30 diciembre 2024

El espectador III y IV

Estos volúmenes de El espectador corresponden a los años 1921 y 1925 respectivamente. Como de costumbre, partiendo de un motivo que puede ser un paisaje, una persona, un libro o incluso algo tan nimio como el marco de un cuadro, Ortega se lanza a meditar sobre esto y aquello, de modo bastante aventurado la mayor parte de las veces, diría yo. Pero no se lo voy a censurar, por supuesto. Creo que este hombre nunca tuvo problemas en el colegio con las redacciones. A ver, a ver, me vais a hacer una redacción sobre por qué los españoles comemos cocido y los chinos prefieren el sushi: el pequeño Pepito podría escribir cinco folios.

Que todos los libros de Anatole France vienen a ser el mismo (sin que sea malo); que (como expondrá después en La deshumanización del arte) no es el mejor arte el que te lleva a sentir, sino el que admiras por sí mismo; que los Zubiaurre son tres veces sordomudos, por sordomudos, por vascos y por pintores; que el marco sirve para aislar el mundo ficticio del real y que los orientales, al carecer de marco sus cuadros, están renunciando a esa operación de aislamiento; cómo el hecho de que el hombre tenga sentimientos (que carecen de utilidad externa) es la mejor refutación del darwinismo; cómo los ballets rusos nos han devuelto la emoción del espectáculo y cómo lo que decimos sentir ante otros espectáculos u otras figuras nos viene realmente impuesto desde fuera. Esto y bastantes más cosas se atreve a diagnosticar este que en sus nochebuenas debía de ser el cuñado por antonomasia. Eso sí, da gusto leerle. Un pelín afectado se me ha antojado esta vez, pero bueno.

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27 diciembre 2024

Amor en vilo

Esto de tomar prestados los títulos para los libros de poesía es una peste. Al parecer, este procede de un verso de Salinas que ya se había apañado Alberti. Se trata de la vuelta de Pere Gimferrer a la poesía en español (2005) y compone el libro una vasta colección de poemas de tema erótico dedicados a una tal Cuca (no es una sinécdoque, sino una señora real que atiende por tal hipocorístico, según nos explica Gimferrer al final). Muy clásico en cuanto a la forma, pues se trata en su mayoría de sonetos (endecasílabos y alejandrinos) y de silvas, con alguna incursión en el arte menor. Mantienen el preciosismo y el culturalismo que distinguieron desde el principio a la promoción de Gimferrer, con mucho título en francés o latín, de referencia fácilmente reconocible a veces, otras no tanto, dependiendo de la cultura del lector. Otra cuestión es la relación entre el título y el contenido, ya menos visible. Las imágenes son de gran riqueza sensorial, según la herencia rubeniana, aunque la mayor parte caprichosas, al menos para mi entender. No me acaban de encajar, en este desfile de exquisiteces, las frecuentes referencias al pubis e incluso a lugares más quevedescos, pero por lo general lo explícito queda muy al fondo.

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21 diciembre 2024

El jardinero fiel

Esto es en Kenia, en el entorno de la embajada británica. Matan salvajemente a Tessa Quayle y su presunto amante desaparece: servido el crimen pasional para quien quiera creérselo. Pero resulta que Tessa Quayle estaba investigando las actividades de una empresa farmacológica, que podría estarse dedicando a utilizar a los kenianos como conejillos de Indias para probar un nuevo medicamento contra la tuberculosis.

Si Justin Quayle hubiese sido un marido celoso, todo podría haber colado. Pero, sin que pueda decirse que confía ciegamente en su esposa, Justin parece sentirse como si no la mereciera y como si cualquier aventura extramatrimonial estuviera justificada, cosa que le lleva a confiar en su palabra, al menos mucho más de lo que confía en la de los otros. De modo que comienza a investigar por su cuenta, a costa de pesados interrogatorios policiales y de alguna paliza soberana por parte de los agentes de los malos.

Digamos que, por encima de la trama policiaca, esta es la historia de la redención por amor de un hombre mediocre. Más que redención, mejor hablar de dar por fin sentido a una vida gris y escéptica acerca de la bondad de los hombres a quienes sirve.

La narración, impecable, con un manejo muy sabio del estilo indirecto libre. No me convence del todo, sin embargo, el cambio de perspectiva, que te hace pensar en los primeros capítulos que el protagonista va a ser Sandy Woodrow, cuando en realidad lo es Justin, en cuya piel se mete luego el narrador. Pero bueno.

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19 diciembre 2024

Sammy, volumen 4

En este cuarto volumen se recogen tres historias desarrolladas lejos de Chicago, en las que Jack y Sammy actúan solos, ya que no tienen dinero para pagar a la pandilla. En la primera viajan al Ártico, protegiendo a un científico que ha absorbido toda la energía de una pila atómica de su invención y calienta todo lo que se halla en su cercanía. En la segunda, deben ejercer de futbolistas en un país, hispanoamericano por las alusiones, donde tal oficio resulta peligroso debido al fanatismo de los hinchas. Y la tercera nos traslada a Hollywood, donde Jack ha de hacer de doble de Randolf Valentini, un ídolo de las mujeres que resulta ser un afeminado.

El dibujo de Berck y el guion de Cauvin aseguran la diversión, salpimentada además por esos toques políticamente incorrectos que suelen adornar a cierto cómic francobelga, empezando por Astérix: las fans alocadas, el habla afectada del sarasa Valentini, el fanatismo futbolístico… Y, lo que más se agradece, los personajes fuman y beben como está mandado.

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14 diciembre 2024

Pero [,]

atendiendo no menos a la regla del progreso, Pío XI descubrió una nueva distinción que para entender la doctrina católica con más profundidad era de gran importancia. Porque distinguió entre la “libertad de las conciencias” y “la libertad de conciencia”. Ciertamente rechazó esta fórmula como equívoca, como utilizada muchas veces en el sistema laicístico [sic] para significar que “la absoluta independencia de la conciencia es algo absurdo en el hombre creado y redimido por Dios”[;] pero aceptó sin embargo aquella otra fórmula[,] “libertad de las conciencias”[,] diciendo que él “con espíritu alegre y animado trababa una lucha en favor de la libertad de las conciencias” (Non abbiamo bisogno, AAS, 23 1931, pp. 301-302)


Pensé que la distinción era original de san Josemaría (que la utilizó con frecuencia), pero se ve que la tomó del papa Ratti. La referencia, en Moral política en una sociedad pluralista.




11 diciembre 2024

La isla sin aurora

Tengo para mí que a Azorín le gustó el título y decidió añadirle un libro, como decía el otro que hacía el otro. En todo caso, es de lo más original que ha hecho el alicantino, cosa que es fácil, por otra parte. Puede que sea una ocurrencia tonta, pero a mí me parece como La historia interminable escrita por Azorín. Se trata de tres tipos que viajan a una isla en la que se pasa de repente de la noche al día. Allí se encuentran con todo tipo de personajes, humanos, animales, seres mitológicos, objetos también, cada uno revelando… su rollo, sí, en este caso, lo que él simboliza en la comedia humana, supongo. En cuanto a los tres tipos, no tienen nombre y se trata de un poeta, un novelista y un dramaturgo, con lo cual tenemos el interesante, supongo, cruce entre las miradas de los diferentes creadores y las múltiples galerías (por decirlo a lo Machado) de la vida. Seguimos encontrando, pues al pequeño filósofo a pleno rendimiento.

Lo que pueda representar la isla sin aurora me importa lo justo. Lo que veo es un Azorín humorista poco habitual, cercano a veces a Ramón o al humor codornicesco. Incluso se permite practicarlo con esas palabras raras cuyo uso le distingue como prosista. Por ejemplo: “Papá, ¿y es verdad que tú te entregas a la pandiculación cuando despiertas?”

Cualquiera diría que se trata de una especie de horrible pecado, ¿no?

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03 diciembre 2024

…Se condena

por fin esa separación de la Iglesia y del Estado que tuvo su raíz en la opinión racionalística de la omnicompetencia jurídica del Estado (cf. Syllabus, prop. 39, ibid. [ASS 3. 1867], p. 172), según la cual la misma Iglesia debe ser incorporada dentro del organismo monístico del Estado y sometida a la potestad suprema del Estado.


Este párrafo, de uno de los documentos previos* a la Dignitatis humanae, nos da una pista, creo, de lo que probablemente entendían los liberales de la época cuando hablaban de la separación de Iglesia y Estado. No es de extrañar, si tenemos en cuenta que tales liberales a lo que aspiraban era a que el Estado sustituyera a la Iglesia en las funciones que esta llevaba a cabo, como la educación, por ejemplo: es el caso de Unamuno, como hemos recogido aquí alguna vez.

Y, por eso, la Iglesia del tiempo no daba su brazo a torcer en cuanto a la confesionalidad católica del Estado, como mejor modo de preservar sus derechos (de la Iglesia). Otra cuestión es que la confesionalidad diera también lugar a intromisiones regalísticas por parte de los gobiernos. Pero tal vez se estimaban como riesgo asumible frente a la completa absorción que postulaban los otros.

 

*Citado por Matías García Gómez, Moral política…, p. 64



 

01 diciembre 2024

La isla del tesoro

No sé si es lo más parecido a la felicidad, pero sí que puedes pasar un rato estupendo. Y eso habiendo visto en cien versiones (cine, telefilm, dibujos, cómic, cuento infantil ilustrado) la historia del “marinero” que llega a la posada del Almirante Benbow cantando lo de la botella de ron y temiendo la visita de otro “marinero” con una sola pierna.

Stevenson tenía el don de contar historias, no cabe duda. Aunque tenga que hacer alguna trampa, como cambiar de punto de vista cuando el narrador principal, Jim Hawkins, está ausente del fortín donde se defienden los buenos, se lo aceptamos con toda tranquilidad. El caso es que siga el espectáculo.

Y la de vocabulario marinero que aprendes…

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29 noviembre 2024

Baladas de primavera

Estas baladas tienen el aire de canciones populares, como es habitual en la etapa modernista de Juan Ramón. Abundan las composiciones con estribillo o con versos que retornan total o parcialmente. Es curiosa la frecuencia del eneasílabo, tenido por uno de los versos más raros en español; no los he contado, pero fácilmente hacen la mitad del libro. E incluso menudean los decasílabos, que tal bailan.

Los temas no se alejan de lo que sugiere el título. Predominan los oros y los violetas en una colección básicamente paisajística, llena también de olores y sonidos, además, de, por supuesto, flores y otros elementos del reino vegetal, tan definitorios de la primavera. La serenidad tendente a la melancolía es el estado de ánimo que impera, compatible con el gozo de la naturaleza. Hay un amor en sordina y una muerte que asoma alguna vez. Hasta qué punto el paisaje es imagen de todo esto se lo dejo a los psicoanalistas de la poesía.

Pertenecen a esta colección algunos de los poemas más conocidos del de Moguer, como “A caballo va el poeta…”, “Canta, pájaro lejano” “Almoraduj del monte” o “Verde verderol”.

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26 noviembre 2024

El amor enamorado

Lope nos cuenta el mito de Apolo y Dafne con su característico desenfado, con dioses que son personajes de Alicia, ninfas que son mozas de entremés e incluso un gracioso, el pastor Bato, con sus miedos y sus zumbas (gran texto el suyo, por cierto). Apolo (aquí Febo) mata a la serpiente Fitón (sic) y despierta la envidia de Cupido, mientras que Dafne se empeña en seguir los pasos virginales de Diana, lo que enfada mucho a Venus, que aliada con su hijo trama la venganza que conocemos: flecha de desamor para Dafne, flecha de amor para Febo y metamorfosis en laurel de la ninfa. La vis cómica de Lope alcanza su cenit aquí:

Arrojo el roble, y desde hoy

quiero de ti coronarme:

desta rama haré a mi frente…

 

DAFNE

¡Ay!

 

FEBO

Perdona…

 

Pero la fábula de Apolo y Dafne ocupa solo la mitad de la comedia. Es el caso [destripe] que Diana quiere vengarse de Cupido y hace al propio Amor enamorarse perdidamente de la ninfa Sirena (de ahí el título, claro), la cual vacila (otro punto cómico) entre el dios y el hombre en quien tenía puestos los ojos, el pastor Alcino. Pero Júpiter (deus ex machina, una vez más) arregla no solo ese matrimonio sino también el de Bato, mientras Cupido queda rumiando venganza… [fin del destripe]

Maravillosos versos, sobre todo las décimas, como las que suelta, encadenadas, Cupido al final de la obra; no en vano las décimas, decía Lope, “son buenas para quejas”. Y redondas sentencias, de las que dejaré aquí apuntadas algunas.

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24 noviembre 2024

Acerca

 

de la famosa cuestión de la libertad religiosa antes y después del concilio, es interesante esta observación:

Se condena esta libertad de conciencia a causa de la ideología que proclamaron los defensores del racionalismo apoyándose en el fundamento de que la conciencia individual no tiene ley, de tal modo que no está sujeta a ninguna norma dada por Dios (cfr. Syllabus, prop. 3, ASS 3. 1867, p. 168) […] Se condena por fin esa separación de la Iglesia y del Estado que tuvo su raíz en la opinión racionalista de la omnicompetencia jurídica del Estado (cf[r]. Syllabus, prop. 39, ibid., p. 172), según la cual la misma Iglesia debe ser incorporada dentro del organismo monístico del Estado y sometida a la potestad suprema del Estado.

(En Moral política capítulo II, pp.63-64)




23 noviembre 2024

Está pasando

…la abstracta y obsesiva insistencia en los derechos formales de insignificantes minorías puede llegar a convertirse en la negación real de los derechos efectivos de la gran mayoría.

Lo que no sé es por qué la califica de abstracta. Obsesiva sí, hasta límites que no se pensaban en 1982 (Matías García Gómez, Moral política en una sociedad pluralista, Introducción).



22 noviembre 2024

Anulada, sofocada

Felicidad Blanc es el claro ejemplo de mujer anulada por su papel familiar y social: de nada sirvieron sus logros como deportista, escritora, periodista, traductora o actriz, pues la condición de esposa y madre de poetas sofocó cualquiera de sus inquietudes intelectuales.*

Claro, ¿no? Pues eso es el feminismo.



*Texto promocional de La ventana sobre el jardín, de Felicidad Blanc, en Amazon, supongo que tomado del prólogo o de la solapa del propio libro, obra del listillo de guardia. Subrayado mío, por supuesto.

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20 noviembre 2024

Moral política en una sociedad pluralista

Es la reelaboración en forma de libro de una serie de trabajos del autor realizados entre 1967 y finales de los 70. Lo cual ocasiona, entre otras cosas, que dé la impresión de que se repiten mucho los argumentos. Todo se articula en torno a una idea: la distinción entre el orden moral y el orden jurídico, y cómo no siempre aquello que es exigible en el primero lo es en el segundo. Todo el mundo sabe, por ejemplo, que mentir está mal, pero nadie pretendería sancionar penalmente la mentira.

El autor, teólogo, toma pie de la declaración Dignitatis humanae del Concilio Vaticano II. Como es sabido, ese documento es una defensa de la libertad religiosa (o, por mayor precisión, como indica el propio título, “la libertad civil en materia religiosa”). Explica don Matías (García Gómez) que hasta ese momento se había tenido en cuenta el deber moral de los poderes públicos de tutelar la religión verdadera, mientras que a partir de ahora se prima el derecho a no ser coaccionado en materia religiosa, sin obviar el deber de toda persona de buscar a Dios y abrazar la fe católica una vez encontrada. No todo lo que es exigible en el orden moral es exigible en el orden jurídico.

Cosa que se entiende bastante bien, pero me suscita cierta inquietud. El propio autor sugiere que esta libertad de coacción podría ampliarse a otros asuntos en que el consenso moral en una sociedad esté lejos de ser alcanzado: ¿divorcio?, ¿aborto?... Él no toma partido pero deja la cuestión abierta. Lo cual no deja de tocarme un poco los esquemas. Más si pienso que, al menos en España, no venimos de una sociedad licenciosa que lleve al Estado a observar una respetuosa neutralidad en tales materias, sino que justamente las leyes liberalizadoras del divorcio o el aborto son las que han acarreado una cada vez mayor licencia de costumbres. ¿Sabemos realmente lo que estamos haciendo, desde hace medio siglo?

Cuestión sujeta, también, a la libre discusión, como bien se deduce del libro.

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16 noviembre 2024

El secreto del Mago

Casi no se le nota el verso a Luis Alberto de Cuenca, lo cual no sé si es bueno o malo, por cierto. Bien es verdad que en muchos poemas se trata de verso libre, y todavía no veo muy claro por qué ese tipo de poemas no puede escribirse igual en prosa. Muchos de estos podrían estar en prosa sin que se notara en la elocución. Hay una tendencia al encabalgamiento abrupto que tiene su gracia, sin que me atreva a hablar de sus efectos.

Luis Alberto de Cuenca es un decadentista un siglo después del decadentismo, capaz de reivindicar a los viejos que acosaron a Susana; un escéptico que no sufre, o que sufre solo de nostalgia (“al final no pensamos ni recordamos nada que no sea el principio”); un estoico que a ratos se dirige a Dios (el Mago) ahíto de belleza efímera; y, sobre todo, un culturalista que define su vida como este cortometraje que aún protagonizo. Hay una sección dedicada al mundo clásico (“Aristónico y otras antigüedades”), otra a cantar “Por soleares”, cual Manuel Machado de los dos mil (Qué difícil es morirse/ después de oler el perfume/ de tus manos en el cine); y un “Oficio de difuntos” dedicado a amigos fallecidos. De hecho, la muerte, vista cada vez más cercana (Adónde iré,/ rodeado de muerte/ por todas partes) hace frecuente acto de presencia.

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13 noviembre 2024

La comedia nueva o El café

Siempre es un placer leer a los neoclásicos: otra cosa no tendrán, pero si están en el canon es por ese español claro y elegante que lucen. Pocas sorpresas al leer esta comedia, cuyo tema conocemos todos lo que hemos estudiado el bachillerato. Dos actos le bastan a Moratín para afirmar sus ideas sobre el teatro, que más bien eran hartazgo de las malas imitaciones de Calderón que se gastaban en su tiempo. Suele pasar: cuando un estilo decae, el empalago que provoca se hace extensivo a todo el repertorio, incluidas las obras maestras. Los neoclásicos, hartos de los Comella y demás, creen que el vicio es español y la virtud foránea y se ponen a alabar a lo francés como solución a los subproductos que subían a los escenarios, con gran aplauso del respetable, eso sí. Desde nuestro tiempo, en cambio, lo que resulta empalagoso es ese paletismo que lleva a estar pendiente todo el rato de qué dirían los extranjeros: ah, si los franceses pasaran por aquí y vieran esos engendros… Venga ya. Mil veces una décima de Calderón antes que una ristra de alejandrinos de Racine.

Aparte del malo (el autor de la “comedia nueva”) y del bueno (don Pedro, el hombre del buen gusto y de las reglas del arte) aparecen don Antonio, otro enterado pero frívolo, que no quiere desengañar al poetastro por tener de qué reír; Hermógenes, el pedante aprovechado, el más malo por hipócrita; y la mujer y la hija del vate, la una colaboracionista en los crímenes del marido y la otra víctima de las manías teatrales de ambos.

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11 noviembre 2024

Odisea (versión de Fernando Gutiérrez)

Creo que Fernando Gutiérrez acierta plenamente con esta traducción en versos hexadecasílabos, con ritmo dactílico, a lo Marcha triunfal. Son cantarines, como se supone que debe ser para una lectura de la Odisea aproximada al original del aedo. Y estorban menos los epítetos que en una traducción en prosa o en verso “libre”. Y no se nota que tenga que hacer ningún penalti, quiero decir alguna palabra o frase ripiosa, para mantener el ritmo. Por cierto, que don Fernando debía de pronunciar Itaca, así, llano, según se desprende de la lectura. A lo mejor es eso el penalti.

“Las gestas relatan siempre aventuras gigantescas, pero mezcladas con detalles caseros del héroe”. San Josemaría, que sin duda había leído la Odisea, podía estar pensando en ese momento en que Ulises dilata intencionadamente el abrazo a su mujer, fingiendo desconfianza pero gozando con la expectativa del encuentro. O en el diálogo final entre los esposos junto al árbol totémico (o como quiera llamarse) plantado en medio de su aposento, símbolo quizá de la una caro esponsal.

Naturalmente, la matanza de los pretendientes, precedida del cierre de puertas y la hazaña del arco, me ha entusiasmado menos que la primera vez, pero me sigue admirando lo poco que hemos cambiado como público desde aquellos años. Cinematográfico (hollywoodiano, en concreto) cien por cien.

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06 noviembre 2024

Rimas (Guido Cavalcanti)

Según nos explican en el prólogo, fue Cavalcanti quien inició la costumbre de referirse a la canción, como si fuera un interlocutor animado, en la última estrofa de ella. Lo hace Garcilaso a veces.

Estas rimas las componen sonetos y canciones, aparte de alguna otra composición de corta extensión. Las canciones son llamadas también baladas (ballata), lo cual me hace abandonar mi creencia de que ese término designaba solo un poema lírico-narrativo. El tema, el acostumbrado desde los provenzales, desarrollado por los del stil novo: la mia donna y sus desdenes, la petición de merced, los ojos asesinos, el corazón que late a pesar de estar herido de muerte… Es de notar la repetida mención a unos espíritus cuya referencia se me escapa: ¿los sentimientos?, ¿las pasiones?...

En el enjundioso prólogo, el autor (Enrico Fenzi) nos expone la diferencia entre las concepciones del amor de Dante y Cavalcanti. El segundo está en la tradición de la enfermedad del amor, lo cual relaciona Fenzi con escepticismo de Guido, mientras que para Dante el amor es una vía hacia Dios, siendo Beatriz una figura Christi, término éste que me encantó, por cierto.

La traducción de Juan Ramón Masoliver me gusta más que la de la Vita nova por Martínez Mesanza, en este mismo volumen. Masoliver respeta la forma original y consigue casi siempre mantener los efectos de rima, en concreto las rimas internas de que era bastante amigo Cavalcanti.

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04 noviembre 2024

Advertencia idiomática

al gremio periodístico: 

No es necesario que cada vez que se hable de un aviso se añada “a navegantes”.



03 noviembre 2024

Va

 y dice: “La prueba que demuestra la presunta implicación de…”

Y digo yo que si la demuestra ya no será presunta, ¿no?

Hay terminajos singularmente mimados por la jerga político-periodística. Pasó escenificar, pasó vehicular, pasará emblemático, pasará bulo, pero parece que a presunto –a no se le acaban los días de gloria, hasta el punto de que incluso lo demostrado es presunto. Ya no es un término mimado, es un término abusado, para utilizar otra patada al idioma muy propia de este gremio. 




01 noviembre 2024

Nadie ama realmente a otro

si no siente cierto respeto por él. Cuando dos amigos se toman confianzas excesivas podrán seguir unidos durante un cierto tiempo pero han quebrado el lazo de unión. Es el respeto mutuo lo que hace duradera la amistad. Lo mismo pasa en los sentimientos de los inferiores hacia los superiores. El temor debe preceder al amor. Mientras quien tiene autoridad no muestre que la tiene y que la puede ejercer, su indulgencia no será valorada; su amabilidad parecerá debilidad.

J. H. Newman, Sermón 23, “La reverencia cristiana”, también en Sermones parroquiales, 1.

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31 octubre 2024

Dí que sí

 No gusto de penas una vez he cenado.

Pisístrato, en Odisea, canto IV



30 octubre 2024

Divagaciones

Dice Miguel Ángel Quintana Paz que le embarga la duda de si el PSOE desprecia la inteligencia de sus votantes o simplemente conoce la inteligencia de sus votantes.

Para mí que es una figura retórica, claro. Yo, al menos, no tengo la menor duda.

En cuanto dejamos de lado que se están dirigiendo a su electorado, todo lo que declara esta gente ha de parecernos espantosamente pueril.

Cuando todo el mundo hablaba de fake news algunos recordábamos que eso toda la vida de Dios se había llamado bulo. Por qué no nos callaríamos. Ahora se llama bulo a cualquier mentira, y más si se dice desde el gobierno. Que la amnistía tiene como fin reconciliar es un bulo. Pues no: no es lo mismo una noticia falsa que un insulto a la inteligencia. Que los políticos se encariñan con las palabras y todo lo implementan, lo escenifican o lo vehiculan, según la temporada.

Otro tuitero que no sabe a quién votar porque todos le han decepcionado. Debe de tener dieciocho años recién cumplidos. Aquí todos hemos votado al menos malo desde que nos alejamos de la adolescencia. Se vota para limitar un mal, no para que se hagan nuestros deseos. De otro modo nadie votaría. Calla: nadie votaría… nadie votaría… Mecagüen, pues no estaría tan mal, tú.

“España nunca ha ido mejor”, dice el figura.

¿Ya podemos sacar de nuevo el Lamborghini?



26 octubre 2024

El demonio

…simula ser un profeta… En cierto sentido [él y sus servidores] dicen la verdad; pero no es toda la verdad, y bien sabemos, aun por simple experiencia, que una media verdad suele ser la más burda y dañina de las mentiras.

Newman, Sermón 24, “La religión de estos tiempos”



 

25 octubre 2024

La familia del tío Maroma

Pues que el hijo de los Maroma, afamado tenor, va a visitar a la familia. Papá Maroma quiere casarlo con su prima, para disgusto de Benito, que la pretende. Hay un pequeño enredo con la llegada, porque ambos quieren darse la sorpresa, pero la sorpresa real es que Manuel, el cantor, viene ya casado, lo que allana el camino al Benito y a Margarita, que también prefería a este.

Supongo que con música está bien.


24 octubre 2024

Es un cura muy majete, no se mete en nada. Por ejemplo.

La gente admira la religión siempre y cuando puedan admirarla como un cuadro. La encuentran maravillosa en los libros y [,] mientras puedan contemplar cristianos a distancia, hablan bien de ellos. Los judíos en tiempos de Cristo edificaban sepulcros a los profetas que sus padres habían matado; y ellos mismos mataron al justo de Dios. Dieron reverencia al Hijo de Dios antes de que viniera [,] pero cuando su llegada excitó sus pasiones e intereses, entonces dijeron: “Este es el heredero. Vamos, lo mataremos y será nuestra la heredad” (Mc 12, 7) así los cristianos cuando trabajan y hacen barrera a la soberbia y el egoísmo del mundo, disgustan al mundo y se ganan que “digan contra ellos todo tipo de maldad por mi causa” (Mt 5, 11)

J. H. Newman, Sermón 12, “Profesión sin ostentación”, En Sermones parroquiales, 1

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19 octubre 2024

Poesía y libertad

Vintila Horia dedica esta conferencia a uno de sus temas favoritos: los poetas como defensores de la dignidad y libertad humanas frente a las nieblas totalitarias de su siglo. No todos los poetas, por cierto: VH empieza distinguiendo a los que realmente han levantado la bandera de la libertad frente a los que, de un modo u otro, colaboran con esos vapores tóxicos que, de acuerdo con la imagen que él utiliza, ascienden de los infiernos y amenazan con ahogar a la humanidad.

Es también una requisitoria contra los filósofos, creadores de esas ideologías que apestan el mundo. Frente a ellos se alzarían los poetas, y el autor se centra especialmente en los del espacio soviético, como él solía denominarlo: Maiakovski, Esenin, Pasternak. Son, en efecto, quienes reaccionaron de modo más visible contra el totalitarismo, ya que lo padecieron, mientras que en Occidente muchos colegas se han vuelto aliados del enemigo. El futuro de la libertad está en manos de esos a quienes el autor compara con los provenzales, que sacaron a Europa de un tiempo oscuro, junto con los santos.

La conferencia es de 1959, antes de que publicara la novela que le dio fama, Dios ha nacido en el exilio, que de algún modo recoge esta temática.

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16 octubre 2024

Sermones parroquiales, 1

Aunque estos sermones tratan, por supuesto, del amor de Dios y del amor a Dios, llama la atención que la palabra obediencia se encuentre 93 veces por 82 que aparece amor. Ya nos advierte el traductor que por obediencia entiende Newman el ejercicio de las virtudes cristianas, es decir, el portarse bien. Y también de que algo queda de calvinismo en este Newman todavía no católico. En efecto, en los primeros sermones el futuro santo nos sugiere que ese ser buen chico es una muestra de la predilección del Señor, de contarse entre sus elegidos (palabra con 14 recurrencias en el libro, siempre referidas a esto). Me pregunto si Newman habría sido motejado de pelagiano en nuestros días, en que se prefiere poner el acento en el amor a Dios y en su infinita misericordia. De todos modos, no está mal que nos recuerden de vez en cuando que Dios no te salvará sin ti.

Se entiende, por otra parte, que Oscar Wilde dijera aquello de que la católica era una Iglesia de santos y pecadores, y que para señores respetables ya estaba la anglicana. Sin embargo, hay varios sermones en este volumen que tratan sobre el fariseísmo y que parecen dar una respuesta anticipada (datan de 1829-32 más o menos) a esa ironía wildeana: la tal respetabilidad no tiene nada de malo siempre que tú cuides de no hacer tu limosna delante de los hombres.

Me he quedado con bastantes párrafos que iré colocando aquí. De momento, vaya esta frase que podría adornar un calendario: La alabanza del mundo se parece mucho al desprecio. Sí, ¿no?

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13 octubre 2024

Generación del 98, según Donald Shaw

 ...el primer grupo de la literatura moderna occidental que exploró sistemáticamente el fracaso de las creencias y la confianza existencial que a partir de entonces ha sido el tema principal de pensadores y escritores.

Citado por Darío Villanueva en "Azorín de nuevo en la RAE". 

Uno necesita de vez en cuando estos subidones patrióticos...



12 octubre 2024

Antígona (Jean Anouilh)

Anouilh plantea una Antígona en clave existencialista y, por tanto, contemporánea: tan contemporánea que sitúa el asunto, de modo un tanto forzado, en nuestro tiempo, con café y con coches. La acción sigue una línea muy similar a la de Sófocles, pero es en el enfrentamiento entre Antígona y Creonte cuando nos damos cuenta de que los verdaderos motivos de la hija de Edipo son muy otros que el cumplimiento de un deber moral. Avisada por Creonte de la verdadera catadura de sus hermanos, se ve obligada a reconocer que anda buscando la muerte como rechazo a un bienestar ilusorio en el que viven todos los demás (al que en el diálogo se da el nombre impropio de felicidad) y del que es árbitro Creonte: la política no sería, así, sino el enojoso deber de mantener ese estado ilusorio (“yo dije sí” a ese deber), de espaldas a la condición trágica del ser humano. Los guardias serían los mejores representantes de esa inconsciencia.

Es un planteamiento que me recuerda al de Buero Vallejo en En la ardiente oscuridad. Solo que en Anouilh el personaje inquieto (y que causa el conflicto) es el que reconoce la ceguera, es decir, el sinsentido del mundo, mientras que en Buero el conflictivo es el que se empeña en creer que no hay ceguera, en superar la limitación.

Eso es al menos lo que veo en esta adaptación para RTVE, con Teresa Rabal y Pablo Sanz como antagonistas, que cumplen bastante bien.

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10 octubre 2024

El caballero inactual

Es la obra que Azorín tituló inicialmente Félix Vargas, y que como tal aparece en algunas ediciones, Cátedra por ejemplo. Pasa por pertenecer a la época más vanguardista de Azorín (no dejan de ser las fechas en que la vanguardia andaba por todo lo alto). La única diferencia que veo con lo anterior, sin embargo, es la superabundancia de frases nominales, algo así como si fuera una novela hecha a base de acotaciones teatrales a lo Valle-Inclán.

El protagonista es un personaje, como todos lo suyos, sensitivo y meditabundo, aunque mejor dicho es el autor el que siente y medita por él. En esta ocasión sus sensaciones y sus meditaciones van hacia Santa Teresa, sobre quien el Femina Club le ha encargado un curso, y hacia Andrea, a quien reencuentra en Biarritz, un antiguo amor quizá. La acción, ejem, transcurre entre esta ciudad, Ávila y la aldea cercana a San Sebastián donde vive Félix. Lo de inactual imagino que alude a su afición por ciertas damas francesas del tiempo revolucionario.

Siempre vuelvo a picar en Azorín, aunque a estas alturas ya sé que no voy a encontrar nada nuevo. Pero da tranquilidad. Una tranquilidad algo triste, eso sí.

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06 octubre 2024

Monólogo de una mujer fría

Estamos, ante todo, ante un retrato. Hay por ahí antologías sobre ese fino arte, los libros de texto te traen ejemplos de Galdós, de Clarín, etc. Bien, aquí el retrato es toda la novela. E imagino que el libro se vendió no solo entre la aristocracia andaluza, que no es tan numerosa como para hacer un best-seller. En los años franqueos había dos tipos de novelística: la que leía la gente (Luca de Tena, Salisachs, el propio Manuel Halcón) y la que leía (la que leería más tarde, sobre todo) el alumnado de enseñanza media, instado por sus profesores (Goytisolo, Sánchez Ferlosio, Martín Santos). El caso es que lo que leía la gente estaba lejos de ser la purria kenfolletiana o julianavarresca de hoy, pues eran productos de primera calidad. Ya he comentado aquí ejemplos sobrados.

Manuel Halcón retrata lo que conoce, es decir, la clase alta andaluza. Anita Peñalver no es una aristócrata, sino una burguesa terrateniente, una snob, y sobre el esnobismo se hace teoría abundante en la novela. Aquí el término no lleva carga negativa, pues Anita está perfectamente integrada en su sociedad. En los tiempos de la literatura social, era todo un atrevimiento escribir sin el menor asomo de crítica sobre un personaje así: rica, prendada de su belleza, que simultanea la religión con los escarceos extramatrimoniales, que da a los pobres de lo que sobra (“ir de pobres”: qué encantadora expresión) y frecuenta los mejores hoteles. Pero no hay que pensar que estemos ante un chato cuadro costumbrista con un personaje-tipo, porque la levadura, por así decirlo, del buen hacer de Halcón hace cobrar volumen a su personaje hasta conseguir, como dijo Pemán, “una de las creaciones de mujer más totales de la novelística contemporánea”. Cosa que no pueden decir Ferlosio ni Goytisolo.

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03 octubre 2024

Viaje a Sodoma

Jacobo vive en París con su abuela inglesa, pero aquel verano lo mandan a la Costa Brava con su tío Gregorio, un pintor famoso y de vida alegre. Un viaje a Sodoma, en efecto, porque Gregorio ha sufrido un desengaño amoroso y olvida las penas a base de bacanales con sus amigotes en su playa privada. Pero Jacobo le cae bien y gasta sus días junto al chico, haciéndole vivir toda clase de fantasías, inspiradas en los sueños y las vivencias del chaval: encuentran un tesoro en la cueva Tal, monta en Clavileño reencarnado en un juguete que había en el desván, reciben a un extraterrestre procedente de Venus… No importa que un día Jacobo descubra las orgías nocturnas, porque el tío le incluye en ellas con toda naturalidad: será el propio Cupido con alas y todo, y el chico tan contento.

Pero un día, en un malhadado barco, llega Teresa, la amada infiel, viuda del nuevo amante, y la muy ladina se echa de nuevo a los pies de Gregorio. Segunda parte. Jacobo ya no es más que un estorbo, y él lo sabe. El tío lo mantiene a regañadientes mientras él sirve, en el más trovadoresco de los sentidos, a la enemiga recuperada. A partir de aquí intuimos el final trágico.

E intuimos también que lo de Sodoma no deja de tener un matiz irónico, porque el niño estaba en Sodoma antes de partir a España: el viaje fue una manera de quitarlo de en medio para que su tío le hiciera asimilar poco a poco que su madre había dejado a su padre e iba a tener un hijo de otro hombre. Y no dejó de estar en Sodoma aunque Teresa y sus amigos cubriesen su frivolidad bajo apariencias de una vida más arreglada. Sodoma no es tanto las prácticas narcosexuales cuanto el egoísmo de los mayores, se vista de cinismo o de hipocresía. Como sucede en otras novelas de Mercedes Salisachs, en un momento dado un personaje enuncia la clave de la historia:

En el fondo [el niño] no es más que una víctima de nuestro pajolero sistema de vida, un pobre desarraigado del que todos han ido sacudiéndose como si fuera una mosca.

Amenísima y de impecable factura, como todo lo que escribe Salisachs. Y un cuadro despiadado de lo que iba a suceder en España poco después, con la aprobación de la ley de divorcio. Contribuyen especialmente a crear suspense e interés la adopción del punto de vista del niño y la alternancia entre el presente y el pasado inmediato.

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29 septiembre 2024

Espronceda, dos siglos (y IV)

El destino, que siempre se burla de los titanes, quiso que el hombre que tantas veces se había jugado el cuello muriera de un vulgar garrotillo en 1842, con treinta y cuatro años. Había dado rienda suelta a su vocación política hasta el final, ya como diplomático y diputado durante la regencia de Espartero, y con encendidos artículos en los diarios de la época. En sus últimos años trabajó también en la que luego sería su obra más conocida junto con la Canción del pirata: el poema narrativo El estudiante de Salamanca, protagonizado por un seductor que tenía por “sus fieros, sus bríos; sus premáticas, su voluntad”, y una de las mejores encarnaciones del titanismo romántico.

En uno de sus encontronazos con el poder, Espronceda recaló en Cuéllar. Esta villa le inspiró también un novelón titulado Sancho Saldaña, el castellano de Cuéllar, ambientada en el siglo XIII y llena de crímenes, traiciones, pasadizos y tumbas. Y es justo recordar a uno de nuestros más ilustres huéspedes, aunque fuese huésped forzoso, en este año en que se cumplen doscientos de su nacimiento y que tal vez se olvide en pro de otros centenarios más ruidosos. El mejor homenaje, con todo, sería releer y disfrutar El estudiante de Salamanca y el Canto a Teresa, para empezar.



27 septiembre 2024

Espronceda, dos siglos (III)

El mismo desprecio por lo instituido encontramos en su vivencia del amor. A los veintitrés años Espronceda se apodera de la malcasada Teresa Mancha y se la lleva a París. Viven unos años apasionados, tienen una hija, pero semejantes aventuras son tan intensas como fugaces. Teresa terminará rechazándole, mendigará amores durante unos años y morirá corroída por el desengaño en 1839.

No quiero dejar, por cierto, de hacer referencia a la sugestiva versión que ofrece Rosa Chacel de esta ruptura, en su novela Teresa. En un momento dado, la mujer, revolviendo papeles de su amante, encuentra una creación suya inédita: unos poemas obscenos. Una chiquillada, tal vez, pero Teresa no pudo evitar recordar sus raptos amorosos y asociarlos con aquellos versos. ¿Así que eso es una mujer, así que eso soy yo misma, para ti? El icono del rebelde, del patriota, del hombre animoso, se vino abajo de repente y Teresa ya no pudo recuperarse. Se convirtió en una cínica y rumió su amargura hasta su muerte.

Si no fue así, bien pudo haber sido. Tal vez había tomado a su amante por uno de sus personajes, esos que nunca descendían a tales submundos. En todo caso, la decepción fue tan tremenda que se hundió en abismos sacados a luz después por el poeta en uno de los cantos más desgarrados que salieron de su pluma, el titulado justamente “A Teresa” y que, caóticamente como no podía ser menos, insertó sin venir a cuento en El diablo mundo, su creación más ambiciosa.

¿Por qué volvéis a la memoria mía,

tristes recuerdos del placer perdido,

a aumentar la ansiedad y la agonía

de este desierto corazón herido?

Y sigue con abundantes ¡ay! Y ¡oh! mientras evoca cómo

En tu frente la implacable suerte

grababa de los réprobos el sino…

Sola y envilecida, y sin ventura,

tu corazón secaron las pasiones;

tus hijos, ay, de ti se avergonzaran,

y hasta el nombre de madre te negaran.

Para terminar con una risotada de hielo:

Brilla radiante el sol, la primavera

los campos pinta en la estación florida:

truéquese en risa mi dolor profundo…

Que haya un cadáver más, ¡qué importa al mundo!



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25 septiembre 2024

Espronceda, dos siglos (II)

José de Espronceda había nacido (o “le habían nacido”, como diría más tarde Leopoldo Alas) en 1808 en Almendralejo, por donde casualmente pasaban sus padres, el teniente coronel Juan de Espronceda y María del Carmen Delgado. Desde muy joven, buen hijo de su tiempo, anduvo mezclado en conspiraciones liberales que le llevaron a conocer los calabozos en varias ocasiones. Fue uno de esos exiliados que a la muerte de Fernando VII trajeron con ellos los nuevos aires en la política y en la poesía.

Ambas, de hecho, no dejaban de correr sendas paralelas en nuestro poeta. También en sus versos demostró siempre aversión a la mesura y el justo medio. De chico, su maestro Alberto Lista había dicho que el talento de Espronceda era “como una plaza de toros muy grande, pero con mucha canalla dentro”: capaz de clamorosos ripios como de hallazgos sorprendentes. Su liberalismo era el más radical que se despachaba en la época, pero tal vez las ideas políticas no fueran sino imagen de una insatisfacción más profunda: el hastío de la civilización, la nostalgia romántica por una época auroral sin normas, sin límites. En uno de sus poemas más conocidos, el “Canto del cosaco”, traza una auténtica “apología de la barbarie”:

¡Hurra, hurra, cosacos del desierto!

La Europa os brinda espléndido botín:

sangrienta charca sus campiñas sean,

de los grajos su ejército festín […]

¿Veis esas tierras fértiles?, las puebla

gente opulenta, afeminada ya […]

Desgarremos la vencida Europa,

cual tigres que devoran su ración;

en sangre empaparemos nuestra ropa,

cual rojo manto de imperial señor.

Y es que, si pusiéramos en un crisol todos los ingredientes que asociamos con el poeta romántico, posiblemente obtendríamos algo muy parecido a Espronceda. Él fue entre nosotros el modelo más acabado de aquella corriente, y también el primero. Lo cual, por cierto, equivale a decir el primer artista contemporáneo. Es en el Romanticismo cuando el artista, y en especial el escritor, se convierte en un inadaptado, un rebelde frente al orden establecido, cosas que aún en nuestro tiempo seguimos relacionando con el poeta o novelista. Sólo que entonces no reportaban laureles ni homenajes sino cárcel y destierro.



 

24 septiembre 2024

Espronceda, dos siglos (I)

 (Voy a guardar aquí este artículo que hice por encargo para la revista La villa, de Cuéllar, en el 2008, con ocasión del bicentenario de uno de los vecinos ilustres de dicha villa --estuvo preso en el castillo--).


Detesto acudir a los tópicos, pero creo que lo más parecido a una “bocanada de aire fresco” que recuerdo como lector fue mi reencuentro con la “Canción del pirata”, en los años universitarios. Habíamos acabado de estudiar el siglo XVIII, y quien más quien menos llegó a apreciar el sentido común de Feijoo, las ironías de Forner e incluso los ricitos y lunares cantados en lindas cuartetas por Meléndez Valdés. Pero, al igual que para sentir las cadenas hay que moverse, para advertir el olor a cerrado de aquellos correctísimos y atildados salones había que asomarse a otras latitudes. A la hora de pasar al Romanticismo, la profesora nos mandó llevar a clase la popular composición de Espronceda, a la que nunca presté gran atención, tal vez por el hastío de la archiconocida primera estrofa, la de los diez cañones por banda. Sin embargo, esta vez abrí el libro de Bachillerato y a la primera ojeada tuvo lugar el deslumbramiento.

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad;

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar.

 

Con la excusa de no añadir otro bulto al equipaje diario, empecé a copiarla a mano, con entusiasmo creciente. Al cuerno los besitos furtivos y las fiestas galantes de los poetas empelucados. Allí había sangre en las venas, vida a chorros, aunque al pirata no le importase perderla:

Y si muero, ¿qué es la vida?

Por perdida ya la di

cuando el yugo del esclavo

como un bravo sacudí.

 

Quien cantaba aquello era un corazón que se desbordaba frente a las reglas y al frío racionalismo del siglo que acabó. A él y a sus colegas los llamaron románticos como un mote despectivo que quería aludir a su afición a las novelerías, a los romances: estaban fuera de la realidad. Pero es que esa realidad les venía estrecha, y muchos salieron de ella por la vía más violenta, o fueron vencidos, como nuestro hombre, por una mezquina enfermedad que era un símbolo de un mal mucho más hondo, el que llamaron “mal del siglo”.




 


22 septiembre 2024

La incredulidad del padre Brown

El titulo responde al motivo que sirve de unión a estas historias y que es el de mostrar que la religión no tiene nada que ver con la superstición sino más bien con la razón. Suceden asesinatos que parecen el producto de una maldición o de una intervención fantasmagórica, y es el padre Brown el encargado de demostrar que no hay tal, sino una inteligencia que ha preparado las cosas de tal modo que así parezcan y salga él de rositas. Hay, por tanto, un criminal avispado que será derrotado por un detective aún más avispado, como en toda buena novela policiaca, claro. Pero en este caso el detective habrá de enfrentarse, aparte del asesino, a los que pretenden que allá donde hay un cura hay un creyente, o crédulo, en toda clase de supercherías. Precisamente porque parece sobrenatural no me lo creo, viene a decir el sacerdote de muchas maneras.

Curiosamente en la primera de las historias es el propio cura la víctima, que resucita al poco tiempo y ha de esforzarse en evitar que la gente lo aclame y difunda el “milagro” a voz en grito. A partir de ahí nos las hemos de ver con objetos sagrados, fantasmas, maldiciones familiares o animales adivinos. La solución es siempre racional, pero hay algo de inverosímil tanto en la extrema habilidad de los asesinos como en las geniales intuiciones del padre Brown. Pero son las reglas del juego y el juego resulta muy divertido.

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20 septiembre 2024

Papeles para la pequeña y la gran historia

Estas “Memorias de mi padre y mías” abarcan hasta el fin de la guerra civil y, en efecto, el padre del autor tiene tanto protagonismo como él, puesto que al comenzar la posguerra don Torcuato era un adolescente. Y don Juan Ignacio tuvo un papel interesante en la guerra desde su preparación, ya que anduvo en los tratos que culminaron con la compra del Dragon Rapide y el traslado de Franco a África. El autor cuenta graciosamente cómo utilizaban un lenguaje en clave donde la conspiración era “la operación de la tía Ernestina”, pero él ya sabía de qué se trataba. “Papá, dice don Fulano que la sublevación en Marruecos ha comenzado”.

Tal como relata aquí su experiencia, es fácil deducir que la guerra civil no empezó en el 36, ni siquiera en el 34, sino el en el 31, ya que la República fue una declaración de guerra contra media España, amén de que llegó por un golpe de Estado y no por referéndum, ni siquiera por unas legislativas que diesen la victoria a los republicanos. Ya desde el principio, se legisló para hacer desaparecer de la vida pública a los monárquicos y a la Iglesia: ABC estuvo clausurado en dos ocasiones y don Juan Ignacio encarcelado otras dos, una por una falsa acusación de asesinato y otra tras la sanjurjada, por el mero hecho de ser de derechas y “por tanto” sospechoso. Por no hablar (que don Torcuato tampoco habla) de la Constitución sectaria y las leyes contra la enseñanza de los religiosos.

La verdad es que la familia del autor tuvo bastante suerte dadas las circunstancias, puesto que solo tuvieron un muerto en la guerra y fue en combate, mientras que tantos y tantos de sus allegados cayeron víctimas de la vesania socialista y anarquista. De hecho varios salvaron la vida en circunstancias extremas y literalmente de película. Después de relatos como éste, no deja de sorprender que los socialistas actuales tengan la cara dura de presentarse como doblemente víctimas, primero como agredidos en la guerra y luego como acreedores a reparaciones en la transición. Pero más aún sorprende que la derecha española, lejos de arrepentirse por haberles dado una oportunidad, que no merecían, para volver a la vida pública, insista en comprarles semejante monserga.

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15 septiembre 2024

Más antecedentes

 del respeto a la libertad de prensa y a la legalidad por parte de los socialistas y allegados.

Una de las causas que acrecieron el muy justificado pesimismo de mi padre acerca del diagnóstico de la situación fue el gravísimo revés económico y moral que sufrió cuando el Gobierno que presidía Casares Quiroga –sectario entre los más sectarios—obligó a la empresa formada por mi abuelo a readmitir a los obreros expulsados cuando el conflicto laboral de ABC y prescindir, previa indemnización, de los operarios que fueron admitidos entonces. Aquella huelga fue declarada ilegal y, en consecuencia, la expulsión de los huelguistas era conforme a la Ley. No obstante, la orden gubernativa dictada casi dos años después era terminante: o se acataba o se procedería a la incautación de la empresa. ¡Donoso subterfugio para eliminar a un incómodo periódico de la oposición!

(En Papeles para la pequeña y gran historia, Torcuato Luca de Tena, capítulo XXVII)

La huelga en cuestión fue declarada cuando Juan Ignacio Luca de Tena se negó a transigir con el propósito de los obreros de obligar a uno de ellos a afiliarse a la UGT. Lo ugetistas fueron expulsados y la plantilla se rellenó con otros trabajadores, uno de los cuales murió asesinado al poco tiempo.

En fin, esta era la muy democrática Segunda República con la que acabó “el golpe de Estado del general Franco”.



13 septiembre 2024

"El pensamiento libre proclamo en alta voz..."

El gobierno de la Segunda República cerró el ABC durante más de tres meses en 1932. No fue el único periódico, claro. De hecho, la Segunda República tiene el récord de periódicos cerrados en toda la historia de España. No deja de ser coherente el PSOE de ahora cuando amenaza con ahogar a la prensa incómoda.

El Consejo de Ministros que tomó esta medida [la reapertura del periódico] estuvo muy dividido. Azaña, en sus Papeles inéditos, cita una frase esclarecedora como pocas para entender el talante democrático de la Segunda República Española: “Tengo muy en crisis el concepto político de la libertad de prensa”, recuerda Azaña que dijo Fernando de los Ríos [PSOE]: el mismo que escribió en su celda, como ya hemos relatado, “por el Derecho, la Libertad y la Justicia”. La misma tierna crisis de sus delicadas conciencias debieron sufrir [sic] los ministros Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz [,] que se opusieron a la reapertura de la redacción de ABC clausurada con cien cerrojos.

(Torcuato Luca de Tena, en Papeles para la pequeña y gran historia, capítulo XVIII)


“…y muera el que no piense igual que pienso yo”.



11 septiembre 2024

Dicen que ha resucitado

“Fofó no ha muerto. Ha muerto Alfonso Aragón Bermudez”. Así se expresa la gente cuando quiere decir que tal persona vivirá para siempre en nuestro recuerdo o que su obra dejará huella. No inventa una fábula con lujo de detalles sobre lugar, tiempo, modo de hablar y de comer de un resucitado, o sobre quiénes lo vieron y por qué orden. Ni habla paladinamente de “resucitar de entre los muertos”, provocando el cachondeo del público ateniense, pudiendo decir que todos estamos llenos de su espíritu, por ejemplo. Salvo que se trate de un poema lirico, lo que no era el caso.

Por eso, interpretar los relatos evangélicos de la resurrección como una alegoría que sugiere que Cristo sigue actuando en sus fieles, como hacen muchos teólogos con título, es simplemente ridículo. Así lo expone Vittorio Messori en este volumen, producto de una investigación rigurosa donde se enfrentan los datos evangélicos con las tesis que intentan refutar la realidad histórica de la resurrección.

¿Relato apologético, el de los Evangelios? ¿Y por qué no buscar mejores testigos que unas mujeres, cuyo testimonio tenía valor cero en aquel lugar y tiempo? ¿Contradictorio? No tan deprisa: los datos que ofrecen los evangelistas son perfectamente armonizables si uno se toma la molestia de armonizarlos. Messori analiza también las señales que el Resucitado quiso dejar para no ofrecer dudas razonables a los testigos: Juan vio y creyó, como Tomás, en este caso no por ver las llagas, sino por ver “las cintas extendidas y el sudario apartado de un modo singular”. En este apartado Messori sigue las investigaciones de un párroco italiano que, estudiando el griego de san Juan, llega a conclusiones diversas de las traducciones habituales.

Pero lo más divertido del libro es la última parte, donde Messori carga contra una plumífera alemana que, sin dejar de llamarse cristiana y aun católica, se permite poner en duda en sus publicaciones no solo la historicidad de los Evangelios, sino todo el magisterio de los Padres y de los papas. En Alemania ocupa (u ocupaba, no sé) una cátedra de Teología. Es lo que hay.

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