30 mayo 2008

Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa



No podía faltar el sociólogo enterado que metiera las zarpas en esta preciosidad de narración y le hiciera decir lo que no dice. Y no lo digo por Francisco López Estrada, que me ha parecido un comentarista ponderado, sino por las referencias de otros autores a los que alude en el apartado de la "trascendencia" de la obra. Esas lecturas según las cuales estaríamos ante la obra de un converso que denuncia la intolerancia de la monarquía española contra los moriscos. ¿Qué tiene que ver esta historia de caballerosidad y de lealtad con una novela de realismo social? Mucho más cierto es que -como expone el mismo López Estrada con anterioridad- estamos ante una exaltación de las virtudes humanas, redescubiertas en la época en que se escribió el relato, y que están por encima de la religión o de la raza. El que la sociedad española disfrutase con este tipo de narraciones y conociera al dedillo a Séneca, sólo muestra que la tolerancia -rectamente entendida como clemencia y respeto a la dignidad humana del contrario- era entonces mucho más común de lo que se pretende hacer ver. Lo que estaba muy lejos de los españoles de la época era la idea de que todas las leyes -cristiana, musulmana o judía- fuesen igualmente válidas y condujeran por igual al hombre a su plena realización. Diferencia sutil pero esencial, y que tampoco López Estrada parece tener clara del todo.

Nota redactada en julio de 1999. La edición de que hablo es la que mal se muestra aquí, que se acompaña de romances sobre los
abencerrajes.

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29 mayo 2008

Apostilla a "El Manifiesto"

He aquí otro ejemplo del "tú no eres mejor que yo", este con la airosa firma del partido del gobierno y utilizando a mujeres, negros, moros y sudacas (sic) como escudo de las putas (sic) y los maricas (sic); opción preferencial del PSOE, como es sabido.

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28 mayo 2008

Mártires


Christopher Dawson transcribe una carta de san Cipriano en que este alaba a sus grilletes y sus privaciones porque le permitirán unirse a Cristo. Y añade:


En una época en que el individuo iba convirtiéndose en el instrumento pasivo de un Estado omnipotente y universal, es difícil exagerar la importancia de una idea semejante, último reducto de la libertad espiritual. Más que ningún otro factor contribuyó a asegurar el triunfo final de la Iglesia, pues patentiza a todos el hecho de que el cristianismo era el único poder que en el nuevo mundo quedaba sin ser absorbido por el mecanismo gigantesco del nuevo Estado servil.



27 mayo 2008

El maestro de la inocencia


Tracy Chevalier pasa por relevante autora de novela histórica, lo que hoy día es un excelente aval para vender libros. Después de éxitos como La joven de la perla o La dama y el unicornio, nos presenta este dickensiano relato con la figura de William Blake como pretexto.

Blake, original poeta y grabador de finales del XVIII y principios del XIX, vivió en el barrio londinense de Lambeth por los años de la Revolución francesa, de la que se proclamó seguidor. Los enfrentamientos ideológicos del momento están ahí como fondo, pero no constituyen el tema principal de la novela. Esta se centra más bien en la peripecia vital de la familia Kellaway, emigrada a Londres desde su suelo natal de Piddletrenthide tras sufrir la pérdida de uno de sus hijos. En Lambeth son acogidos por el señor Astley, dueño de un circo, persona amable y a su modo generosa, pero inflexible en lo que se refiere a su negocio y algo ciego sobre su hijo Philip. Este es un donjuán sin escrúpulos que abusa de la fascinación que sienten las jóvenes por sus proezas a caballo, y causará problemas a Maisie, la hija menor de Thomas Kellaway.

En todo esto, el papel de William Blake resulta bastante desvaído y se limita a ser el hombre sabio y bueno al que admiran los muchachos Kellaway y la amiga de estos, Maggie, adolescente de gran corazón y despierta inteligencia. Se citan algunos de sus poemas al hilo de la curiosidad vital de Jem y de Maggie y se hacen referencias a su trabajo de grabador, vemos también cómo ha de sufrir las intolerancias de los monárquicos ingleses, pero no se profundiza en quien fue la personalidad artística más peculiar de su tiempo en Inglaterra.

El maestro de la inocencia parece tener voluntad de crossover, que es como llaman a los libros que buscan un público amplio, de jóvenes y mayores. Esto lo limita literariamente y lo reduce a un folletín con final (relativamente) feliz, de tono amable aunque sin ocultar el lado negro de la vida, que los personajes saben encarar con fortaleza. En todo caso, nada que lo haga preferible a cualquier título de Dickens.

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24 mayo 2008

Miscelánea laicista


A Izquierda Unida, como a los vampiros, le molestan los crucifijos, y pide que se quiten de las tomas de posesión. Ah, pero su inquietud es por los musulmanes: si algún día hay un ministro musulmán, ¿tendrá que exigir el Corán? Cáchisla, cómo no habíamos caído. Bien, podría decírseles lo de santa Teresa: "de que eso suceda, pensaré qué he de hacer; mientras tanto, durmamos". Mientras tanto, no toquéis los compañones.

...

La libertad de todos está pendiente del heroísmo de los pocos padres de familia que han objetado contra Educación para la Sodomía. El País ataca clamando por el cumplimiento de la ley y se pone en plan gangster: "la objeción de los padres la pagarán los hijos". Una vicealgo amenaza con no dar títulos a los rebeldes. No se les va a ahorrar nada. "Treinta y cuatro mil hemos entrado en la batalla..." Ojalá pasen a la historia como los trece de la fama de Pizarro. En estos momentos me gustaría ser padre de familia.

...

Y el PP, sacando los principios de repuesto, a ver si gustan más. Qué asco.

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23 mayo 2008

Dos rombos

... Pancho y yo no reíamos. Ni Eneas. Ni nadie. Empecé a enfurecerme, empecé a tener ganas de clavarle mi cuchillo a Luisito. No, amigo, no es honrado. Un individuo puede ser todo menos marica. Puede ser una víbora que muerda a su propia madre, una hiena que devore a sus cachorros, un... ¡cualquier cosa! Pero un marica, un monstruo que llega a marica por cobardía, por degenerado, por no ser capaz de mirar a una mujer, un tipo así no merece la vida, no la merece, porque hiede peor que toda la carroña del mundo junta. Y aquella rubia, aquella... Era hermosa y yo me estaba enfureciendo. No es decente que una mujer se acueste con otra como si se tratara de un hombre. No es honrado, amigo. También creo que es lo más repugnante y cobarde que puede darse en la vida. Lo más asqueroso. Estaba pensando en estas cosas y ninguna palabra podía llegarme a los oídos. Ninguna, amigo. Me entraban ganas de atar a Luisito y a sus amigos en la selva y dejarlos allí para que las hormigas les disputaran a los urubús los trozos de carne humana. Y ni siquiera esa muerte merecían. Era poco...

Gad, en Tres pisadas de hombre, de Antonio Prieto.


No, no lo suscribo. El odio al homosexual no es cristiano y no es, por tanto, auténticamente humano. Lo traigo porque expresa muy bien lo que el hombre, digamos, "en estado de naturaleza", siente ante el homosexual. La igualdad es forzada y las tolerancias al uso son, en el fondo, egoístas: "lo tuyo está muy bien y lo mío con X también, claro". Por cierto, me pregunto si Antonio Prieto hubiera podido publicar hoy este texto, a pesar de estar puesto en boca de un contrabandista asesino.

22 mayo 2008

Amor y pedagogía


Unamuno debía de escribir una novela cada vez que le surgía una obsesión. En esta época (1902) esa obsesión debía de ser el cientifismo. Creo que la gente de esa generación eran, en verdad, auténticos Apolodoros, víctimas de la sobrevaloración que de la ciencia hicieron sus padres. Lejos de haber exageración, lo que hay en esta novela es la tipificación de dos espíritus, de dos zeitgeist sucesivos. Los cientifistas del XIX, con su consideración de la religión como fetichismo (tal hace don Avito) dejaron a sus hijos sin asidero cuando acabaron dándose cuenta de que la sacrosanta ciencia no satisfacía la inquietud de sus corazones. En el caso de la generación del 98 el suicidio es sustituido por la abulia y, en Miguel de Unamuno, por la agonía. Quizá Apolodoro no hubiera muerto si su creador hubiese acuñado ya, en 1902, este concepto. Para ello nació don Manuel Bueno, mártir de una religión que hubo de inventar Unamuno para sustituir a la que él veía como esa Marina pasiva y siempre sumida en el sueño.

Sigue sin parecerme Unamuno un gran novelista. No, no fue un error, como él se pregunta en el prólogo, escribir esta obra. Acabo de dejarlo claro. Pero es un ensayo. ¿Dónde están los caracteres? Me convencen mucho más, en este aspecto, los sabios vanidosos que pinta Clarín. Le faltaba paciencia a Unamuno para escribir y acabó conformándose con esbozos. Lo que hubiera hecho Cervantes con el planteamiento de Amor y pedagogía...


Nota redactada en septiembre del 2000.

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21 mayo 2008

¿Lo cogieron...?


La entrada anterior, digo. Se lo explico. En una vieja serie de televisión titulada Yo, Claudio, basada en la novela de Robert Graves, aparecía el emperador Calígula. A este pionero de la libertad sexual le molestaba sobremanera la tos persistente de un niño llamado Gemelo, pariente suyo. Un día estaba el emperador en uno de sus salones, departiendo tranquilamente con una dama. En esto llaman a la puerta y aparece un soldado mostrando la cabeza ensangrentada de un niño. Mientras a la dama empieza a darle el soponcio, Calígula explica con calma:

-Es Gemelo... Le he curado la tos.

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ACTIVIDAD: compárese lo que dice Cayo Calígula con el titular reproducido ayer y dígase qué diferencias existen, si las hubiere.

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20 mayo 2008

"El aborto hace caer el síndrome de Down"


Unos chicos de la ESO me preguntaban el otro día (así andamos) qué significa cinismo. Una pena que todavía no hubiera aparecido este titular de El País (19-V-08). Habría holgado cualquier definición.

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19 mayo 2008

Sin velo en la escuela, con champán en Playboy

(O también podía ser esto. Debí de escribirlo poco después de lo anterior; no conservo las fechas.)


Sorpresa agradable: las iglesias cristianas de Francia (católica, protestante, ortodoxa) han unido sus voces para rechazar una ley contra los símbolos religiosos en las escuelas y, por consiguiente, contra la prohibición del velo islámico. Dicho complemento (para hablar en términos del Corte Inglés) está armando un revuelo desmedido, no sólo en Francia sino en el resto de países de nuestro entorno, España incluida, claro. Y lo está haciendo bajo la bandera de la igualdad: ¡hay que declararse contra lo que es un signo de discriminación de la mujer! Desde aquí algunos venimos pronunciándonos a favor del velo desde el momento en que se toleran en la escuela pública vestimentas y estampados del más dudoso gusto. Si lo uno, también lo otro. Pero también porque, con el pretexto de la igualdad, lo que se persigue, cada vez de modo más claro, es la exclusión de todo vestigio de fe religiosa en los centros. El famoso velo está constituyendo una privilegiada rampa de lanzamiento para una inquisición laicista que, si nos descuidamos, nos obligará a llevar corbata para ocultar (para velar, sí) la medalla.

Sorpresa agradable, también, porque pocas veces nos es dado ver a las confesiones cristianas unidas en defensa de sus derechos, y solidarias también de una fe, la musulmana, a la que en este caso le asiste la razón; al menos, mientras en la escuela pública no existan normas estrictas sobre vestuario. Pues el simbolismo discriminatorio del velo está sólo en el ojo de quien mira, y no en bases reales. Comprendo muy bien el incomodo del musulmán a quien le dicen que un velo atenta contra la dignidad de la mujer mientras el dueño de Playboy celebra el 50 aniversario de la revista con todas las galas de la buena sociedad.

El comunicado de las iglesias expresa bien lo que aquí hemos dicho de tantas maneras: que la laicidad “no tiene la misión de constituir espacios vaciados de lo religioso, sino de ofrecer un espacio en el que todos puedan debatir sobre lo tolerable y lo intolerable, sobre las diferencias a respetar y aquellas a evitar”. Más alto se podría decir, si quisieran los periódicos; más claro, no.

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16 mayo 2008

Si valen las microfaldas, que valga el velo


(Hace unas fechas, me pedía “Atizaypapel” que recuperase algo que escribí hace tiempo sobre el velo islámico. A ver si era esto.)

Parece que no se acabó la cuestión del velo. Llama la atención, acostumbrado uno a todo tipo de experimentos en las pasarelas y teniendo en cuenta que venimos de unas décadas de imperio de la informalidad, la polvareda que una prenda de vestir puede causar en la “opinión publicada”.

No me llama nada el Islam. Lo que más aprecio de él es su reelaboración por los poetas románticos, la Alhambra de Irving y todo eso, las novelas de Cervantes y el Guerrero del Antifaz. Y las palabras españolas de origen árabe, que son quizá las más bonitas. Por lo demás, abomino de una España islamizada en todo o en parte. Con todo, cuanta más guerra dan con el asunto de la laicidad más me pongo del lado de las niñas veladas y de sus padres.

Ahora parece que en Francia algunos centros públicos empiezan a poner límites en el vestir. Pero cuando convives con camisetas kamasútricas o faldas que se adivinan más que verse, o cuando tienes que explicar la conveniencia de quitarse la gorra en clase (porque, entre otras cosas, no molesta el sol), no se entiende semejante obsesión por una cabeza más o menos cubierta.

Es una señal de sumisión, dicen. Bien, y eso ¿está escrito en el pañuelo: “soy inferior”? Es un símbolo religioso, añaden: ¿habrá que volver a explicar la diferencia entre la laicidad y la histeria antirreligiosa? No. Aún no he tenido en mi clase a una musulmana con velo, pero, cuando llegue ese momento, por mi parte no habrá la menor insinuación de incomodo, pues no me dejan tenerla ante unas piernas peludas. Y si no, ya saben la solución: uniforme.

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15 mayo 2008

Unamuno predicador


... cúrate de una afección terrible que, por mucho que te la sacudas, vuelve a ti con terquedad de mosca: cúrate de la afección de preocuparte cómo aparezcas a los demás. Cuídate sólo de cómo aparezcas ante Dios, cuídate de la idea que de ti Dios tenga.


... Y el frágil caballero ablandóse y cedió, y en vez de hacer oídos sordos a los reclamos de la retozona semidoncella, se metió a exponerle la imposibilidad en que estaba de satisfacerla, sin advertir el cuitado que discutir con la tentación, reconociéndola así beligerancia, es ya camino para ser vencido por ella.


Hay una forma la más elevada de trabajo, cual es la de convertirlo en oración, y aserrar madera, colocar mampuesto, coser zapatos, cortar calzones y componer relojes a la mayor honra de Dios...


(Citas tomadas de Vida de Don Quijote y Sancho. Ojo y nadie lo vaya a tomar por libro de devoción: si acaso es un breviario de unamunismo, secta cristiana cuyo único miembro murió el 31 de diciembre de 1936.)

13 mayo 2008

Zafón y Z

Algún amable comentarista me preguntó por lo de Ruiz Zafón, si valía la pena y tal. Le dije que se podía pasar un buen rato pero que aún no lo había terminado. Ya lo he hecho y rectifico: a la suerte de matar, fatal. Una estafa de grandes proporciones. Para más información, aquí.

Hablando de otra cosa, gran acierto el de Cristina Losada (ir a la segunda entrada de la fecha) al recordarnos que Zapatero no ha sido el único hombre de Estado español alabado por el rey (quizá sí el único presidente del gobierno). Hubo otro al que llamó figura excepcional y al que dijo recordar con respeto y gratitud. Lo que todavía no ha dicho del actual jefe del ejecutivo. Tal vez cuando se marche (ojalá sea mañana)...

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12 mayo 2008

Entre tolerar una práctica y reconocer un derecho


hay una diferencia esencial. Por ejemplo,

en 1790, George Washington, en una carta al líder de una comunidad judía en Newport (Rhode Island)... desestimó la propia idea de la tolerancia por considerarla esencialmente intolerante, "como si fuera gracias a la indulgencia de una clase de gente que los otros pueden disfrutar de unos derechos inherentes naturales que le son propios". (Citado por Bernard Lewis en "Europa y el Islam")

Hoy, en España, por el contrario, vemos cómo se tiende a que la práctica religiosa sea algo meramente tolerado mientras se erigen en derechos los caprichos homosexuales. Y es que es este tipo de sutilezas el que, en última instancia, permite juzgar a los gobiernos.

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11 mayo 2008

El enigma de La vie


La vie es un cuadro de Picasso, y se diría que Carlos Rojas, harto de tanto best-seller sobre pintores y enigmas en torno a cuadros, hubiese decidido dar la réplica culta y tirar por elevación, ofreciéndonos un despliegue de intelectualismo y de arte narrativo. A quien le gusten los fuegos artificiales en la novela no le será difícil disfrutar con estos continuos cambios de punto de vista, saltos en el tiempo, mezcla de realidad, sueño y fantasía, manipulación de personajes históricos, digresiones y un argumento que, desde luego, no avanza linealmente, qué vulgaridad, sino en espiral, por así decirlo, revelando nuevos aspectos del asunto principal conforme avanza.

A decir verdad el fondo es escasamente original, ya que Rojas no hace sino incidir de nuevo en sus temas de siempre: dónde está, cómo es la vida eterna, hemos de esperar otro infierno o éste es el infierno, la vida no es sino una condenación... Temas que, por supuesto, no son sólo suyos, y ahí está también el arte como acceso a la eternidad o el transporte amoroso como pálido reflejo de ella... Y la perspectiva del autor, también como siempre, es de una acidez que podría llamarse nihilista si no fuera por lo que tiene de búsqueda. Si las criaturas de Mauriac buscaban a Dios entre gemidos, los de Rojas lo buscan entre desplantes y provocaciones.

Nota redactada en julio de 2007

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10 mayo 2008

"Preferimos la bala marxista a la palmadita derechoide,

porque preferimos morir de bala a morir de náusea". Es ésta una de las frases de José Antonio preferidas por sus seguidores. La Iglesia española podría hacer suya esa misma razón para preferir las chekas del Frente Popular a los picotazos de la actual progresía o a los esputos de sus cortesanas.

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09 mayo 2008

Islamismo y teología de la liberación


El aferrarse de un modo fanático a las propias tradiciones religiosas se vincula en muchos sentidos al fanatismo político y militar, en el que la religión se considera directamente un camino para alcanzar el poder terrenal. La instrumentalización de las energías religiosas por parte de la política es algo muy cercano, sin duda, a la tradición islámica. Como consecuencia, se ha desarrollado [...] una interpretación revolucionaria del Islam que roza la teología cristiana de la liberación, y que ha realizado con facilidad una mezcla del terrorismo occidental -inspirado en el marxismo- e islámico. Lo que de manera superficial se denomina fundamentalismo islámico se podría vincular sin dificultad con las ideas socialistas sobre la liberación: el Islam es presentado como el verdadero instrumento de lucha para liberar a los pueblos oprimidos.


Joseph Ratzinger, citado por Pablo Blanco en Nuestro tiempo, junio del 2006.

08 mayo 2008

La boca pobre


El inconveniente de toda parodia es que para saborearla a placer hay que conocer aquello que está parodiando. Con todo, si se hace con talento, puede contribuir al conocimiento de lo que de otro modo quedaría relegado al olvido. Es el caso de esta caricatura feroz de las narraciones gaelicistas que estuvieron en boga en los años treinta del pasado siglo. Antonio Rivero Taravillo nos pone al corriente, en la introducción, de lo que fue esta moda inaugurada por El isleño, de Thomas Ó Criomthain. Como sucedía con los relatos caballerescos ridiculizados por Cervantes, estas historias poseían una calidad discreta y se caracterizaban por unas notas comunes y reiteradas hasta la saciedad. Flann O´Brien carga las tintas sobre algunas de ellas, sobre todo la tendencia a exagerar la pobreza del mundo rural irlandés: de ahí, justamente, el título de la obra.

Flann O´Brien (Brian O´Nolan, 1911-1966) ha sido redescubierto para España por la Editorial Nórdica, que ha publicado ya El tercer policía y Crónica de Dalkey. La boca pobre, escrita originalmente en gaélico (An beal bocht), data de 1941 y es la imaginaria autobiografía de Bonaparte Ó Cúnasa, natural de Corca Dorcha, “un niño entre cenizas”, como suele repetir con intención. Este y otros tópicos de los relatos gaelicistas salpican la novela. Bonaparte vive con su madre y su abuelo (“el Viejo Canoso”), compartiendo la casa con los cerdos y vistiendo no más que “unos calzones grises de lana”; sufre a unos profesores que le obligan a adoptar un nombre inglés, es aterrorizado por el “Gato de mar” (nombre que solía darse a las calamidades y desgracias de los irlandeses), ha de huir de su casa en un momento dado para llevar comida a su familia, afrontar espantosos diluvios... Todo ello sazonado de disparates diversos en los que no deja de asomar una risible autocompasión, sátira de la que exhibían los narradores gaélicos.

El alcance de la obra, como puede verse, es limitado, a no ser que se vea también en ella, como es posible, una burla sobre el victimismo de los pueblos. Presenta también algunas peculiaridades que le otorgan interés, como esa especie de realismo mágico que se diría, también, parodia anticipada de la novela hispanoamericana posterior.

06 mayo 2008

Reivindicación de Antonio Tejero


Entre los elogios que se han tributado a Leopoldo Calvo-Sotelo figuraba, por supuesto, el de ser "un demócrata". Se proclamaba una vez más la justificación por la democracia, y su contrapartida, el oprobio de los no demócratas. El elogio de don Leopoldo debía ir acompañado, es claro, del vituperio de Antonio Tejero, como el que con ruindad casi socialista pergeñaba ayer Martinmorales en ABC.

Don Antonio no merecerá jamás ningún elogio del sistema. Y, sin embargo, hay que decirlo: su persona y su actuación en la historia de España fueron tan íntegras como pudo serlo la del finado presidente, y desde luego, mucho más que la de otros presidentes de la democracia, incluido el actual.

La democracia, y eso lo sabía bien Tejero, no es un valor absoluto. Antonio Izquierdo narró en su día las circunstancias que llevaron al teniente coronel y a sus compañeros de armas a poner en ejecución el famoso golpe, y que él mismo resumió cuando alguien le gritó por teléfono que estaban locos y que los iban a matar a todos: "Mi general, ya nos están matando uno a uno".

Los estaban matando uno a uno, ante la pasividad de los impolutos demócratas, más preocupados por justificarse ante los que se habían arrogado el copyright de las reglas del juego que por cortar la sangría etarra. Estaba en juego el honor del cuerpo y del ejército en general, pero también la vida y la libertad de muchos. La libertad, que es algo más sustancial que la democracia, más esencial que el mantenimiento de unas formas externas. Otra cuestión es que el 23-F acabara siendo una farsa lamentable destinada a vacunar al ejército.

Antonio Tejero carecía (carece) de la beatería democrática de sus oponentes, pero no del sentido del honor y de la justicia, y en eso es inimaginablemente superior a los títeres que se han alzado con el poder en estos malhadados años. Y también por eso, porque sabe cuáles son los valores sustantivos, su oración será una de las pocas con las que Leopoldo Calvo-Sotelo habrá podido contar a la hora de su tránsito, al menos entre las figuras públicas con las que hubo de cruzar su vida.

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05 mayo 2008

Algo de música


Karen Carpenter alimentaba la alegría de vivir, y es una pena que nadie se lo dijera de modo tan rotundo antes de que se hundiera. Escucho completo, por primera vez, el álbum Close to you, y encuentro una nueva maravilla titulada Reason to believe. Al tiempo, me entero de que Incognito, un buen grupo de soul, tiene nuevo disco. Fue Antonio Fernández quien me los descubrió, como a tantos otros. No a Norah Jones, por cierto, a quien ahora tengo sonando, que fue descubrimiento propio. Después de oír a la Carpenter su voz queda en un flagrante quiero y no puedo, pero no desagrada.

Reason to believe... Al final no la encontró, o eso parece. De todos modos, tiene quien la recuerde cada vez que suena esa voz "de limpio cristal", como alguien la definió.

04 mayo 2008

La definición... o el principio.


Sin embargo, yo había encontrado profunda a Anna. No recuerdo qué hay en ella que justifique que yo la llamara misteriosa, y, sin embargo, siempre me pareció un ser insondable. Dave me dijo una vez que encontrar a alguien inagotable es simplemente la definición del amor, así que yo a lo mejor estaba enamorado de Anna.


Jake Donaghue, en Bajo la red, de Iris Murdoch

03 mayo 2008

Los días frágiles


Los personajes de Carlos Pujol me dan, no sé por qué, la impresión de que lo más interesante de ellos está antes o después de lo que se nos cuenta de ellos. Al menos, los de Es otoño en Crimea y los de Los días frágiles, que es lo que conozco. Los días frágiles es, en la fecha en que escribo, lo último de la producción narrativa de Pujol. Hay ahí el hijo de un republicano español, que vive en París con su tía; un joven ciego de extraordinaria agudeza verbal y una especie de agente secreta que dan para mucho. Pero el novelista ha preferido darnos sólo un fragmento de su vida; fragmento, eso sí, azaroso, pero ¿hasta qué punto decisivo en su existencia? Lo aforntan con un arrojo y a la vez un desengaño que descubren todo un mundo de experiencias pasadas. Y eso es lo que no se nos cuenta.

Yendo a otra cosa. Pujol se nos muestra aquí posmoderno, en el sentido de que los azares y peripecias de los héroes parecen un juego, más aún, un entretenimiento desapasionado, algo parecido a un matar el rato mientras todos los demás están ocupados huyendo para salvar su vida. La inminente ocupación de Francia por las tropas de Hitler no parece perturbar lo más mínimo a Jean-Luc y a su amigo español, que después de salir a escape de un coche que instantes después será acribillado se entrevistan con la mujer que los abandonó allí, sin más alteración que seguir pidiendo nuevos datos del enigma.

Nota redactada en octubre del 2003.

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02 mayo 2008

Virtuoso


A medida que avanzo en la lectura de Carlos Ruiz Zafón voy comprendiendo la clave de su éxito: es un virtuoso. Y ojo, que esto no quiere decir que sea un genio. Más bien podemos pensar en un alumno aventajado, mención de honor, de esos talleres de novela que tanto proliferan últimamente.

En efecto, su dominio de los recursos de la narración es admirable. Lo pensaba cuando el prota se entrevista con una vieja que, como sucede en las novelas negras, le ofrece alguna pista valiosa. La dama termina su parrafada con un: "¡váyase de esta ciudad! Está maldita... ¡maldita...!" En el capítulo siguiente, la relación amor/odio con una jovencita tirando a repelente se concreta en una conversación que termina así: "Y, Daniel... No es cierto que usted no sepa querer a nadie" (cosa que Daniel había dejado caer poco antes).

Son sólo dos ejemplos, ambos de final de capítulo (lugar que hay que cuidar especialmente). De otros procedimientos abusa un poco, como del "fue entonces cuando lo vi". Pero nadie es perfecto.


01 mayo 2008

¿Escándalo por lo del salvaje de Austria?


Vale. Pero que conste que en España hay salvajadas parecidas que son legales. (Y no hablo del aborto).