26 febrero 2016

The Golden Gate Quartet: "Negro spirituals"


El sonido de esta cinta siempre fue malo, y bien que lo siento, porque las voces de estos cuatro negros merecen otra cosa. Tal vez simplemente es que no lo habían remasterizado: hablamos de un grupo y de unas canciones con bastantes añitos. En algunas de estas piezas se puede apreciar un germen del futuro rock and roll: por aquellos años 80 en que lo compré me resultaba revelador, porque tenía mucha menos idea de música. Hoy veo que con lo que está emparentado directamente es con el boogie y el swing, y a través de ellos con el rock. Así lo vemos en Daniel saw the stone o Blind Barnabus, o en el mismo Joshua fit the battle of Jerico. Pero no lo compré por eso, sino por los lentos, tales como Go down Moses, Anyhow, Steal away and pray o Nobody knows the trouble I´ve seen. La noticia remota de estas armonías me venía, como otras cosas, de las películas del oeste.

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17 febrero 2016

Cristo en Torremolinos


Desde luego, no esperaba encontrarme con un Bernanos español, o tal vez sí. Pero la experiencia ha sido decepcionante: es una historia moralista a lo Balarrasa, con gente que muere con las manos vacías después de dedicarse a la vidorra padre y gente que acaba regenerándose gracias al punto de esperanza que queda en ellos, o quizá gracias a un toque de gracia divina que saben aprovechar, o las dos cosas: este es el caso de Felipe, el protagonista. Creo que la novela habría ganado bastante si no llega a aparecer la figura de Cristo en persona, nunca designado como tal pero reconocido hasta por el lector más limitado. Al fin y al cabo, también hay en la novela un personaje que parece expiar con su muerte los pecados de los demás. Eso bastaba para justificar el título.

José María Souvirón reacciona aquí contra el desmadre de Torremolinos que abrió una vía de agua en la reserva espiritual de Occidente, en los años 60. Los caídos en esas redes contrastan con los sensatos, en diálogos correctos que recuerdan, insisto, el cine bienintencionado español de la época. Maricas y corruptos acaban en la perdición más absoluta y los buenos reciben con impecable espíritu cristiano los zarpazos del mal. También son correctas las descripciones de ambiente, hasta el punto en que uno añora esas travesías en cochazo por las costas de Málaga. Al final cierras el libro con satisfacción cuando hace tiempo que has comprendido su limitado alcance. A su nivel, cumple.

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09 febrero 2016

"Como siempre, la Iglesia ha necesitado la oposición de otros para llegar a decirse a sí misma su propio misterio"



Interesante conclusión de Marie-Joseph Le Guillou (El rostro del Resucitado) comparando la cuestión de la libertad religiosa, planteada por el Concilio Vaticano II, y la situación del siglo IV, cuando la iglesia hubo de "reconocer las exigencias racionales de la fe y descubrir un lenguaje nuevo, revelado en sus significados y racional en sus expresiones". El liberalismo decimonónico habría hecho, así, el papel de los herejes de aquel momento primitivo.

Por supuesto, tanto lo de ha necesitado como lo de siempre han de tomarse como ejemplo de esa exageración a que el lenguaje humano tiende de suyo. Pero este fenómeno muestra también cómo Dios continúa, a través de su Iglesia, con esa admirable virtud de sacar bien del mal.


05 febrero 2016

Algo se muere en el alma



Uno se apega a cualquier cosa, y me voy a poner melancólico cada vez que vea el Cerro de San Cristóbal vacío de esa doble espadaña, o como quiera llamarse, que enmarcaba el monumento a Onésimo. Desde que tengo uso, no ya de razón, sino de sentidos, ha formado parte de mi entorno, de mi circunstancia, eso que al parecer es tan de uno mismo como el alma. He vivido cincuenta y dos años al pie, como quien dice, de ese cerro coronado por el monumento: él indicaba que estabas en casa al volver de viaje, y en cierto modo era el propio Valladolid que te decía adiós al salir. No dejará de estar el cerro pero no es lo mismo.

Onésimo Redondo Ortega nunca me dijo gran cosa, y su monumento era ya una cochambre, porque el anterior alcalde optó por abandonarlo, como si fuera la estatua de la libertad del Planeta de los Simios. Pero no dejaba de simbolizar el Valladolid moderno, dentro de esa España que se hizo moderna, paradójicamente, bajo la dirección de un régimen tradicionalista. Así que me duele que lo quiten con ese espíritu cainita que sobrevive en la izquierda española. En eso nunca defraudan.

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01 febrero 2016

Fascistas


Un concejal de la oposición le dice a Carmena que está actuando como la dictadura franquista, al tratar de borrar de la memoria a la gente que no le es grata. Quizá. Pero también tendría sentido hacerle ver a la alcaldesa que hay algo peor que ser malo, y es ser encima tonto. La furia iconoclasta contra el callejero franquista está teniendo el efecto de mostrar cuánta gente del mundo de la cultura estuvo alineada con aquel bando, a pesar de todo. Es decir, que hubo más fascistas de lo que nos vienen diciendo desde hace tiempo. ¿Fascistas? Esa es otra. Esa gente a la que se descubre como franquista, en su mayor parte, no es tenida como tal por nuestros escolares, a quienes se les ha dicho sobre ellos de todo menos que eran fachas. Y con razón hasta cierto punto, porque aquella alineación no fue determinante en la obra de casi ninguno de ellos.

Me basta tirar de mi experiencia personal: Mihura era el debelador de tópicos, el que postulaba una vida libre de las ataduras burguesas y que llamaba Rosario y Sacramento a sus personajes más necios. Jardiel, el escéptico que se preguntaba si hubo alguna vez once mil vírgenes y hacía al propio Dios protagonista de una de sus novelas de comicidad disparatada. Ramón Gómez de la Serna, un anarquista rijosillo que se divertía imaginando mil y un tipos de senos. Wenceslao Fernández Flórez, otro nihilista para quien el bien no era más que una debilidad y mostró que el mundo se sostenía gracias a los pecados capitales. Dalí, el amigo de Buñuel y de Lorca, coautor con el primero de la irreverente Edad de oro y pintor del Gran masturbador. Gerardo Diego colaboró como nadie a introducir en España los vanguardismos poéticos y su único lazo con lo que se entiende por derecha podía ser su religiosidad personal. Manuel Machado era republicano y bohemio impenitente. De Cunqueiro sabíamos que era galleguista y escribió toda su vida en gallego. De Pla, lo mismo pero en catalán...

En suma, hablamos de posturas y actitudes que casan bastante poco con lo que suele uno relacionar con el imaginario franquista. Entonces, ¿qué pudo llevar a esas personas a tomar el partido que tomaron durante la guerra civil? O, formulado de otro modo: ¿Qué fue lo que vieron en el otro bando? Esa es la pregunta que, sin duda, los munícipes comunistas de Madrid prefieren esquivar pero cuya actitud sectaria, insisto, hace inevitable plantearse.

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