31 marzo 2008

Antonio Azorín


Antonio Azorín parece un paso intermedio entre el anarquista de La voluntad y el conservador escéptico que acabará siendo el autor. Es una obra muy fragmentaria, pues una gran parte de sus capítulos fue publicada en la prensa con anterioridad. Pero es una técnica que sirve bien a los propósitos de Martínez Ruiz sobre la novela: la pretensión de los realistas de contar una vida en unas páginas se le revela ilusoria. No hay trama en la vida; sólo hay figuras, personas. Figuras como la de Antonio Azorín, "el mundo como representación", o la de Verdú, ese personaje existencialista que es trasunto de un tío del autor y que quizá por ello se nos aparece como el más auténtico de la novela, auténtico y conmovedor.

Uno de los grandes aciertos de la novela, o lo que sea, es aquella frase de que los libros de Nietzsche y de Schopenhauer son los libros de caballerías de hogaño. En efecto, desde esta altura, la filosofía de estos como de tantos otros autores de la edad contemporánea nos parece una bella ficción que hizo enloquecer a muchas mentes de los siglos pasados. Siempre dije que lo mejor que había producido el pensamiento de Nietzsche es literatura: Jack London, Conan, Bailando con lobos, etc. etc. El mono, el hombre y el superhombre: muy bonito pero muy falso. Y es un mérito de Azorín haberlo descubierto en fecha tan temprana (1903), teniendo en cuenta que hoy, cien años después, siguen saliendo quijotes.

Nota redactada en agosto del 2001

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29 marzo 2008

Nos pregunta don Enrique Monasterio


qué haremos si el Chikilicuatre gana el festival de Eurovisión. La indiferencia que dicho festival me produce da una idea bastante exacta de la noción de infinito. De que ese tipo vaya para allá sólo le agradezco a la providencia que haya sido tan expresiva como para hacerlo coincidir con la victoria del otro. Sólo digo lo que sentiré si queda en último lugar: que Europa aún puede ser una esperanza.

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27 marzo 2008

Los salvajes se matan unos a otros


y las naciones civilizadas, dice Fichte con visión de futuro, valiéndose del poder de la ley, de la unidad y de la cultura, continuarán exterminándose entre ellas. La cultura no sirve como freno a la violencia. Esta es una opinión que hubiera sido rechazada de forma unánime prácticamente por la totalidad del pensamiento del siglo XVIII (aunque hay algunas excepciones). Para este siglo, la cultura servía de freno a la violencia porque la cultura era conocimiento, y este nos alertaba acerca de la inconveniencia de la violencia.




Y creo que el prejuicio aún no ha muerto. De hecho, la veneración que a veces se tributa a los intelectuales como santos laicos tiene un origen similar. Y tal vez no sea ajeno a él la polémica desatada en Alemania por la novela Las benévolas, protagonizada por un oficial nazi amante de la música, la literatura y la filosofía, y tan despiadado en la aplicación de la solución final como el más descerebrado de sus sargentos.


24 marzo 2008

Oblomov


Tarda, pardiez, en arrancar Goncharov con la novela. Casi toda la primera parte, o sin casi, se dedica a mostrarnos lo terriblemente vago que es su protagonista. Será intencionado, digo yo, querrá que lo sintamos, aparte de leerlo. En verdad, se nos transmite la monotonía de la vida de Oblomov. Y es que claro, Oblomov es la figura de todo un especimen humano que habitó la tierra cuando la aristocracia había perdido su razón de ser y no sabía a qué dedicarse, ni tampoco quería hacer otra cosa que lo que había sido la vida de sus mayores. Esa que tan vivamente nos pinta el autor en el largo "sueño de Oblomov". Frente a él, el hombre activo, el emprendedor, el burgués tal vez, que se estrella contra una roca en sus intentos de sacar a su amigo del marasmo. Lo curioso es que si tratas de ver por quién toma partido Goncharov, no lograrás nada. Está claro, el oblomovismo sale mal parado, la vida desaprovechada del protagonista acaba causándonos pena. Pero, ¿está el autor totalmente con Shtolz cuando dice que es una vida perdida? Difícil aclararlo, porque también la crítica que realiza Oblomov a la sociedad mundana de su tiempo es ajustada en implacable.

Novela grande, sí, y no lo digo por el tamaño. De esas que te hacen ver que tú nunca serás un novelista. En concreto, resulta inconmensurable la crónica de los sentimientos entre Oblomov (Iliá Ilich) y Olga, entre Olga y Shtolz, entre Oblomov y Agafia. Asusta, de verdad.

Nota redactada en enero del 2006

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21 marzo 2008

Victoria


Repaso estos días la Vida de Cristo de Fray Justo Pérez de Urbel, la mejor de las que conozco (salvando, claro, los Evangelios), por su fondo y por su forma, documentada y de impecable estilo. Es también un buen libro de meditación sobre la Pasión:


El centurión hacía caracolear su bestia sobre las peñas y los arbustos. Grave y benigno se había mostrado durante aquellas horas. Había mantenido el orden y cumplido con su deber, no sin cierta inquietud interior. Aquel hombre le turbaba, como a su amo el procurador, aunque tenía la satisfacción de no haber sido cruel con Él. Cuando el Crucificado murmuró: "Tengo sed", hizo una señal a uno de los soldados, indicándole la cantimplora donde estaba la posca, una mixtura de agua y de vinagre que usaban los legionarios durante las horas de la vela. El soldado corrió, empapó una esponja en el líquido, la sujetó al asta de una lanza y la llevó a la boca de Jesús. Jesús, que poco antes había rechazado el vino con mirra, lo aceptó para que se cumpliesen las palabras ya citadas del real profeta. Pero la acción piadosa del legionario debió desagradar a algunos de los que antes habían recordado a Elías, pues intentaron disuadirle, diciendo: "Deja; veamos si viene Elías a salvarle." Inmediatamente añadió Jesús: "Todo está consumado." Todo estaba consumado. Había bebido el cáliz hasta las heces; la voluntad del Padre estaba cumplida; quedaba destruido el pecado; la víctima era perfecta, la satisfacción infinita. La alegría de la victoria ilumina al vencedor; ya no gime, ya no suspira. Recogiendo todas sus fuerzas, pronuncia estas palabras: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!" E inclinando la cabeza expiró. Era la hora de nona, las tres de la tarde.


19 marzo 2008

Perlas

Una alumna de segundo de bachillerato:

[Los Quintero y Arniches] llevan las tablas de castidad andaluzas...

Son los peligros de una chuleta excesivamente pequeña, digo yo. Porque el original decía que esos dramaturgos "llevan a las tablas el casticismo andaluz y madrileño, respectivamente"

¿Que no tiene sentido? Bueno, tengo comprobado que en los exámenes el sentido común desconecta automáticamente. Otra escribía que el tema de La casa de Bernarda Alba era "el exotismo femenino reprimido...". Claro, tanto hablar del exotismo en Rubén Darío... Lo extraño es que fallase la palabra erotismo, justamente.

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18 marzo 2008

Hay recreaciones históricas


que llevan a personajes del pasado formas contemporáneas de pensar y de sentir. Lo hizo conscientemente Buero Vallejo en Las Meninas, con Velázquez; lo hizo Antonio Gala en Anillos para una dama, con doña Jimena; lo hacen de modo mucho más torpe Ken Follett y sus imitadores. Y, a la hora de abordar estas obras, el lector tiene que ir prevenido para ese juego literario (o esa trampa, en el caso de los folletes).


No vi nada de eso en el Santa Juana de G. Bernard Shaw. Por eso me sorprende que su editor afirme que Juana de Arco "ataca al Estado feudal y a la Iglesia católica" y que el personaje le sirve a Shaw para encarnar "la lucha coyuntural del movimiento feminista". La historia pudo ser o no como la cuenta el dramaturgo británico, pero, desde luego, y gracias a Dios, su personaje dista mucho de ser una Simone de Beauvoir o una Victoria Kent. Otra cosa son las intenciones, y, de hecho, el propio Shaw hablaba de Juana como de una precursora de la Reforma. Pero eso tampoco está el el drama, a no ser que se confunda a la Iglesia católica con unos coyunturales (y corruptos) funcionarios eclesíásticos.


15 marzo 2008

La gran esperanza


Rafael García Serrano es aquí el mismo cacho de bestia que en su primera obra, aquel Eugenio. Si sus ideas políticas no cambiaron a lo largo de los años, lo mismo cabe decir de los juicios sumarísimos dirigidos a todo lo que le disgusta (o le gusta). Es un quijote que ve ruedas de molino donde a veces hay sencillas obleas, y se niega a comulgar con ellas, pero eso le otorga igual atractivo que el Quijote original. Y, desde luego, privado de todo lo demás, aún quedaría su prosa: ¡qué prosa, señores!, que hubiera dicho Carlos Bousoño, como en aquella ocasión memorable. Nunca un abuelo Cebolleta tuvo tanta gracia para contar batallitas.

Porque, en efecto, de batallitas se trata. Estamos ante un libro de memorias, y en Rafael García Serrano las memorias han de ser necesariamente de la guerra. La gran esperanza es para él, claro, la de la Falange, muerta ya para él en ese 83 en el que escribe, tiempo de viles traiciones para todos aquellos que guerrearon junto a Franco. El régimen surgido de la guerra no asesinó esa esperanza, a pesar de la unificación (de la que no se mostró partidario), pero sí lo hizo esa democracia que para él no es más que la victoria, a la larga, de los derrotados en el 39. Y el libro tiene sabor de elegía, "elegía por una esperanza", que diría Antonio Prieto, pero escrita no con tono nostálgico sino, como dice la contraportada, "desgarrado y peleón", "bronco y castizo".

Nota redactada en abril del 2007.

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14 marzo 2008

Es horrible:


He notado que siento repelús incluso al teclear el nombre del presidente del gobierno, y prefiero aludirlo mediante un circunloquio. Es posible que si busco ese nombre en este blog aparezca poquísimas veces.


Esta Semana Santa, al meditar el Vía Crucis, me vendrá bien pensar que no soy mejor que él. "Tirad, pero tirad sin odio", como decían los capellanes del Alcázar de Toledo.


13 marzo 2008

Jack Frusciante ha dejado el grupo


¿Dónde hay que buscar la razón del éxito de este libro? En apariencia, es una historia más de rebeldes sin causa, de un James Dean de los 90, más repulsivo en su aspecto y más desagradable en sus modales que el original; es también un relato de amor adolescente, nada que se aparte del material que inunda los estantes de las librerías vecinas de institutos. Más chocante es su éxito si pensamos en el exceso de licencias que se toma el autor con la escritura, llena de elipsis, alusiones a la cultura marginal y libertades sintácticas, todo lo cual, si en ocasiones resulta efectivo, las más veces se queda en pedantería poprock.


Creo adivinar, sin embargo, la clave: Brizzi ha manejado perfectamente el contraste. El ambiente de "kabreo social" en que se mueven Alex y sus amigos, su desencanto (hasta llegr al suicidio en el caso de Martino, una de las mejores páginas), la nada abismal de sus perspectivas vitales, está dibujado con una crudeza tan inusual en esta clase de libros, que sorprende la pureza del amor entre Alex y Aidi. La ausencia de todo componente venéreo en sus relaciones (insólita en el entorno de los protagonistas) es garantía de la autenticidad de sus sentimientos y el mejor acierto por parte de Brizzi. Qué pena de esa mancha descomunal, la anécdota de los seminaristas corriendo detrás de Aidi, que no se la creería ni Lucía Etxebarría y que desacredita toda una labor por otra parte muy estimable.


Nota redactada en septiembre de 1999.


12 marzo 2008

Del liberal al progre


Cristino, lo mismo que su mujer, tiene ideas modernas. Padre de seis hijas y un hijo, cree que las mujeres deben tener carrera y no depender de un marido -cualquier marido- para vivir.


Carmen de Zulueta, en Compañeros de paseo, capítulo sobre Dolores Cebrián de Besteiro.


Bueno, tal vez lo que deban tener las mujeres sea libertad para elegir lo uno o lo otro. Pero este pasaje me llamó la atención no por eso, sino por ese señor de ideas modernas que tenía siete hijos. Es lo que va del viejo liberal (o incluso socialista) al progre de hoy, más amigo de holgar que de retoñar.


11 marzo 2008

Al paso alegre de la PAZ

Mira por dónde Víctor Manuel casi podría volver a cantar el Cara al sol. Estos artistas orgánicos hicieron la gracieta con lo de las siglas de PAZ y se erigieron en apóstoles de la alegría (¡!), con lo que los versos aquellos de

volverán banderas victoriosas
al paso alegre de la PAZ...

les vienen al pelo en esta hora del triunfo, en el balcón del vencedor. Luego podrían sustituir las cinco por las trece rosas, que son los joseantonios de hogaño, ya que a ganar la guerra civil han venido.

(Dicho sea todo con el mayor de mis respetos a la Falange histórica, que no se merece estas comparaciones).

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10 marzo 2008

Escupiré sobre vuestra tumba

No, no voy a comentar la novela de Boris Vian con ese título. Es el eslogan que mejor habría convenido a la ejecutoria del psoe durante estos cuatro años y el que podría haber utilizado durante la campaña, de haber sido sincero. Las tumbas, claro, son las de los asesinados por ETA. En rigor, cada voto socialista es una deyección sobre esos muertos, en aras de quién sabe qué miedos o intereses.

Todos los periódicos mencionan hoy a un ganador. Ninguno habla del otro.

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08 marzo 2008

Pobre Isaías Carrasco.

Pobre peón sacrificado. Tal vez un día la familia de la víctima vea claro cuál fue el papel de su marido, su padre, en la historia de la entente GAL-ETA y maldigan a sus compañeros. Mientras tanto, los demás aguardamos el segundo y quizá definitivo embate del zapaterismo. Estamos preparados.

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05 marzo 2008

No,

no son iguales. Hay la diferencia que va de una secta destructiva a un gobierno normal. Lo dijo Alejandro Llano en su última columna: el 9 nos jugamos el que se nos imponga desde arriba un tipo de ser humano, una especie de hombre nuevo que sería para sus promotores el auténtico homo democraticus, pero que violenta gravemente el orden natural de las cosas. Muchos ven el advenimiento de esa plaga con ojos divertidos, como si se tratase de un numerito circense, pues al fin y al cabo el panis está más o menos asegurado, a pesar de la crisis. ¿Alguna vez han visto la televisión más de cinco segundos? Hay millones que la aguantan horas y horas, y esos son los que van a dar de nuevo el poder a la secta. Convenientemente adoctrinados durante treinta años (la Educación para la Ciudadanía no es más que la culminación de un proceso), perdonan sus errores setenta veces siete, en tanto que a los gobiernos normales no les pasan ni la primera mentira, aunque sea a todas luces prefabricada.

Los políticos normales pueden exhibir hechos, argumentos. Da igual. La secta controla las pantallas y los papeles. Los debates los ganan quien ellos deciden, incluso antes de que se celebren. Quien piense que en estas elecciones se la juega un partido contra otro partido, está en Babia. El envite es de mucha mayor trascendencia. Esta vez, más que nunca, hay que abatir nuestras discrepancias con los políticos normales. Son cuestiones de poco momento.

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04 marzo 2008

El castor


En diversas prédicas he oído, como seguramente vosotros, el ejemplo de los combatientes que, para ir más aprisa, tiran la impedimenta. Se trata de mostrar que conviene ir desprendidos de las cosas materiales si uno quiere ir adelante en la vida espiritual. Me permito brindar otro ejemplo que me trae, casualmente, Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española, en la voz castor. Sobre este animal corría una fábula:


Quando se ve perseguido de los caçadores, alcançando por natural distinto le persiguen por los testículos, que son a propósito para ciertos remedios en medicina, se los corta, y con esto escapa la vida. Pero Sextio, diligentíssimo autor en verificar semejantes cosas, niega ser posible, porque este animal tiene los testículos pegados y assidos al espinazo y muy pequeños. Bien es verdad que entre las ingles tiene dos tumores, cada uno del tamaño de un huevo de ánsar, en medio de los quales está el miembro genital, y por esta causa están reputados comúnmente por testículos. Estos, que son a modo de bolsas, le embaraçan quando va huyendo, y por esso se los corta.


02 marzo 2008

La invención de Morel


Durante su desarrollo creí ver en esta novela la mejor parodia de la filosofía moderna: un hombre conviviendo con un grupo de gente que resulta ser una pura ficción, realidad virtual, fantasmas. Luego se ve que las intenciones de Bioy no van por ahí, sino que se trata de una meditación sobre la inmortalidad, o sobre la transmigración de las almas, desde el punto de vista de la tecnología. Pero es inevitable ver también ahí algo de parodia cuando lo leemos en este año 2000, con toda esa peña especulando sobre la inmortalidad a propósito de los clones y del genoma. En efecto, con una técnica y un estilo tremendamente borgianos (pero, ¿quién ha influido en quién, si esta novela es de 1940?), Bioy nos sugiere una inmortalidad con algo de vampírico, pero conseguida no a través de los colmillos de un pequeño demonio sino mediante una sofisticada máquina. Estas personas virtuales no ven al hombre "verdadero" que ha llegado a su isla, y la cuestión es si tienen alma, o si llegarán a adquirirla. Y es el amor, también aquí, el resorte que impulsa a nuestro hombre a querer esa extraña vida espectral: amor constante más allá de la muerte, aun a costa de no tener carne, sangre, corazón. Alguien nos había contado esto ya, sí, pero con vampiros. Con todo, me parece que, más que por sus parábolas o sus meditaciones sobre la inmortalidad, Bioy triunfa por su arte de contar, por su manera de crear suspense en torno a este hombre acosado, cuyos perseguidores no terminan de hacerse patentes.


Nota redactada en abril del 2000.