24 julio 2024

Genaro

De lo efímeras que son las famas literarias da fe, por ejemplo, el Albères. El Albères es un volumen sobre la literatura europea en los dos primeros tercios del siglo XX, muy puesta en sintonía con los acontecimientos históricos. Cita bastantes españoles para ser un francés, pero de vez en cuando me sorprende con un nombre totalmente ignoto. Por ejemplo, hablando del período 1930-42, dice que tardaron en aparecer novelas españolas con el tema de la guerra civil (¿?) y cita dos excepciones: una de Ricardo Fernández de la Reguera y otra de… ¡Martínez Pagán! (ni siquiera menciona el nombre), titulada Genaro. Es curioso, porque en mi casa solíamos decir “me llamo Genaro” cuando jugando a las cartas no acompañaba la suerte. Que se titulaba Genaro es lo único que he podido averiguar de esa novela y de ese autor. La única edición de que sabe Iberlibro es francesa. El Pedraza está igual: “… de otros muchos [novelistas exiliados] no nos han llegado más datos que algún título. Es el caso de […] Martínez Pagán [sigue el nombre en el misterio] con Jenaro [sic]…

No creo que le dé más vueltas. La mayoría de estos olvidados están bien olvidados.



22 julio 2024

La España negra

Leo en Vossler que “un decreto del rey de Castilla de 1380 prohibió, con una pena de tres mil maravedíes, que se llamara tornadizos y marranos a los recién convertidos”.

Es un dato.



21 julio 2024

Prestación social sustitutoria

 

…es injusto que las mujeres buenas padezcan las cargas y los riesgos de la maternidad mientras las egoístas gozan de las ventajas que les confiere su esterilidad voluntaria. Por esto convendría que se les impusiera a éstas por lo menos algún servicio social tan incómodo y útil como el que se niegan a realizar.

La maternidad como milicia, je. No está mal traído. Al fin y al cabo, como estamos viendo, la renuncia a tener hijos corre paralela a la renuncia a defender a la patria. Y

en la lucha entre sociedades o clases sociales religiosas y heroicas, con sociedades tan racionalistas y calculadoras que sus miembros no puedan decidirse ni a defenderlas con las armas ni a perpetuarlas con la maternidad, no cabe duda de que las últimas tendrán que sucumbir.

(Ambas perlas de la incorrección política en Ramiro de Maeztu, La crisis del humanismo, capítulo “Muerte y resurrección”)



19 julio 2024

La crisis del humanismo

Maeztu hizo un poco el Spengler cuando tituló en español esta obra. En inglés era Libertad, autoridad y función a la luz de la guerra, pero La crisis del humanismo es mucho más comercial, claro, igual que es más comercial La decadencia de Occidente que Ensayos de morfología de la historia universal, que se quedó en subtítulo. Bien, el hecho es que Maeztu parte, en efecto, del Renacimiento, lo que es decir del humanismo, para desarrollar sus teorías. El hombre del Renacimiento hizo, dice, muchas cosas buenas, sin duda, pero eso le llevó a pensar que si hacía cosas buenas era porque él era bueno. Obras buenas, hombre bueno, error fundacional de toda una época que aún arrastramos (aún es 1919, fecha de publicación de la obra). Esta idea llevó por un lado al individualismo liberal y por otro a las concepciones autoritarias del poder: la libertad como valor fundamental, según Stuart Mill, y la idolatría del Estado tal como aparece, entre otros, en Hegel. Y es el fundamento de los derechos del hombre, los de la Revolución, claro.

Hoy Maeztu resultaría sumamente impolítico, puesto que una de sus ideas fundamentales (desarrolla muchas en este tomo de tamaño medio) es que el hombre no tiene derechos más que en cuanto funcionario, es decir, en cuanto que ejerce una función dentro de la sociedad. Lo que uno tiene son deberes hacia esa sociedad. (No dejo de pensar en lo peligroso, aparte de impolítico, de esta postura, ya que nos quedaríamos, hoy, sin fundar el derecho a la vida del no nacido, por ejemplo; ya se ve que en aquellos años el aborto era algo cuya perversidad ni siquiera se discutía). El subjetivismo que está en la base de los derechos humanos habría de ceder paso a un objetivismo que prime a las cosas sobre los hombres: idea que así, al pronto, parece difícil de digerir, hasta que caes en la cuenta de que las cosas son los valores: verdad, belleza… (hace una breve lista pero no los recuerdo todos, salvo que incluye, sorprendentemente, el poder como valor). ¿Y la inteligencia y la voluntad humana han de subordinarse a esos valores, que son, en efecto, cosas? Sí, si caes en que la síntesis de todos esos valores es Dios. Max Scheler está ahí, quizá, aunque Maeztu no lo menciona nunca (es el prologuista, Pedro Carlos González Cuevas, quien señala el ascendiente de Scheler en el pensamiento de la época).

Hasta cierto punto, lo que defiende Maeztu es volver al modelo medieval, en concreto al sistema gremial, que contrarrestaría lo que él llama horrores del capitalismo. Curiosamente, y frente a la costumbre de unir lo romántico a lo medieval, Maeztu entiende el romanticismo como ligado a ese individualismo y ese autoritarismo que está repudiando, oponiendo a él un clasicismo cristiano. Esto, junto a algunos rasgos de su estilo, no deja de recordarme a José Antonio, que debió de conocer bastante bien la obra de don Ramiro.

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15 julio 2024

A ver si me acuerdo

de citar esta frase la próxima vez que tenga que dar una charla de formación a través de la lectura.

Las mías [lecturas] se confinan a periódicos, que me dan los hechos; a libros de ciencia y de historia, que me permiten entenderlos; y a clásicos, que me sugieren las medidas con que valorarlos.

Y más adelante:

Las grandes novelas, pero solo las grandes novelas, son purificadoras en el mismo sentido en que Aristóteles hablaba de la “katharsis” de la tragedia griega. El héroe de una gran novela no es el héroe que nos presenta el novelista, sino cada uno de sus lectores. A la antigua pregunta: “¿Qué es Hécuba para nosotros?”, los latinos contestaron: “De te fabula narratur” (de ti se habla en la fábula). Las grandes novelas son purificadoras porque en ellas se libera el ánimo de la ilusión de la felicidad individual.

(Ramiro de MaeztuLa crisis del humanismo, capítulo “El ideal de felicidad”)


 


 

10 julio 2024

Critica Ramiro

 de Maeztu1 el individualismo liberal y dice que

…es como querer fundar el matrimonio no en el sacramento, ni en el amor, ni en el hogar, ni en la futura familia, ni siquiera en obligaciones mutuas, sino sencillamente en el principio de profesarse respeto inviolable a la personalidad, de conservar cada uno de los cónyuges su vivienda particular, sus medios de fortuna, sus amigos aparte y sus costumbres de soltería, de no hacerse preguntas indiscretas, de no sentirse obligados el uno al otro y de no tener nada en común.

O sea, el ideal de pareja que se nos quiere inculcar en los años que corren. Y pensar que lo contaba como caricatura…

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1En La crisis del humanismo, capítulo “Libertad y organización”





08 julio 2024

Si la memoria no me falla

Encontramos a un Girón cuyos años “no están ya para burlarse con la otra vida” y quizá por eso resulta bastante suave en sus apreciaciones, sin juicios de valor ácidos, como quien recuerda con satisfacción las buenas obras realizadas y nada más. De hecho, estas memorias abarcan hasta la muerte de Franco y la entronización de Juan Carlos I, dejando aparte, como si no hubieran existido, los años de la democracia.

Le vemos como universitario en Valladolid, armando ya gresca con sus camaradas del grupo de Onésimo Redondo; como voluntario en el Alto de León, enardeciendo con el Cara al sol a los menos esforzados; de ministro de Trabajo durante quince años, en los que trató de llevar a cabo una igualdad efectiva entre los españoles con la creación de centros de formación para los trabajadores (universidades laborales y demás), en lo que él interpretaba que era la realización del ideario falangista (“yo no dejé ninguna revolución pendiente”); y siempre como consejero y hombre de confianza del Jefe del Estado, incluso en los tiempos en que el falangismo empezó a ir de capa caída. Lo que más destaca en estas memorias, es, de hecho, esa relación de fidelidad a Franco, ampliamente correspondida (siempre si hacemos caso a su testimonio), hasta el punto de hacerle el caudillo el honor del tuteo (cosa insólita en el personaje) en su último encuentro.

Girón escribe correctamente, incluso velando la típica retórica falangista que en malas manos resulta chirriante. No parece el halcón o el león que ten fiero solían pintar, pero, desde luego, no ha variado (no varió) un ápice sus convicciones. Para él, Franco y la Falange formaban un todo armónico al que dedicó todos sus esfuerzos. Si lamentó que ese todo se fuese disgregando, no percibimos aquí ya un tono de desgarro o de anatema sino de sereno estoicismo, tal vez al propio de quien tenía ya puesto el pie en el estribo.

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06 julio 2024

Termino el vistazo al último número

de Nueva revista, de la Universidad de la Rioja (UNIR: últimamente las universidades se han sumado a la invasión de las siglas). Dos profundos artículos sobre Jon Fosse, el último y católico premio Nobel de literatura. Artículos que solo se entienden cabalmente si te has leído bien al autor, caso que no es el mío, con lo cual los despacho rápidamente. Hay también un fragmento de una de sus obras teatrales.

Hay un apartado sobre el transhumanismo, tema estrella, en los últimos años, de las publicaciones digamos amigas. Y a mí que no me parece para tanto, a no ser que lo conectemos con el asunto homo y transexual, que es lo que realmente va a dejar hondas secuelas psicológicas en este suelo, el llamado Occidente digo, hoy realmente occidens, condenado salvo milagro a ser una gran casa de orates, que se decía en mi casa. Se trata de un solo artículo, del que paso.

Creo que al tal Michel Ignatieff no le habían dado aún el Princesa de Asturias cuando salió este

número. Aquí escribe sobre las rectoras de las universidades norteamericanas obligadas a dejar el cargo por comprometerse a favor de Palestina cediendo a las presiones de los grupos izquierdistas. De su artículo resalto dos frases, las destacadas por el propio editor de la revista (costumbre que no me gusta, por cierto: resaltar es interpretar, y es como si hubiese dos autores del artículo en vez de uno):

Es cierto que en los campus de EE UU las modas izquierdistas absurdas no se acaban nunca. Pero estas instituciones son demasiado pluralistas, diversas y competitivas como para permitir que una sola ideología, especialmente una tan ridícula como la woke, se apodere de ellas.

La autoridad moral de una universidad reside en su devoción a la verdad, no en su capacidad como institución para respaldar posiciones moralistas.

Nuevo libro sobre el nacimiento del romanticismo en Alemania. Leo el Avance, porque ahora en NR no reproducen todos los artículos en su dedición en papel. Creo que se equivoca la señora autora del libro (Andrea Wulf) cuando habla de que tales artistas hicieron bandera del libre albedrío: por el contexto se deduce que por libre albedrío entiende más bien la libertad de conciencia. Por esto y por alguna otra cosilla, creo que no voy a interesarme en el libro.



04 julio 2024

La gran venganza

La gran venganza es una recopilación de artículos que fueron publicados en Libertad digital, pero responden a una tesis común: lo que padecemos en España a día de hoy es la venganza de los derrotados en la guerra civil de 1936-39, a cargo de sus herederos políticos. La cínicamente llamada Ley de memoria democrática no sería sino el instrumento más visible de esa venganza; una ley que viene a oficializar un relato sobre la guerra civil que favorece a las izquierdas y deja a las derechas como vergonzosas herederas de quienes se alzaron contra un régimen democrático e instauraron una dictadura.

Más cierto, sin embargo, es que, a la altura de 1936, quien no podía acreditar una filiación socialista o comunista tenía su vida y su propiedad entregada al arbitrio de las turbas. De hecho, el deseo de república fue tan fuerte en algunas cabezas políticas e intelectuales como rápido el desencanto de la república que realmente se instauró: empezando por Ortega y su temprano “no es esto, no es esto” y terminando por muchos que corrieron a esconderse bajo el capote de Franco cuando vieron los dientes a los hunos, que decía Unamuno (cómo poner peros, aunque los haya, a los hotros, dejó escrito Marañón, aunque sin la h, que es también de la paternidad del bilbaíno). A todos estos que, contra lo que sucede en la biología, empezó a desarrollárseles la vista en la madurez, dedica Laínz la parte más extensa del libro: Ortega1, Pérez de Ayala2 y Marañón3, “padres de la república”; Unamuno4, antimonárquico, anticlerical y antimilitarista; Alcalá-Zamora5, presidente del invento hasta que a Azaña le dio la gana; Lerroux6, “viejo tragacuras”, en expresión joseantoniana; Clara Campoamor7, activa militante de varios partidos de izquierda; Julio Camba7, ex anarquista condenado “por escarnio al dogma católico”;  Wenceslao Fernández Flórez8, admirador de los gobiernos de progreso del norte de Europa; Menéndez Pidal9, faro de eruditos liberales; catalanistas como Cambó10 y Gaziel11; Pío (“el impío”) Baroja12; Azorín13, admirador de Bakunin y Kropotkin; Pedro de Répide14, cantor de las glorias de la Rusia soviética, y muchos otros que nunca se definieron políticamente salieron por piernas del Madrid de la democracia y el progreso o expresaron de un modo u otro la necesidad apremiante de que los alzados ganaran la guerra para poder vivir en relativa paz y libertad.

La última parte del libro vaticina el último acto de esta gran venganza, que sería el derribo de la monarquía. Cosa que en sí no me importa demasiado (¡oh Letizia huésped de algún emir!), salvo porque sea la rúbrica de una España cubanizada o venezolanizada; o, peor aún (corruptio optimi pessima), percebelandizada.

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1La constitución republicana era “lamentable, sin pies ni cabeza ni el resto de materia orgánica que suele haber entre los pies y la cabeza”.

2 “El respeto y amor por la verdad moral me empujan a confesar que la República española ha constituido un fracaso trágico… Desde el comienzo del movimiento nacionalista, he asentido a él explícitamente y he profesado el general Franco mi adhesión, tan invariable como indefectible”.

3 “Si los rojos ganaran, yo no volvería, jamás, a España. Si los otros ganan, con sus defectos y todo, iré. Prefiero la Inquisición a la Inquisición + pedantería + mentira + hipocresía”.

4 “El gobierno de Madrid y todo lo que representa se ha vuelto loco, literalmente lunático. Esta lucha no es contra una república liberal, es una lucha por la civilización. Lo que representa Madrid no es socialismo, no es democracia, ni siquiera comunismo. Es la anarquía, con todos los atributos que esta palabra temible supone”.

5 “El gobierno no gobernaba. El desorden era dueño de campos y ciudades, allí realizando robos y usurpaciones, aquí saqueos, incendios e incautaciones, sin detenerse ni en Madrid mismo y sin que nadie intentara evitarlo”.

6 “El ejército no se sublevó: actuó en funciones de poder supletorio cuando todos los demás perdieron su eficacia y su legitimidad… A la hora presente nuestro ejército no solo defiende la independencia nacional, amenazada por hombres y doctrinas que niegan la patria, sino también el hogar, la familia, la propiedad, el honor de nuestras mujeres, la vida de nuestros hijos, la religión de nuestros padres, ¡hasta la tumba de nuestros mayores, que ha sido sacrílegamente profanada!”

7 “La anarquía que reinaba en la capital ante la impotencia del gobierno y la absoluta falta de seguridad personal, incluso para los liberales –o quizá sobre todo para ellos—me impusieron esa prudente medida [embarcar para Italia]”.

8 “Una mayoría parlamentaria en la que había hombres procesados por robo, histéricos, analfabetos, energúmenos, estorbaba cualquier discusión con el rápido gesto de sacar la pistola del bolsillo… Y la sangre corre bajo la complacida mirada de los ministros, de la policía, de los periódicos que trafican con las ideas de una muchedumbre inmensa de hombres envenenados de rencor”.

9 “Mentira. Yo no firmé ninguno [manifiesto de apoyo a la República]. Me firmaron sin consultarme, como era práctica entonces. Me firmaron porque no había libertad de prensa para protestar… ¿Qué luto debo guardar a la fenecida república? Yo no disfruté prebenda alguna de monarquías, dictaduras ni repúblicas”.

10 “Tiene que haber vencedores y vencidos, y todos debemos desear que venzan los militares a pesar de las molestias que nos puedan causar, pues con ellos, quizá contra su voluntad, se salvará Cataluña y se nos ofrecerán mil ocasiones para ir restaurando los estragos de este periodo de demagogia roja”.

11 “Lo que ocurre es, sencillamente, que aquí no se puede vivir, que no hay gobierno: las huelgas y los conflictos, y el malestar, y las pérdidas, y las mil y una pejigueras diarias, aun descontando los crímenes y los atentados, tienen mareados y aburridos a muchos ciudadanos. Y en esta situación, buscan instintivamente una salida, un alivio, y no encontrándolos en lo actual, llegan poco a poco a suspirar por un régimen donde por lo menos parezcan posibles.

12 “Yo creo que, si los militares son vencedores y tienen alguna discreción, la mayoría de los españoles podrá vivir medianamente. Quizá habrá conflictos obreros, no sé. Ahora, si los rojos ganaran, lo que me parece poco probable, y siguieran una política como hasta aquí, sería la vida caótica y sin sentido”.

13 “Franco, estratega eminente, se nos revela en la paz como un político consumado. La paz de Franco es, en suma, una obra maravillosa de fina política… Franco, como estadista, tiene una cualidad inapreciable: se adelanta, con previsión cauta, a los acontecimientos. Tengamos fe profunda en Franco”.

14 “Inolvidable momento aquel en que pisé suelo liberado [Tánger]. Al apearnos en la forzosa detención de aquella frontera, se enturbiaron mis ojos y sentí que se levantaba mi corazón como si quisiera alcanzar la bandera, nuestra bandera, la única, la cobijadora de nuestra cuna y la merecedora de nuestra vida. Adelanteme unos pasos y besé un puñado de tierra”.

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25 junio 2024

Medicalfare

La parodia de lo de Sánchez y su fango ultraderechista mediático-judicial fue hecha ya estupendamente por Carlos Arniches en Los caciques. Conviene releerla completa. Aquí, el cacique con el médico.


DON ACISCLO.-Usté se lo ha buscao.

DON SABINO.-¿Yo?

DON ACISCLO.-¡Sí, señor, ea! Que si no lo digo, reviento. Usté se lo ha buscao por ser enemigo político mío.

DON SABINO.-¿Yo enemigo de usted?

DON ACISCLO.-Y encubierto y solapao, que son los malos.

DON SABINO.-¡Don Acisclo!

DON ACISCLO.-Y le voy a usté a probar su malquerencia, que la tengo conocía en toos los detalles. Aquí, en este pueblo de mi mando, no hay más que dos partidos políticos, ¡dos!..., porque no quiero confusiones; el miista, que es el mío, y el otrista, que son toos los demás; güeno, pues en los dos últimos años se han muerto cinco presonas en el pueblo...; pues toos de mi partido. Y eso no se lo aguanto, yo ni a usté ni a nadie. Conque, u se mueren cinco presonas del partido contrario en el término de dos meses u no cobra usté un real.

DON SABINO.-Señor alcalde, es que los otristas no son más que tres.

DON ACISCLO.-Pues que se mueran dos veces caa uno.

DON SABINO.-Y, además, se cuidan mucho.

DON ACISCLO.-Pues se pone usté d'acuerdo con el boticario. Pa too hay recursos. Y como remate, ¿usté cree que estoy yo aquí p'aguantar menosprecios de nadie?...

DON SABINO.-¿Menosprecios?

DON ACISCLO.-¡Sí, señor, menosprecios!... Va usté a visitar a la mujer del sargento de la Guardia Civil u a la del registrador, y a ellas sellos, jarabes, píldoras, emplastos, sanguijuelas... ¡Viene usté a ver a mi mujer, y manesia fervecente naa más!

DON SABINO.-Es que eran distintas las dolencias.

DON ACISCLO.-Pamplinas. A mi mujer hay que darla dobles recetas que a too el mundo, tenga lo que tenga; que pa eso es mi mujer.





23 junio 2024

Todavía no estamos en esas.

Pero que me aspen si no se va pareciendo.

 …el propio Alcalá-Zamora tomó nota de “la sistemática ocultación por el Gobierno [de Azaña] a mí de cuanto ocurre sobre alteración del orden público”, de la aprobación de decretos manifiestamente anticonstitucionales, de excarcelaciones ilegales, etc. Junto a todo lo anterior estuvieron las exculpaciones de quienes habían participado en la revolución de 1934, culpables de delitos de sangre incluidos; su reincorporación al ejército y a la policía; la simultánea inculpación de los encargados de defender el orden constitucional; la ilegalización de varios partidos derechistas y la detención de miles de sus militantes: la impunidad para los delitos cometidos por izquierdistas; los procesos políticos arbitrarios –José Antonio Primo de Rivera, por ejemplo, fue detenido “por fascista”, delito no tipificado en el Código Penal--; las sustituciones de alcaldes electos por militantes frentepopulistas; el incumplimiento por parte del Gobierno de las sentencias judiciales, incluida, por ejemplo, la anulación por el Tribunal Supremo de la ilegalización de Falange; la incorporación de militantes socialistas y comunistas a las fuerzas de seguridad como “delegados de policía”; etc. Todo ello fue resumido por uno de los fundadores de la República, Miguel Maura, como “la verdadera plaga bolchevique que está asolando el país. Los ciudadanos pacíficos viven con la sensación de que las leyes son letra muerta”.

En Jesús Laínz, La gran venganza, parte III, "Republicanos contra la República". Se refiere claro, a los meses posteriores a las elecciones de febrero del 36.



18 junio 2024

Aprendiz de persona

Paulina Crusat nos hace un recorrido por los años de infancia de Monsi, la adolescente que coprotagoniza su novela ulterior, Las ocas blancas. Vemos crecer a Monsi como quien ve en un documental del National Geographic el desarrollo de una planta o un atardecer en la selva. Por utilizar otra imagen, los capítulos de esta novela, sobre todo los primeros, me recordaron a una sección de la Enciclopedia de la vida que tenían mis tíos, un mamotreto con cuyas ilustraciones yo me entretenía mientras los mayores conversaban sobre el pasado. Bueno, digo, en la sección titulada “El niño y su mundo” se explicaba la psicología del niño a lo largo de los años, desde su nacimiento. Aquí, claro, el asunto se trata literariamente y de modo, como dicen hoy, personalizado. La voz narrativa nos mete en la conciencia de Monsi haciéndonos percibir lo que percibe, sentir o pensar lo que ella pensaba o sentía, siempre en relación con su entorno: paisaje, familiares, vecinos, van siendo definidos gradualmente, a medida que la protagonista se afirma como persona.

Crusat utiliza, como cabía esperar, el mismo estilo que veíamos en Las ocas blancas: una prosa impresionista, de filigrana, que se hace cuesta arriba por la ausencia de grandes emociones pero que enamora por su virtuosismo. Como dije en otra ocasión, si alguna vez “dormita” es por exceso, por imágenes demasiado alambicadas (un amor triste y punzante como el olor de la tierra labrada cuando sale la luna: ¿?), pero convence cuando no aspira a elevarse en exceso (Aquí el agua ya no murmura. Desde su cauce hondo y estrecho, canta y llama). El presente narrativo nos hace contemporáneos de los hechos y, a la vez, la tercera persona sirve, diríamos, para justificar el vuelo literario, impropio de una niña, claro. Es curioso el uso del indefinido uno, así, en masculino, para referirse a la propia Monsi (…ya sin él siente uno que estas conversaciones son impúdicas):  de algún modo, actúa de enlace entre la voz narrativa y la conciencia que esa voz va desplegando ante nosotros.

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13 junio 2024

Sabía, por los cuentos,

que las cosas maravillosas y sentimentalmente perfectas han de ocurrir en traje medieval.

En Paulina Crusat, Aprendiz de persona, primera parte, capítulo III.



12 junio 2024

La corriente idolátrica del totalitarismo

no puede encontrar obstáculo más que en una vida espiritual auténtica. Si acostumbramos a los niños a no pensar en Dios se harán fascistas o comunistas por necesidad de darse a algo.

Simone Weil en Echar raíces. Citado por Jorge Soley en La antorcha, número 5 (abril de 2024)



07 junio 2024

Blas Piñar y la Legión de San Miguel Arcángel

Muchos de los militantes de la Legión de San Miguel Arcángel se refugiaron en España cuando Rumania pasó a la órbita soviética. Blas Piñar, que ideológicamente, y según propia declaración, se sentía ya atraído por el movimiento paramilitar y paramonacal de Cornelio Codreanu, no tardó en trabar amistad personal con ellos y en particular con quien sucedió al “Capitán”, es decir, el “comandante” Horia Sima. Hasta tal punto que se podría considerar a este como cofundador de Fuerza Nueva, pues, según nos cuenta José Luis Jerez Riesco, no dejó de animar a Piñar para realizar dicha fundación y estuvo junto a él en la inauguración de la primera sede en los años 60. Desde entonces, los exiliados rumanos serían invitados habituales en las conferencias que se impartían en Fuerza Nueva y la editorial homónima publicó algunas de sus obras. Recuerdo que, en la transición, cuando me dio por comprar algún ejemplar de la revista, me llamaba la atención ese nombre tan raro, Horia Sima, en lo que consideraba un tinglado puramente español: por entonces no tenía la menor idea de quién era ese tipo, y pensé que podría ser un seudónimo. Se anunciaban obras suyas como El hombre cristiano y la acción política o Qué es el comunismo, citados y glosados por Jerez Riesco en su libro.

Un libro que he leído con prisa para tratar de no reparar en el enjambre de comas que el autor ha esparcido por doquier y no siempre a tontas y a locas, pues entre sujeto y predicado el tío sigue la norma contraria a la establecida y no perdona la dichosa coma ni una sola vez, ni siquiera en las citas. Eso y una construcción con frecuencia caótica de las frases desespera al más pintado, a no ser que el tema te interese, como a mí. De todos modos, me he saltado los dos primeros capítulos, que te cuentan la historia de Rumanía y los contactos históricos entre ese país y España. El resto se dedica a la historia de la Legión, a la influencia del pensamiento de Codreanu en Blas Piñar, a la semblanza de los más relevantes personajes de esa tendencia que recalaron en España y a la relación entre ellos y don Blas, así como con el movimiento al que este dedicó su vida política. Todo ello con una no disimulada toma de partido que a veces toca en lo pueril, a tono con la retórica, mal envejecida, de la Legión de marras.

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31 mayo 2024

Formica

Le cuesta luego trabajo confesar sus preferencias en cuanto a sus colegas femeninas. Por fin dice un nombre: Mercedes Formica, con un comentario, o una justificación: “Es la que está más cerca de mi línea”.

Ana María Matute a ABC tras recibir el premio Planeta por Pequeño teatro, en 1954. Interesante. Me lo anoto, porque yo a Mercedes Formica la tenía por una abogada que alguna vez escribió alguna novela. Pero si lo dice la autora de Primera memoria




30 mayo 2024

Qué mortal desazón,

que diría Aute, es leer los periódicos, no por los contenidos, que ya se sabe en qué mundo vivimos, sino por ese atropello de los más elementales principios de la sintaxis, la propiedad léxica, la puntuación y el idioma en general. En qué tómbola les dieron el título de Bachiller… Es una pregunta hipócrita, claro: en la misma tómbola donde yo he estado sorteando aprobados hasta ayer mismo.

Por ejemplo, en El Debate.

Donde dice:

Tras el tándem empresarial presentar la carta al Ministerio de Economía, su empresa pública Red.es adjudicó a la UTE dos contratos públicos millonarios…

debe decir

Después de que el tándem empresarial presentara la carta… [Porque, señores, se supone que el infinitivo no lleva sujeto y, cuando lo lleva, se coloca discretamente detrás o se cambia la estructura de la frase]

Donde dice:

La primera fotografía que incluyen los investigadores se ve a la mujer de Sánchez en primer plano junto a…

debe decir:

En la primera fotografía que incluyen los investigadores se ve a la mujer de Sanchez… [porque, queridos aprobados in extremis, si decimos “se ve a la mujer…” estamos enunciando una oración impersonal y, por tanto, ni la fotografía ni ninguna otra cosa puede ser sujeto]

Y así una, y otra…

No espero que me lean, pero me satisface escribirlo.



23 mayo 2024

Franco, sí, pero...

Es la segunda entrega de las memorias de Torcuato Luca de Tena (y Brunet). En su prólogo se refiere siempre al libro como Confesiones profanas, que es el subtítulo, aunque en la portada no aparece. Tal vez alguien le sugirió lo de Franco, sí, pero…, como algo más comercial, así como fue otra persona, no recuerdo quién, quien le sugirió lo de Embajador en el infierno. El hecho es que estas memorias abarcan ese período en que aún podía ponerse en duda si Franco iba a seguir o le iban a echar o se iba a ir; en concreto, desde el final de la guerra civil hasta mediados de los 50, ya con la ley de sucesión promulgada. Los monárquicos, como nuestro autor, abrigaban la esperanza de que el Caudillo restaurara la monarquía en la persona de aquel en quien había abdicado Alfonso XIII, es decir, don Juan de Borbón. Y ahí está el pero del título: según dos imágenes que el autor utiliza, a Franco le ofrecieron una silla para sentarse, y se quedó con la silla; o bien, era como el cirujano que, después de haber llevado a cabo con éxito una difícil operación, dice que quiere quedarse en nuestra casa y además como administrador. Es decir, la idea era: tú nos ganas la guerra, echas a los rojos, y luego te vas y nos dejas el sitio a nosotros. Lo que me pregunto es con qué derecho, pues, a pesar de todo lo ilegítima que quiera el autor que fue la República (puesto que no fue votada), la monarquía perdió, si no la legitimidad (doctores tiene esa Iglesia que sabrán…) al menos la credibilidad, cuando su titular se largó de España con el pretexto de no querer ser ocasión de derramamiento de sangre.

En fin, volviendo al libro. Lo que resulta más razonable son esos temores suyos de que España acabara convirtiéndose en un país fascista. Cosa que no sé si podría haber sucedido, sobre todo en el caso de que los alemanes hubieran ganado la guerra. Pero creo que era conocer poco a Franco (él, en cambio, les conocía a ellos demasiado, me refiero a los que pretendían que se levantara de la silla, y por eso no lo hizo). Gran parte del libro está dedicado a lamentar que una parte del Movimiento (la Falange) usurpara la representación de todas las demás, con sus consignas y sus símbolos. Para quien se dedica al periodismo, además, si esa parte ejercía la censura, la cosa era especialmente sangrante: de hecho, Juan Aparicio, director general de prensa y propaganda, es aquí la bestia negra, con cuernos y rabo. Y le entiendo perfectamente, pues todos sabemos lo que molesta que metan las zarpas en lo que tú has escrito; o que no te lo dejen publicar ni siquiera en tu medio, como le sucedió a don Torcuato más de una vez. Por eso termina el libro en tono jubiloso, narrando la llegada del Semíramis con los españoles liberados de su prisión en la URSS.

Pues resulta que el citado Aparicio, ejerciendo las prerrogativas de su cargo, había indicado qué periódicos podían cubrir la vuelta de los prisioneros, y excluyó al ABC, al cual y a cuyo director (el propio Luca de Tena) tenía ya bastante tirria. De modo que, yendo de perro a puñetero, que se dice, don Torcuato viajó en privado a Estambul y consiguió embarcar en el Semíramis, de modo que pudo entrevistar a placer a todo hijo de vecino y ser testigo de las primeras conversaciones por radio de los prisioneros con sus familias. Para rematar la faena, publicó en forma de libro las memorias del capitán Teodoro Palacios, que ejerció de algún modo de líder entre los condenados a aquel infierno; libro que se convirtió en éxito de ventas y recibió el Premio Nacional de Literatura.

La travesía a Chile, de donde su padre fue nombrado embajador, la estancia y la accidentada vuelta, así como la corresponsalía de ABC en el Londres de la segunda guerra mundial constituyen asimismo puntos fuertes de este volumen, bien escrito y en un tono que aspira a ser equilibrado en cuanto a los juicios a los personajes. De todos modos, prefiero sus novelas.

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22 mayo 2024

Velázquez, más allá de la crítica social

 (Inserto aquí, por su interés, este artículo de Fabrice Hadjadj con el fin de compartirlo en las redes sociales, ya que se trata de un texto de acceso restringido)


Se ha querido hacer de Velázquez un precursor de la deconstrucción. La prueba: su gusto por los enanos, los bufones y los locos. ¿Cómo un genio de la corte real española no iba a echar el ojo más crítico sobre ella? Llegaba en la hora de su decadencia. No era más que una olla de grillos, maraña de intrigas, apilamiento de bajezas. Felipe IV, rey holgazán, estaba bajo la dominación del Conde Duque de Olivares, y los festejos del Buen Retiro se desarrollaban como una tapicería hecha adrede para esconder el imperio que se desmoronaba por todas partes.

¿No es siempre el artista un contestatario? ¿No se opone la poesía al poder? Un poeta oficial, un pintor «de la Cámara Real», ¿no es esta una contradicción en los términos? A menos que sea un agente doble. Si se sitúa en el corazón del sistema, es para desmontarlo, poner en cuestión su decoro, denunciar su podredumbre…

De esta manera, en 'Las palabras y las cosas', evoca Michel Foucault el cuadro de 'Las Meninas', «donde la representación es representada en cada uno de sus momentos». Representar la representación, hacer su arqueología, es mostrar sus mecanismos, su envés, de tal manera que el rey se quede desnudo. El matrimonio real no es más que un reflejo en el espejo del fondo. Velázquez se ha pintado a sí mismo pintando, y es a él a quien vemos de frente, mirándonos. Pero, puesto que se ha pintado a sí mismo, se trata también de un autorretrato, y es un espejo que se encontraba en el lugar donde estamos nosotros. A no ser que, más allá del tiempo, estuviera anticipando pintar a quienes hoy visitan el Prado… De ahí ese parpadeo de lo representado entre el cuadro, el matrimonio real, Velázquez y nosotros, los espectadores. ¿Quién mira a quién? ¿Quién es sujeto y quién es objeto? Todo se vuelve indecidible. La vida de la realeza es un sueño; la pequeña infanta Margarita, en el centro, una muñeca; el aposentador Nieto, un hombre que se va a contraluz; los cuadros en las paredes, escenas que se borran en la oscuridad. Según Foucault, Velázquez presenta aquí un mundo tan huidizo como el de nuestras pantallas virtuales, y la verdad sobre la corte no se concentra más que en esa enana ataviada con excesivo refinamiento, cuyo rostro devorado por la sombra es también el más cercano a la fuente de luz.

Pero, 'voilà', Velázquez era caballero de la Orden de Santiago, amigo de Felipe IV, su decorador, su embajador, su comprador incluso, puesto que durante sus viajes a Italia adquirió para él las obras más bellas de la colección real. Nuestro gran artista no era «de izquierdas». Tampoco de derechas. Ni adulador ni despreciador del poder, ni servil ni rebelde, más allá de los lazos de poder, de las ideologías, era simplemente un contemplativo, enamorado de lo real, de todos los matices de las diversas texturas. Como lo indica Enrique Lafuente Ferrari: «A Velázquez le atraen con pasión las cosas que existen delante de él, ser u objeto, hombre o vajilla».

El sevillano da testimonio de ello desde la 'Vieja friendo huevos' hasta 'El aguador de Sevilla'. No tiene

quizás más que dieciocho, diecinueve años, y el prodigio ya está ahí, al servicio de lo ordinario: el rostro de la vieja, por supuesto, cuya feminidad perdida no se conserva nada más que en el gesto de la cocina, pero también los huevos fritos presentados como si requiriesen una custodia, la sombra del cuchillo en el plato, la tela del velo, ese brillo diferenciado del esmalte, del cuero y del estaño… En 'El aguador de Sevilla', los tres recipientes, el ánfora de arcilla mate, la jarra barnizada y la copa de cristal se afirman cada uno en la distinción de su materia, y el perfil del aguador que se apresta para dar de beber al joven, cambiando tal vez su agua en vino, no exprime nada, sino la aristocracia misma de existir. Nada igualitario, pero nobleza por todas partes.

A propósito del 'Bufón con libros', pintado un cuarto de siglo más tarde, Paul Claudel hace este comentario: «Porque no se dirá de ninguna criatura que hubiera sido mejor que nunca hubiera nacido. El pintor, en cuanto la observa, siente que no podría haber prescindido de ella».

Velázquez no esconde, como Goya en Quinta del Sordo. No hay en su obra ni marionetas ni personajes grotescos ni fantoches. Y menos aún ídolos ni superhombres. Un día, el rey le transmite una queja que tiene contra él el pintor italiano Carducho, envidioso de sus favores, según la cual Velázquez no sabe pintar más que cabezas. Y este responde: «Señor, pues me hacen gran honor, porque yo no he visto todavía una cabeza bien pintada».

De hecho, la mayoría tiende, sea hacia la caricatura, sea hacia la idealización, sin hablar de la sátira social, de la reducción psicologizante o del veredicto definitivo sobre una condición humana que ha completado su ciclo. Las cabezas de Velázquez obedecen, por el contrario, a esa doble probidad estética y ética que las presenta en su misterio singular, fuero de todo embellecimiento como de toda desfiguración, de toda evaluación moral como de toda abstracción especulativa.

Basta con mirar su 'Retrato de busto de Felipe IV', o su célebre 'Inocencio X'. Cualquier otro hubiera puesto un poco más de aureola o de mueca, recelando algún juicio de valor. El estudio que hará Francis Bacon sobre el mismo doscientos años más tarde no puede evitar caer en esta trampa: el Papa se pone a berrear como un condenado, su carne se transforma en silla eléctrica. Es así como se paga una buena conciencia el pintor moderno: para no parecer demasiado un parásito, privilegiado, subvencionado por el estado, pretende comprometerse en la lucha social y denunciar a los poderosos (lo que deja entender que es más poderoso que ellos, y que no puede ser derribado de su lienzo como lo son ellos de su trono).

Velázquez opera una crítica mucho más radical que la crítica social. No se burla del personaje, hace ver a la persona. He aquí lo que importa: tras los títulos, los cargos, las funciones, tras los favores y las desgracias, la persona, siempre, hombre o mujer, a la vez carne y espíritu, miseria y milagro, dignidad incomparable e inextinguible necesidad de salvación, que se encuentra igual de bien en casa de un pobre loco que en la de Felipe el Grande. Entonces el rey queda desnudo, no porque lo hayan desvestido, ni de tal manera que pueda uno reírse (teniéndose a sí mismo por juez), sino porque transparenta su esencia de criatura herida y redimida, de tal manera que vemos en él a un hermano por el cual también tenemos que rezar. Hay todavía hoy, en la pintura española, otros Velázquez para nuestros tiempos. Les propongo verificarlo por ustedes mismos yendo a ver la exposición de Marcos Lozano Merchán, en Casa de Vacas del Retiro, del 30 de mayo al 23 de julio.

Fabrice Hadjadj, ABC




 

 


15 mayo 2024

Murió Francisco Rico.

No sé si a causa de ese tabaco que tanto le gustaba, hasta el punto de cambiar completamente de tono cuando alguien le afeó que fumase durante una conferencia, acto en el que a nadie más le estaba permitido ejercer tal hábito. El hecho es que no era tan viejo, ni le sabía enfermo, así que me sorprendió la noticia.

De Paco Rico, como se permitían llamarle muchos, recuerdo sobre todo su actividad como conferenciante, descubierta en aquella ocasión de que acabo de hablar. Luego he escuchado todas las que ha pronunciado en la Fundación Juan March, estas a través de las nuevas tecnologías. Lo cierto es que entre él (y Fernando Lázaro Carreter) y todos los demás ponentes hay un trecho inmenso en cuanto a amenidad. Rico tenía un buen timbre de voz, no leía, o al menos solo se apoyaba en el texto, su elocución era pausada, sabía crear expectación y diría que hasta saboreaba las frases. Intuías también las chupadas al cigarro, bien medidas. En medio de todo eso, que soltara esporádicas tontadas, que debían de parecerle atinadas, sobre los Reyes Católicos o sobre la posguerra española, no me hacía abandonar la conferencia.

Lo del cambio de tono: sí, fue increíble. Estaba yo admirando todo eso que acabo de decir, cuando alguien pide la palabra: que si no le importa, que a nosotros no nos permiten fumar, que si puede dejar de hacerlo él. El tío no responde, deja el cigarro y, a partir de entonces, la conferencia se vuelve de un plomizo notorio. Evidentemente, al cabreo que se había agarrado era guapo, pero supo contenerse y no quedar como un gañán…



09 mayo 2024

Como en broma,

pero muy en serio, Wenceslao Fernández Flórez definía así el espíritu de La Codorniz:

Cuando un escritor cuenta como un hombre arruinado acerca a su sien el cañón de una pistola, o cómo un enamorado desafía al que le arrebata la mujer que él ama, refleja –nada más—ciertas modalidades sin importancia de la estupidez humana.

Pero cuando –como hace poco en LA CODORNIZ—se nos presenta a un jugador de ajedrez que, ante un ineludible jaque a la reina, después de haber estudiado inútilmente todas las evasiones, se encara con su adversario para advertirle: “Usted no puede comer la reina, porque hoy es día sin carne”, entonces, queridos señores, se nos hace asomarnos a los abismos de la desesperación, se nos muestra estremecedoramente la angustia de un espíritu amenazado por lo irremediable, asistimos al proceso de una profunda congoja que alcanzó a buscar la solución por caminos extraordinarios. ¿Qué vale ese majadero que quiere matar a un hombre porque una mujer no le ama a él?

¿Qué puede interesar tampoco la psicología del tipo que se suicida para librarse de sus acreedores? Ambos proceden con arreglo a un simplismo que se inspira en su egoísta condición y, a la postre, no resuelven nada. Pero el infeliz jugador de ajedrez que ha repasado el tablero y ha visto que la jugada del rival no el consiente escape, apuró un cerebro espantosamente hasta hallar un milagro que contuviese la catástrofe. Vedlo inclinado hacia el otro jugador, conminatorio y apremiante, ansioso de despertar en él las ideas patrióticas y de respeto a las leyes, en que quiere escudarse. No pide gracia, no lo estrangula, no disculpa sus propios errores. Pálido y acuciante, sufriendo horrorosamente sin decirlo, le plantea la prohibición:

--Hoy es día sin carne… No puede usted…

¡Oh, qué tragedia, qué terrible tragedia! He leído pocas páginas de tan intensa ternura que me hayan conmovido y sugerido tanto.

“Demasiado serio”, en La Codorniz, número 60, julio 1492



07 mayo 2024

Muy recomendable

la conferencia de este dominico sobre la dichosa ideología. Claro, completo y con una retranca muy sabrosa.

Solo le pongo una pega: una leve concesión, al final, a ese romanticismo tóxico que ha penetrado hasta las paredes de Santa Marta (“si se quieren” y tal…). Pero creo que más bien se trata de defender al Papa y no empaña su afirmación rotunda de la doctrina cristiana y de la ley natural.



06 mayo 2024

Modernidad desleal

 Interesante esta observación de Fabrice Hadjadj, comentando a Guardini

Romano Guardini decía que la modernidad es desleal, porque toma cosas que provienen del cristianismo, pero las arranca del cristianismo. Como cuando se coge una flor, se corta, se arranca de la planta y se coloca en un jarrón. Y se dice ¡ah, qué flor tan hermosa! Pero, después de un tiempo, muere, porque no tiene raíces. Eso es lo que sucede.

De una entrevista en ABC.




05 mayo 2024

Relatos de lo inesperado

Hay una salsa especial Dahl que distingue estas historias de suspense de otras similares. Una salsa basada, sí, en el humor negro: Dahl maltrata a sus personajes como si fueran malotes de videojuego, pero además ellos mismos son así con el resto: egoístas, adúlteros, maniáticos, tiranuelos domésticos, todo dentro de una aparente normalidad. De hecho, si no fuera por la pista del título, y si leyéramos solo uno, podríamos pensar que estamos ante un mero relato costumbrista y ante unos personajes que son la mar de buenas personas: sin embargo, la cosa va ensombreciéndose sutil pero notoriamente, hasta que el final macabro ocurre como desenlace lógico, que no necesita mucha explicación. El maniático, la maniática, resultan monstruos.

Hay un relato que me resultó conocido apenas lo terminé, y es el titulado “Hombre del sur”, donde un tipo se apuesta un Cadillac contra un dedo del adversario a que este no es capaz de encender diez veces seguidas su mechero. Lo habían echado en la televisión, tal vez en Alfred Hitchcock presenta o una serie similar. Son cuentos fácilmente cinematografiables en efecto. Si tuviera que ser solo uno, me quedaría con “William y Mary”, donde el humor negro alcanza tal vez su cumbre, con ese científico loco narrando a su amigo moribundo cómo piensa, si él quiere, desguazar su cabeza para que el cerebro pueda subsistir tras su muerte, y con el cerebro, su conciencia.

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03 mayo 2024

No me extraña que trataran de censurar a Roald Dahl

América es la tierra de la oportunidad para las mujeres, quienes, poseedoras ya de alrededor del ochenta y cinco por ciento de la riqueza del país, en breve se habrán hecho con su totalidad. El divorcio se ha convertido en una operación lucrativa de sencillo arreglo y fácil olvido, que las hembras ambiciosas pueden repetir cuantas veces gusten negociando beneficios que alcanzan cifras astronómicas. La muerte del marido también aporta recompensas satisfactorias, y alunas señoras prefieren confiar en ese expediente: saben que la espera no será demasiado larga, pues el exceso de trabajo junto con la hipertensión no tardarán en llevarse al pobre diablo, llamado a expirar ante su escritorio con un frasco de benzedrinas en una mano y una caja de tranquilizantes en la otra.

Sucesivas generaciones de jóvenes americanos no se desaniman lo más mínimo ante este espantoso panorama de divorcio y defunción. Cuanto más aumenta el índice de divorcios, mayor se hace su ahínco. Los jóvenes se casan como ratones, apenas entran en la pubertad, y una buena proporción de ellos tiene en nómina un mínimo de dos exesposas antes de cumplir los treinta y seis. Mantener a esas señoras conforme al tren de vida a que están acostumbradas les exige trabajar como esclavos, que es ni más ni menos lo que son. Hasta que, por último, según van alcanzando precozmente la edad madura, un sentimiento de desencanto y de temor empieza a infiltrárseles despacioso en el corazón, y así les da por reunirse, a última hora del día, en pequeñas y prietas tertulias, en clubes y bares, para despachar sus whiskies y tragar sus píldoras, y tratar de animarse unos a otros a base de anécdotas.

“La señora Bixby y el abrigo del coronel”, en Relatos de lo inesperado.


Estos censores progres nunca tuvieron sentido del humor. 




01 mayo 2024

Como velas

No sé qué película de Paco Martínez Soria es aquélla en que, dirigiéndose a sus hijos, que se le desmandaban, les dice: “A partir de ahora vais a ir todos… ¡como velas!”

Es a lo que me recordaban las chuloputadas del tipo que preside el ejecutivo, en su alocución del lunes, acerca de la limpieza, la regeneración o el nada va a ser igual. Es el pronto del capataz que siente que se le suben a las barbas. Es el lenguaje de los tiranos. La paranoia les es inherente.



27 abril 2024

Estos días recuerdo

el símil de Ana Iris Simón, según el cual nuestro mundo se parece cada vez más a una competición de plañideras.

Y a esa competición se suma ahora la segunda autoridad del Estado. Con plena conciencia, claro. Dicen que se trata de un hecho insólito. Lo que demuestra es que conoce su mundo. No hizo más que incoar la melodía, y en seguida se sumó el coro de los allegados. Y así hasta que los otros se sientan culpables, claro.



26 abril 2024

Pepa la frescachona

Es un sainete desarrollado en un patio de vecindad, como tantos otros; un patio madrileño y con tipos de la época y del lugar. No se puede decir que sea de soltar la risa a cada momento, porque los diálogos son más bien discretos. Entretiene por la ligera trama, que tiene como protagonista, más que a Pepa la frescachona, a Moisés, un estudiante a quien todos toman por un lirio y que resulta ser un fresco con diploma. El tal Moisés viene dispuesto a fugarse con su secreto amor, Laura, hija de un militarote que la tiene encerrada en casa, y por supuesto lo consigue. Los otros tipos son el marido de Pepa, guardia; tres estudiantes jaraneros y un par de hermanas de dudosa reputación (¡Pura y Casta!), entre otros. El público reconoce ahí su propio mundo y se lo pasa bien. Es del autor de La verbena de la Paloma, Ricardo de la Vega. Aquí no anduvo tan sembrado.

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23 abril 2024

Ric Hochet integral, volumen I

El “integral” de Ric Hochet no es tal, porque las aventuras del periodista parisino son muchas más de las nueve o diez que aparecen en estos tres volúmenes; al menos yo recuerdo algunas de las publicadas por Bruguera (¿Supermortadelo?, ¿Mortadelo extra?) que no están aquí, y además el prólogo declara que fueron más de 70 álbumes. Es posible que Ponent Mon emprendiera la edición del “integral” y se quedara, por lo que fuere, en los tres primeros volúmenes. De hecho, recuerdo a un Ric Hochet más maduro y melenudo que este.

De este primer volumen, ninguna pega. Guiones excelentes, a la altura de una buena novela policíaca, o serie de televisión, y dibujo como se puede esperar de un producto francobelga. Están esas convenciones del género, que de mayor te molestan un poco: la suerte increíble del héroe, su destreza en todos los ámbitos, tanto físicos como mentales… un superhombre, vamos. O, también, el increíble ingenio de los malos a la hora de diseñar crímenes. Por lo demás, un desarrollo impecable, donde la tensión (thrill) no afloja hasta ese final que el talento de Duchateau consigue hacer creíble.

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20 abril 2024

Hablamos de la batalla de Lepanto

Pero mujer española hubo, que fue María, llamada la Bailadora, que desnudándose del hábito y natural temor femenino, peleó con un arcabuz con tanto esfuerzo y destreza, que a muchos turcos costó la vida, y venida a afrontarse con uno de ellos, lo mató a cuchilladas. Por lo cual, ultra que D. Juan [de Austria] le hizo particularmente merced, le concedió que de allí adelante tuviese plaza entre los soldados, como la tuvo en el tercio de D. Lope de Figueroa.

Marco Antonio Arroyo, Relación del progreso de la Armada de la Santa Liga, citado por J. J. Esparza, Tercios, capítulo XVII.

 

Quiso y pudo. Era así.



19 abril 2024

Sócrates redondeó a la baja

 Sabemos una millonésima parte del uno por ciento de cualquier cosa.

Meg Meeker, en Padres fuertes, hijas felices, capítulo 8




18 abril 2024

Lo que hacen los héroes

Lo que me gusta de Meg Meeker es que no se arredra ni ante los tabúes más establecidos de nuestro tiempo. Si tiene que pasar por encima del famoso “derecho a ser feliz”, pasa. Esto va, como todo en su libro, para los padres que están considerando el divorcio. “Ella” es su hija.

Algunas veces esa perseverancia que usted va a mostrar por amor a ella exigirá continuar viviendo con su alocada madre. Tal vez signifique sacrificar su propia felicidad en favor de la de ella. Esto es lo que hacen lo héroes. Es lo que su hija espera de usted.



 

 

15 abril 2024

Mañanas de abril y mayo

Es una comedia de enredo, de esas que se siguen mejor en la representación que en la lectura, sobre todo si el texto carece de indicaciones de aparte y otras acotaciones que faciliten el saber qué hace cada personaje en escena. La trama se basa en la confusión entre las identidades de doña Ana y doña Clara, que visten igual y muy tapadas, y además se hallan en el mismo espacio con frecuencia. La primera es pretendida por don Juan, que se refugia en casa de don Pedro, vecino de doña Ana. Y la segunda es la esposa de don Hipólito, figurón jactancioso que se prenda también de Ana sin saber cuándo se dirige realmente a ella o a su mujer. Hay un don Luis, amigo del figurón, que pretende vengar una muerte causada por don Juan, y hay un criado (gracioso por supuesto), dos damas de compañía y un viejo. Todo se desenreda, por supuesto, felizmente al final, y el parque donde sucede buena parte de la obra y esas mañanas de abril y mayo, aludidas al final de cada acto, contribuyen al ambiente placentero y desenfadado.

Esta, por cierto, es la comedia en que Valverde vio una anticipación a ciertas técnicas del teatro contemporáneo (¿Brecht?), cuando el criado Arceo habla como siendo consciente de ser un personaje: “¡Pues no acaba la comedia!”

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12 abril 2024

El dios salvaje

En la secuencia original de las aventuras de Alix, este título sigue a La tumba etrusca, y no a La isla maldita como en la vieja edición de Oikos-Tau, que las sacó de modo un tanto caótico. De todos modos, se agradece a Oikos-Tau que nos diera a conocer a este personaje: ¡oh el olor embriagador de esos álbumes apilados en la librería de Galerías Preciados, junto con Los cuatro ases y las Alegres historietas de Bruguera! Bien, el caso es que El dios salvaje sucede a esa fenomenal trilogía que componen Las legiones perdidas, El último espartano y La tumba etrusca. Podría decirse que es una secuela de El último espartano, con la reaparición de Adrea, la reina de aquella ciudadela escondida que aspiraba, nada menos, a restaurar el esplendor de Esparta. La historia tiene lugar en la Cirenaica, en el norte de África, y, como de costumbre, Alix Graccus tiene sus más y sus menos con los naturales de la zona, pero también con los romanos, asentados en la ciudad de Apolonia, aún en construcción, ya que entra (Alix) con mal pie en la vida del jefe del campamento militar.

Como es habitual últimamente (en los últimos…  ¿treinta años?), el volumen va acompañado de comentarios sobre el autor y su obra. Me alegra ver que el comentarista llama “la edad dorada de Alix” a esos cuatro álbumes, porque, en efecto, el dibujo siempre me gustó mucho más que el de los episodios anteriores, de los que de chico solo conocía La garra negra. Las legiones perdidas me parecía que albergaba una gran superproducción cinematográfica.

En este número Jacques Martin sigue acercándonos a diferentes zonas del imperio, en este caso al norte de África. Es una de las señas de identidad de este cómic, uno de los más instructivos que conozco y no solo por los guiones: el dibujo es admirable, aunque más en lo paisajístico (y me refiero a paisaje rural y urbano) que en las figuras humanas, que se parecen demasiado unas a otras; para ser exactos, diríamos que tiene cuatro o cinco moldes. No deja de ser otra seña de identidad.

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