15 septiembre 2024

Más antecedentes

 del respeto a la libertad de prensa y a la legalidad por parte de los socialistas y allegados.

Una de las causas que acrecieron el muy justificado pesimismo de mi padre acerca del diagnóstico de la situación fue el gravísimo revés económico y moral que sufrió cuando el Gobierno que presidía Casares Quiroga –sectario entre los más sectarios—obligó a la empresa formada por mi abuelo a readmitir a los obreros expulsados cuando el conflicto laboral de ABC y prescindir, previa indemnización, de los operarios que fueron admitidos entonces. Aquella huelga fue declarada ilegal y, en consecuencia, la expulsión de los huelguistas era conforme a la Ley. No obstante, la orden gubernativa dictada casi dos años después era terminante: o se acataba o se procedería a la incautación de la empresa. ¡Donoso subterfugio para eliminar a un incómodo periódico de la oposición!

(En Papeles para la pequeña y gran historia, Torcuato Luca de Tena, capítulo XXVII)

La huelga en cuestión fue declarada cuando Juan Ignacio Luca de Tena se negó a transigir con el propósito de los obreros de obligar a uno de ellos a afiliarse a la UGT. Lo ugetistas fueron expulsados y la plantilla se rellenó con otros trabajadores, uno de los cuales murió asesinado al poco tiempo.

En fin, esta era la muy democrática Segunda República con la que acabó “el golpe de Estado del general Franco”.



13 septiembre 2024

"El pensamiento libre proclamo en alta voz..."

El gobierno de la Segunda República cerró el ABC durante más de tres meses en 1932. No fue el único periódico, claro. De hecho, la Segunda República tiene el récord de periódicos cerrados en toda la historia de España. No deja de ser coherente el PSOE de ahora cuando amenaza con ahogar a la prensa incómoda.

El Consejo de Ministros que tomó esta medida [la reapertura del periódico] estuvo muy dividido. Azaña, en sus Papeles inéditos, cita una frase esclarecedora como pocas para entender el talante democrático de la Segunda República Española: “Tengo muy en crisis el concepto político de la libertad de prensa”, recuerda Azaña que dijo Fernando de los Ríos [PSOE]: el mismo que escribió en su celda, como ya hemos relatado, “por el Derecho, la Libertad y la Justicia”. La misma tierna crisis de sus delicadas conciencias debieron sufrir [sic] los ministros Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz [,] que se opusieron a la reapertura de la redacción de ABC clausurada con cien cerrojos.

(Torcuato Luca de Tena, en Papeles para la pequeña y gran historia, capítulo XVIII)


“…y muera el que no piense igual que pienso yo”.



11 septiembre 2024

Dicen que ha resucitado

“Fofó no ha muerto. Ha muerto Alfonso Aragón Bermudez”. Así se expresa la gente cuando quiere decir que tal persona vivirá para siempre en nuestro recuerdo o que su obra dejará huella. No inventa una fábula con lujo de detalles sobre lugar, tiempo, modo de hablar y de comer de un resucitado, o sobre quiénes lo vieron y por qué orden. Ni habla paladinamente de “resucitar de entre los muertos”, provocando el cachondeo del público ateniense, pudiendo decir que todos estamos llenos de su espíritu, por ejemplo. Salvo que se trate de un poema lirico, lo que no era el caso.

Por eso, interpretar los relatos evangélicos de la resurrección como una alegoría que sugiere que Cristo sigue actuando en sus fieles, como hacen muchos teólogos con título, es simplemente ridículo. Así lo expone Vittorio Messori en este volumen, producto de una investigación rigurosa donde se enfrentan los datos evangélicos con las tesis que intentan refutar la realidad histórica de la resurrección.

¿Relato apologético, el de los Evangelios? ¿Y por qué no buscar mejores testigos que unas mujeres, cuyo testimonio tenía valor cero en aquel lugar y tiempo? ¿Contradictorio? No tan deprisa: los datos que ofrecen los evangelistas son perfectamente armonizables si uno se toma la molestia de armonizarlos. Messori analiza también las señales que el Resucitado quiso dejar para no ofrecer dudas razonables a los testigos: Juan vio y creyó, como Tomás, en este caso no por ver las llagas, sino por ver “las cintas extendidas y el sudario apartado de un modo singular”. En este apartado Messori sigue las investigaciones de un párroco italiano que, estudiando el griego de san Juan, llega a conclusiones diversas de las traducciones habituales.

Pero lo más divertido del libro es la última parte, donde Messori carga contra una plumífera alemana que, sin dejar de llamarse cristiana y aun católica, se permite poner en duda en sus publicaciones no solo la historicidad de los Evangelios, sino todo el magisterio de los Padres y de los papas. En Alemania ocupa (u ocupaba, no sé) una cátedra de Teología. Es lo que hay.

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07 septiembre 2024

Historia del rock

Hay cosas que vinculas a tu infancia y que tienen eso que se llama un halo de magia, más que nada, quizá, porque lo recuerdas de modo borroso, como vivido en segundo plano, como catando sólo las sombras, sabiendo además que alguien lo estaba disfrutando en toda su plenitud. Es lo que me sucede con los macrofestivales de rock de los 60: Woodstock, Monterrey, Isla deWight. Me parece haber estado allí, aislado durante unos días, con la duración que tienen los días en la niñez, “en un vasto dominio” que decía el otro, aunque delimitado por unos muros que eran como el armario de Narnia, donde lo que menos importaba era el escenario y lo que más la libertad y la compañía de gente tan estupenda como estrafalaria. Cierto que a mis seis o siete años no tenía ni idea de quiénes eran Bob Dylan, Jimi Hendrix o Janis Joplin, pero ahora, cuando veo a Dylan con su sombrero blanco, a Hendrix con sus colores chillones o a la Joplin desgañitándose y con sus gafotas, es como una reminiscencia. Supongo que la televisión tiene algo que ver. También las modas.

Y mira que, visto hoy objetivamente, aquello fue una zarrapastra infernal, un pozo de ácido lisérgico, fornicio y peste. Pasa con tantas otras cosas, que tu mente agranda porque tú eras tan pequeño.

Cuento todo esto porque poco puedo decir de la Historia del rock que Jordi Sierra i Fabra publica en Siruela. Viene a ser un epítome de la historia por fascículos, espléndidamente ilustrada, que sacó en los 80, pero actualizado hasta nuestros días. Me llama la atención, por cierto, que en las historias del rock que conozco se extiende el concepto hasta abarcar todo lo que llamamos música pop (soul, sonido disco, música electrónica, folk incluso), de modo que aquí se dedica espacio hasta a esos espantos llamados acid house o hip-hop. Aporta también Sierra i Fabra algo de historia económica, y así me entero del terremoto que supuso, también en el mundo de la música, la crisis del petróleo del 73, sobre todo por el encarecimiento de los discos, en cuya composición algo tenía que ver el dichoso oro negro.

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04 septiembre 2024

La hierba roja

Al parecer, en Francia funciona, o funcionaba, un colegio de Patafísica o algo así, del que Boris Vian formaba parte. Hasta donde yo sabía, la patafísica era un invento de Alfred Jarry, el dramaturgo vanguardista de principios de siglo, pero pensé que había muerto con él.

El caso es que La hierba roja se inscribe en esa corriente, claramente, aunque sin demasiados problemas podríamos haberla calificado como surrealista. Estamos en un mundo que se parece al nuestro pero en el que existen objetos, seres vivos, actividades… alternativos y que pueden tener la carga simbólica que cada uno quiera darles. Entre los objetos, el principal, una máquina… no del tiempo, sino que le traslada a uno a extraños lugares que sirven para repensar el pasado antes de borrarlo por completo. Es lo que le sucede al protagonista, que es el propio inventor de la máquina. En sus viajes interdimensionales se encuentra con personajes peregrinos que le interrogan sobre sí mismo: su infancia, sus amores… como extraños psicoanalistas o como fiscales de un extraño juicio particular. Juicio sin sentencia, aunque sí que hay un pequeño apocalipsis con sus condenados y salvados.

Puede ser un ajuste de cuentas consigo mismo (con el autor) o una juguetona parábola, o, ya digo, lo que cada uno quiera ver.

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02 septiembre 2024

La santa virreina

A él le mandan de virrey al Perú. Ella quiere acompañarle (fiel esposa) pero el rey, el muy pillín, se lo prohíbe porque se ha encaprichado de ella. Ella dice que irá así se oponga el papa de Roma (esto es mío), y el marido se estremece de gusto aun aparentando anuencia a la voluntad del monarca. Se mete en un convento y encarga un vestido ad hoc, pero lo que le llega es un traje de hombre, oh milagro, con el que partirá en lo primero que salga para América.

Ya en el Perú, nos encontramos con unos caciques apegados a sus ritos paganos, sobre quienes ejerce el mando un encomendero. Para sustraerla a peores destinos, la virreina toma a su servicio a una princesa de la tribu aquella, a la que enseña con provecho el catecismo. La señora enferma de gravedad y la india se contagia, pero cuenta con un remedio infalible: la quina, que le llevan sus compatriotas de tapadillo, porque el producto en cuestión es sagrado y constituye poco menos que un sacramento que evitará que el pueblo perezca algún día. En esto la india recuerda las enseñanzas de la señora sobre un Redentor que ofreció su vida por los hombres, y decide darle la quina a la señora. Pero las otras sirvientes, que le tienen ojeriza, la acusan de querer envenenar a nostrama

[destripe] Pero acaba bien. Por cierto, el traje de hombre, como habrán ustedes sospechado, se lo envió en marido [fin del destripe].

Todo esto en verso. Buen verso castellano, que don José María debía de haber ingerido y metabolizado como un buen jerez.

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31 agosto 2024

La Guerra de los treinta años

Geoffrey Parker y sus colaboradores me presentan a un buen número de personajes interesantes, tales como Federico IV del Palatinado, Fernando II emperador del Sacro Imperio, Cristian IV de Dinamarca, Maximilianode Baviera, Wallenstein, Oxenstierna, Tilly y muchos otros de cuya existencia mi indigente cultura histórica no tenía noticia. Y me rellena lagunas importantes en torno a cuestiones como la extensión del Sacro Imperio, la defenestración de Praga, la intervención de países como Suecia o Dinamarca (que yo hubiera considerado irrelevantes) en esa famosa guerra, la confesión religiosa de los diferentes territorios del Imperio, la progresión del calvinismo, etc.

No sé si es mejor o peor que otras historias de esta guerra, porque es la primera que abordo (quizá la única, siendo realista). Pero sirve. Mejor si la lees (como cualquier historia de guerra) con unos buenos mapas al lado, a no ser que seas alemán.

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29 agosto 2024

Cisneros

Es un drama histórico-biográfico escrito en verso (y en muy buen verso, todo hay que decirlo) que nos muestra al regente de Castilla en tres momentos de su vida. En el primer acto lo vemos resistiéndose al nombramiento de cardenal primado de Toledo (y por tanto canciller mayor del reino) por parte de la reina Isabel. En el segundo aparece ya revestido de su autoridad, enfrentado a los nobles levantiscos y a las pretensiones de algunos de doblar su brazo para obtener prebendas. En el tercero (pues son tres, al estilo del Siglo de Oro), ya viejo y cansado, prepara viaje para encontrarse con Carlos I pero muere antes de partir, no sin antes mediar ante el nuevo rey a favor de un criado que ha matado a un noble flamenco en defensa de su honor: puro siglo XVII, también.

Es clara la intención de Pemán de exaltar las virtudes de su personaje, sobre todo su sentido de la justicia pero también su humildad de fraile franciscano. Y de hacerlo enlazando con los temas y las formas del teatro barroco. Como digo, su verso no desmerece de los clásicos, con parrafadas de esas que se pueden enmarcar y clavar en la pared del despacho.

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26 agosto 2024

La otra vida del capitán Contreras

Torcuato Luca de Tena consigue aquí salir airoso de un tema trillado, tan trillado como el de la persona que se ve de repente trasladado a una época que no es la suya, con la obligación de adaptarse a los usos de tal época. Tema que, como sabemos, suele utilizarse para hacer una crítica social. Digo que sale airoso porque, junto a esa crítica, que la hay, don Torcuato acierta a presentarnos el drama humano que tal deslocalización lleva consigo.

Al capitán Contreras lo encuentran vivo, aunque inconsciente, en su sepulcro. Más tarde nos explicará que fue objeto de una operación cuyo secreto conocían solo algunos moriscos y que de entrada solo debía haberle mantenido dormido quince días. Un doctor y un periodista, ambos ávidos de la gloria que proporcionará el caso, se lo llevan a los Pirineos, lo reaniman y lo reeducan para aclimatarlo a su nuevo ambiente. Contreras muestra ser un hombre noble hasta el punto de que, en conflicto con la doblez y la mala fe que halla a su alrededor, resulta ingenuo. Hastiado, se traslada a una propiedad en el campo, donde hace vida casi eremítica junto a una mujer que, al parecer, le comprende. Pero no podrá escapar tan fácilmente.

Luca de Tena no disimula la tesis: hemos avanzado increíblemente en lo material pero a costa de retroceder de modo lamentable en lo espiritual. Contreras se ve deslumbrado por los progresos realizados por el hombre durante los siglos que ha permanecido en hibernación y da gracias a Dios por ello, pero el roce con la mezquindad de que hacen gala hombres y mujeres le lleva al desengaño.

El autor utiliza varios planos ficcionales con el fin de dejar en suspenso la realidad de la historia. El lector puede quedarse con la versión policial que acusa de fraude a Cornejo, el periodista, o hacer caso a este asumiendo la verdad de la resurrección de Contreras. Tenemos también un extenso prefacio (con dramatis personae y todo) que, en tercera persona y desde el siglo XVII, nos pone en antecedentes de todo. Para que luego digan que la novela experimental empieza en los 60, eh.

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24 agosto 2024

La patrona

Esta es una de las obras menos editadas de Dostoievski, y es normal, porque resulta una historia bastante extraña. Realmente no sé qué pensar sobre sus personajes, su desenlace y algunos de los elementos de la trama. De principio parece bastante fácil: un folletín muy propio de la época, con su dama atribulada (Katerina se llama en este caso) que va a todas partes con un marido mayor que la insta a rezar continuamente para expiar alguna culpa. Por otro lado, un personaje típico del autor (Ordinov se llama en este caso), enfermizo e inseguro, que por supuesto se siente atraído por la dama atribulada y se considera en la obligación de redimirla de algún modo.

Sucede que los personajes cambian de carácter a lo largo de la trama, como si fueran el doctor Jekyll y Míster Hyde, y así, Murin es tanto un fanático como un vulgar aprovechado; Katerina, en un momento dado, pasa de ser la desgraciada réproba a mostrarse como una cínica ante Ordinov (que en alguna ocasión dice “entonces lo comprendí todo”, bendito él); y el confidente de Ordinov, un amigo suyo, también se metamorfosea en el último capítulo adquiriendo una discreción de la que el narrador le había desposeído en episodios anteriores.

¿Cuál es la culpa de Katerina? Al parecer está relacionada con la muerte de un antiguo amado durante una tempestad marina, pero el relato de la dama resulta elusivo. Katerina y Murin acaban desapareciendo de la vida de Ordinov durante una crisis de éste y su amigo le revela, como de pasada, que ambos hace tres semanas que se han largado de la casa que compartían, la cual ha sido ocupada por una partida de ladrones.

¿Qué pensar, pues? ¿Fue todo un delirio del protagonista? ¿Se hicieron pasar los ladrones por Murin y su esposa? Cualquier posibilidad parece traída por los pelos. Es como si Dostoievski hubiese querido jugar con el lector, proponiéndole una novela abierta, pero, aun así, me parece fallido. Más bien me parece estar ante un esbozo, o varios esbozos juntados apresuradamente, de futuras obras mayores de Dostoievski, y que el autor hubiese dado a la imprenta a ver qué pasaba. Pasó que le zurraron.

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27 julio 2024

Algunos caracteres de la cultura española

Lo que sabía de Karl Vossler antes de leer este libro es que fue un lingüista perteneciente a la escuela idealista, lo cual al parecer se manifestaba, entre otras cosas, en establecer conexiones de causa-efecto entre los fenómenos lingüísticos y las mentalidades colectivas; cosa que, según se refería a ello mi profesora, debía de estar mal visto por aquellos años de mis estudios, tan dominados por el estructuralismo. Por ejemplo, lo de la preposición a delante del objeto directo de persona (y a veces de cosa). Vossler se refiere a esto en uno de los estudios recogidos en este volumen, aunque una cabeza tan cerrada para lo alemán como la mía no haya acertado a entender cuál es la razón aducida para la dichosa preposición.

Esta cabeza tan cerrada para lo alemán (o para las traducciones del alemán) sería incapaz de resumir ninguno de los cuatro estudios que componen este volumen, de modo que pudiese enunciar (me quedo con las ganas) esos caracteres de la cultura española a que se refiere en el título. Vagamente deduzco que, para Vossler, en la literatura española (reflejo, por supuesto, al menos tanto como la lengua, de la mentalidad colectiva) el famoso realismo se hace compatible con lo sobrenatural y lo sobrenatural con lo democrático, de modo que tan llanamente conviven con lo santo y lo divino el noble como el villano. Vossler sirvió también de fuente para Alfonso García-Valdecasas en su famoso estudio sobre El hidalgo y el honor, aunque fuese para matizar y discutir tal concepto, al del honor me refiero.

Lo más positivo que me ha dado este libro es el interés por la Dorotea de Lope, a la que aún no he hincado el diente, y que el autor considera lo mejor del Fénix. También me ha dado oportunidad para buscar en la Virtual Cervantes algunos títulos del teatro clásico y descubrir que muchos de ellos ya han sido editados en epub por dicho portal.

¿Le daría una segunda pasada, a ver si acabo de comprenderlo bien? Tal vez.

(Por cierto, aquí Enrique García-Máiquez lleva a cabo ese buen resumen que yo no he acertado a hacer)

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24 julio 2024

Genaro

De lo efímeras que son las famas literarias da fe, por ejemplo, el Albères. El Albères es un volumen sobre la literatura europea en los dos primeros tercios del siglo XX, muy puesta en sintonía con los acontecimientos históricos. Cita bastantes españoles para ser un francés, pero de vez en cuando me sorprende con un nombre totalmente ignoto. Por ejemplo, hablando del período 1930-42, dice que tardaron en aparecer novelas españolas con el tema de la guerra civil (¿?) y cita dos excepciones: una de Ricardo Fernández de la Reguera y otra de… ¡Martínez Pagán! (ni siquiera menciona el nombre), titulada Genaro. Es curioso, porque en mi casa solíamos decir “me llamo Genaro” cuando jugando a las cartas no acompañaba la suerte. Que se titulaba Genaro es lo único que he podido averiguar de esa novela y de ese autor. La única edición de que sabe Iberlibro es francesa. El Pedraza está igual: “… de otros muchos [novelistas exiliados] no nos han llegado más datos que algún título. Es el caso de […] Martínez Pagán [sigue el nombre en el misterio] con Jenaro [sic]…

No creo que le dé más vueltas. La mayoría de estos olvidados están bien olvidados.



22 julio 2024

La España negra

Leo en Vossler que “un decreto del rey de Castilla de 1380 prohibió, con una pena de tres mil maravedíes, que se llamara tornadizos y marranos a los recién convertidos”.

Es un dato.



21 julio 2024

Prestación social sustitutoria

 

…es injusto que las mujeres buenas padezcan las cargas y los riesgos de la maternidad mientras las egoístas gozan de las ventajas que les confiere su esterilidad voluntaria. Por esto convendría que se les impusiera a éstas por lo menos algún servicio social tan incómodo y útil como el que se niegan a realizar.

La maternidad como milicia, je. No está mal traído. Al fin y al cabo, como estamos viendo, la renuncia a tener hijos corre paralela a la renuncia a defender a la patria. Y

en la lucha entre sociedades o clases sociales religiosas y heroicas, con sociedades tan racionalistas y calculadoras que sus miembros no puedan decidirse ni a defenderlas con las armas ni a perpetuarlas con la maternidad, no cabe duda de que las últimas tendrán que sucumbir.

(Ambas perlas de la incorrección política en Ramiro de Maeztu, La crisis del humanismo, capítulo “Muerte y resurrección”)



19 julio 2024

La crisis del humanismo

Maeztu hizo un poco el Spengler cuando tituló en español esta obra. En inglés era Libertad, autoridad y función a la luz de la guerra, pero La crisis del humanismo es mucho más comercial, claro, igual que es más comercial La decadencia de Occidente que Ensayos de morfología de la historia universal, que se quedó en subtítulo. Bien, el hecho es que Maeztu parte, en efecto, del Renacimiento, lo que es decir del humanismo, para desarrollar sus teorías. El hombre del Renacimiento hizo, dice, muchas cosas buenas, sin duda, pero eso le llevó a pensar que si hacía cosas buenas era porque él era bueno. Obras buenas, hombre bueno, error fundacional de toda una época que aún arrastramos (aún es 1919, fecha de publicación de la obra). Esta idea llevó por un lado al individualismo liberal y por otro a las concepciones autoritarias del poder: la libertad como valor fundamental, según Stuart Mill, y la idolatría del Estado tal como aparece, entre otros, en Hegel. Y es el fundamento de los derechos del hombre, los de la Revolución, claro.

Hoy Maeztu resultaría sumamente impolítico, puesto que una de sus ideas fundamentales (desarrolla muchas en este tomo de tamaño medio) es que el hombre no tiene derechos más que en cuanto funcionario, es decir, en cuanto que ejerce una función dentro de la sociedad. Lo que uno tiene son deberes hacia esa sociedad. (No dejo de pensar en lo peligroso, aparte de impolítico, de esta postura, ya que nos quedaríamos, hoy, sin fundar el derecho a la vida del no nacido, por ejemplo; ya se ve que en aquellos años el aborto era algo cuya perversidad ni siquiera se discutía). El subjetivismo que está en la base de los derechos humanos habría de ceder paso a un objetivismo que prime a las cosas sobre los hombres: idea que así, al pronto, parece difícil de digerir, hasta que caes en la cuenta de que las cosas son los valores: verdad, belleza… (hace una breve lista pero no los recuerdo todos, salvo que incluye, sorprendentemente, el poder como valor). ¿Y la inteligencia y la voluntad humana han de subordinarse a esos valores, que son, en efecto, cosas? Sí, si caes en que la síntesis de todos esos valores es Dios. Max Scheler está ahí, quizá, aunque Maeztu no lo menciona nunca (es el prologuista, Pedro Carlos González Cuevas, quien señala el ascendiente de Scheler en el pensamiento de la época).

Hasta cierto punto, lo que defiende Maeztu es volver al modelo medieval, en concreto al sistema gremial, que contrarrestaría lo que él llama horrores del capitalismo. Curiosamente, y frente a la costumbre de unir lo romántico a lo medieval, Maeztu entiende el romanticismo como ligado a ese individualismo y ese autoritarismo que está repudiando, oponiendo a él un clasicismo cristiano. Esto, junto a algunos rasgos de su estilo, no deja de recordarme a José Antonio, que debió de conocer bastante bien la obra de don Ramiro.

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15 julio 2024

A ver si me acuerdo

de citar esta frase la próxima vez que tenga que dar una charla de formación a través de la lectura.

Las mías [lecturas] se confinan a periódicos, que me dan los hechos; a libros de ciencia y de historia, que me permiten entenderlos; y a clásicos, que me sugieren las medidas con que valorarlos.

Y más adelante:

Las grandes novelas, pero solo las grandes novelas, son purificadoras en el mismo sentido en que Aristóteles hablaba de la “katharsis” de la tragedia griega. El héroe de una gran novela no es el héroe que nos presenta el novelista, sino cada uno de sus lectores. A la antigua pregunta: “¿Qué es Hécuba para nosotros?”, los latinos contestaron: “De te fabula narratur” (de ti se habla en la fábula). Las grandes novelas son purificadoras porque en ellas se libera el ánimo de la ilusión de la felicidad individual.

(Ramiro de MaeztuLa crisis del humanismo, capítulo “El ideal de felicidad”)


 


 

10 julio 2024

Critica Ramiro

 de Maeztu1 el individualismo liberal y dice que

…es como querer fundar el matrimonio no en el sacramento, ni en el amor, ni en el hogar, ni en la futura familia, ni siquiera en obligaciones mutuas, sino sencillamente en el principio de profesarse respeto inviolable a la personalidad, de conservar cada uno de los cónyuges su vivienda particular, sus medios de fortuna, sus amigos aparte y sus costumbres de soltería, de no hacerse preguntas indiscretas, de no sentirse obligados el uno al otro y de no tener nada en común.

O sea, el ideal de pareja que se nos quiere inculcar en los años que corren. Y pensar que lo contaba como caricatura…

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1En La crisis del humanismo, capítulo “Libertad y organización”





08 julio 2024

Si la memoria no me falla

Encontramos a un Girón cuyos años “no están ya para burlarse con la otra vida” y quizá por eso resulta bastante suave en sus apreciaciones, sin juicios de valor ácidos, como quien recuerda con satisfacción las buenas obras realizadas y nada más. De hecho, estas memorias abarcan hasta la muerte de Franco y la entronización de Juan Carlos I, dejando aparte, como si no hubieran existido, los años de la democracia.

Le vemos como universitario en Valladolid, armando ya gresca con sus camaradas del grupo de Onésimo Redondo; como voluntario en el Alto de León, enardeciendo con el Cara al sol a los menos esforzados; de ministro de Trabajo durante quince años, en los que trató de llevar a cabo una igualdad efectiva entre los españoles con la creación de centros de formación para los trabajadores (universidades laborales y demás), en lo que él interpretaba que era la realización del ideario falangista (“yo no dejé ninguna revolución pendiente”); y siempre como consejero y hombre de confianza del Jefe del Estado, incluso en los tiempos en que el falangismo empezó a ir de capa caída. Lo que más destaca en estas memorias, es, de hecho, esa relación de fidelidad a Franco, ampliamente correspondida (siempre si hacemos caso a su testimonio), hasta el punto de hacerle el caudillo el honor del tuteo (cosa insólita en el personaje) en su último encuentro.

Girón escribe correctamente, incluso velando la típica retórica falangista que en malas manos resulta chirriante. No parece el halcón o el león que ten fiero solían pintar, pero, desde luego, no ha variado (no varió) un ápice sus convicciones. Para él, Franco y la Falange formaban un todo armónico al que dedicó todos sus esfuerzos. Si lamentó que ese todo se fuese disgregando, no percibimos aquí ya un tono de desgarro o de anatema sino de sereno estoicismo, tal vez al propio de quien tenía ya puesto el pie en el estribo.

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06 julio 2024

Termino el vistazo al último número

de Nueva revista, de la Universidad de la Rioja (UNIR: últimamente las universidades se han sumado a la invasión de las siglas). Dos profundos artículos sobre Jon Fosse, el último y católico premio Nobel de literatura. Artículos que solo se entienden cabalmente si te has leído bien al autor, caso que no es el mío, con lo cual los despacho rápidamente. Hay también un fragmento de una de sus obras teatrales.

Hay un apartado sobre el transhumanismo, tema estrella, en los últimos años, de las publicaciones digamos amigas. Y a mí que no me parece para tanto, a no ser que lo conectemos con el asunto homo y transexual, que es lo que realmente va a dejar hondas secuelas psicológicas en este suelo, el llamado Occidente digo, hoy realmente occidens, condenado salvo milagro a ser una gran casa de orates, que se decía en mi casa. Se trata de un solo artículo, del que paso.

Creo que al tal Michel Ignatieff no le habían dado aún el Princesa de Asturias cuando salió este

número. Aquí escribe sobre las rectoras de las universidades norteamericanas obligadas a dejar el cargo por comprometerse a favor de Palestina cediendo a las presiones de los grupos izquierdistas. De su artículo resalto dos frases, las destacadas por el propio editor de la revista (costumbre que no me gusta, por cierto: resaltar es interpretar, y es como si hubiese dos autores del artículo en vez de uno):

Es cierto que en los campus de EE UU las modas izquierdistas absurdas no se acaban nunca. Pero estas instituciones son demasiado pluralistas, diversas y competitivas como para permitir que una sola ideología, especialmente una tan ridícula como la woke, se apodere de ellas.

La autoridad moral de una universidad reside en su devoción a la verdad, no en su capacidad como institución para respaldar posiciones moralistas.

Nuevo libro sobre el nacimiento del romanticismo en Alemania. Leo el Avance, porque ahora en NR no reproducen todos los artículos en su dedición en papel. Creo que se equivoca la señora autora del libro (Andrea Wulf) cuando habla de que tales artistas hicieron bandera del libre albedrío: por el contexto se deduce que por libre albedrío entiende más bien la libertad de conciencia. Por esto y por alguna otra cosilla, creo que no voy a interesarme en el libro.



04 julio 2024

La gran venganza

La gran venganza es una recopilación de artículos que fueron publicados en Libertad digital, pero responden a una tesis común: lo que padecemos en España a día de hoy es la venganza de los derrotados en la guerra civil de 1936-39, a cargo de sus herederos políticos. La cínicamente llamada Ley de memoria democrática no sería sino el instrumento más visible de esa venganza; una ley que viene a oficializar un relato sobre la guerra civil que favorece a las izquierdas y deja a las derechas como vergonzosas herederas de quienes se alzaron contra un régimen democrático e instauraron una dictadura.

Más cierto, sin embargo, es que, a la altura de 1936, quien no podía acreditar una filiación socialista o comunista tenía su vida y su propiedad entregada al arbitrio de las turbas. De hecho, el deseo de república fue tan fuerte en algunas cabezas políticas e intelectuales como rápido el desencanto de la república que realmente se instauró: empezando por Ortega y su temprano “no es esto, no es esto” y terminando por muchos que corrieron a esconderse bajo el capote de Franco cuando vieron los dientes a los hunos, que decía Unamuno (cómo poner peros, aunque los haya, a los hotros, dejó escrito Marañón, aunque sin la h, que es también de la paternidad del bilbaíno). A todos estos que, contra lo que sucede en la biología, empezó a desarrollárseles la vista en la madurez, dedica Laínz la parte más extensa del libro: Ortega1, Pérez de Ayala2 y Marañón3, “padres de la república”; Unamuno4, antimonárquico, anticlerical y antimilitarista; Alcalá-Zamora5, presidente del invento hasta que a Azaña le dio la gana; Lerroux6, “viejo tragacuras”, en expresión joseantoniana; Clara Campoamor7, activa militante de varios partidos de izquierda; Julio Camba7, ex anarquista condenado “por escarnio al dogma católico”;  Wenceslao Fernández Flórez8, admirador de los gobiernos de progreso del norte de Europa; Menéndez Pidal9, faro de eruditos liberales; catalanistas como Cambó10 y Gaziel11; Pío (“el impío”) Baroja12; Azorín13, admirador de Bakunin y Kropotkin; Pedro de Répide14, cantor de las glorias de la Rusia soviética, y muchos otros que nunca se definieron políticamente salieron por piernas del Madrid de la democracia y el progreso o expresaron de un modo u otro la necesidad apremiante de que los alzados ganaran la guerra para poder vivir en relativa paz y libertad.

La última parte del libro vaticina el último acto de esta gran venganza, que sería el derribo de la monarquía. Cosa que en sí no me importa demasiado (¡oh Letizia huésped de algún emir!), salvo porque sea la rúbrica de una España cubanizada o venezolanizada; o, peor aún (corruptio optimi pessima), percebelandizada.

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1La constitución republicana era “lamentable, sin pies ni cabeza ni el resto de materia orgánica que suele haber entre los pies y la cabeza”.

2 “El respeto y amor por la verdad moral me empujan a confesar que la República española ha constituido un fracaso trágico… Desde el comienzo del movimiento nacionalista, he asentido a él explícitamente y he profesado el general Franco mi adhesión, tan invariable como indefectible”.

3 “Si los rojos ganaran, yo no volvería, jamás, a España. Si los otros ganan, con sus defectos y todo, iré. Prefiero la Inquisición a la Inquisición + pedantería + mentira + hipocresía”.

4 “El gobierno de Madrid y todo lo que representa se ha vuelto loco, literalmente lunático. Esta lucha no es contra una república liberal, es una lucha por la civilización. Lo que representa Madrid no es socialismo, no es democracia, ni siquiera comunismo. Es la anarquía, con todos los atributos que esta palabra temible supone”.

5 “El gobierno no gobernaba. El desorden era dueño de campos y ciudades, allí realizando robos y usurpaciones, aquí saqueos, incendios e incautaciones, sin detenerse ni en Madrid mismo y sin que nadie intentara evitarlo”.

6 “El ejército no se sublevó: actuó en funciones de poder supletorio cuando todos los demás perdieron su eficacia y su legitimidad… A la hora presente nuestro ejército no solo defiende la independencia nacional, amenazada por hombres y doctrinas que niegan la patria, sino también el hogar, la familia, la propiedad, el honor de nuestras mujeres, la vida de nuestros hijos, la religión de nuestros padres, ¡hasta la tumba de nuestros mayores, que ha sido sacrílegamente profanada!”

7 “La anarquía que reinaba en la capital ante la impotencia del gobierno y la absoluta falta de seguridad personal, incluso para los liberales –o quizá sobre todo para ellos—me impusieron esa prudente medida [embarcar para Italia]”.

8 “Una mayoría parlamentaria en la que había hombres procesados por robo, histéricos, analfabetos, energúmenos, estorbaba cualquier discusión con el rápido gesto de sacar la pistola del bolsillo… Y la sangre corre bajo la complacida mirada de los ministros, de la policía, de los periódicos que trafican con las ideas de una muchedumbre inmensa de hombres envenenados de rencor”.

9 “Mentira. Yo no firmé ninguno [manifiesto de apoyo a la República]. Me firmaron sin consultarme, como era práctica entonces. Me firmaron porque no había libertad de prensa para protestar… ¿Qué luto debo guardar a la fenecida república? Yo no disfruté prebenda alguna de monarquías, dictaduras ni repúblicas”.

10 “Tiene que haber vencedores y vencidos, y todos debemos desear que venzan los militares a pesar de las molestias que nos puedan causar, pues con ellos, quizá contra su voluntad, se salvará Cataluña y se nos ofrecerán mil ocasiones para ir restaurando los estragos de este periodo de demagogia roja”.

11 “Lo que ocurre es, sencillamente, que aquí no se puede vivir, que no hay gobierno: las huelgas y los conflictos, y el malestar, y las pérdidas, y las mil y una pejigueras diarias, aun descontando los crímenes y los atentados, tienen mareados y aburridos a muchos ciudadanos. Y en esta situación, buscan instintivamente una salida, un alivio, y no encontrándolos en lo actual, llegan poco a poco a suspirar por un régimen donde por lo menos parezcan posibles.

12 “Yo creo que, si los militares son vencedores y tienen alguna discreción, la mayoría de los españoles podrá vivir medianamente. Quizá habrá conflictos obreros, no sé. Ahora, si los rojos ganaran, lo que me parece poco probable, y siguieran una política como hasta aquí, sería la vida caótica y sin sentido”.

13 “Franco, estratega eminente, se nos revela en la paz como un político consumado. La paz de Franco es, en suma, una obra maravillosa de fina política… Franco, como estadista, tiene una cualidad inapreciable: se adelanta, con previsión cauta, a los acontecimientos. Tengamos fe profunda en Franco”.

14 “Inolvidable momento aquel en que pisé suelo liberado [Tánger]. Al apearnos en la forzosa detención de aquella frontera, se enturbiaron mis ojos y sentí que se levantaba mi corazón como si quisiera alcanzar la bandera, nuestra bandera, la única, la cobijadora de nuestra cuna y la merecedora de nuestra vida. Adelanteme unos pasos y besé un puñado de tierra”.

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25 junio 2024

Medicalfare

La parodia de lo de Sánchez y su fango ultraderechista mediático-judicial fue hecha ya estupendamente por Carlos Arniches en Los caciques. Conviene releerla completa. Aquí, el cacique con el médico.


DON ACISCLO.-Usté se lo ha buscao.

DON SABINO.-¿Yo?

DON ACISCLO.-¡Sí, señor, ea! Que si no lo digo, reviento. Usté se lo ha buscao por ser enemigo político mío.

DON SABINO.-¿Yo enemigo de usted?

DON ACISCLO.-Y encubierto y solapao, que son los malos.

DON SABINO.-¡Don Acisclo!

DON ACISCLO.-Y le voy a usté a probar su malquerencia, que la tengo conocía en toos los detalles. Aquí, en este pueblo de mi mando, no hay más que dos partidos políticos, ¡dos!..., porque no quiero confusiones; el miista, que es el mío, y el otrista, que son toos los demás; güeno, pues en los dos últimos años se han muerto cinco presonas en el pueblo...; pues toos de mi partido. Y eso no se lo aguanto, yo ni a usté ni a nadie. Conque, u se mueren cinco presonas del partido contrario en el término de dos meses u no cobra usté un real.

DON SABINO.-Señor alcalde, es que los otristas no son más que tres.

DON ACISCLO.-Pues que se mueran dos veces caa uno.

DON SABINO.-Y, además, se cuidan mucho.

DON ACISCLO.-Pues se pone usté d'acuerdo con el boticario. Pa too hay recursos. Y como remate, ¿usté cree que estoy yo aquí p'aguantar menosprecios de nadie?...

DON SABINO.-¿Menosprecios?

DON ACISCLO.-¡Sí, señor, menosprecios!... Va usté a visitar a la mujer del sargento de la Guardia Civil u a la del registrador, y a ellas sellos, jarabes, píldoras, emplastos, sanguijuelas... ¡Viene usté a ver a mi mujer, y manesia fervecente naa más!

DON SABINO.-Es que eran distintas las dolencias.

DON ACISCLO.-Pamplinas. A mi mujer hay que darla dobles recetas que a too el mundo, tenga lo que tenga; que pa eso es mi mujer.





23 junio 2024

Todavía no estamos en esas.

Pero que me aspen si no se va pareciendo.

 …el propio Alcalá-Zamora tomó nota de “la sistemática ocultación por el Gobierno [de Azaña] a mí de cuanto ocurre sobre alteración del orden público”, de la aprobación de decretos manifiestamente anticonstitucionales, de excarcelaciones ilegales, etc. Junto a todo lo anterior estuvieron las exculpaciones de quienes habían participado en la revolución de 1934, culpables de delitos de sangre incluidos; su reincorporación al ejército y a la policía; la simultánea inculpación de los encargados de defender el orden constitucional; la ilegalización de varios partidos derechistas y la detención de miles de sus militantes: la impunidad para los delitos cometidos por izquierdistas; los procesos políticos arbitrarios –José Antonio Primo de Rivera, por ejemplo, fue detenido “por fascista”, delito no tipificado en el Código Penal--; las sustituciones de alcaldes electos por militantes frentepopulistas; el incumplimiento por parte del Gobierno de las sentencias judiciales, incluida, por ejemplo, la anulación por el Tribunal Supremo de la ilegalización de Falange; la incorporación de militantes socialistas y comunistas a las fuerzas de seguridad como “delegados de policía”; etc. Todo ello fue resumido por uno de los fundadores de la República, Miguel Maura, como “la verdadera plaga bolchevique que está asolando el país. Los ciudadanos pacíficos viven con la sensación de que las leyes son letra muerta”.

En Jesús Laínz, La gran venganza, parte III, "Republicanos contra la República". Se refiere claro, a los meses posteriores a las elecciones de febrero del 36.



18 junio 2024

Aprendiz de persona

Paulina Crusat nos hace un recorrido por los años de infancia de Monsi, la adolescente que coprotagoniza su novela ulterior, Las ocas blancas. Vemos crecer a Monsi como quien ve en un documental del National Geographic el desarrollo de una planta o un atardecer en la selva. Por utilizar otra imagen, los capítulos de esta novela, sobre todo los primeros, me recordaron a una sección de la Enciclopedia de la vida que tenían mis tíos, un mamotreto con cuyas ilustraciones yo me entretenía mientras los mayores conversaban sobre el pasado. Bueno, digo, en la sección titulada “El niño y su mundo” se explicaba la psicología del niño a lo largo de los años, desde su nacimiento. Aquí, claro, el asunto se trata literariamente y de modo, como dicen hoy, personalizado. La voz narrativa nos mete en la conciencia de Monsi haciéndonos percibir lo que percibe, sentir o pensar lo que ella pensaba o sentía, siempre en relación con su entorno: paisaje, familiares, vecinos, van siendo definidos gradualmente, a medida que la protagonista se afirma como persona.

Crusat utiliza, como cabía esperar, el mismo estilo que veíamos en Las ocas blancas: una prosa impresionista, de filigrana, que se hace cuesta arriba por la ausencia de grandes emociones pero que enamora por su virtuosismo. Como dije en otra ocasión, si alguna vez “dormita” es por exceso, por imágenes demasiado alambicadas (un amor triste y punzante como el olor de la tierra labrada cuando sale la luna: ¿?), pero convence cuando no aspira a elevarse en exceso (Aquí el agua ya no murmura. Desde su cauce hondo y estrecho, canta y llama). El presente narrativo nos hace contemporáneos de los hechos y, a la vez, la tercera persona sirve, diríamos, para justificar el vuelo literario, impropio de una niña, claro. Es curioso el uso del indefinido uno, así, en masculino, para referirse a la propia Monsi (…ya sin él siente uno que estas conversaciones son impúdicas):  de algún modo, actúa de enlace entre la voz narrativa y la conciencia que esa voz va desplegando ante nosotros.

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13 junio 2024

Sabía, por los cuentos,

que las cosas maravillosas y sentimentalmente perfectas han de ocurrir en traje medieval.

En Paulina Crusat, Aprendiz de persona, primera parte, capítulo III.



12 junio 2024

La corriente idolátrica del totalitarismo

no puede encontrar obstáculo más que en una vida espiritual auténtica. Si acostumbramos a los niños a no pensar en Dios se harán fascistas o comunistas por necesidad de darse a algo.

Simone Weil en Echar raíces. Citado por Jorge Soley en La antorcha, número 5 (abril de 2024)



07 junio 2024

Blas Piñar y la Legión de San Miguel Arcángel

Muchos de los militantes de la Legión de San Miguel Arcángel se refugiaron en España cuando Rumania pasó a la órbita soviética. Blas Piñar, que ideológicamente, y según propia declaración, se sentía ya atraído por el movimiento paramilitar y paramonacal de Cornelio Codreanu, no tardó en trabar amistad personal con ellos y en particular con quien sucedió al “Capitán”, es decir, el “comandante” Horia Sima. Hasta tal punto que se podría considerar a este como cofundador de Fuerza Nueva, pues, según nos cuenta José Luis Jerez Riesco, no dejó de animar a Piñar para realizar dicha fundación y estuvo junto a él en la inauguración de la primera sede en los años 60. Desde entonces, los exiliados rumanos serían invitados habituales en las conferencias que se impartían en Fuerza Nueva y la editorial homónima publicó algunas de sus obras. Recuerdo que, en la transición, cuando me dio por comprar algún ejemplar de la revista, me llamaba la atención ese nombre tan raro, Horia Sima, en lo que consideraba un tinglado puramente español: por entonces no tenía la menor idea de quién era ese tipo, y pensé que podría ser un seudónimo. Se anunciaban obras suyas como El hombre cristiano y la acción política o Qué es el comunismo, citados y glosados por Jerez Riesco en su libro.

Un libro que he leído con prisa para tratar de no reparar en el enjambre de comas que el autor ha esparcido por doquier y no siempre a tontas y a locas, pues entre sujeto y predicado el tío sigue la norma contraria a la establecida y no perdona la dichosa coma ni una sola vez, ni siquiera en las citas. Eso y una construcción con frecuencia caótica de las frases desespera al más pintado, a no ser que el tema te interese, como a mí. De todos modos, me he saltado los dos primeros capítulos, que te cuentan la historia de Rumanía y los contactos históricos entre ese país y España. El resto se dedica a la historia de la Legión, a la influencia del pensamiento de Codreanu en Blas Piñar, a la semblanza de los más relevantes personajes de esa tendencia que recalaron en España y a la relación entre ellos y don Blas, así como con el movimiento al que este dedicó su vida política. Todo ello con una no disimulada toma de partido que a veces toca en lo pueril, a tono con la retórica, mal envejecida, de la Legión de marras.

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31 mayo 2024

Formica

Le cuesta luego trabajo confesar sus preferencias en cuanto a sus colegas femeninas. Por fin dice un nombre: Mercedes Formica, con un comentario, o una justificación: “Es la que está más cerca de mi línea”.

Ana María Matute a ABC tras recibir el premio Planeta por Pequeño teatro, en 1954. Interesante. Me lo anoto, porque yo a Mercedes Formica la tenía por una abogada que alguna vez escribió alguna novela. Pero si lo dice la autora de Primera memoria




30 mayo 2024

Qué mortal desazón,

que diría Aute, es leer los periódicos, no por los contenidos, que ya se sabe en qué mundo vivimos, sino por ese atropello de los más elementales principios de la sintaxis, la propiedad léxica, la puntuación y el idioma en general. En qué tómbola les dieron el título de Bachiller… Es una pregunta hipócrita, claro: en la misma tómbola donde yo he estado sorteando aprobados hasta ayer mismo.

Por ejemplo, en El Debate.

Donde dice:

Tras el tándem empresarial presentar la carta al Ministerio de Economía, su empresa pública Red.es adjudicó a la UTE dos contratos públicos millonarios…

debe decir

Después de que el tándem empresarial presentara la carta… [Porque, señores, se supone que el infinitivo no lleva sujeto y, cuando lo lleva, se coloca discretamente detrás o se cambia la estructura de la frase]

Donde dice:

La primera fotografía que incluyen los investigadores se ve a la mujer de Sánchez en primer plano junto a…

debe decir:

En la primera fotografía que incluyen los investigadores se ve a la mujer de Sanchez… [porque, queridos aprobados in extremis, si decimos “se ve a la mujer…” estamos enunciando una oración impersonal y, por tanto, ni la fotografía ni ninguna otra cosa puede ser sujeto]

Y así una, y otra…

No espero que me lean, pero me satisface escribirlo.



23 mayo 2024

Franco, sí, pero...

Es la segunda entrega de las memorias de Torcuato Luca de Tena (y Brunet). En su prólogo se refiere siempre al libro como Confesiones profanas, que es el subtítulo, aunque en la portada no aparece. Tal vez alguien le sugirió lo de Franco, sí, pero…, como algo más comercial, así como fue otra persona, no recuerdo quién, quien le sugirió lo de Embajador en el infierno. El hecho es que estas memorias abarcan ese período en que aún podía ponerse en duda si Franco iba a seguir o le iban a echar o se iba a ir; en concreto, desde el final de la guerra civil hasta mediados de los 50, ya con la ley de sucesión promulgada. Los monárquicos, como nuestro autor, abrigaban la esperanza de que el Caudillo restaurara la monarquía en la persona de aquel en quien había abdicado Alfonso XIII, es decir, don Juan de Borbón. Y ahí está el pero del título: según dos imágenes que el autor utiliza, a Franco le ofrecieron una silla para sentarse, y se quedó con la silla; o bien, era como el cirujano que, después de haber llevado a cabo con éxito una difícil operación, dice que quiere quedarse en nuestra casa y además como administrador. Es decir, la idea era: tú nos ganas la guerra, echas a los rojos, y luego te vas y nos dejas el sitio a nosotros. Lo que me pregunto es con qué derecho, pues, a pesar de todo lo ilegítima que quiera el autor que fue la República (puesto que no fue votada), la monarquía perdió, si no la legitimidad (doctores tiene esa Iglesia que sabrán…) al menos la credibilidad, cuando su titular se largó de España con el pretexto de no querer ser ocasión de derramamiento de sangre.

En fin, volviendo al libro. Lo que resulta más razonable son esos temores suyos de que España acabara convirtiéndose en un país fascista. Cosa que no sé si podría haber sucedido, sobre todo en el caso de que los alemanes hubieran ganado la guerra. Pero creo que era conocer poco a Franco (él, en cambio, les conocía a ellos demasiado, me refiero a los que pretendían que se levantara de la silla, y por eso no lo hizo). Gran parte del libro está dedicado a lamentar que una parte del Movimiento (la Falange) usurpara la representación de todas las demás, con sus consignas y sus símbolos. Para quien se dedica al periodismo, además, si esa parte ejercía la censura, la cosa era especialmente sangrante: de hecho, Juan Aparicio, director general de prensa y propaganda, es aquí la bestia negra, con cuernos y rabo. Y le entiendo perfectamente, pues todos sabemos lo que molesta que metan las zarpas en lo que tú has escrito; o que no te lo dejen publicar ni siquiera en tu medio, como le sucedió a don Torcuato más de una vez. Por eso termina el libro en tono jubiloso, narrando la llegada del Semíramis con los españoles liberados de su prisión en la URSS.

Pues resulta que el citado Aparicio, ejerciendo las prerrogativas de su cargo, había indicado qué periódicos podían cubrir la vuelta de los prisioneros, y excluyó al ABC, al cual y a cuyo director (el propio Luca de Tena) tenía ya bastante tirria. De modo que, yendo de perro a puñetero, que se dice, don Torcuato viajó en privado a Estambul y consiguió embarcar en el Semíramis, de modo que pudo entrevistar a placer a todo hijo de vecino y ser testigo de las primeras conversaciones por radio de los prisioneros con sus familias. Para rematar la faena, publicó en forma de libro las memorias del capitán Teodoro Palacios, que ejerció de algún modo de líder entre los condenados a aquel infierno; libro que se convirtió en éxito de ventas y recibió el Premio Nacional de Literatura.

La travesía a Chile, de donde su padre fue nombrado embajador, la estancia y la accidentada vuelta, así como la corresponsalía de ABC en el Londres de la segunda guerra mundial constituyen asimismo puntos fuertes de este volumen, bien escrito y en un tono que aspira a ser equilibrado en cuanto a los juicios a los personajes. De todos modos, prefiero sus novelas.

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22 mayo 2024

Velázquez, más allá de la crítica social

 (Inserto aquí, por su interés, este artículo de Fabrice Hadjadj con el fin de compartirlo en las redes sociales, ya que se trata de un texto de acceso restringido)


Se ha querido hacer de Velázquez un precursor de la deconstrucción. La prueba: su gusto por los enanos, los bufones y los locos. ¿Cómo un genio de la corte real española no iba a echar el ojo más crítico sobre ella? Llegaba en la hora de su decadencia. No era más que una olla de grillos, maraña de intrigas, apilamiento de bajezas. Felipe IV, rey holgazán, estaba bajo la dominación del Conde Duque de Olivares, y los festejos del Buen Retiro se desarrollaban como una tapicería hecha adrede para esconder el imperio que se desmoronaba por todas partes.

¿No es siempre el artista un contestatario? ¿No se opone la poesía al poder? Un poeta oficial, un pintor «de la Cámara Real», ¿no es esta una contradicción en los términos? A menos que sea un agente doble. Si se sitúa en el corazón del sistema, es para desmontarlo, poner en cuestión su decoro, denunciar su podredumbre…

De esta manera, en 'Las palabras y las cosas', evoca Michel Foucault el cuadro de 'Las Meninas', «donde la representación es representada en cada uno de sus momentos». Representar la representación, hacer su arqueología, es mostrar sus mecanismos, su envés, de tal manera que el rey se quede desnudo. El matrimonio real no es más que un reflejo en el espejo del fondo. Velázquez se ha pintado a sí mismo pintando, y es a él a quien vemos de frente, mirándonos. Pero, puesto que se ha pintado a sí mismo, se trata también de un autorretrato, y es un espejo que se encontraba en el lugar donde estamos nosotros. A no ser que, más allá del tiempo, estuviera anticipando pintar a quienes hoy visitan el Prado… De ahí ese parpadeo de lo representado entre el cuadro, el matrimonio real, Velázquez y nosotros, los espectadores. ¿Quién mira a quién? ¿Quién es sujeto y quién es objeto? Todo se vuelve indecidible. La vida de la realeza es un sueño; la pequeña infanta Margarita, en el centro, una muñeca; el aposentador Nieto, un hombre que se va a contraluz; los cuadros en las paredes, escenas que se borran en la oscuridad. Según Foucault, Velázquez presenta aquí un mundo tan huidizo como el de nuestras pantallas virtuales, y la verdad sobre la corte no se concentra más que en esa enana ataviada con excesivo refinamiento, cuyo rostro devorado por la sombra es también el más cercano a la fuente de luz.

Pero, 'voilà', Velázquez era caballero de la Orden de Santiago, amigo de Felipe IV, su decorador, su embajador, su comprador incluso, puesto que durante sus viajes a Italia adquirió para él las obras más bellas de la colección real. Nuestro gran artista no era «de izquierdas». Tampoco de derechas. Ni adulador ni despreciador del poder, ni servil ni rebelde, más allá de los lazos de poder, de las ideologías, era simplemente un contemplativo, enamorado de lo real, de todos los matices de las diversas texturas. Como lo indica Enrique Lafuente Ferrari: «A Velázquez le atraen con pasión las cosas que existen delante de él, ser u objeto, hombre o vajilla».

El sevillano da testimonio de ello desde la 'Vieja friendo huevos' hasta 'El aguador de Sevilla'. No tiene

quizás más que dieciocho, diecinueve años, y el prodigio ya está ahí, al servicio de lo ordinario: el rostro de la vieja, por supuesto, cuya feminidad perdida no se conserva nada más que en el gesto de la cocina, pero también los huevos fritos presentados como si requiriesen una custodia, la sombra del cuchillo en el plato, la tela del velo, ese brillo diferenciado del esmalte, del cuero y del estaño… En 'El aguador de Sevilla', los tres recipientes, el ánfora de arcilla mate, la jarra barnizada y la copa de cristal se afirman cada uno en la distinción de su materia, y el perfil del aguador que se apresta para dar de beber al joven, cambiando tal vez su agua en vino, no exprime nada, sino la aristocracia misma de existir. Nada igualitario, pero nobleza por todas partes.

A propósito del 'Bufón con libros', pintado un cuarto de siglo más tarde, Paul Claudel hace este comentario: «Porque no se dirá de ninguna criatura que hubiera sido mejor que nunca hubiera nacido. El pintor, en cuanto la observa, siente que no podría haber prescindido de ella».

Velázquez no esconde, como Goya en Quinta del Sordo. No hay en su obra ni marionetas ni personajes grotescos ni fantoches. Y menos aún ídolos ni superhombres. Un día, el rey le transmite una queja que tiene contra él el pintor italiano Carducho, envidioso de sus favores, según la cual Velázquez no sabe pintar más que cabezas. Y este responde: «Señor, pues me hacen gran honor, porque yo no he visto todavía una cabeza bien pintada».

De hecho, la mayoría tiende, sea hacia la caricatura, sea hacia la idealización, sin hablar de la sátira social, de la reducción psicologizante o del veredicto definitivo sobre una condición humana que ha completado su ciclo. Las cabezas de Velázquez obedecen, por el contrario, a esa doble probidad estética y ética que las presenta en su misterio singular, fuero de todo embellecimiento como de toda desfiguración, de toda evaluación moral como de toda abstracción especulativa.

Basta con mirar su 'Retrato de busto de Felipe IV', o su célebre 'Inocencio X'. Cualquier otro hubiera puesto un poco más de aureola o de mueca, recelando algún juicio de valor. El estudio que hará Francis Bacon sobre el mismo doscientos años más tarde no puede evitar caer en esta trampa: el Papa se pone a berrear como un condenado, su carne se transforma en silla eléctrica. Es así como se paga una buena conciencia el pintor moderno: para no parecer demasiado un parásito, privilegiado, subvencionado por el estado, pretende comprometerse en la lucha social y denunciar a los poderosos (lo que deja entender que es más poderoso que ellos, y que no puede ser derribado de su lienzo como lo son ellos de su trono).

Velázquez opera una crítica mucho más radical que la crítica social. No se burla del personaje, hace ver a la persona. He aquí lo que importa: tras los títulos, los cargos, las funciones, tras los favores y las desgracias, la persona, siempre, hombre o mujer, a la vez carne y espíritu, miseria y milagro, dignidad incomparable e inextinguible necesidad de salvación, que se encuentra igual de bien en casa de un pobre loco que en la de Felipe el Grande. Entonces el rey queda desnudo, no porque lo hayan desvestido, ni de tal manera que pueda uno reírse (teniéndose a sí mismo por juez), sino porque transparenta su esencia de criatura herida y redimida, de tal manera que vemos en él a un hermano por el cual también tenemos que rezar. Hay todavía hoy, en la pintura española, otros Velázquez para nuestros tiempos. Les propongo verificarlo por ustedes mismos yendo a ver la exposición de Marcos Lozano Merchán, en Casa de Vacas del Retiro, del 30 de mayo al 23 de julio.

Fabrice Hadjadj, ABC