero 2023

Voces que te han cantado

Paulina Crusat ha reunido en este volumen los poemas religiosos que más le impresionan. Poca representación española, a mi ver, y de esta más en lengua levantina que castellana. Pero, de los muchos poetas extranjeros que aparecen, me complace ver gente que yo tenía catalogada como más o menos atea (William Blake, Paul Verlaine, Goethe) o simplemente indiferente a lo religioso (Emily Dickinson, Rilke). Algo parecido puedo decir de Carles Riba, Josep Carner o Josep Vicent Foix, cuya adscripción catalanista me llevaba, por inercia, a suponerles “del otro lado” en todos los aspectos. Me ha supuesto también, este libro, el descubrimiento de algunos poetas cristianos que desconocía del todo. Es el caso de Francis Thompson, curioso personaje, a juzgar por lo poco que he indagado sobre él, pero cuyo poema El lebrel celestial (The hound of Heaven) es lo más impresionante que recoge el libro, a excepción de los “clásicos”, claro: un alma perseguida por Cristo, que le va susurrando palabras que minan poco a poco su ánimo de huida:

                …Todo traiciona a aquel que me traiciona a Mí…

                …No huye tanto el temor como el amor persigue…

                …A quien no me da asilo, nada asilo será…

                …A quien no me contenta, ¿quién le contentará?...

                …¡Mira!, todo te huye porque tú huyes de Mí…

                Cuando el alma se siente hundida en el abandono, Él le tiende su mano: “¿Mi noche, acaso era la sombra de Su Mano, tan tiernamente abierta?”

                Hay otros descubrimientos aquí, nombres en los que habrá que profundizar: Marie Noël (que me entero que está en proceso de beatificación), Robert W. Buchanan, “Michael Field” (“nom de plume” de dos mujeres, al parecer), Mary Elizabeth Coleridge, y otros. Están los conversos del siglo XX (Claudel, Peguy, Chesterton) y, tal como apunté, están los “clásicos”: junto a algunos salmos de la Biblia, el Stabat Mater de Todi, los himnos eucarísticos de santo Tomás y el “No me mueve, mi Dios, para quererte”. No hay mención alguna a la traducción. Si es de la propia Crusat, hay que decir que ha realizado una labor de filigrana: uno no deja de advertir que está leyendo poesía de la mejor ley. No he mencionado, por cierto, que los poemas están en español y en el idioma original, de modo que es fácil, en los idiomas que uno más o menos conoce, cotejar ambas versiones.

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01 febrero 2023

Mira, para que no te encuentren el número de teléfono,

apúntalo así… Y Aurelia escribió en su carnet: Cigarros, 6. Taxi, 2. Extras, 3. Aperitivos, 5.

(En La Nardo, Ramón Gómez de la Serna, capítulo 27)

Es buena idea. No se me había ocurrido.



 

29 enero 2023

El cristianismo y la lucha de clases

Berdiaeff fue marxista y conserva, cuando escribe esta obra, algún respeto por su viejo maestro Marx: de hecho se la dedica a él. Quizá por ello parte de la existencia de la lucha de clases, que niegan otros, como los burgueses o los reaccionarios. La lucha de clases existe y la provoca el capitalismo, que es el enemigo a vencer si se quiere acabar también con el comunismo, pues este no existiría sin aquel. El comunismo necesita de la lucha de clases y del capitalismo como un presupuesto previo a la conquista del poder por el proletariado y como eslabón sine qua non para llegar a ese punto omega de la historia que es la sociedad sin clases. El cristianismo, en cambio, es incompatible con la lucha de clases, pues no es religión de confrontación sino de concordia. El objetivo de una acción social cristiana sería acabar con esa lucha propiciada por el capitalismo. El cristianismo, en efecto, debe tomar partido por el obrero frente al gran capital y frente a la burguesía, que deshumanizan al hombre y convierten su trabajo en mercancía. Vemos, pues, el eco de la enseñanza de los papas, aunque estos no condenen el capitalismo en bloque sino sus vicios iniciales y sus posibles derivas hacia la deshumanización del trabajador. Por cierto que Berdiaeff, dentro de su exposición, llega a hablar de pasada de la santificación del trabajo, aunque no lo desarrolla, claro. Tampoco desarrolla lo que sería su concepto de una alternativa al capitalismo y, aunque cuando habla de socialismo lo hace con más simpatía que cuando se refiere al comunismo, cabe deducir que lo suyo sería más bien un sindicalismo, nacional o no. Digo esto porque su crítica habría gustado bastante a José Antonio, que no sé si lo leyó.

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27 enero 2023

Max Scheler: Ética material de los valores

Se trata de un volumen de la colección Crítica filosófica de la editorial Magisterio Español, de allá por los años 70. Fue una buena labor editorial, que te daba una primera aproximación, muy útil, a obras clave de la filosofía moderna y contemporánea. Max Scheler fue objeto del interés y el estudio de Juan Pablo II. Su ética de los valores se hallaba muy próxima, como recuerda varias veces el autor de este volumen, a la ética natural e incluso a la cristiana. Católico fue él mismo, aunque en sus últimos años alejado de la Iglesia a causa, según Derisi, de turbulentas vivencias personales.

El libro consta de tres partes. La primera hace una exposición de la Ética de Scheler, la segunda analiza sus aciertos y sus errores desde una perspectiva aristotelicotomista y la tercera trata de bosquejar lo que sería un Scheler arraigado en Santo Tomás. Lo positivo de Scheler, dice Derisi, es que afirmaba la trascendencia de los valores, es decir, su existencia más allá de la propia conciencia, superando así las filosofías de la inmanencia y sobre todo la de Kant. Lo negativo es que esa trascendencia no lo era tanto, porque, a consecuencia de su utilización del método fenomenológico, se quedaba en decir que la conciencia los percibe como algo distinto de sí misma pero sin afirmar su existencia real. Bueno, eso ha entendido, al menos. He de reconocer que me pierdo con facilidad por estos vericuetos y que me resulta difícil entender cómo sería la existencia real de esos valores: ¿espíritus puros, atributos de Dios…? Supongo que esto último, ya que también para Scheler Dios es el valor superior, que contiene (supongo) a todos los demás. O quizá contener no sea el verbo adecuado pero maldito lo que soy capaz de afinar con el vocabulario filosófico, tan sutil él. No me trabajaron bien esa competencia en la escuela…

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26 enero 2023

"Toda mujer ama a un fascista"

La frase en cuestión, por lo visto, es de Sylvia Plath, y la utiliza Ana Iris Simón en su carga contra la moral feminista.

Porque si una lleva una falda o un escote de un tiempo a esta parte lo lleva para sí misma o en nombre del empoderamiento, una de dos, y que no me mire nadie porque machete al machote y madre mía qué fuerte e independiente con mi falda, que era a lo que me reducían antes, a ser dos piernas y poca tela y me quejaba y con razón y ahora como por arte de magia resulta que eso es signo de empoderamiento, pero no puede mirarlo nadie. Nos hemos encerrado tanto en nosotros mismos, nos hemos individuado tanto y hemos hecho tantos esfuerzos para acabar con las dinámicas de poder –y, nos guste o no, la belleza siempre ha implicado y siempre implicará poder– que hemos terminado creyendo que no provocamos ningún efecto, ninguna reacción en el otro y que lo contrario sería inaceptable, aunque las mujeres nos lo hemos creído a medias, como todas las mentiras que nos contamos a nosotras mismas.

Por eso rara vez nos ponemos escote y los labios rojos para estar solas en casa, de la misma forma que el pavo real no desplegaría su cola si no hubiera una pava a la vista, porque gilipollas no es y por lo del ahorro energético, y negar que un escote bonito es enseñado de cuando en cuando para ser visto, solo cuando quiere ser visto, cuando quiere ser mirado, además de ridículo niega parte de nuestro poder como mujeres, un poder que no se reduce a lo bello y a lo sexual pero del que lo bello y lo sexual forman parte y no pasa nada y por eso toda mujer ama a un fascista: porque todo el que mira nuestros escotes lo es, a no ser que sea un trapero en un videoclip, entonces es un trapero al uso, entonces se le permite. Y porque mal que bien y según el nuevo canon, nuestros abuelos lo fueron y nuestros padres lo son. No solo porque se les fueran los ojos con las mujeres bonitas que cruzaban los pasos de cebra cuando pensaban, inocentes, que no nos dábamos cuenta.

(En Feria, capítulo así titulado)



24 enero 2023

Feria

He de reconocer que lo que más me ha divertido de este libro es ver escrita la muletilla “¡te paece que…!”, que solía usar José Mota (la autora también es manchega). Bueno, eso junto al placer de ver a alguien que viene de familia rojeras reflexionar con tanta sensatez. Ya me lo habían anunciado en Aceprensa y en otros lugares, y por eso cogí el libro, claro. Es una especie de memorias familiares, por parte de la hija de unos feriantes, con lo que hay también el atractivo añadido de contemplar ese tipo de vida, del que los clientes solo vemos la parte más superficial. Ana Iris Simón no rompe con nada, estamos ante lo más alejado de un ajuste de cuentas. Simplemente piensa y llega a la conclusión de que los modelos de vida que le están proponiendo por ahí dejan mucho que desear.

La muerte, sin ir más lejos, enseña mucho. A su padre, cuando muere la abuela (su madre) le da por quedarse a velarla por la noche: “Se había olvidado de que éramos ateos de la pena y de los nervios”. Queda meridianamente claro que el abandono de la religión no es fruto de una reflexión consciente, sino de una vida que fue poco a poco abandonando la práctica religiosa. Es fácil ver, para quien piense con serenidad, que la religión cristiana es mucho más racional que las chatas ideologías que tratan de imponer hogaño. Lo mejor del libro, de hecho, es esa apuesta por la familia y por la diversidad entre hombre y mujer que está en su base:

…que nuestros padres no podrían ser jamás llamados hombres deconstruidos, pero que cocinaban y limpiaban y trabajaban y cuidaban más y mejor y tenían las cosas más claras que los niños disgenésicos que salían en el Tinder.

Y alguna otra perla que traeré en días sucesivos. Por cierto, algo que me incomodó un tanto fue comprobar que cuando se refería a “sus padres” se trataba de mi generación, porque inconscientemente tendía yo a pensar en los míos, cuya generación es ya la de los abuelos de ella. En fin. No me resisto tampoco a reproducir este diagnóstico inmisericorde:

…un mundo que se parece cada vez más a una competición de plañideras.

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21 enero 2023

Intelectuales

Paul Johnson nos presenta una galería de tiparracos, a cual más egoísta, ingrato, lujurioso y violento, que tuvieron el don de la palabra y el de hacerse escuchar por muchos. Se llamaban Rousseau, Sartre, Ibsen, Marx, Fassbinder, RussellTolstoi…y se erigieron en maîtres a penser, que dicen los franceses, para una o muchas generaciones.  Uno se siente a veces incómodo leyendo semejante exposición de trapos sucios, porque a uno le han educado de una manera… Pero, bien mirado, no está mal que alguien haga esa exposición, si vemos que algunos siguen equiparando arte (o ingenio, o cultura) y bondad personal. Lo que dicen los intelectuales sigue siendo considerado tantas veces como la nueva palabra de Dios... Clercs los llaman, de hecho, los franceses, creo: los nuevos clérigos. Lo que pretende Paul Johnson, como dice de modo explícito en el prólogo, es dar la réplica a quien aduce poca ejemplaridad en los clérigos, o incoherencia entre doctrina y resultados:

Una de las características más marcadas de los nuevos intelectuales laicos fue el deleite con que sometían a la religión y a sus protagonistas al escrutinio crítico… Ahora, después de dos siglos durante los cuales la influencia de la religión ha seguido decayendo y los intelectuales laicos han desempeñado un papel mayor en la formación de nuestras actitudes e instituciones, ha llegado el momento de examinar sus antecedentes tanto públicos como personales… ¿Cómo condujeron sus propias vidas?... ¿Y cómo han soportado sus propios sistemas la prueba del tiempo y la praxis?

De esto último se encargan mejor otros libros, si atendemos a que muchos de estos clercs eran socialistas. Johnson, como digo, incide más en lo personal. Uno no se sorprende, viendo la cara de Marx, de que fuese violento, o viendo la de Hemingway de que fuese un tarambana, y de Tolstoi ya sabíamos que andaba un poco chiflado… Sorprende más ver a Ibsen, tan adusto él, pirrándose por las condecoraciones, o cómo las mujeres se rifaban a Sartre, cuya cara debían de envidiar en el carnaval… Y está el capítulo de las mentiras: Lillian Hellman parece la protagonista de Vamos a contar mentiras, de Alfonso Paso, pero ya se ve que todos ellos, si en algo eran coherentes, era en su escepticismo con respecto a la verdad.

Creo que el mayor mérito de esta obra es haber abierto el camino a la desmitificación: en las últimas décadas hemos visto aparecer libros en la misma línea, ya de modo más monográfico: Che Guevara, Giner de los Ríos y otros de los que ahora no me voy a acordar, vacas sagradas del progresismo, han encontrado su biógrafo negro. Yo mismo haría el Intelectuales español, si tuviera tiempo y me hubieran educado de otra manera…

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18 enero 2023

La esfinge maragata

Quien habla de la mujer trabajadora como un adjetivo clasificador no entiende nada, sobre todo cuando la expresión se emplea como sugiriendo un tipo de mujer superior, emancipada de las servidumbres de la familia. La mujer ha trabajado siempre, y muy duro en ocasiones. La esfinge maragata no es una denuncia de las condiciones de la mujer campesina en aquel lugar y en aquel tiempo, ni un canto a la abnegación femenina capaz de sacrificar el amor en el altar de la familia, sino quizá ambas cosas a la vez. Es una pena que el tiempo haya tratado tan mal, o así me lo parece a mí, el estilo de esta novela, demasiado enfático o engolado para nuestro gusto actual, aunque a tono con el modernismo que imperaba entonces. Es una lástima porque no andamos sobrados de himnos a las auténticas virtudes femeninas, por encima de victimismos e igualitarismos prefabricados.

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16 enero 2023

Feminismo inteligente y feminismo necio,

dice Ignacio Sánchez Cámara… Estoy de acuerdo en lo fundamental. De hecho el artículo me parece tan bueno como todos los suyos. Y es cierto que el feminismo fue, en cierto modo, necesario, porque los usos sociales tienden a anquilosarse y el rol familiar de la mujer fue siempre tan apreciado y protegido, como es natural que sea, que verla en otras actividades pudo resultar chocante a muchos, hasta el punto de dificultarles el acceso a ciertos ámbitos profesionales, al arte, a la participación política…

Sin embargo, no deja de producirme resquemor el hecho de que, históricamente, las defensoras de los derechos de las mujeres hayan sido con frecuencia personas fracasadas en su matrimonio o incluso de sexualidad dudosa… No me acordaré ahora de todos los nombres, pero recuerdo siempre los de Emilia Pardo Bazán o Mercedes Formica, por ser las que más cercanas me resultan en cuanto a creencias o ideas. Estas no eran de sexualidad dudosa, por supuesto, pero sí que naufragaron en la cuestión familiar. No las condeno por ello (“quién soy yo”, y todo eso), pero me inquieta, digo, que el feminismo surja siempre como en confrontación a la vida familiar y conyugal, o que al menos lo parezca…

Por eso, el feminismo, así, tout court, necio o inteligente, no puede menos de resultarme antipático. Siempre nos quedará doña Concepción Arenal, claro…

 


14 enero 2023

Termino El canto del gallo,

 de Rafael Gil. Buena película católica, con reminiscencias de La última del cadalso y de El poder y la gloria y con el perdón como protagonista. Basada al parecer en una novela de Giménez-Arnau (no el jeta sino el padre que le engendró), que tendré que buscar por esos Iberlibros, a ver qué tal.

Por cierto que el malote (es un decir, en una historia de estas características no hay buenos ni malos) dice odiar a Dios, no descreer de él. Le odia por quitarle a una novia. Ahora que estoy leyendo el Intelectuales de Paul Johnson, me resulta fácil concluir que entre los famosos ateos hay muchos en las parecidas circunstancias, incapaces de superar su odio a Dios. Solo cabe desear que acaben, o hayan acabado, encontrando a su padre Müller, que era el bueno (otro decir, claro) de la película.




12 enero 2023

Ibsen

Dice de él Paul Johnson, en Intelectuales*:

Fue quizá el primer escritor –el explorador que precedió a lo que iba a ser un ejército enorme– que convenció a un gobierno conservador de que subsidiara una vida literaria dedicada a atacar todo lo que le era valioso.

Flipas: un siglo antes y a tres mil kilómetros de distancia del PP…

*Página 108 de la edición de 1990, Vergara editor.



10 enero 2023

La Nardo

Es una historia “galante” convencional pero iluminada por el ingenio verbal de Ramón: es como si fuese una historia contada en otro idioma, el idioma de las greguerías o ramoniano, a veces deslumbrante, otras veces menos, algunas pretencioso, pero que no cede nunca terreno a lo convencional. Aurelia, la Nardo, es una Margarita Gautier proletaria, nada dada a la melancolía como la de Dumas, antes al contrario, ambiciosa en su trepar por su triste mundo arriba, que en la ficción de Ramón no es nada triste. La que fue vendedora del Rastro se deja seducir por el buscavidas Samuel y emprende una carrera triunfal por el mundo de la liviandad [destripe] hasta que es vencida por una fuerza superior a la de la “voluntad de poder” (estamos en eso, en el fondo) cual es la de Eros.  La historia termina románticamente, con una doble inmolación en aras del amor-pasión: [fin del destripe]

Vieron, unidos en su abrazo de juramentación, que la vida tenía gesto de acantilado y que todos eran enemigos del amor que al fin se encuentra y que no es culpable de llegar a deshora ni de que haya otros compromisos hechos cuando llega. Si el verdadero amor ha llegado, todo pierde sentido menos su existencia, todo debe caducar en vez de pedir que caduque él, que es lo único vivo y supremo.

Claro que, tratándose de Ramón, es difícil decir si esto va en serio o si estamos haciendo malabares con los tópicos, una vez más…

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08 enero 2023

Antropología. Del Concilio Vaticano II a Juan Pablo II

La claridad es la cortesía del filósofo, decía Ortega. Debo agradecerle, ciertamente, a Juan Luis Lorda su estilo siempre claro, porque la materia se puede prestar a lo abstruso. Antropología del CV II y de JP II. Como lo claro no quita lo riguroso, Lorda empieza por los antecedentes: tendencias y autores que constituyeron el caldo de cultivo intelectual del Concilio por antonomasia. Autores franceses, sobre todo, en lo que se refiere a la Teología (Lubac, Congar, Maritain) y alemanes o centroeuropeos en lo filosófico (Buber, la fenomenología, Kierkegaard). Ya metidos en el Concilio, explica Lorda que se trató de dialogar con el mundo moderno sin comprometerse en lo opinable ni ceder en lo inamovible de la doctrina. Por eso, la Gaudium et spes, quizá el documento más conocido y representativo de los que emanaron los padres conciliares, se propuso en una primera parte afirmar lo doctrinal y en una segunda arriesgar, por así decirlo, posiciones en materias más sujetas a discusión. En todo caso, en esta, como en Dignitatis humanae, se trató de dejar claro el compromiso de la Iglesia con el ser humano, por la vía de mostrarle a Cristo como cabeza y modelo.

Al pasar a Juan Pablo II, Lorda no deja de observar que decir Juan Pablo II es, en gran parte, decir Concilio y viceversa. Nos muestra la amplia participación del cardenal polaco en los documentos que hemos señalado, y cómo tanto su pontificado como su pensamiento tomaron pie de la afirmación lapidaria de Gaudium…: “Cristo revela al hombre al propio hombre”. Repasa la filosofía personalista del papa, según la cual la persona se define por su capacidad (y necesidad) de relacionarse, lo cual la asemeja (“a Su imagen y semejanza” fue creado el hombre) a la Trinidad. Y hace ver cómo su personalismo da paso con facilidad a su doctrina social, según la cual el capital está subordinado al trabajo, por ser este, el trabajo, una dimensión fundamental de la persona, de la que carece el mundo animal.

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07 enero 2023

El cansancio de ser libres

Es una selección de artículos de Aquilino Duque editada por la Universidad de Sevilla, con el título de uno de ellos. La sociedad, la política y la cultura son asunto de estos artículos, en los que se pone de manifiesto le elegancia con que don Aquilino sabía dirigir sus críticas, en el fondo aceradas, contra los vicios de nuestro tiempo. Temas recurrentes son los separatismos en España y la inversión de valores de nuestra época, pero también hay espacio para lo literario, siempre en relación con la realidad española: así los artículos finales sobre Camoens, de cuyos Lusíadas Duque realizó una edición bilingüe.

Sobre esto último, llama la atención cómo don Aquilino era partidario de una unidad hispánica, partiendo simbólicamente de la base de que la Península Ibérica es una cabeza (cabeza de Europa) cuyo cráneo es España y Portugal su rostro. Por lo mismo, insiste, siguiendo a Unamuno, en que todo español culto debería tender a conocer lo mejor posible todas las lenguas peninsulares. Destaca también cómo Camoens hablaba de sí como un español (“gente muy brava de España”, o algo así, eran los portugueses según un verso de los Lusíadas), pero cuidaba de distinguirse de los castellanos, con los que Portugal entraría en conflicto al poco de la muerte del poeta. Poeta que lo fue también en castellano, por cierto.

Dentro de esa elegancia de estilo que antes señalaba, entra esa ironía muy característica de Duque, ornada con una creatividad verbal que envuelve en plata sus críticas más mordaces. Me refiero a expresiones como las “minorías abyectas”, los “listos útiles”, el “fascismo ilustrado”, o la que prefiero sobre todas, “la censura del sector privado”: una censura que ha funcionado a pleno rendimiento contra ciertos sectores ideológicos desde el fin del franquismo y a la que, merced a su buen desempeño, ha llegado la hora de extenderse al sector público, como bien pudo experimentar el propio Aquilino Duque en sus últimos años.

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01 enero 2023

Año nuevo

En este día, el tránsito al Padre de Benedicto XVI suple la ausencia de noticias. Entre muchos otros, me tropiezo con este artículo de Martin Rhonheimer, que al parecer (es de acceso restringido) denuncia los intentos de involucrar al difunto papa, como encubridor, en el asunto de los abusos a menores. Ha sido este, desde que comenzó el siglo, la manera en que el poder ha intentado, y logrado, reducir al silencio a una institución con la que uno podía, en años anteriores, contar para proclamar en voz bien alta la recta doctrina y la recta moral. Hace tiempo que son los “católicos culturales” (buenistas de Gustavo, comunicadores liberales o conservadores, desengañados del rojerío) los que dan la batalla en su lugar, lo que no deja de ser un fenómeno digno de análisis.

                                                                            

Esta conferencia de Jesús Laínz muestra hasta qué punto las políticas lingüísticas están unidas al nacionalismo. No se preocupa uno por normalizar una lengua minoritaria si no está buscando un objetivo político de independencia. Se ha inventado un euskera, se ha inventado un asturiano y se está imponiendo a valencianos y baleares una lengua que no es la que hablan los paisaninos, que dicen en Asturias. Es este, el del asturiano, el caso más lamentable, porque no tiene raíces históricas y se reduce a un fenómeno de imitación.



Y habrá que seguir a este David Cerdá que no cierra los ojos ante el panorama devastador, por utilizar su propio calificativo, de la enseñanza, sobre todo la secundaria, en España. Estoy a media entrevista y habrá que ver si aparte de ver los males tiene alguna posible solución en perspectiva, lo que no es fácil, claro.

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