12 julio 2025

Cuaderno prohibido

Valeria en la crisis de los cuarenta: un marido más preocupado por sus caprichos otoñales, cual convertirse en guionista de éxito, que por la felicidad conyugal de ella; un hijo y una hija que empiezan a desafiar su autoridad… Total, que a Valeria se le antoja empezar un diario, como a una adolescente cualquiera.

La narración sorprende con un arranque diría que distópico, pues el kiosquero le vende el cuaderno de tapadillo, ya que “está prohibido”. No sabemos por qué, pero el hecho es que, en efecto, el diario parece tener un poder maléfico, pues la lleva a una introspección que revela… ¿su verdad?, no, sino su debilidad. Poco a poco Valeria se sume en un abismo de autocompasión y victimismo que perjudica a la relación con su familia y la lleva a buscar la felicidad en brazos de su jefe, otro cuarentón insatisfecho.

El desenlace a lo Casablanca es algo escéptico, pero nos muestra a una Valeria que se sobrepone al ridículo que estaba a punto de hacer y opta por la relativa felicidad que proporciona la fidelidad a los vínculos contraídos, por encima de estúpidos romanticismos extramatrimoniales y cuarentones. Más de un lector lo lamentará, quizá también la propia autora, pero yo brindo por la decisión de Valeria. Por cierto: un futuro nieto tiene la culpa.

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10 julio 2025

Perlas vosslerianas (y III)

El sentimiento del honor de los soldados y de los oficiales era, en este ejército, un fundamento más importante que la disciplina. “Por la honra pon la vida, y pon las dos, honra y vida, por tu Dios”, era un conocido proverbio militar. Con harta frecuencia se daban motines, pero rara vez actos de cobardía. Y no, ciertamente, por su composición y organización, sino por la idea de que era honroso servir al rey de España, este ejército, que se componía de españoles y extranjeros, de voluntarios y de gentes procedentes de levas, fue un verdadero ejército nacional, el primer ejército nacional de la Edad Moderna. Este ejército, que era considerado una escuela de honor, en que los tránsfugas y parias podían ganar de nuevo la consideración social, pasó a constituir un ejemplo para el resto de las naciones. Era también puerto de refugio para todo género de aventureros. Y precisamente en ese azar de honores y derrotas se veía su valor educativo, confortador, rehabilitador ante Dios y ante los hombres. En la aventurosa carrera militar, los sanos de espíritu y los valientes se sentían a sus anchas, los débiles mal, y los frívolos adquirían la gravedad de que estaban faltos. Servir en el ejército español no fue solo una escuela del honor y de la aventura, sino también un penal donde iban a purgarse delitos pasados. Junto a los voluntarios militaban los penados, ora en la infantería, ora en galeras. En una galera real termina sus días Guzmán de Alfarache, y sólo ahí llega a la plena conciencia de su vida y a un íntimo arrepentimiento. El autor de la famosa historia escribe: “La vida del hombre milicia es en la tierra: no hay cosa segura ni estado que permanezca perfecto, gusto ni contento verdadero”. (Pp. 123-124)

Cuando se ha empezado […] a estudiar sin prejuicios la influencia de la Inquisición y de la censura sobre la literatura española y las bellas artes, se ha puesto en claro, con gran sorpresa, que dicha influencia es escasísima. La presión ejercida sobre el pensamiento, que consideramos hoy como algo intolerable, apenas la sintieron entonces ni siquiera las mejores cabezas ni los espíritus más delicados. Y eso que debe tenerse en cuenta que los españoles distaban mucho de tener una mentalidad servil, pues experimentaron siempre un gran placer en sublevarse, protestar y desobedecer… (Pp. 139-140)




07 julio 2025

Perlas vosslerianas (II)

[En el drama español] lo mismo que en un sueño, lo sublime se desarrolla, naturalmente, al lado de lo ridículo, y la gravedad más profunda junto a las vulgaridades y las burlas, llegando incluso a hacerse, por ese contraste, más profunda la profundidad de lo ensoñado. Así logra la poesía española, del contraste de lo excelso con lo vulgar, su unidad espiritual y artística. Se parece al claroscuro, que forma del blanco y negro su unidad y su mundo. (P. 57)

                                                                            

Esta historia nos enseña

que para Dios todo es fácil,

y que en el mundo es posible

ser un hombre santo y sastre.

 

(Santo y sastre, de Tirso de Molina, citado en p. 72, que sigue:)

En la manera de ver el mundo, y en el arte de los españoles, lo divino está en íntima relación con lo humano, y el héroe tiene junto a sí al bufón como amigo inseparable…

                                                                            

[Hablando de los Ejercicios espirituales de san Ignacio y extendiendo a la cultura española la cosmovisión subyacente]

En una palabra, el hombre, señor de los animales y de las cosas, con el único fin de servir a la gloria de Dios, fue el ideal teocrático de una vida, a la vez espiritual y militar, según el cual se encaminan el monje y el soldado, el hidalgo y el noble, el rey y, con él, toda la nación. La gloria del hombre se eleva así hacia la gloria de Dios, la cual, a su vez, glorifica el sentimiento humano del honor. (p. 121)



04 julio 2025

Obras de misericordia con cabeza

Si el que llega es un caminante, ayudadle con cuanto podáis; pero no permanecerá entre vosotros más que dos días, o, si hubiera necesidad, tres. Si quiere establecerse entre vosotros, teniendo un oficio, que trabaje y así se alimente. Si no tiene oficio, proveed conforme a vuestra prudencia, de modo que no viva entre vosotros ningún cristiano ocioso.

Didaché o Doctrina de los Doce Apóstoles, 12, 2-4



01 julio 2025

Perlas vosslerianas

De mi segunda lectura de Algunos caracteres de la cultura española, de Karl Vossler, que en su momento dije me resultó difícil de resumir, anoto algunos pasajes de interés.

 

La literatura [española] es en el siglo XVI, y especialmente en el siglo XVII, completamente distinta de lo que fue en la Edad Media, y, si no me equivoco, siente usted [Hugo von Hofmannsthal] más afición por esta poesía barroca que por la medieval. Pero hay un gran motivo que persiste y actúa en la literatura de ambas épocas a través de todas las vicisitudes de su historia y de los distintos estilos: es lo que pudiéramos llamar sentimiento metafísico del honor o, quizá mejor, militarismo religioso. (P. 10)

En la España de entonces [Siglo de Oro] se literalizaba* la vida y se vivía la literatura. Si no, ¿cómo hubieran podido surgir Don Quijote y esta Dorotea? Las dos obras son un espacio poético que se superpone a la vida de un hombre, que se introduce en ella, que la colorea, la eleva, la adorna, la hermosea, la embriaga y también la falsea, hasta que, ante la muerte y la eternidad, se desploma todo su esplendor. (P. 47)

*Sic en la traducción de Austral. Hoy diríamos más bien literaturizaba.

…que seamos como los españoles de los grandes tiempos fueron: que nos sintamos dichosos de vivir, que seamos exaltados y hasta —¿por qué no—frívolos, impresionables y blandos, pero también vigilantes siempre en lo tocante a las cosas eternas. […] En estos tiempos de relajamiento y molicie [1924], a los que estamos condenados, se recrea uno de buen grado en una literatura y un pensamiento como los españoles. (P. 48)

Para el francés, tiene la palabra, en alto grado, un valor activo, práctico y eminentemente realista. Para el español, mucho menos. (P. 58)



28 junio 2025

El idilio de la calle de Plumet y la epopeya de la calle de Saint-Denis

Victor Hugo se interna ahora en el territorio de la picaresca, con Gavroche, el hijo de los Thenardier abandonado a su suerte en la calle, y sus amigos del milieu, como se dirá más tarde. Exhibe de paso sus conocimientos sobre la jerga delincuencial, a la que dedica además una de sus, a estas alturas, ya difícilmente soportables digresiones. Este mundo de la delincuencia callejera se toca con otros dos, uno de índole privada cual es el del romance entre Marius y Cosette y otro de carácter político como el de las barricadas de la revolución liberal de junio del 32. Porque el chico y la chica por fin se encuentran y se entregan a uno de los más azucarados idilios que recuerda la historia de la literatura. Pero Jean Valjean, que no se siente seguro en París, decide embarcarse para Inglaterra con su pupila, lo que ocasiona en los enamorados el desgarro que cabe esperar, al tiempo que Valjean sufre un terrible ataque de celos. En fin, en las barricadas acaban confluyendo los miserables por su pobreza: Gavroche, Éponine, Mabeuf; el miserable por amor, Marius, y los idealistas amigos de Marius. Ninguno de ellos, como personaje, vale la mitad de los de Galdós o Tolstoi, pero el tremendo folletín se sigue leyendo con emoción.

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23 junio 2025

Imán

No es una crónica de la guerra de Marruecos, sino la traslación convincente y desgarrada de lo que uno llega a pensar y sentir cuando solo le queda matar o morir. Lo que sorprende al lector actual (a mí, vamos) es que no es una llantina antibelicista ni una exaltación patriótica, sino que Viance (el personaje que nos hace de cámara subjetiva) es más bien un nihilista que enfrenta lo inevitable con el aguante de quien echa un pulso con no se sabe quién sin pensar en la derrota. Tras el desastre de Annual, Viance echa a andar hacia un frente, luego otro y otro, con encuentros pintorescos, cual un Cabeza de Vaca sin esperanza ni ideales. Como en las memorias de éste, el escenario desértico parece propicio a la alucinación y el borrado de límites entre fantasía y realidad. Sender narra todo esto con sequedad, como si de unos apuntes se tratara (de hecho dice que se trata de unos apuntes) pero cuidando siempre, y con éxito, de no ceder en calidad y eficacia narrativa. En realidad es esta maestría la que nos hace continuar en un relato cuyas variaciones son escasas.

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20 junio 2025

Sammy, 1972-1974

Este volumen reúne tres historias desarrolladas en diferentes ámbitos relacionados con el mundillo gangsteril. La primera, entre pandillas de contrabandistas de alcohol que nutren al tinglado de embarcaciones situadas a la distancia pertinente para desafiar la Prohibición. La segunda, en una tópica dictadura americana con guerrilleros y todo, con Jack teniendo que “formar” al ejército del dictador, que tiene prisionera a su madre sin que esta se entere. Y la tercera en Sicilia, con un Sammy y un Jack haciendo de vengadores de un puñado de viudas que pronto demuestran que quizá no necesitaban protectores. Como es habitual en las series francobelgas, hay un componente didáctico, sobre todo en la tercera historia, que nos pasea por ciertos usos y lugares del país.

Una vez más, me complace que esta gente se relaje fumando y bebiendo en vez de chupando ramitas, y anoto un guiño del guionista: en un momento dado, un médico dice que no cree que el paciente, a quien han tiroteado, se muera, porque supondría tener problemas con la censura. Vamos, que Franco mandaba también en Bélgica, si ustedes me entienden…

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09 junio 2025

Perlas victorhuguianas, IV

El escepticismo, esa caries de la inteligencia…

“¿No se ha casado usted nunca?”. “Se me olvidó”, dijo.

Leer en voz alta es afirmarse a sí mismo lo que está leyendo. Hay personas que leen muy alto y parece que se están dando su palabra de honor de que es cierto lo que leen.

…con todas las formas más deliciosas de la mujer en ese momento preciso en que se combinan aún con todos los encantos más candorosos de la niña, momento fugitivo y puro que sólo pueden expresar estas dos palabras: quince años.



07 junio 2025

Perlas victorhuguianas (III)

Existen, sabido es, ateos ilustres y fortísimos […] En cualquier caso, aunque no crean en Dios, son unas inteligencias tan grandes que son la demostración de Dios.

[Tiene sentido, pero no creo que los ateos del tiempo de Víctor Hugo fuesen unas inteligencias tan grandes. Ni los de cualquier otro tiempo.]

…con las penas de los castigados y la sonrisa de los premiados [se refiere a las monjas que hacen penitencia por los pecados de la humanidad]

Nunca había sido mala, lo cual es una bondad relativa.

¿Es que siempre hay que andar proscribiendo algo? ¿Qué salimos ganando con quitarle el oro de la corona a Luis XIV y raspar el escudo de armas de Enrique IV?



04 junio 2025

Perlas victorhuguianas (II)

No podemos impedir al pensamiento que vuelva a una idea como no se puede impedir al mar que vuelva a una orilla. Para el marinero, eso se llama la marea; para el culpable se llama el remordimiento. Dios hace crecer el alma como el océano.

El señor Madeleine solía ir a las tres a ver a la enferma. Como la puntualidad era bondad, era puntual.

El velo que llevan es noche tejida

[Casi una greguería, ¿no? Se refiere a unas monjas penitentes, vistas por él con ojos de progresista escandalizado]

[Aquí, en cambio, el progresista menosprecia las filosofías ateas]

Lo curioso es el aire altanero, superior y compasivo que esa filosofía a tientas adopta frente a la filosofía que ve a Dios. Es como si oyésemos exclamar a un topo: ¡Qué pena me dan esos que hablan del sol!



03 junio 2025

Perlas victorhuguianas

 (Selecciono algunas frases de Los miserables que me parecen afortunadas o dignas de consideración)


…de la misma forma que es imposible amar demasiado, no es posible orar demasiado.

[Jean Valjean, tras sus conversaciones con el obispo de Digne]

¿Le decía al oído una voz que acababa de cruzar la hora solemne de su destino; que ya no había para él término medio; que, si no era en adelante el mejor de los hombres, sería el peor; que, por así decirlo, ahora tenía que subir más alto que el obispo o caer más bajo que el galeote; que, si quería volverse bueno, tenía que volverse ángel; que, si quería seguir siendo malo, tenía que convertirse en monstruo?

…rebosante de esa caridad que consiste en dar, pero que no contaba, en igual grado, con la caridad que consiste en entender y perdonar.

Le parecía que podían verlo… Por desgracia, lo que quería dejar fuera ya había entrado; lo que quería cegar, lo estaba mirando. Su conciencia.

Su conciencia, es decir, Dios.



 

01 junio 2025

Al este del Edén

Cinco años después de su lectura, me atrevo a abordar el comentario de esta novela. Creo que las reseñas más difíciles son las de los libros que has entendido a medias y las de los que te han parecido excepcionales por su calidad. ¿Por dónde empiezo?, es la pregunta que se hace uno ante estos últimos.

Tal vez algunos me echarían en cara que hago una lectura reduccionista; pero, si piensas, como don Langlois, no solo que “si hay alguien que pueda aproximarse con objetividad y libertad al rostro oculto del enigma, ese es ciertamente el hombre que piensa y vive en la fe de Jesucristo”, sino que la esencia del arte narrativo está en “la recreación del acto libre, del albedrío humano que se mueve dramáticamente entre las solicitaciones del bien y el mal, y de cara a un Dios presente o ignorado que es el sentido final de nuestra elección libre”, entonces el decir que Al este del Edén me parece una de las novelas más cristianas que se han escrito es el elogio más completo que se puede hacer de una obra literaria.

“Cristiano”, según este punto de vista, implica también buen hacer artístico, ya que el arte se acerca a la Verdad a través de la estética. Una mala biografía novelada de un santo sería una obra muy bienintencionada, sin duda, pero no una gran novela cristiana. Y Al este del Edén no es la mala (aunque trepidante) novela que creía Vargas Llosa, sino una producción equiparable a las grandes del siglo XIX.

Se ha hablado de Caín y Abel y del hijo pródigo. Algo hay de eso, incluso implícito en el título y en el nombre del protagonista, Adam Trask. El mal parece triunfar sobre su hijo Cal mientras que el bien lo hace sobre Aron, pero no todo es tan sencillo, por supuesto. Hay que contar con condicionantes de todo tipo, como son las actitudes del padre hacie ambos, la figura de la madre descarriada o las distintas sensibilidades de cada hermano hacia el pecado.

Todo pecador es redimible… con su propia cooperación, y así como Cathy, la madre, rechaza la gracia y se hunde conscientemente en el mal hasta el fin, Cal se abre al perdón de su padre (Adam, pero también Dios, aunque eso no se diga de modo explícito). Steinbeck, por tanto, no cae en la herejía progresista que lanza sobre la sociedad o sobre los genes toda la responsabilidad del mal: Cathy es responsable de su perdición y Cal de su vuelta a la casa paterna, figuradamente hablando.

¿Y qué decir del chino Lee? De algún modo es la voz de la eterna sabiduría, que está ahí y uno puede seguirla o no, y que (no es más que un criado) no te va a forzar a hacerlo, aunque nunca abandone su solicitud por la familia.

Y no me aventuro a decir más (por ejemplo, de otros personajes como la familia Hamilton) porque ya digo que me separan cinco años de su lectura. En todo caso, me pareció que, con este relato, Steinbeck estaba muy cerca de la fe católica, si no la tenía ya.

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29 mayo 2025

Marius

Thenardier, con todo lo canalla que fuese, salvó la vida en Waterloo a un oficial napoleónico que se convirtió en yerno de un burgués acomodado, el cual le obligó a entregarle a su hijo. El hijo, Marius, se entera ya adolescente de que tenía un padre glorioso y abandona a su abuelo para reivindicar la memoria del progenitor aun a costa de vivir en la pobreza. Un día ve a una joven que acostumbra a sentarse con su padre en una barriada de París y se enamora perdidamente. La suerte liga al padre y la hija por un lado y a Marius por otro con una familia de indigentes, los Jondrette. El lector que no sea más que medio tonto habrá reconocido pronto en los primeros a Jean Valjean y Cosette, pero no resulta tan fácil reconocer en los Jondrette a los Thenardier, porque Hugo se reserva la sorpresa para el momento cumbre.

Esa tercera parte de Los miserables presenta, internamente, dos partes a su vez: una descriptiva, donde Víctor Hugo se dedica a trazarnos el perfil de varios grupos sociales del París del XIX, en los que se encuadran los personajes: el de los golfillos (gamins), el de los jóvenes posrevolucionarios, el de los ladrones; y otra parte narrativa, un auténtico thriller, donde Hugo se muestra como todo un Alejandro Dumas, llevándonos de emoción en emoción en un enfrentamiento a muerte entre Valjean y Thenardier.

Y, para llevar la tensión al límite, Javert.

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25 mayo 2025

El cuento del Grial

Perceval sale de casa de su madre con la ambición de llegar a ser un caballero, a ser posible uno más de la corte de Arturo. Lo consigue en poco tiempo, pues se revela como un guerrero extraordinario, capaz de tumbar a los más prestigiosos del oficio. Como en otras producciones de este tipo, el relato avanza por adición de aventuras, siendo la más famosa la estancia en el castillo del Rey Pescador, donde contempla el paso de una comitiva que lleva unos misteriosos objetos: una lanza de la que sale siempre sin consumirse una gota de sangre, un grial (al parecer una fuente o bandeja, en esta primera salida de tal recipiente) y otro que ahora no recuerdo, tal vez un plato. Como sabemos después, mucho habría cambiado la historia si Perceval se hubiera atrevido a preguntar por la finalidad de esa procesión. Siguen nuevas aventuras, pero, en esta versión inconclusa que hemos recibido, el protagonismo pasa en seguida a Gauvain, sobrino del rey Arturo, que se enfrenta a caballeros con malas pulgas y a doncellas traidoras.

Si hacemos caso a los expertos, esos relatos artúricos encierran un gran simbolismo. Lo cierto es que, si prescindimos de eso, se trata de productos bastante anodinos, a no ser que uno tenga imaginación para representarse “los pendones y estandartes y banderas, los castillos impugnables, los muros y los baluartes”, que decía Jorge Manrique. Y peor aún si leemos, como es el caso, una traducción en prosa: es como si te cuentan una película en vez de verla.

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23 mayo 2025

La señora March

“Patricia Highsmith española”, dicen. No está mal traído. Creo que la diferencia, entre otras cosas, un aire más burlón. Algunas de las cosas que le pasan a la señora March no nos las habría contado así la de Texas, siempre tan sombría ella. Tampoco deja de haber un toque socarrón en ese llamar siempre “la señora March” a la protagonista (hasta casi “borrarle el nombre”, como dicen algunos), incluso cuando narra escenas de la infancia, cuando otros habrían echado mano del nombre de pila (que, por cierto, no conocemos hasta el final: una filigrana más).

La tercera persona narrativa se ciñe al punto de vista de ella: con sus ojos vemos cucarachas, vecinas sangrantes y cuadros con figuras cambiantes, y con nuestros propios ojos vemos que estamos ante una mujer desequilibrada, sin que nos lo cuenten otros personajes, que seguramente lo intuían. Su paranoia, o como se llame técnicamente, la lleva de acongojarse por el pensamiento de que su marido (novelista) se ha inspirado en ella para un personaje desagradable hasta la obsesión por creerle un asesino. El final es hasta cierto punto previsible pero el interés no decae, aunque quizá no haya para tanto como dicen los de la solapa.

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19 mayo 2025

Sin tiempo para el adiós

Es un repaso bastante exhaustivo de los autores que tuvieron que abandonar su patria en un momento dado, por culpa de los totalitarismos del pasado siglo (o, en el caso de España, por culpa de su propia ideología totalitaria , aunque eso no lo dice la autora, claro, lagarto lagarto): alemanes, austríacos, yugoslavos, húngaros, polacos, italianos, rumanos, rusos, españoles, judíos de la diáspora y algún irlandés en busca de mejores prados, unidos por una experiencia que se vive de modos muy diversos, entre la desesperación y el aprendizaje. Va a ser difícil acordarse de todos, pero hay nombres tan ilustres como Musil, Zweig, Joseph Roth, Thomas Mann, Milosz, Nabokov o Joyce. Curiosamente, olvida a Vintila Horia, no sé si por una ignorancia no culpable o por alguna inquina personal. Utiliza como fuente, por lo general, los propios testimonios de los autores, ya sean obras de ficción en las que se vertía la propia experiencia o bien memorias y diarios.

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14 mayo 2025

Absceso

Pío Baroja publicó este artículo en el Diario de Navarra el 1 de septiembre de 1936. Lo cita el ABC del 24 de junio de 1939, lo que no es que sea mucha garantía, pero le daremos el beneficio de la duda. (Mantengo la puntuación y alguna otra pequeña irregularidad del original).

 

UNA EXPLICACIÓN

Yo no sé si en este momento en que en España no se oye más que el estampido de los cañones y el crepitar de los fusiles y ametralladoras, vale la pena de [sic] que un escritor dé una explicación de sus ideas, que veo que se comentan por ahí sin exactitud.

Yo no soy un escritor sistemático. Mi pensamiento ha sido siempre el intentar ver en lo que es.

Meses antes del advenimiento de la República, a mí me asombraba el que la mayoría de los escritores y profesores de Madrid, Ortega y Gasset, Unamuno, Azorín, Marañón, no vieran que detrás de la República tenía que venir un intento de revolución social y de comunismo, en parte dirigido por los judíos de Moscú.

A mí me parecía un hecho casi matemático. Yo muchas veces dije a los amigos:

--Si la república burguesa viene, o tendrá que ametrallar a la gente de la calle, o tendrá que pactar con ella.

A todos los que decía esto, me achacaban de [sic] pesimista o de reaccionario.

Tanto lo creí así, que el día que se marchó el rey, estuve en la redacción de Ahora con un amigo para saber noticias, y los redactores me dijeron:

--Baroja, estamos de enhorabuena. Ya tenemos la república.

Yo no creía que estábamos de enhorabuena, y se lo dije al director:

--Yo pienso lo contrario de ustedes, le indiqué. Supongo que la República va a ser un desastre, pero como no me parece bien, dimito porque no puedo engañar. Voy a dejar de escribir en el periódico. Así lo hice durante un tiempo.

Al comienzo, Marcelino Domingo, este maestro de escuela pedante, aseguró que iban a imitar a Thiers y a constituir una república conservadora, como Francia después de la guerra del 70. Ni ellos mismos saben lo que han hecho después. Han ido solamente arrastrados por las aguas del río, sin saber a dónde.

Primero había que hacer Cortes Constituyentes. Todos los políticos ansiaban que llegara el momento de brillar, de mostrar su arte de histriones. La gran batalla oratoria terminó con una Constitución ridícula, la número 13 de España. De esa Constitución no se pudo llevar a la práctica absolutamente nada.

La cuestión era lucirse, charlar con luz y taquígrafos, según la medicina de don Antonio Maura.

El parlamentarismo no ha demostrado más, sino que es un buen medio para los arribistas, para los ambiciosos que van a hacer su carrera.

Con la gran batalla política y parlamentaria, vino lo que se llamó el enchufe y vimos a ministros, a subsecretarios y a diputados echándoselas de conquistadores en automóviles charolados, con cupletistas y camareras en restaurantes y cabarets, en una cachupinada continua.

Estos Petronios de escalera de servicio no veían el interés del país sino el éxito, y para obtener el éxito ante el público, cualquier cosa puede venir bien. En España se dice, cuando en las corridas hay muertos y heridos, que hay hule. En un ambiente de sensacionalismo así, es imposible que se haga nada serio. Se dicen las cosas más absurdas. Así un concejal socialista de Madrid ha asegurado que la prehistoria es una ciencia reaccionaria. Lo mismo ha podido decir que la geografía es comunista.

Toda esta algarada parlamentaria la ha jaleado la Prensa, porque para ella las reseñas de los escándalos del Congreso son un ingreso que ocasiona poco gasto.

Después del primer bienio, tuvimos el segundo tan malo como el primero. Fue la lucha entre el león y la serpiente. El león Lerroux y la serpiente Azaña. ¡Qué león! El león era un viejo tonto, vacuo, con unos cuantos lugares comunes en el cerebro. La serpiente, un ateneísta pedantesco, que manejaba unos cuantos tópicos manidos de literatura francesa.

El león acabó como un presidente de un casino de jugadores de ventaja, en un asunto de tahúres, con un reloj que le regaló un judío holandés y una promesa de unas pesetas que no se las dieron.

La serpiente hizo su nido en el Palacio Real y pensó cambiar las decoraciones, para él poco lujosas, y ser algo como el Rey Sol de la República. ¡Pobre gente! Y todo ha estado a la misma altura. El pueblo se ha sentido mixtificado tomando como reales unas bambalinas de cartón.

Las oficinas de la Reforma agraria tenían trescientos o cuatrocientos empleados con sueldo, y para todos ellos, para recorrer España y estudiarla en el terreno, un automóvil Ford. Marcelino Domingo no iba nunca a las sesiones de la Reforma agraria, a la que tenía tanto cariño en público. Quizá tenía que escribir sus magníficos dramas en el ministerio.

Toda esta decoración falsa, toda esta mentira que, si no la ha engendrado la República, le ha dado una vida, hace que la gente, creyéndola una gran cosa, se lance a matar y a morir.

El talento de Azaña y el sentido jurídico de Sánchez Román y la democracia del adiposo judaico Ossorio y Gallardo, que era gobernador de Barcelona cuando se fusilaba obreros, y la austeridad de Largo Caballero, consejero de Estado de R. O. cuando la Dictadura, el republicanismo de Alcalá Zamora, que fue monárquico, y el de Maura, que también lo fue, y el comunismo de Valle-Inclán, que fue carlista; toda esta serie de bolas recalentadas por una Prensa de gente mediocre, forma como absceso y tiene valor para mucha gente del pueblo, que cree que defiende con eso la civilización y el porvenir de España.

Este tumor o este absceso, formado por mentiras, es de desear que lo saje cuanto antes la espada de un militar.

 



09 mayo 2025

León XIV

 Hoy es el día de la Súplica a la Virgen de Pompeya. Nuestra Madre María quiere siempre caminar con nosotros, estar cerca, ayudarnos con su intercesión y su amor.

Entonces, quisiera rezar con ustedes. Recemos juntos por esta nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz en el mundo, y pidamos esta gracia especial a María, nuestra Madre.

...

El amor a la Señora es prueba de buen espíritu, en las obras y en las personas singulares. (Camino, 505)



30 abril 2025

Cosette

En la segunda parte de Los miserables encontramos de nuevo libre a Jean Valjean. Como de costumbre, Hugo hace de momento como que nos oculta su identidad, pero ya todos nos maliciamos la verdad. El caso es que, de nuevo evadido, se dispone a cumplir la promesa a Fantine y hacerse cargo de la educación de Cosette. Se dirige al pueblo donde ésta se hallaba y, tras un penoso forcejeo, consigue liberarla de las garras de los miserables (en el otro sentido) Thenardier. Pero el incasable Javert, cual mosca pesada, se halla de nuevo al acecho. Tras una angustiosa persecución por las calles de París, Valjean recala, con Cosette a cuestas, en un convento de clausura, donde se halla de jardinero una persona a la que salvó la vida siendo alcalde. Este le hará pasar por su hermano y Valjean atisba un futuro posible para la niña internándola en la escuela conventual.

Tal aventura alterna con dos largas digresiones: Víctor Hugo es el narrador más omnisciente que conozco, tanto que llegas a rogarle que se quite de en medio, que más que omnisciente es narrador cuñado, o tertuliano. Las digresiones son, una sobre la batalla de Waterloo, prácticamente un ensayo de interpretación histórica, y otra sobre el convento donde va a parar Valjean, ahora añadiendo además sus teorías sobre la inutilidad de la vida religiosa en el momento actual (siglo XIX, excuso a usted decirle). Eso sin ocultar tampoco su admiración por quien es capaz de entregar su vida de ese modo, expiando por los pecadores. Y siempre comentando cada jugada, como un Matías Prats. Lo hace bien, qué duda cabe, pero, de este modo, una historia que a Baroja le habría cabido en trescientas páginas se le alarga a las dos mil.

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27 abril 2025

La puesta de Capricornio

Son tres novelas cortas de tema y tratamiento diverso. La puesta de Capricornio presenta la historia tragicómica de un minusválido que contrae matrimonio con una joven, con el ánimo de demostrarse a sí mismo y a sus amigos que puede cumplir maritalmente como el que más. Cirios rojos es un prodigio de tensión narrativa con dos únicos personajes, el socialista perseguido por los azules y la solterona devota en cuya casa trata de obtener refugio. Unos pies desnudos tiene también algo de tragicómico, al no poder consumar el protagonista una aventura amorosa que tuvo al alcance de la mano.

Segundo Serrano Poncela es un narrador totalmente olvidado, incluso por la izquierda culturalmente dominante, no sé si por el rechazo del autor a los comunistas después de la guerra o porque prefieren evitar el recuerdo de Paracuellos. De los pocos que lo han leído (Trapiello, Agapito Maestre, Lázaro Carreter) he recibido buenas referencias y de la lectura de esta Puesta de capricornio y sus dos apéndices concluyo que, en efecto, supo con el tiempo dar a su pluma un uso mucho más brillante que cuando estampaba firmas macabras a las órdenes de Carrillo.

La mejor de las tres piezas es, como ya he sugerido, Cirios rojos. La lucha de cada personaje consigo mismo, en una situación límite donde cualquier decisión puede implicar la vida o la muerte, está narrada con mano maestra. Y, aunque hubiera preferido otro desenlace, el que hay puede hacernos ver a la novela como un “estudio sobre la banalidad del mal”, por emplear la expresión de la Arendt. Banalidad del mal que podría aplicarse también al caso del autor, Eichmann español. Supongo que su subconsciente tuvo que librar siempre batalla contra aquello.

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26 abril 2025

"Estandarte de otras cosas"

Otras cosas, en efecto. Entre ellas, la verdad histórica, el honor de la Iglesia y la sangre de los que la vertieron para que en España se pudiera honrar a Dios. 




25 abril 2025

Decía un ministro

que en el franquismo no dejaban leer Los miserables. Mucho me extraña. Sería en un colegio religioso de esos en los que estudiaron los ministros. De lo que estoy cierto es que, si lo leyeran (los socialistas, digo), serían ellos quienes lo censuraran escapado. Véase.

 

La muñeca es una de las necesidades más imperiosas y, al tiempo, uno de los instintos más deliciosos de la infancia femenina. Cuidar, ataviar, engalanar, vestir, desnudar, volver a vestir, enseñar, reñir un poquito, acunar, mimar, dormir, imaginarse que algo es alguien, ahí está todo el porvenir de la mujer. Mientras sueña y charla, mientras prepara diminutas canastillas y diminutos ajuares, mientras cose vestiditos, corpiños y camisitas, la niña llega a muchachita, la muchachita llega a joven, la joven llega a mujer. El primer hijo es la continuación de la última muñeca.

Una niña sin muñeca es casi tan desdichada y tan enteramente imposible como una mujer sin hijos.

(Segunda parte, libro tercero, capítulo VIII)



23 abril 2025

Enorme conferencia

 del obispo Erik Varden.



22 abril 2025

Saturnal

Rosa Chacel reúne aquí unas cuantas meditaciones (así las llama, imitando a su maestro Ortega) sobre el eros y otras cuestiones conexas, que me superan ampliamente; o, al menos, me supera su forma de exposición, sutil y alambicada donde las haya. Así que me voy a conformar con citar algunos pasajes cuyo sentido sí me ha parecido alcanzar.

En cuanto a la guerra de los sexos, dice la Condesa de Campo Alange que “tiene lugar en el campo de la cultura y por la posesión de la misma”. ¿Dónde está la crónica de esta guerra? Yo creo que si los anales de Oriente y Occidente la hubieran silenciado, en las obras de arte o literatura exentas de propósito directo, en las que no son más que reflejo del drama, de la ambición, del afanarse humano o de la realidad, simplemente, se trasluciría algo así como la existencia de bandos o cofradías; alguna corriente secreta o extraoficial sustentada por un mínimo de cohesión. Si el anhelo de cultura hubiera constituido realmente, vitalmente el drama de la mujer ¿cómo es que no tuvo jamás poder para crear en ella algún vínculo de solidaridad? ¿Registra la historia períodos o hechos aislados en los que se trasluzca un conato de voluntad común, un acento que delate el bando desposeído al acecho de la ocasión de arrebatar, si no por la fuerza por la astucia, al menos, el botín deseado? Si alguien me demostrase que se puede seguir en la historia el rastro de esa lucha sofocada, me causaría verdadera desolación comprobar que ni en los períodos en que alguna mujer fue dueña absoluta del poder –reinados—ni en los que por medio del dinero, del talento, de la belleza o de la astucia logró alguna ser poderosa –casos harto frecuentes—hubo una sola que se decidiese a echar una mano a sus congéneres. (pp. 49-50, edición Seix Barral 1991)

...

La mujer es tan absolutamente contraria al hombre como la mano izquierda a la derecha. Las manos están hechas así o, menor, así se hicieron, tal como son, para oponerse una a otra y en esta posición son unánimes. El trabajo que les está encomendado sólo se puede llevar a cabo siendo como son. Claro está que la oposición formal de las dos manos no es más que como el cerco material en que una misma voluntad se dilata a un lado y a otro para encerrar la realidad, cumpliendo así su ciclo, y que el hombre y la mujer son dos individuos distintos, independientes. ¿Independientes?... Si llegaran a serlo del todo no duraría mucho la humanidad, pero tal como son el hombre y la mujer, independientes, de ellos depende el Hombre. Si empleamos el dicho proverbial en que cada uno de los cónyuges llama al otro “su mitad” queda indicado que cada uno de ellos se considera como una mitad del círculo, pues, desde un principio son como son para encontrarse: su ser así consiste en esa unánime oposición que, gradualmente, va distanciándoles “en la zona diurna y luminosa en que acontece lo más valioso de la vida”, y abruptamente los reúne en la zona donde acontece y prevalece simplemente, la vida. (p. 70)

¿Se vio alguna vez que las mujeres que sufrieron la oposición de los hombres en su carrera literaria, o, simplemente, en el deseo de estudio cuando éste era un deseo costoso, encontrasen ayuda en las mujeres que hubieran podido dársela? Jamás. Afirmo que jamás porque las excepciones no son más numerosas que las que existieron entre los hombres: algunos hubo capaces de ayudar a una mujer desinteresadamente. Algunos, pero muy pocos; y muy pocas, poquísimas mujeres. (p. 167)

…hay una guerra secreta, inconfesable, en la que los bandos no los constituyen los sexos ni las clases, ni las razas, ni los partidos: los bandos son, simplemente, unos contra otros. (p. 169)

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Los primeros diez años de la vida son decisivos: en ellos se aprende todo cuanto hay que aprender --este hay no alude a lo que hay, sino a lo que se debe aprender, a lo que para todos hay la necesidad de aprender--, de modo que, si los primeros años de la vida los pasaban los chicos con sus madres y si en esos años lo habían aprendido todo --no se puede olvidar la precocidad con que actuaban los hombres antiguamente: en la Edad Media, en el Renacimiento, en el Romanticismo--, es de suponer que las mujeres que les habían enseñado a hablar, esto es, a pensar, no podían estar tan al margen, no podían ser tan ajenas a la cultura. (p. 188)

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18 abril 2025

Más Brague

 La razón es una noción cristiana, a pesar del uso perverso que han hecho de ella algunos pensadores de la ilustración queriendo confrontarla con la fe. Antes de la fe, estaba el logos. […] De hecho, el carácter racional de la realidad es una idea cristiana.

En Rusia, Alexander Solzhenitsyn llegó a decir que lo peor del régimen soviético no fue el hambre, ni siquiera la opresión, sino la obligación de mentir para poder sobrevivir.

El nihilismo es un pensamiento chiflado que, por ejemplo, sirve para justificar la violencia. El nihilismo no permite resistirse al poder de las ideologías. El nihilismo imposibilita que las personas existan.

[El entrevistador le recuerda sus palabras: “En cierto modo, los hombres libres, los verdaderamente libres, son los que están atados, mientras que nuestra libertad moderna muy a menudo es la libertad de los esclavos”]

Esa reflexión paradójica procede de un pasaje de la Metafísica de Aristóteles. Los hombres libres tienen deberes, un código de honor, etc. Los esclavos son capaces de cualquier cosa con tal de alejarse de los azotes.


17 abril 2025

Brague

Recojo algunos párrafos de la entrevista que Rémi Brague concede a Aceprensa en su número de diciembre de 2024.


El cristianismo no está llamado sólo a sobrevivir en la cultura europea, sino a darle el sentido más humanamente profundo. La dignidad es un concepto esencialmente cristiano que lo explica todo.

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El cristiano no es un ayatolá entrenado para castigar a los desobedientes. Es, sencillamente, un ciudadano responsable que quiere ayudar a la sociedad a evolucionar con una perspectiva humana que, ciertamente, nos haga mejores como personas y como pueblos.

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Los cristianos estamos llamados a prestar nuestra colaboración con los demás en medio de un campo de minas; por eso deberían ser muy bienvenidos en las sociedades abiertas y respetuosas del siglo XXI. Cuando se ama a las personas y a la sociedad se busca, se prefiere y se impulsa el bien. Nadie confía en un médico que te dice que fumes, que bebas y que hagas todo lo que quieras. Es más difícil ser el médico que te alerta de que tienes una mancha fea en el pulmón. La misión de los cristianos no siempre resulta agradable, pero es necesaria para el bien de toda la humanidad.

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El cristianismo tiene la posibilidad y el deber de enseñar a ver lo humano incluso donde otros solo ven lo biológico para seleccionar, lo económico para explotar, lo político para manipular.

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Me llama la atención una tendencia actual en el cristianismo: la de caer en la tentación de reemplazar el humanismo por el humanitarismo. El humanismo es el afán por la mejora humana, por la virtud; el humanitarismo es solo hacer cosas buenas. Y sí, querer el bien del prójimo es magnífico, pero la perspectiva humanitarista es superficial. El humanitarismo piensa que el hombre es naturalmente bueno, y que el mal es un simple accidente que se puede vencer con un poco de buena voluntad, no algo profundamente instalado en nosotros.  



15 abril 2025

Sobre El celoso extremeño

La defensa de la libertad individual es una de las finalidades que determinan su creación y dan sentido y ejemplaridad a la novela de El celoso extremeño […] Los cerrojos cierran, pero no guardan. La honestidad no depende de que tapiemos la puerta de nuestro cuarto; depende de nuestra virtud. Ahora bien, “solo en la libertad florece la virtud. De aquí que si se ama la virtud se tenga antes que hacer al hombre libre; de aquí también que cuando el convento se considera únicamente como clausura, sirva exclusivamente para expiar las culpas… Carrizales no buscaba en Leonora un ser virtuosamente inocente, sino inocentemente ignorante, que no echara de menos su libertad. Con la vida de Carrizales todos los sectores viven lo poco que hay que fiar de llaves, tornos y paredes cuando queda la voluntad libre”. Este ha sido el error de Carrizales. El ejercicio de la virtud supone libertad, y aquel que quiera encauzar la voluntad de alguien hacia el bien, necesita primero liberarle. (Dicho sea de paso, esta es la gran cuestión que el hombre, en cualquier tiempo, tiene planteada.)

Luis Rosales, Cervantes y la libertad, séptima parte, capítulo 1. Cita de Joaquín Casalduero



12 abril 2025

En el jubileo de la esperanza,

 

esto de Cervantes (El rufián dichoso):


La mayor ofensa haces

a Dios, que puedes hacer:

que en no esperar y temer

parece que le deshaces,

pues vas contra el atributo

que él tiene de omnipotente:

pecado el más insolente,

mas sin razón y más bruto.

En dos pecados se ha visto

que Judas quiso extremarse

y fue mayor el ahorcarse

que el haber vendido a Cristo.




07 abril 2025

Fantine

La primera parte de Los miserables es un folletín de campeonato, que se salva por el virtuosismo narrativo de Víctor Hugo. La doncella atribulada hace llorar al apuntador y el prota se ve en unos dilemas morales de tragedia griega. El narrador se mete en el pellejo de cada personaje y nos revela hasta lo que ellos mismos no sabrían nunca explicar de sí mismos. Es también una exaltación de la misericordia frente a la justicia, o de la justicia atemperada por la misericordia. Fantine y Jean Valjean son víctimas del summum ius que como sabemos es summa iniuria, representado por el policía Javert, una especie de psicópata capaz de pedir su propia destitución cuando piensa que se ha equivocado.

Valjean es el hombre que se convierte a Cristo cuando lo ve en uno de sus discípulos de verdad, el obispo de Digne, capaz de hospedar al que todos rechazan y de salvarlo de la cárcel dándole literalmente la otra túnica aparte de la que había robado (en este caso se trata de un menaje de plata). Si el obispo es un santo, Valjean aún es un espíritu vacilante, capaz sin embargo de esforzarse hasta el heroísmo en pro de los desvalidos. La narración de sus luchas interiores es una de las cumbres del arte de Hugo.

Hasta aquí, todo impecablemente cristiano. Sobra lo del obispo pidiendo la bendición al viejo revolucionario. Es un pegote, de hecho. Pero Víctor Hugo no pierde ocasión de mostrar sus fervores por la revolución, a la que consideraba algo así como la auténtica intérprete de Cristo, válgame Santa Lucía. 

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05 abril 2025

NKVD

 

Eran las siglas de la policía política de Stalin, la Gestapo soviética. Jesús Hernández (PCE) describía así a sus agentes:

Son funcionarios de una autoridad y formación especial. Fríos, crueles, sin alma. Su espíritu de cuerpo les lleva a sospechar de todo y de todos, hasta de su padre y de su madre, a los que pegarían un tiro en la nuca con la mayor naturalidad, en cumplimiento de su misión. Viven constantemente alerta y recelando de cuantos les rodean. El jefe no sabe si el subalterno es el confidente de confianza [sic] del escalón superior. Puede darse el caso de que le portero o el ordenanza que abre la puerta resulte una jerarquía más alta que la del jefe en funciones. Su deber es no creer en la sinceridad, ni en la honradez de nadie. Un “inkadevista” debe ser un hombre sin entrañas, un ser deshumanizado, que tenga por lema “es preferible condenar a cien inocentes que absolver a un culpable”. Fanáticos, en principio, degeneran hasta la animalidad. Primero matan y torturan porque así se lo ordenan o porque lo dispone el reglamento. Después van sintiendo la necesidad de oír los gritos de dolor y los estertores de sus víctimas. Les resulta armonioso el estampido del pistoletazo. Como el morfinómano busca el placer de las drogas, el “inkadevista” lo busca en la sangre y en el sufrimiento de los demás. La vida de un hombre nada significa si se la pueden arrancar a pedazos o a balazos.

Citado por Rafael García Serrano, en Diccionario para un macuto, s. v. checa. Luego describe él mismo a esas prisiones, concebidas a imagen de las rusas:

Cátedra del nuevo humanismo marxista, laboratorio de terror, seminario de rufianes, consulado del infierno, patio de bergamines, sima de la vergüenza de ser hombre, cúspide de la inhumanidad, pus de Lenin: esto es la checa.



 

02 abril 2025

Qué libertad

Vintila Horia se refiere a los autores que han abordado en sus novelas el tema del totalitarismo.

La diferencia entre Bernanos y Huxley, Orwell o Jünger es que, mientras que estos hegelianizan de alguna manera el destino humano proyectándolo en el Estado y dándole un matiz colectivo –de aquí la falta de personalidad de los personajes utópicos en la novela contemporánea—Bernanos los existencializa, en el sentido de que su drama es única y exclusivamente personal y presente. El Estado no existe en las novelas del autor de Monsieur Ouine. Sólo existe el cura y el pecador, el santo, hombre o mujer, y los que no pueden serlo porque están ahogados por la mediocridad, o sea, víctimas ya del demonio moderno. La tentación de la desesperación, que mueve a sus personajes antes de haber conseguido la esperanza, no es la de los héroes de Orwell, que bregan por la libertad, pero no en un sentido religioso, sino político y moral. De este modo, podríamos decir que, aunque lograsen liberarse de las garras del Estado y, como Winston Smith, deshacerse del Big Brother y hacer volver a la sociedad a un estado de normalización en las relaciones humanas, su libertad sería una mera ilusión, porque pasarían de un demonio a otro. De Oceanía a un Mundo feliz. Sus derechos humanos se verían como reanimados y protegidos, pero, en el fondo, el problema seguiría siendo el mismo, puesto que, tarde o temprano, en aquella perspectiva hegeliana, racionalista y democrática, la tentación de Leviathán se apoderaría de un nuevo hermano Mayor y el juego se repetiría. Es así como el drama ha de producirse en el marco del Estado hegeliano, manejado por los neognósticos, modificadores del mundo, a los que Bernanos llama la Retaguardia, los que no van a la guerra, pero sí la organizan, con el fin de sistematizar el futuro según sus planes utópicos, fieles a la filosofía del siglo XVIII.

(Los derechos humanos y la novela del siglo XX, capítulo 9, 29)



29 marzo 2025

El progreso de la literatura,

es decir, el perfeccionamiento del arte de pensar y expresarse, es imprescindible para el establecimiento y la conservación de la libertad. Es evidente que las luces son absolutamente necesarias en un país donde todos los ciudadanos que viven en él participan de forma inmediata de la acción de gobierno.

(Madame de Staël, La literatura y su relación con la sociedad, “Discurso preliminar”)


Dejando aparte la cuestión de si, en nuestros sistemas democráticos, los ciudadanos “participan de forma inmediata de la acción de gobierno” (a no ser que esa acción consista en meter una papeleta en una caja), se entiende el trabajo que se han tomado los gobiernos socialistas españoles en conseguir que nuestros estudiantes sean incapaces de entender una columna periodística o de situar Cuenca en el mapa.  



 

25 marzo 2025

Un caballero en Moscú

Frente a las tres posturas a las que estamos acostumbrados en un héroe que se enfrenta a la represión de un régimen totalitario (la del asceta, la del rebelde y la del desesperado), el conde Alexander Rostov opta por un estoicismo sonriente y amable que no abandonará en los treinta años que pasa confinado en el hotel Metropol de Moscú y que le proporciona excelentes resultados. Armado con las virtudes propias de su educación aristocrática: la prudencia, el don de gentes, el humor fino, la gratitud, la elegancia, el buen decir, conseguirá en su prisión de oro pasar por todas las experiencias de una vida lograda: la amistad, el eros, el trabajo (no forzado), el magisterio e incluso la paternidad. Sí, porque el encanto personal del conde se revela sobre todo en su grato con Nina, la pequeña huésped del hotel que años más tarde ha de acompañar a Siberia a su marido represaliado, y con la hija de esta, Sofía, que Nina confía al conde con la esperanza de volver a encontrarla pronto. Al frustrarse esa esperanza, Rostov asume el papel de papá con el mismo garbo con que se enfrenta a todo lo demás.

Es la peripecia de un Robinson Crusoe (el símil es del propio narrador) en una isla urbana que, si bien le permite hacer la vida relativamente normal de un huésped, no deja de ser inhóspita a la hora de dormir, pues es desplazado de la suite donde vivía a un cuchitril que él se encargará de hacer relativamente habitable. Como Robinson, no pierde la esperanza de recuperar su libertad, pero en el entretanto procura adaptarse sin perder la compostura, consciente de que “hasta con los actos más pequeños puede uno restablecer cierto orden en el mundo”, frase que podría resumir el espíritu con que Rostov afronta su condena. Este espíritu optimista es la guinda de una novela, por lo demás, redonda en cuanto a su construcción, lejos de los experimentalismos del pasado siglo y con el sabor de las grandes historias de todos los tiempos.

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23 marzo 2025

La conjura de las rapaces (Alix senator, 3)

Con los dos primeros números agotados, me leo el 3 para descubrir a un Alix de pelo blanco, cincuentón y senador. No aparece ninguna esposa pero sí un hijo, Titus, cuya madre imagino que conoceremos en algún otro número, anterior o posterior. Pero hay algo de misterio en ello, ya que los chicos le mientan a la madre para meterse con él. Uno puede pensar que se trate de Lidia, la hermana de Augusto, ya que, cuando Alix acude a ella para que interceda por Titus, encarcelado por su hermano, parece mover más que una influencia. Pero el desenlace te hace replanteártelo.

En todo caso, la trama no es esa. Se trata de que hay, como indica el título, una conjura contra Augusto, movida por próceres disgustados con el emperador, que tratan de colocar en el trono a un Cesarión que no ha muerto en Alejandría, como supone la Historia. A causa de Enak, que había tomado partido por el hijo de Cleopatra, Alix cae en desgracia de Augusto. El desenlace es feliz para Alix, como cabe esperar, pero resulta más bien inverosímil.

No es Jacques Martin, evidentemente. Sigue la pauta de este a la hora de mezclar invención con historia, y no cabe duda de que, como en Astérix, sirve bastante bien para aprender cultura clásica. El dibujo tiene la ventaja, sobre el de Martin, de que las caras son menos parecidas entre sí (Martin tenía cuatro o cinco moldes), pero quizá dé menos sensación de vida. El guion flojea, sobre todo si lo comparamos con esas grandes construcciones que son Las legiones perdidas, El último espartano y La tumba etrusca.

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19 marzo 2025

Los tópicos seudocientíficos

 de todo eso que se dice “educación sexual” matan la niñez, precipitando su madurez en corrupción anticipada: haciendo al niño hombre antes de tiempo, por forzar el tiempo, por robárselo desde fuera, como si explicándole racionalmente a un niño el “mecanismo de la sexualidad” le libertaran de algo, sin pensar que es todo lo contrario… Porque no es el sexo el que debe dominar al amor, sino el amor al sexo… Verdad perogrullesca cada vez más desconocida de la ignorante y socialmente peligrosísima pedagogía actual que se llama a sí misma progresista.

Un momento de lucidez de José Bergamín (1895-1983), citado por Alicia Rubio.




12 marzo 2025

Mujer

Ella [Fortunata] está en posesión de la realidad primitiva, íntegramente entregada, sin cálculos ni razonamientos, a la realidad de los impulsos naturales: la pasión por su hombre y el orgullo de la maternidad. Cada vez que aquel veleta vuelve a ella, ya tiene Fortunata su vida plena de sentido y tensa de energía; cada vez que se le va, la vida se le queda literalmente vacía y desmayada, y ya no le importa lo que hagan con su cuerpo ni con su alma: los abandona a la voluntad ajena, sin rabia y sin vicio, con indiferencia, como trastos inservibles.

Amado Alonso, “Lo español y lo universal en la obra de Galdós”, en Materia y forma en poesía.