27 octubre 2023

Derribos

Mercedes Salisachs nos cuenta su infancia con el mismo talento narrativo que exhibe en sus novelas. De hecho, Derribos parece una colección de cuentos, construidos con episodios ciertamente notables de la vida de la autora. Destacan su enamoramiento infantil de un emperador, nada menos, en concreto el príncipe heredero del reino de Anam, en Indochina, a quien conoció en un balneario y que por entonces andaba por los quince años; su fascinación por el primo de Francia, en un capítulo que me recordó una película de Hitchcock con un tema similar, aunque en esa ocasión era el tío Charlie (Joseph Cotten) el sujeto del hechizo de la adolescente: en ambos casos, el ídolo resulta un ladrón sin escrúpulos; la muerte violenta de un socio de su padre, el señor Vilalta, impenitente en su ateísmo, cuya voz creyeron reconocer en unos misteriosos gritos que se apagaron (“es el señor Vilalta pidiendo oraciones”) cuando comenzaron a rezar por su alma; la misteriosa ausencia de su madre durante una temporada, y de la que la autora no nos da a conocer el motivo, sea por pudor o porque nunca lo supo; la historia triste de la chica que se casó por amor con un bohemio que solo al final sabemos que se llamaba Andrés Segovia; y, por último, ese desahogo público de su mala conciencia por no haber atendido como debiera a su hermana débil mental, aunque lo que leemos deja la impresión de que no fue para tanto, y que renunciar al matrimonio para cumplir una promesa infantil le habría amargado aún más la vida.

Y, hablando de amargura, ese es el tono que yo diría que prevalece en estas memorias, lo que no deja de chocarme, tratándose de una persona conocida por su fe cristiana, presente también, por otra parte, en el relato, aunque en el modo infantil que corresponde a la protagonista. El título es de por sí significativo, y la muerte y el desengaño están presentes por doquier. En fin, qué sabe nadie.

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25 octubre 2023

La vida sale al encuentro, libro I

No consigo que me interese La vida sale al encuentro, de José Luis Martín Vigil, así que la abandono al final del libro primero, con la intención, como de costumbre, de apurar el segundo algún otro día de estos. Lo cierto es que las inquietudes de este chaval de buena familia que estudia en los jesuitas podrían ser recogidas en el diario de cualquier chico real de su momento y edad: inquietudes de tipo religioso, escolar, o sobre el futuro profesional… También de orden amoroso, aunque él deje este asunto bastante en sordina, como indigno de un chico responsable. El propósito edificante está claro, y no faltan los sabios consejos del director espiritual del mozo, que son quizá lo más enjundioso. El envoltorio de los trabajos y días en el colegio y en casa, los diálogos con hermanos, padres y amigos, no superan el vuelo rasante, aunque a los lectores de la época debió de parecerles otra cosa. Imagino que se utilizó mucho como premio a los alumnos de buenas notas en los colegios de la Compañía, sustituyendo a las Veladas de San Petersburgo de De Maistre



24 octubre 2023

El respeto político a la creencia

El tema laicidad frente a laicismo estuvo muy de moda hace unos años, los que tiene este folleto que reúne artículos publicados en la Nueva Revista fundada por Antonio Fontán. Hoy se habla menos del asunto aunque no es que haya perdido vigencia. Olegario González de Cardedal firma la pieza más extensa, en la que parte de la libertad del ser humano como fundamento de la laicidad, siendo el laicismo la opresión ilegítima de una parte de la sociedad sobre otra. El artículo de Andrés Ollero lo abandono al notar una punzada en el estómago producida por su referencia al “racismo de los españoles frente a los conciudadanos de etnia gitana”. Ignacio Sánchez Cámara considera, con razón, artificial la reapertura, desde 2004, de una “cuestión religiosa” que estaba solventada en nuestro ordenamiento jurídico. No lo ven, sin embargo, quienes consideran que todo espacio público es, por definición, ateo, lo que supone no solo la marginación política de los creyentes, sino la asunción del poder espiritual por parte del poder temporal, lo que abre el camino al totalitarismo. Una para mí desconocida Cristina Hermida del Llano apuesta por una “laicidad de diálogo o activa” que lleve a una colaboración entre el Estado y la sociedad civil en el ámbito religioso. Angelo Scola reivindica un lugar para la religión en el espacio público, ya que esta puede contribuir a mejorar las relaciones sociales y las prácticas virtuosas.

El volumen se cierra con un fragmento de la homilía (¿diría “programática”?) de san Josemaría Escrivá, “Amar al mundo apasionadamente”, como un reconocimiento de su aporte fundamental a esta cuestión cardinal de nuestro tiempo. Hay también una presentación del editor de Nueva Revista, Miguel Ángel Garrido Gallardo, filólogo, acerca de la palabra laico.

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16 octubre 2023

No estamos solos

André Frossard escribe una segunda parte de su testimonio sobre la propia conversión. Nunca en su vida dejó de asombrarse de cómo pasó de ateo a católico en un instante, por una iluminación recibida en una iglesia. Y, sin embargo, pienso que estaba predispuesto, ya que, según él mismo dice, era un ateo de verdad, de esos a quienes la Iglesia les importa bastante poco, y Dios sencillamente sabemos que no existe. Aquello no puede ocurrirle a un anticristiano de esos cuya vida se funda en atacar a la Iglesia porque Dios les ha interpelado y lo han rechazado, esos que cuando rechazan a Cristo están huyendo de su propia fe, como el Juliano de la obra de Ibsen.

Frossard repasa aquí, como en una meditación personal, fragmentos de su propia vida en relación con su descubrimiento de Dios, deteniéndose de modo especial en su experiencia de los campos de concentración, piedra de toque para cualquier esperanza, ciertamente. Me quedo, sin embargo, con la definición que hace del socialismo como un rechazo de la condición humana tal como ha sido querida por Dios:

El socialismo no es una economía; es una metafísica a base de rechazo: rechazo de la condición humana, tal como ha sido formada por los siglos considerados oscurantistas y opresores; rechazo a un creador y a un legislador supremo; rechazo del orden impuesto, aunque éste venga impuesto por la naturaleza, y […] rechazo a convertirse en imagen de otro, tal como la Biblia nos dice que somos […], aunque este otro fuera aquel ser refulgente que los cristianos llamaban Dios y predicaban Adorable antes de denominarlo Omega y de adorarse tan solo a sí mismos.

Es curioso, porque esto define mejor al socialismo de hoy, comprometido con lo queer, lo woke y demás paridas, que a aquel socialismo que aún podía seducir a mentes normalmente desarrolladas. Me apunto también la defensa que hace de María medianera, tomando pie del papel mediador de toda mujer:

No se podía –se nos decía—reconocerle esta cualidad sin retirarle a su Hijo; si bien todas las mujeres (que basan su existencia en interponerse entre el padre y los hijos, entre el mundo y el marido, entre los chicos y las chicas; que son las primeras en recibir todos los golpes de la vida, esforzándose en proteger de ellos a sus íntimos; que son las delegadas de oficio en los duelos y sinsabores…), todas las mujeres serían mediadoras por naturaleza, exceptuada la Virgen María.

Lo último es ironía, claro. He de añadir que no comparto el entusiasmo de José Ramón Ayllón, que lo prologa, por su prosa "bellísima" ni creo que sea un libro tan interesante. 

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10 octubre 2023

Deseo bajo los olmos

El clásico conflicto entre padre, hijo y madrastra joven, esta vez con intereses crematísticos de por medio. Esos intereses crematísticos llevan el nombre de la granja en que viven, cuya posesión se disputan el hijo, llamado Eben, y la madrastra, llamada Abbie, porque el padre es ya vejete. Hay otros dos hijos, hermanastros de Eben, que han aceptado la oferta de este de comprarles su parte de la heredad, con un dinero que tenía escondido bajo un listón de madera. Peter y Simon (que así se llaman) se van a California, más contentos que unas pascuas, en busca de oro. Cabot, que así se llama el padre, no tarda en lucir cornamenta, a pesar de todo, porque la avidez de Abbie no se limita al dinero. Cuando entre hijastro y madrastra consiguen dar otro heredero a Cabot, Abbie ya ha relegado la granja a segundo plano, y en su pasión por Eben llega a asesinar al bebé, pensando que eso le complacía a su amante. Como bien dice el autor de la “nota previa”, ambos aceptan el castigo como deuda con la sociedad, aunque sin estar arrepentidos.

Uno se acuerda de Medea y de Fedra, y también de El castigo sin venganza, aunque con ventaja para estas, claro. De hecho no comprendo por qué esta obra es tan famosa, salvo por recordarte que los temas y los caracteres de la tragedia clásica son eternos.

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07 octubre 2023

Fe

Después de “Anzuelo, sedal y plomo”, Len Deighton puso a cabalgar de nuevo a su Bernard Samson. Esto era en 1994, aunque la acción de su nueva trilogía comenzaba antes de la caída del muro. Deighton no pierde su vis irónica ni, por supuesto, su capacidad de inventar diálogos en que las operaciones de alto nivel se mezclan con los problemas familiares. Alemania del este es aquí la más contumaz de las repúblicas prosoviéticas. Allá va Samson en una nueva misión, siempre con esa crónica sospecha suya de no ser bienquisto por sus superiores. La misión resulta una pifia, pues el tipo que había que sacar de zona roja resulta muerto y el propio Samson deja seco sin querer a un presunto perseguidor. Pero esto es solo el comienzo.

En lo personal, Samson se debate entre dos amores. Fiona, la esposa ante la que “debería arrodillarse” y “ya lo hago, pero siempre me estalla el pantalón y se me sale el culo”, anda algo tocada, según dicen, por la más que abnegada misión que estuvo acometiendo en las entregas anteriores, y que culminó con la muerte de su hermana. A Gloria Kent no le da la gana quitarse de en medio como debería, y Bernard tampoco parece muy interesado en perderla de vista… Trama negra y trama rosa, como de costumbre, imbricándose en una lectura morrocotuda.

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05 octubre 2023

Más provechosa me resulta

la conferencia de José Luis Orella sobre la formación del Estado nacional en julio del 36. Me quedo con algunos nombres: gente eminente que constituyó la base de aquel régimen, que no eran las canciones o los desfiles sino la voluntad de levantar la nación. Dionisio Martín Sanz, José Larraz, José Antonio Suanzes, son los que recuerdo de una nómina que, si pasas la vista luego por los ministerios y las secretarías de la España actual… bueno, se te cae al suelo algún órgano vital y comprendes la inquina que esos tipos, los que les han precedido y los que les van a seguir incuban contra Franco y el franquismo. Es como Caín golpeando una y otra vez contra su hermano y escupiendo sin tregua en su memoria.



03 octubre 2023

Desbarres buenistas

Me entero por Jesús González Maestro de la obra dramática de Gonzalo Torrente Ballester. Solo conocía un título, El viaje del joven Tobías. Maestro dedica una conferencia a Lope de Aguirre, otro de sus dramas, que, como los demás, tuvo un éxito nulo. Al menos puede presumir de parecerse a Cervantes, que entró en la literatura por el teatro pero acabó ocupando un puesto en el Parnaso gracias a la novela.

Maestro comienza haciendo una de sus afirmaciones… ¿cómo se dice tirada de la moto en fino?, pongamos detonantes: que la literatura no aporta conocimientos sino que los requiere. Temerario me parece. No sé si aporta conocimientos, que me parece que sí, pero en todo caso aporta enriquecimiento. Si no, no merecería la pena perder una hora de tiempo con ella, aunque tampoco lo sea todo, como quería el autor de esta última frase.

Luego enfoca el drama de Torrente desde el concepto buenista (de Gustavo) de la libertad (Maestro, en efecto, es un fiel buenista). Creo que el concepto aristotelicotomista de la libertad es mucho más completo y definitorio que este, y desde luego no hace falta inventar pedantemas como libertad genitiva, dativa y ablativa para comprender que gozamos de libre albedrío como seres humanos y que lo ejercemos en la medida en que las condiciones materiales y morales de la sociedad nos lo permiten. De hecho, el conferenciante ya comienza diciéndonos que la libertad es, según su escuela, aquello que nos dejan hacer para conseguir el poder sobre los demás. Lo que da buena fe del reduccionismo con que conciben tan noble concepto.

Entonces, Lope de Aguirre, constituido en poder, lo que hace es ejercer su libertad ablativa, que es la que tiene el gobernante para limitar la libertad de los demás por el bien de la sociedad. Ahora, bien, Lope de Aguirre lo hace en tirano, limitando la libertad no para el bien sino para el provecho de su propia persona. Cosa que se llama dictadura. Y aquí va y, puesto a poner ejemplos de tal, me mete en el mismo saco al botijo con patas de Corea del Norte y a Franco.

Aquí lo abandoné, por supuesto.