24 septiembre 2020

Esa capacidad prodigiosa

 

Gregorio Marañón, Vocación y ética:

Lo más corriente es que el instinto sexual y el amor se susciten por detalles momentáneos y accesorios, cuya eficacia de atracción se desvanece después…

Y pienso en tantos matrimonios rotos porque “ya no sentíamos nada el uno por el otro”. Sí, dice Marañón, todo sería desengaño y tragedia

si no existiera esa capacidad prodigiosa que tiene el hombre de crear, a la larga, el amor o la vocación sin vocación y sin amor iniciales, tan solo con el material de la convivencia y la buena voluntad. Esta aptitud, la más noble de nuestra especie, la que más nos acerca al Dios creador, rectifica el error del principio; y quién sabe si no es, en definitiva, la fuente más pura y elevada de la humana felicidad.

(Pp. 41 y 42 de la edición de Austral, 1966)



19 septiembre 2020

“Detesto lo que usted dice, pero

 

daría mi vida por que pudiera decirlo”. Esta frase, atribuida no sé si a Voltaire, suele usarse para definir gráficamente la libertad de expresión. Curiosamente (dejémoslo en curiosamente), el PSOE llama democrática a la ley con la que pretende castigar con la miseria a todo aquel que disienta de su visión de la historia; siendo así que, según tengo entendido, uno de los pilares de la democracia es la libertad de expresión. Pero es que la idea de la democracia que tiene el PSOE coincide de hecho con ellos mismos. Es, sí, el rótulo que se ponen en la frente y que les habilita, según creen, para cualquier tropelía. La democracia son ellos, como el estado era Luis XIV.

Lo malo es que, en esta bufonada, el PP ha elegido el papel del patético. Cada vez que el PSOE, con una de sus leyes o decretos, pronuncia su “la democracia soy yo”, me los imagino dando saltitos y levantando el dedo: “¡y yo también!, ¡y yo también!”

Lo serán… pero menos. De eso se trata, claro.



16 septiembre 2020

La justificación por la democracia

 Los gobiernos socialistas me recuerdan a menudo la polémica sobre la justificación: ¿por la fe o por las obras? Ellos han inventado la justificación por la democracia, y se adornan la frente con el rótulo de demócrata como los fariseos con sus filacterias, erigiéndose en los buenos del sistema y con el escándalo siempre a punto contra aquellos que osan relativizar de algún modo la justificación por esa vía: así Abascal con sus ochenta años.

Pero la democracia no es un rótulo, sino unas disposiciones y unas actitudes. Desde una dictadura se pueden poner las bases para una democracia, con medidas educativas, económicas, sociales; mientras que desde un sistema democrático se puede trabajar para sumir al pueblo en el analfabetismo funcional y acabar aprovechando cualquier coyuntura, una pandemia por ejemplo, para llevarlo a la ruina y edificar desde allí el primer régimen de “socialismo del siglo XXI” en Europa. Es la diferencia entre los primeros cuarenta años y los segundos.



10 septiembre 2020

Genitales como ángeles

 Paso la mañana examinando un libro de texto de Casals. El contenido doctrinal es tan profuso que resulta obsceno. Ya en la portada, “Don Quijote frente a las apuestas”, o algo así, se lo juro. Luego, textos sobre la Greta ecolojeta, sobre la igualdad de las especies, la violencia en la “pareja” …; don Quijote defiende la libertad de conciencia y Cervantes critica la violencia machista… y feminismo, feminismo en cada página. Junto a Fray Luis y San Juan de la Cruz, una Luisa de cuyo apellido ni me acuerdo; junto a Lope y Calderón, otra que tal; sor Juana Inés a la par de Góngora y recordada por su “Hombres necios…”; de Santa Teresa, junto a su doctorado (menos mal) se recuerda, cómo no, su episodio con la Inquisición, y no se menciona una sola autora sin traer a cuento las dificultades que le trajo su sexo y su lucha contra los estereotipos. El material escolar de los años 40, con su exaltación de las glorias patrias, palidece de envidia.

La última ocurrencia de esas mentes erráticas que se rotulan con las siglas LGBTI (de momento) se ha presentado en una exposición de tema trans en Barcelona. Según ellos, el binarismo es una forma de opresión que nos clasifica arbitrariamente en hombres y mujeres. Y no: los genitales, sépanlo, son individuales, personales e inclasificables. Cada uno agota su propia especie, como los ángeles. Por supuesto, el consistorio les apoya.

Me sorprende gratamente el estilo divulgativo, como de documental televisivo, de un ensayo tan famoso como La crisis de la conciencia europea, de Paul Hazard. Un estupendo relax frente a tanta memez.




 

06 septiembre 2020

Empezar una novela de Antonio Prieto

 es preguntarse qué capricho lingüístico habrá tenido nuestro hombre esta vez. En Carta sin tiempo, por ejemplo, le da por utilizar de modo peculiar la preposición en, cosa que también se advierte, por ejemplo, en su estudio Morfología de la novela. En Isla blanca, cuya lectura acabo de emprender, la ocurrencia estriba en el uso transitivo del verbo caminar (caminar la calle), pero casi siempre como metáfora: caminar la vida, etc.

Es uno de sus atractivos… hasta que deja de tener gracia, por lo reiterativo.

Otra de las constantes de Prieto es la inclusión en sus novelas de personajes históricos, sobre todo del campo de la literatura. En Isla blanca hay extras como Gerardo Diego, Benavente o Galdós, y entre otras se cita una novela de un tal José Francés que me es desconocido: figura menor, al parecer, del mundo literario de la Edad de plata, según la Wiki reputado crítico de arte y novelista a ratos, que durante la guerra civil se refugió del interés de la izquierda por la cultura en la embajada de Rumanía, eludiendo así el destino de los Maeztu, Hinojosa o Maura Gamazo.

Y luego están esas manoletinas que se permite con la composición narrativa. En este caso, le da por partir los capítulos en medio de una carta, la que escribe Andrés a Helena o Helena a Andrés, dejándola a veces a la mitad de una frase. Por supuesto, es inútil buscar sentidos ocultos a tal proceder. Son cosas de virtuoso.



 

02 septiembre 2020

Buero Vallejo (q. e. p. d.)

 se une a los que dicen que Casa de muñecas es una obra feminista*. Tu quoque. Triste feminismo si el modelo es una mujer que abandona a su familia en pro de no sé qué “deberes consigo misma”. Bueno, es feminista si entendemos que es humanista. Lo que hay en Casa de muñecas es una afirmación de la dignidad de la persona, que en este caso es una mujer; por muchos deberes que una tenga hacia el marido y los hijos, sigue siendo una persona a la que no se puede tratar como una muñeca, quitándole toda iniciativa y responsabilidad.

Y el espectador comprende la reacción de Nora. No es una mujer débil que se someta al abuso de autoridad ni una santa que lo sufra en aras de un bien mayor. Otra cuestión es erigir esa conducta en norma para toda mujer. Elegirse a uno mismo es el camino más corto a la infelicidad, como bien sabemos.

Y hay aún algo que separa a Casa de muñecas del feminismo de hoy. ¿Qué dice Nora? “Mis deberes conmigo misma”. Deberes. El feminismo actual, como todos los victimismos actuales, solo habla de derechos. Como todos los victimismos actuales, es un movimiento adolescente.

*En su, por lo demás, interesante conferencia en la Fundación Juan March.