27 abril 2020

Se hace tarde y anochece


Este libro viene a ser una especie de nuevo “Informe sobre la fe”, a semejanza del que publicó el entonces cardenal Ratzinger en conversación con Vittorio Messori. De hecho, el Informe sobre la fe es citado con frecuencia por el cardenal Sarah en esta su tercera entrevista con Nicolas Diat. Como en aquel, aquí se trata fundamentalmente de dar una voz de alarma ante ciertas tendencias diríamos viciadas en la Iglesia actual. En concreto, Sarah pone el acento en algo a lo que Julián Marías aplicaba el chiste de Quevedo, ese de “¿Quieres que las mujeres vayan detrás de ti? Ponte delante de ellas”. Es decir, la manía de querer acaudillar aquellas causas que tienen predicamento en la sociedad actual, tales como ecologismo o feminismo, por ejemplo, en detrimento de lo más sustancial de la doctrina y pensando que así se atraerán fieles.

Pero no se trata solo de un intento de corrección de líneas pastorales, sino de un diagnóstico de su mundo. Y con respecto a la Europa actual, ese diagnóstico es terrible: se trata de una sociedad que está muriendo y que quiere morir matando las identidades de los pueblos que no comparten los usos que han llevado a la ruina moral a los europeos, como África por ejemplo, aunque es de destacar también la defensa que hace de Rusia en ese sentido. La perdición de Europa es que ha optado por la desesperanza al rechazar a Dios, de modo que

…Occidente vive la experiencia de la soledad radical y deliberadamente deseada de los condenados.

Creo que nunca se había emitido un juicio tan feroz y al mismo tiempo certero sobre nuestra situación. Así las cosas, solo cabe borrar ya del mapa de una vez semejante pudridero, mediante una pandemia asoladora, por ejemplo, y esto ya lo digo yo. Pero, al contrario que Europa, Sarah no ha perdido la esperanza. Esta radica en esos cristianos que aún alimentan el fuego de la fe en Europa, cuya responsabilidad no consiste en salvar una civilización sino en

…vivir fielmente y sin componendas la fe que habéis recibido de Cristo. […] ¡Cuidad ese fuego sagrado! Que sea vuestro calor en medio del invierno de Occidente. Cuando un fuego ilumina la noche, los hombres van reuniéndose poco a poco en torno a él. Esa debe ser vuestra esperanza.

Pero hay muchas más cosas que merece la pena reseñar en este libro y así lo haré en entradas posteriores. Estamos ante uno de los títulos más importantes que se han publicado en su género, en los últimos años.
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25 abril 2020

Karenin vencedor


La compasión por Anna, el arrepentimiento por haber deseado su muerte y, sobre todo, la misma alegría del perdón, no solo habían aliviado sus sufrimientos, sino que le habían comunicado una paz interior desconocida hasta entonces. De pronto comprendió que lo mismo que había sido fuente de padecimiento se había convertido en fuente de alegrías espirituales, y lo que le había parecido insoluble cuando condenaba, reprochaba y odiaba, se había vuelto claro y sencillo ahora que amaba y perdonaba.*

Aunque aún le tocará sufrir…

*(Cuarta parte, capítulo XIX. De Anna Karenina, por supuesto)





23 abril 2020

Memorias del subsuelo


Hoy diríamos que el problema de este señor que se nos confiesa aquí es de falta de autoestima. Piensa que es malo, pero en el fondo se diría que lo que le corroe es que esa maldad no se traduzca en actos que le permitan adquirir fama o ascendiente sobre los demás. Ser malo siendo un pobre diablo no resulta nada grato. Y, además, no es tan malo, no como él lo supone. Pero como tampoco es un santo, vuelve a aparecer la frustración: ni santo ni famoso criminal. Es una criatura consumida por el orgullo no satisfecho.

Y hasta aquí mi diagnóstico de profano en psicología. Lo cierto es que Dostoievski ha fabricado un personaje que después podía haber utilizado en una novela mayor, como algunos compositores componían oberturas a la espera de una ópera donde encajarlas. Podría haber sido incluso un germen de Raskolnikov. La novela (otro ejemplo de que eso del monólogo interior o flujo de conciencia no se inventó en el siglo XX) comienza con la autopresentación del personaje, tratando de hacérsenos odioso; sigue con una comida de amigos a la que se invita con el oscuro afán de adquirir ese soñado protagonismo y que acaba con una enorme frustración; y acaba con su relación con una prostituta en la que se incluye un vibrante discurso moral que es quizá lo más atractivo de la novela, en el que nos convencemos de que no estamos ante un psicópata sino ante una persona con clara conciencia del bien y del mal.
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20 abril 2020

En el más alto sentido


Pero, en fin, si he hablado de amistad , de estimación, de fraternidad, no cabe duda de que he hablado de amor –aparte de haber hablado también de amoríos—de amor en el más alto sentido y claro está que estoy queriendo decir en el sentido cristiano.


Rosa Chacel, "Volviendo al punto de partida", en Revista de Occidente, 17 (1964). Recogido en Rebañaduras, p. 31



18 abril 2020

Cal viva


Esta experiencia creo no haberla tenido con un libro. Quiero decir el hecho de que su autor me fuese resultando cada vez más antipático a medida que avanzaba, y que lo siguiese siendo durante el visionado de algunas entrevistas realizadas con él. Desde luego, Amedo no trata de justificarse: a esas alturas creo que lo suyo era ya poco justificable. De hecho emplea un tono bastante frío en la narración de su peripecia. Lo único que podría haber evitado esa reacción de antipatía por parte del lector habría sido el presentar a sus víctimas como bestias salvajes, pero tampoco le ha dado por cargar las tintas en ese sentido. Lo que le interesa es subrayar la culpabilidad del gobierno de entonces en la organización de los GAL. Y esto, que de por sí habría provocado la desaparición total de un partido político de no mediar otros factores que no son del caso, es lo que anima a proseguir la lectura.

Hay que decir que el tipo también sabe dar a su relato un aire de novela negra a la europea, en plan todos malos, sobre todo cuando introduce la figura de las mujeres activistas, las que llama Dama negra y Dama rubia, cuya identidad silencia cuidadosamente, dos auténticas asesinas de película, una de ellas al estilo de la vengadora de La novia vestía de negro de Woolrich/Truffaut, pues al parecer se trataba de la esposa de una víctima de ETA. No se puede negar que causa cierto gustillo imaginar a estas tipas disparando contra los etarras. La pena es que al final estaban haciendo el juego a un partido que entonces declaraba la guerra a ETA tan alegremente como luego se entendería con ella, en una política mafiosa que hemos aguantado demasiado tiempo.
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16 abril 2020

Juicios implícitos


El siguiente aforismo de Nicolás Gómez Dávila me hace pensar en los que dicen cosas como pareja, género, machista, homófobo, padres-y-madres… sin formar parte del tinglado.

Quien acepte el léxico del enemigo se rinde sin saberlo. Antes de hacerse explícitos en las proposiciones, los juicios están implícitos en los vocablos.




14 abril 2020

Los trabajos de Persiles y Sigismunda


Es ley inexorable, al parecer: deslumbramiento en la primera lectura, decepción (relativa) en la segunda. En el caso del Persiles, mi fascinación llegó al punto de considerar esta novela como equiparable al Quijote e incluso como su remate: me pareció que era la contrapartida en plan positivo de lo que se había contemplado en negativo en el Quijote: es decir, Cervantes planteaba en el Persiles al auténtico héroe, libre de los engaños pueriles de la caballería y asentado sin más en el terreno firme de la virtud.

En esta segunda visita, en cambio, me ha parecido una obra más bien desestructurada, que hilvana episodios por lo demás muy parecidos entre sí y que insiste una y otra vez en el tema del mal de amor y la bella esquiva. Debe de ser una impresión superficial, sin embargo, porque curioseando por ahí encuentro gente que es capaz de otorgarle una estructura y un propósito bien definidos, aun reconociendo su inferioridad al Quijote. A cambio, me han encantado las frecuentes sentencias a que tan aficionado es Cervantes, y donde se ve quizá a un hombre que, en efecto, ve próximo el tránsito a una mejor vida y va poniendo en orden los muebles, quiero decir, claro, el estado de su alma.

De lo que no se puede dudar es de que nos hallamos ante una reelaboración en sentido cristiano de las viejas novelas griegas, o bizantinas, de amor y aventuras. El peregrinaje a Roma con final feliz a través de vicisitudes sin cuento que van aquilatando el amor de los protagonistas (Luis Rosales pone muy bien de relieve todo esto en el libro que comentaba aquí hace poco); el contraste entre los bárbaros y los bellísimos protagonistas (que es fácil equiparar a las almas privadas de la gracia frente a las adornadas con este don divino); y la insistencia, tan de moda en su tiempo, en el libre albedrío, que hace que uno pueda superar su condición de bárbaro mediante la práctica de la virtud, así lo ponen de manifiesto.


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12 abril 2020

Unos llevan la fama


Buena parte de los libros de los ilustrados franceses estuvo prohibida en Francia, mientras que, por el contrario, circulaban libremente en los ámbitos del imperio español.

En efecto: La mayor parte de las grandes obras literarias que cubrieron de gloria la literatura francesa del siglo XVIII hubieron de ser editadas o bien fuera de su país o bien en imprentas clandestinas. (Sigfrid H. Steinberg, 500 años de imprenta, Zeus, Barcelona, 193, págs. 180-181.) Citado por M. E. Roca Barea, Fracasología, parte 1, capítulo 2, de donde extraigo también la otra cita.




10 abril 2020

Fracasología


No es, evidentemente, una obra de la envergadura de Imperiofobia, pero he de decir que me ha proporcionado también buenos ratos. En concreto, al poner en su sitio a los “afrancesados”. Con frecuencia nos los han vendido como los que querían la modernización de España según las ideas de la Ilustración, pero no dejaban de parecerme el ejemplo de una ola de esnobismo y paletismo que duró demasiado. Por eso, algo interesante que hace Roca Barea es distinguir a estos afrancesados de los liberales, que fueron quizá los auténticos modernizadores. Gente como Jovellanos o como los que pergeñaron la Constitución de Cádiz fueron opositores a Napoleón, mientras que los supuestos progresistas y admiradores rendidos del país vecino acabaron secundando al déspota y a su “rey intruso”, como Meléndez Valdés o Moratín, por ejemplo. Llama la atención también un dato, puesto de relieve por la autora: durante el siglo XVIII hubo en España importantes medievalistas pero un atronador silencio sobre la España de los Austrias, como si los intelectuales españoles se avergonzaran de esa parte de su historia, tan denostada por los ilustrados.

El siglo XVIII ocupa una buena parte del libro, pero lo que sigue no le va a la zaga en interés. La otra parte destacada, por su atrevimiento podríamos decir, es la dedicada a la Generación del 98 y los regeneracionistas, los autores del mito de la España problemática, o de la España que se desvió de su rumbo. Digo atrevimiento porque estos autores han gozado siempre de un aura de prestigio justamente por haber manifestado un patriotismo crítico, que ponía a España sobre la mesa de operaciones con el loable propósito de enderezar su rumbo y lograr una España mejor. A mí mismo me han caído siempre más simpáticos estos autores que los de la Generación del 27, y justamente por esto. Sin embargo no me parece injusta la crítica de la historiadora malagueña, ya que esa idea de que tu patria es la rara frente a una Europa sana y modélica no deja de tener su punto ridículo cuando se insiste tanto en ella como se hizo por parte de esta generación. Viva el patriotismo crítico, fuera los complejos. Por otro lado, que García Lorca sea el ejemplo de lo que puede dar España cuando arrincona los complejos tampoco me parece lo más acertado. O es que eran menos grandes Unamuno o Valle-Inclán...
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08 abril 2020

Dicho sea de paso

Antonio, en el Persiles:

Llegué a las puertas de la gramática, que son aquellas por donde se entra a las demás ciencias.


06 abril 2020

Liras entre lanzas


José María Martínez Cachero fue un filólogo bastante respetado en Asturias, tierra que no suele regatear el respeto a sus próceres, por lo demás. Es autor de un ameno volumen de memorias titulado Antes que el tiempo muera en nuestros brazos, del que recuerdo el capítulo que dedica a “Don Florentino, el cura que me dio a leer La Regenta”, título de por sí llamativo teniendo en cuenta que se refiere a una de las novelas más anticlericales de nuestra literatura. Uno de sus últimos empeños fue esta Historia de la Literatura “Nacional” en la Guerra Civil, del 2009.

Me lo he leído de corrido, en dos partes bien distanciadas, por curiosidad hacia el tema, pero hay que reconocer que es más que nada un repertorio, un elenco de todo lo que los nacionales escribieron en los tres años de guerra civil, la mayor parte, como puede suponerse, de calidad más bien mala. Es posible que haya también un propósito de reivindicar a los que “ganaron la guerra y perdieron los manuales de historia de la literatura, como diría Trapiello”. Pero si es así el autor se ha impuesto una cota cronológica muy estricta. ¿Pensaba continuarla con la posguerra? No lo sabremos, puesto que al poco de publicar esto “el tiempo murió en sus brazos”.

El autor divide su materia por géneros: teatro, poesía, novela, ensayo, y dedica capítulos especiales a algunos autores, en concreto Pemán, Foxá y Miquelarena, que cultivaron diferentes géneros. Me interesa en especial lo dedicado a Valladolid, con Francisco Pino y sus iniciales fervores nacionales, de los que luego abjuró con el resultado de concitar los mimos oficiales en los años posfranquistas, a pesar de sus galimatías, que lo convierten en el típico escritor más homenajeado que leído. Me encuentro también, entre otros subproductos similares, con la referencia a una obra de la que había oído hablar en mi casa (creo que incluso teníamos un ejemplar) y a la que el tiempo sepultó en su lugar, titulada España inmortal y que le valió a su autor, Sotero Otero del Pozo (esos papás graciosillos…) las mieles del éxito en su día.
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04 abril 2020

Ver la misa por la tele


Somos como el pobre José Bódalo en aquella película de Marisol:

—¡Espera que termine el solomillo!,

dice mientras mira a un tipo en una terraza poniéndose las botas.

Este demonio saldrá mediante la oración y el ayuno, también el ayuno de eucarístía. Benditos sean Sus renglones torcidos.





02 abril 2020

La casta Susana


El otro día leían el pasaje evangélico de Susana y los viejos. Recordé a José Miguel Ibáñez Langlois.

En tiempos de Susana y los jueces malvados
qué de intrigas en el huerto de la bella,
qué alboroto se armaba en la ciudad,
qué fulminante el castigo de Daniel
contra los viejos fornicarios.

Hoy todas las Susanas son adúlteras,
se bañan desnudas ante los jueces,
el fornicar ha caído en desuso
y Daniel, por las calles sin trabajo,
y al Señor de Daniel
empieza ya a colmársele su infinita paciencia.

(En Poemas dogmáticos, parte II)