29 septiembre 2013

La escuela que necesitamos


A través de este volumen de J. D. Hirsch descubrimos que la pedagogía implantada en España con la LOGSE tiene su origen en los Estados Unidos a principios del siglo XX. Hirsch acusa de ella a un tal Kilpatrick, por encima de John Dewey, a quien se suele tener por padre del invento. Hirsch la llama pedagogía romántica, con cierta razón, aunque quizá generalizando demasiado. Se trataría de liberar al alumno de trabas para que pueda llegar a aprender por sí mismo, construir sus propios aprendizajes, y todo eso que seguro les suena.

El ensayo tiene una parte negativa y otra positiva. La negativa se dedica a desmontar los principios fundantes de la pedagogía de marras. Era hora de que alguien dijera que eso de aprender a aprender no es más que un flatus vocis, aparte de un absurdo, porque si uno no sabe aprender, ¿cómo va a aprender a aprender?, a no ser que haya que aprender a aprender a aprender, y así hasta el infinito, si no es que a aprender a aprender a aprender ya viene uno aprendido.

La parte positiva es la recuperación de la enseñanza como transmisión de conocimientos, que no se reduce a la pura memorieta, aunque esta sea indispensable. Tal enseñanza va creando un capital intelectual (concepto básico en la obra) que sirve al estudiante para ir realizando posteriores aprendizajes y, de paso, a ejercer el espíritu crítico, del que tanto hablan los pedagogos románticos: pues este, lógicamente, debe ejercerse sobre algo, cosa que no se logra, por mucho que se pretenda, cuando se han dejado las cabezas vacías. 

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26 septiembre 2013

"Hasta los mejores alumnos le niegan el saludo"


Bueno, pues eso será problema de los mejores alumnos, que ya se ve que no son tan buenos, al menos en eso de la ciudadanía. "Esto es lo que me cabrea: yo digo blanco, tú dices negro y te pego un tiro", venía a decir el prota de la película Bajo las estrellas al oír la noticia de un atentado (lo que le costó acto seguido una paliza, por cierto). De negar el saludo a pegar un tiro hay sólo una diferencia de grado. Así que los mejores alumnos no hacían sino dar la razón a Wert en cuanto al fracaso de la educación socialista, hasta en su asignatura estrella. Y permiten atisbar cómo es la democracia de la generación indignada.

"Usted ha sido rechazado por los padres, los profesores y los rectores", dice además la Valenciano. Desde que a los socialistas les dio por decir el pueblo para referirse a ellos mismos, le han cogido gusto a esto de tomar el todo por la parte. Supongo que se refiere a ciertos padres (se le olvidó decir y madres, lo que aumentaría el número de colectivos), a ciertos profesores (idem con profesoras) y a ciertos rectores (idem), que si hay que juzgar por el número de los que se arrean de verde están en proporción de uno a cinco en el mejor de los casos. Pero es lo de siempre: ¿dónde estaban los otros cuatro quintos cuando arruinaron realmente la enseñanza pública?

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19 septiembre 2013

Ya que nadie más lo dice...


La experiencia ha demostrado de modo irrefragable que la gestión estatal es menos eficaz que la privada. ¿Qué sentido tienen, pues, las nacionalizaciones? Principalmente el de desposeer, o sea, el de satisfacer la envidia igualitaria. También es un hecho que la inversión particular es mucho más rentable e innovadora y crea más puestos de trabajo que la pública no subsidiaria. Entonces, ¿por qué se insiste en incrementar la participación estatal en la economía? En gran medida, para despersonalizar la propiedad, o sea, para satisfacer la envidia igualitaria. Es evidente que la mayor parte del gasto público no crea capital social, sino que se destina al consumo. ¿Por qué, entonces, arrebatar con una fiscalidad creciente a la inversión privada fracciones cada vez mayores de sus ahorros? También para que no haya ricos, es decir, para satisfacer la envidia igualitaria. Lo justo es que cada ciudadano tribute en proporción a sus rentas. Esto supuesto, ¿por qué, mediante la imposición progresiva, se hace pagar a unos hasta un porcentaje diez veces superior al de otros por la misma cantidad de ingresos? Para penalizar la superior capacidad, o sea, para satisfacer la envidia igualitaria. Lo equitativo es que las remuneraciones sean proporcionales a los rendimientos. En tal caso, ¿por qué se insiste en aproximar los salarios? Para que nadie gane más que otro y, de este modo, satisfacer la envidia igualitaria. El supremo incentivo para estimular la productividad son las primas de producción. ¿Por qué, entonces, se exige que los incrementos salariales sean lineales? Para castigar al más laborioso y preparado, con lo que se satisface la envidia igualitaria. Y así sucesivamente. 

Gonzalo Fernández de la Mora, La envidia igualitaria

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17 septiembre 2013

Sin miedo al futuro


Hace tiempo que tenía curiosidad por este libro, hoy completamente olvidado. El título viene a cifrar lo que para Joaquín Aguirre Bellver es una de las esencias del cristianismo, es decir, la virtud de la esperanza. La primera parte del libro, de hecho, se dedica a mostrar cómo el cristianismo vino a liberar al hombre de la prisión del eterno retorno, una creencia común a la mayor parte de las civilizaciones antiguas. Frente a ese eterno retorno, Cristo nos otorga la posibilidad de la salvación, de la vida eterna, constituido en definitivo sacerdote que entierra a los burócratas de la angustia, como llama el autor con feliz expresión a todos los sacerdotes de los viejos ritos. Nunca más, pues, encerrados en un círculo sin sentido, sino destinados a un trascendente más allá que nos ha de colmar (beatus significa colmado, realizado, dichoso, cosa que no dice el autor pero que me gusta recordar)

Aguirre Bellver, cronista político al fin, no puede evadirse de su circunstancia, la España de 1983, con el terrorismo de ETA en su apogeo, la cual le sirve para ilustrar sus reflexiones en torno a las virtudes cristianas y su reverso, llegando a veces al pegote, como sucede en un capítulo que es ampliación de una conferencia suya. Por otra parte, sus ideas tradicionalistas le juegan una mala pasada cuando critica la doctrina de la santificación del trabajo, que él entiende prácticamente como cooperación al mal, por coadyuvar al mantenimiento del capitalismo, enemigo, como el marxismo, de la religión de Cristo. Me pregunto qué idea tenía de la vida de los primeros cristianos.

Pero esto no es más que un pequeño bache en una exposición por lo general brillante, centrada en el vuelco que supusieron para la humanidad las tres virtudes teologales. La fe y la esperanza no serían sino adhesión a la vida, identificada con Cristo, vencedor de la muerte. Y la sustancia de esa vida es la caridad, que supera los guetos y las catacumbas para ir al encuentro de todo hombre. 

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13 septiembre 2013

Laura y el clic


Cómo se reía todo el mundo cuando una ganadora de Gran hermano fue incapaz de decir el nombre de los Reyes Católicos, el año en que empezó la guerra civil española o las naciones que componen la Península Ibérica. Y no sé de qué se reían. Al fin y al cabo, estamos ante una chica educada con métodos innovadores, alejados del aprendizaje memorístico y de la mera transmisión de conocimientos. ¿Por qué tendría que aprender esas cosas? Hoy "el conocimiento, con un clic, está al alcance de todos"; "cualquiera puede conocer en segundos la fecha de la muerte de Napoleón o la raíz cuadrada de 5360".

Tales estupideces vienen repitiéndose como un mantra desde hace años, pero no esperaba encontrármelas en la revista Misión, que las vende (es un decir, porque la revista es gratis) en un reportaje sobre "innovaciones educativas", en perfecta sintonía con las teorías pedagógicas norteamericanas de principios del siglo XX y con la LOGSE española, por supuesto. No enseñes contenidos, fomenta la creatividad y las destrezas (las competencias, se prefiere hoy). No me cabe duda de que las destrezas y competencias de Laura le permitieron ganar el concurso de marras y embolsarse una pasta bonita, ni de que en cuanto llegó a su casa corrió a hacer clic para informarse del nombre de los Reyes Católicos.

La fascinación paleta por las nuevas tecnologías está alcanzando cotas alarmantes. Seamos serios: los que estudiamos en la época pre-internet también teníamos información disponible, quizá no a un clic, pero sí a poco que nos molestáramos en consultar bibliotecas, hemerotecas o a alguno de esos viejos profesores (¿Dámaso Alonso, Menéndez Pidal?) idiotizados, hay que suponer, con aprendizajes memorísticos. Pero una cosa es la información y otra la formación, que incluye el estudio. Podríamos haber aprendido que 6 por 8 son 48 haciendo montoncitos de chinas en lugar de repetir como papagayos la tabla de multiplicar; sólo que habríamos tardado treinta años en terminar el bachillerato.

Sí, cuando me presenté a una oposición y me preguntaron por el Libro de Buen Amor pude haber respondido "déjeme usted quince minutos en la biblioteca del centro y le tengo resuelta esa cuestión". Tal vez las horas que pasé estudiando las características del estilo barroco me inhibieron las destrezas y las competencias. Esas que no me habrían servido para licenciarme en Filología pero sí para ganarme la vida como bufón de masas. Oh, Laura, producto acabado de la innovación educativa. Todos los pioneros son incomprendidos. 

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11 septiembre 2013

Italiano


...aquella lengua blanda y cantarina, que sonaba como música, y que si significaba algo quizá fuese como un añadido sin importancia a su sonoridad.

En Carlos Pujol, Dos historias romanas
 
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08 septiembre 2013

"Fanfic"


Mira por dónde resulta que me pasé media infancia haciendo fanfics, y yo sin enterarme. El fanfic consiste, al parecer, en inventarse nuevas historias del Señor de los Anillos, de Harry Potter, Idhun o personajes similares, y colgarlas en la red.

Mutatis mutandis (mutando sobre todo la red) lo mío era algo así. Cogía un cuaderno escolar de los de a duro, con rayas y todo, y con un rotulador y unos lápices Alpino me montaba unas historietas de campeonato, con héroes melenudos y villanos calvos, como los de mis tebeos favoritos. Eso sí, sólo las veía mi momó. Y mi hermano menor, que se dedicaba a lo mismo, qué remedio.

Lo de fan es por fan, y lo de fic por ficción. Yo era fan de algunos personajes de cómic incluso antes de conocer más que su nombre y su aspecto. Los de Marvel, por ejemplo, que tardaron en hacerse asequibles a mi peculio. Pero eso no me arredraba. A La Masa (The Hulk) lo convertí en un tipo hercúleo normal y lo monté en un barco con tres compañeros de aventuras, como el Capitán Trueno. Los cánones realistas de Víctor Mora pesaban.

En otra ocasión, y ya con holgura económica como para conocer vida y milagros de cualquier superhéroe, reuní a todos los de Marvel y los de DC (no tenía problemas de copyright) para una misión especialmente peligrosa. Acudieron al llamado del Capitán Marvel, que era el no va más en empresas de alcance cósmico.

Podría contar mil meteduras de pata históricas, geográficas, de argumento, de indumentaria, de nombres propios, que se dieron cita en aquellos cuadernos. Pero como dice Daniel Cassany en En_línea (que es donde me entero de esto de los fanfic) sólo los tipos cerrados de mente consideran superiores a Delibes o a Rulfo sobre estos creadores de fanfic. Lo dice así, se lo juro, con ese aplomo. A pesar de todo, seguiré leyéndole, porque explica muy bien todo lo referente a lectura y escritura en la red, y para eso no necesita la sensatez.



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07 septiembre 2013

Dos historias romanas


Dos historias protagonizadas por dos personajes que podrían haber sido el mismo: un personaje muy del gusto de Carlos Pujol, con una inteligencia superior a la media y unas maneras exquisitas, pero abúlico y escéptico, con un escepticismo que le lleva a quedar en un plácido anonimato. El don Pablo de la primera y el Manuel de la segunda ven pasar la historia y prefieren que no les salpique. Se diría que su visión es panorámica y saben lo que pueden dar de sí las aventuras, las revoluciones y las ideologías.

Viven de hecho en dos momentos fuertes de la historia contemporánea: la unificación italiana y la segunda guerra mundial. No sé hasta qué punto hay intención de sugerir un eterno retorno de las ambiciones políticas; lo cierto es que están ahí sirviendo de fondo a las historietas privadas. Que tampoco presentan grandes sobresaltos: don Pablo ha viajado a Roma para no hacer nada, su sueño dorado; y se relaciona con extranjeros como él que tampoco se matan: discuten, se enamoran, hasta juegan a espías alguna vez. Manuel huye de una España grandilocuente para encontrar una Italia similar y contemplar asombrado las excentricidades de su hermana. Son encantadores, todos. Les envidio la serenidad y la mirada amable sin ingenuidad y desengañada sin amargura. Al final, hacen más bien a sus prójimos que los figurones históricos del fondo.

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04 septiembre 2013

Lo que hay


-El problema que tiene el cuerpo de policía -dijo casi con suavidad- es muy complicado. Se parece a la política. Exige hombres de una honradez a toda prueba, pero tiene muy poco que ofrecer a ese tipo de personas. En consecuencia, tenemos que trabajar con lo que tenemos. Y lo que tenemos es esto.

Capitán Webber, en La dama del lago, de Raymond Chandler

01 septiembre 2013

Estilos


Aludiendo sin duda al Frente de Juventudes, declara Ignacio Gracia Noriega, para quien lo dudase, que "nunca fue un niño vestido de pijo en seguimiento de un pijo vestido de niño".

Está en su derecho. Tal vez sea más partidario de estos otros:

--He visto [en España] fiestas populares en directo y en televisión. Gente emborrachándose, consumiendo droga, danto saltos y gritos sin sentido, vomitando, bandas de música estridentes y con un rock muy bruto… todo con una euforia infantil. Me han parecido, en general, un espectáculo simiesco. ¿Son siempre así?

(Un profesor norteamericano, citado por Pío Moa)

Son estilos.

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