(No dice nada que no sepamos, pero alguien tiene que decirlo. Se titula "Nación y democracia liberal y salió anteayer en el ABC.)
La supervivencia de la Nación española, al menos en su integridad, está amenazada. Como la democracia liberal en ella. Sin duda, lo primero es más grave que lo segundo. El régimen político importa poco si la Nación no existe. El régimen político creado por Europa es la democracia liberal. En realidad, sobra el adjetivo. La democracia, o es o no es. Y la única forma de democracia real es la liberal. Hablar de democracia popular es una necedad. ¿Cabe una democracia antipopular? ¿No es ella el Gobierno en nombre del pueblo? Pero quizá sea prudente conservar el adjetivo para rechazar sus suplantaciones y corrupciones.
La democracia no consiste en el poder absoluto y limitado sólo temporalmente de la mayoría. La
democracia no es sólo el gobierno de la mayoría. El pueblo no es la mayoría. La mayoría puede ser tiránica. La democracia requiere algo más, mucho más, que el gobierno de la mayoría. No hay democracia (liberal) sin la existencia de ciudadanos libres e iguales ante la ley, sin soberanía nacional, sin división de poderes, sin Estado de derecho, sin garantía de los derechos naturales. Todo esto está amenazado en España.
No todo Gobierno nacido de las urnas y del Parlamento es necesariamente democrático. Tiene que respetar los requisitos y condiciones mencionados. Un Gobierno formado, en todo o en parte, por fuerzas políticas no democráticas no puede ser democrático. Es muy dudoso que el PSOE actual sea, con arreglo a estos criterios, democrático. Es seguro que Podemos no lo es. El comunismo no es democrático. Si en algún momento (el eurocomunismo) lo fue es que no era verdaderamente comunista. Defender las dictaduras cubana y venezolana, más aún el estalinismo, es hacer profesión de fe totalitaria. Este Gobierno español no cree en la existencia de ciudadanos libres e iguales. Para él, no todos los ciudadanos tienen los mismos derechos. Por ejemplo, no todos tienen derecho a decidir la educación que reciben sus hijos, ni a hablar en todos los ámbitos públicos la lengua común de todos los españoles. Tampoco pueden defender la soberanía nacional quienes no creen en la nación. Quienes niegan a la oposición legitimidad para acceder al poder no son demócratas sino totalitarios. Quienes creen que la democracia es de izquierdas son hemipléjicos morales o, si recurrimos al dictamen de Ortega y Gasset, imbéciles.
Tampoco hay democracia liberal sin división de poderes. La teoría procede de Locke y Montesquieu y fue asumida por los redactores de ‘El Federalista’ y ‘padres fundadores’ de la Constitución de los Estados Unidos. Es necesario que el poder frene al poder. Si no hay división de poderes, el poder es absoluto. Es especialmente necesario constituir un poder judicial independiente del Gobierno. Exactamente lo contrario de lo que se pretende en España. El gobierno de los jueces se convierte en botín de los partidos y de las mayorías parlamentarias. Todo el poder para el pueblo y el pueblo soy yo. Muerte de la democracia liberal.
El Estado de derecho consiste en el sometimiento de todos los poderes del Estado al derecho. A ninguno le pertenece el monopolio del derecho. Ni al Parlamento. También él se encuentra sometido al derecho, que protege a todos y está sobre todos. Ahora se pretende que el derecho no es sino la voluntad del poderoso al servicio de la ideología dominante bajo la comunista teoría del uso alternativo del derecho. La ley, sometida al poder. Y no al contrario. Estamos desmantelando el Estado de derecho y, con él, la democracia liberal y, con ella, la libertad y la dignidad. El derecho soy yo. Puro absolutismo camino al totalitarismo.
La democracia se fundamenta en el respeto y garantía de los derechos naturales que todo hombre tiene por el hecho de serlo. Ahora se pretende que es el poder quien crea y confiere los derechos y mientras dure su voluntad. De siervo de los derechos pasa el poder a ser señor de ellos, soberano de lo justo y de lo injusto. Es la muerte del Derecho y de los derechos. Es la falsa soberanía de los súbditos. El poder le dice al súbdito: si tienes derechos es porque yo te los otorgo. Los esclavos felices y la servidumbre voluntaria. La termitera satisfecha.
Y, claro, Dios y la religión, especialmente la cristiana, la única verdaderamente liberadora, molestan. Hay que imponer el laicismo, más bien el ateísmo de Estado, por decreto. Como el cristiano es un hombre libre, liberado por Cristo, es un obstáculo para el proyecto totalitario. Queda proscrita toda defensa de la contribución del cristianismo a la civilización europea, a la dignidad de la persona, a la libertad y a la democracia liberal. Sí. La democracia liberal no habría sido posible sin el cristianismo.
La democracia griega era otra cosa, y la República romana, un régimen mixto. Las democracias sólo arraigaron en sociedades cristianas. Luego se extendió a otras. Novalis lo dijo: Europa, es decir, la Cristiandad. Por eso, san Benito es el patrón de Europa. Porque, como recordó memorablemente Alasdair McIntyre, en la soledad de Subiacco salvó de la destrucción los sabios libros antiguos y liberó a lo que luego, gracias a él, fue Europa, de la barbarie y de los tiempos oscuros. No, no fue la Europa cristiana medieval la época de la oscuridad y la barbarie. San Benito no fue la oscuridad sino la luz, no fue la barbarie sino la civilización. Las naciones europeas no pueden ni deben ser confesionales, pero deben ser cristianas si quieren ser verdaderamente europeas.
En España agoniza la democracia liberal. Pero mucho más grave que esto es que agonice la propia nación. Si ella muere tanto da que sea democrática o no. Ya no será. ¿Puede poner el presidente del Gobierno de España algún ejemplo, salvo el suyo, de un Gobierno europeo integrado por comunistas y apoyado por separatistas? Si no puede, carece de la más mínima legitimidad para censurar a la oposición, incluido Vox, porque esta fuerza política, guste más o menos o nada, respeta la Constitución mucho más que los comunistas y los separatistas. Y que el PSOE actual. En España agonizan la nación y la democracia liberal. La solución depende de nosotros, los ciudadanos libres e iguales ante la ley. España goza de mala salud, pero sigue en nuestras manos. Mientras exista.
Ignacio Sánchez Cámara, ABC, 6 de septiembre de 2021