30 diciembre 2008

Este sitio cierra hasta Reyes

Disculpen las molestias y

FELIZ 2009

Propósito de año nuevo

Quiero ser como ellos.

Los profesores que me salvaron (y que hicieron de mí un profesor) no estaban formados para hacerlo. No se preocuparon de los orígenes de mi incapacidad escolar. No perdieron el tiempo buscando sus causas ni tampoco sermoneándome. Eran adultos enfrentados a adolescentes en peligro. Se dijeron que era urgente. Se zambulleron. No lograron atraparme. Se zambulleron de nuevo, día tras día, más y más... y acabaron sacándome de allí. Y a muchos otros conmigo. Literalmente, nos repescaron. Les debemos la vida.

Daniel Pennac, Mal de escuela

29 diciembre 2008

El papa mago

Gerberto de Aurillac, que llegó al pontificado con el nombre de Silvestre II, fue uno de los mayores eruditos de su tiempo y el papa del anterior cambio de milenio (999-1003). Ambas circunstancias cooperaron en la forja de ciertas leyendas en torno a su persona, que Miguel Ruiz Montáñez (autor del algún best-seller como La tumba de Colón) aprovecha para montar una trama bastante disparatada con los ingredientes habituales: Iglesia, medievo, aristocracia, códigos secretos, sectas, espiritualidad new age... No faltan, aunque muy traídos por los pelos, ni los templarios ni los masones.

Resulta que un conde francés descubre el gran secreto del “papa mago” en el propio sótano de su palacio: nada menos que la cabeza parlante, una especie de primitivo ordenador capaz de revelar la fecha y la causa del fin del mundo. Pero para que se produzca tal revelación hacen falta algunos datos que llevan a Pierre Dubois (así se llama el tal aristócrata) hasta Ripoll, Medina Azahara y Roma, siempre con unos malos malísimos pisándole los talones, a él y a la pareja formada por su hija Guylaine y el novato pero eficaz detective Marc Mignon, auténticos protagonistas de la historia.

En pleno fenómeno Dan Brown, algunos guasones confeccionaron una especie de juego combinatorio a partir de ciertos componentes con los cuales escribir novelas a lo Código Da Vinci. Este podría ser uno de sus resultados, y no el más brillante. La acción es totalmente previsible, los diálogos de una simpleza de tebeo y lo de la cabeza parlante inverosímil incluso en el propio contexto de la ficción. Lo único original se halla en el modo en que el autor aprovecha el nuevo terror milenarista: el cambio climático, con el cual se halla relacionado el “fin del mundo” que la cabeza habrá de augurar.

Tal vez no esté de más destacar la ausencia del sectarismo antieclesiástico y del erotismo gratuito, circunstancia más bien rara en este tipo de productos. Es lo mejor que se puede decir de esta novela donde las palizas se profieren en lugar de propinarse, las llaves forman un nutrido grupo en lugar de un apretado manojo, donde los masones tienen gran jefe como los indios y donde los anacolutos campan a sus anchas.


Escrito para Aceprensa, parece que han estimado que, visto lo que hay, no merece la pena publicarlo; así que lo planto aquí por si a alguien le sirve.

28 diciembre 2008

Spirit


Nunca fui un fan de Spirit. Primero por una manía personal en cuestión de comics: no me gustaba que se mezclara lo serio y lo cómico, o sea, lo que yo solía llamar aventuras (Capitán Trueno, etc) y lo que eran historietas (Mortadelo y tal). Dibujar aventuras con rasgos caricaturescos era un fraude. De ahí que no sintonizara con Tintín, por ejemplo (qué nombre, además). El trazo expresionista de Will Eisner entraba en esa categoría de fraude. Además, ¿qué pintaba un poli norteamericano con antifaz? Eso era lo más absurdo de todo.


Pero además, tomé contacto con Spirit una tarde de domingo, de esas en que no se salía porque hacía frío. El blanco y negro del original, unido al ambiente nocturno en que se desarrollaban las historias y al citado trazo expresionista le daba a todo un cierto aire de pesadilla, que aumentaba el aire depresivo de esas tardes.


Ahora, menos dado a las parcialidades en todo, aprecio mejor el dibujo de Eisner, ciertamente expresionista pero también muy expresivo. Además puedo leer a Spirit como parodia. Pero creo que me gustan más sus historias neorrealistas, por deprimentes que sean (estas sí), que su personaje estrella. A ver qué ha hecho Frank Miller. De momento, parece que ha captado el ambiente tenebroso del original.

27 diciembre 2008

Donde las mujeres




Una de las cosas más difíciles en una novela, creo, y la que pone a prueba la valía del novelista, es la pintura de caracteres. Si los personajes no son peleles, si vemos en ellos una personalidad propia, la novela es valiosa. Y es precisamente este punto el que Álvaro Pombo supera con sobresaliente. Hay muy poca acción en Donde las mujeres, la trama consiste en ir desvelando, poco a poco, un pasado con más pena que gloria, y que no es diferente del de muchas familias. Pero la sutileza con que Pombo va dibujando, paso a paso, unas almas, causa respeto, y más cuanto que nos las disecciona, a veces, desde diferentes puntos de vista, como es el caso del complejo Fernando, el padre legal de la narradora. Ya el retrato que de él nos traza su esposa es de tremenda grandeza, pero queda conpletado por lo que de él dicen las hijas o la tía. Lo que fue la relación conyugal de Fernando y su esposa puede pasar, también, a las antologías. Pienso que si todos nosotros pudiéramos describir nuestras relaciones humanas con tal exactitud se aclararían muchas cosas... para bien y para mal. El poeta o el novelista de primera fila tienen esa virtud, que monseñor Knox atribuía a Jesucristo, de hacer que las cosas del mundo parezcan un simple remedo de las sobrenaturales, como cuando Álvaro Pombo habla del sol como reflejo del amor del cielo. Hay mucho de los grandes novelistas del XIX en Donde las mujeres. Hay sabor a Clarín, a Tolstoi y sobre todo a Henry James en esta historia de una desilusión en que las pasiones visten de etiqueta.

Nota redactada en diciembre del 2000


26 diciembre 2008

"Por una enseñanza laica, racional y científica"


Así dice un pasquincito que he visto estos días, pidiendo ¡Religión fuera de la escuela! Supuse que anunciaría una exposición de carteles decimonónicos, pero no llevaba referencia de lugar, ni fecha...

23 diciembre 2008

Invitado


Haber nacido el 24 de diciembre supone tener como invitado al Niño de Belén en cada cumpleaños... Y, como siempre, el primer impulso será meterme debajo de la alfombra, como cuando, de chico, en estas fechas, llamaban al teléfono. ¿Y qué le digo? Ya ves, ´ta y cinco ya y tocando el violón...

Y, una vez más, no habrá ceño ni llanto. Sólo la mirada que desarma, y la sonrisa; y la promesa: el ´ta y seis será el año. Ya lo verás, Bonito.

Feliz Navidad.


22 diciembre 2008

Liberté


... se sorprendió al verse contemplando las paredes de la cárcel con el detenimiento de un turista enamorado del arte y todo para buscar los dibujitos que habían pintarrajeado quienes le precedieron en el usufructo de la celda. Había más letreritos que ilustraciones y entre la libertad y el culo quedaba resuelta toda aquella literatura... Era curioso comprobar que los más feroces libertarios, de guiarse por el plano mental allí a la vista, se hubiesen transformado en conservadores de tomo y lomo en cuanto la sociedad les hubiera concedido patente de perro o al menos un talonario de vales para cualquier palacete de la prostitución. Se notaba que muchos eran comunistas o anarquistas o de las juventudes unificadas, como muchos burgueses eran abonados a la fila cero o suscriptores de periódicos rijosos. A falta de valor para capear los grandes y bravos temporales de la castidad o el donjuanismo de alto copete, los burgueses se echaban una queridita en nombre de la liberté, pongo por ejemplo, y los otros fichaban por el partido que más posibilidades les diese de satisfacer sus instintos sin grandes complicaciones...

Rafael García Serrano, Plaza del Castillo

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21 diciembre 2008

Insultos, cortes e impertinencias


"Cómo hacerlo", se subtitula este libro que viene a ser parodia de los manuales know how, biblias de los hombres crédulos de nuestra época. No tiene más valor que el que tiene un desahogo después de bien comer con los amigos, un combate de ingenio con el que pasar el rato, soltando un chiste tras otro. Hay capítulos poco logrados, como el que se dedica a los políticos (son, ciertamente, una especie con muy poco sentido del humor), y otros enormemente divertidos, como el referido a los feos, inútiles, pesados, torpes... o el dedicado a los cortes. Recomiendo vivamente las pullas contra los orgullosos de haberse hecho a sí mismos.

"El español insulta mejor", dice Ángel Palomino, en un rasgo de patriotería chusca. Pero también opinaba don José Miguel Ibáñez Langlois que el español era un excelente idioma para la imprecación. En todo caso, ello puede deberse a lo susceptibles que somos ante el insulto. Un toque de claxon aún nos solivianta. y resulta curioso que esto ocurra en el mismo pueblo que ha encontrado en el humor el mejor modo de enfrentarse a las contrariedades de la vida, díganlo Cervantes, Quevedo o Enrique Jardiel Poncela. Gozamos insultando y nos sabe fatal que nos insulten, lo que indica una cierta mala leche nacional, pero al mismo tiempo nos reímos de nosotros mismos mejor que nadie.

Ángel Palomino confesaba que Lío en Kío lo había escrito por encargo. Este también parece un libro encargado por la colección El Papagayo. Está hinchado a ojos vista, y, como digo, su contenido es muy desigual. Pero hace pasar un rato espléndido.


Nota redactada en octubre del 2000


20 diciembre 2008

Nacionalismo


El Embajador en el Infierno trae una interesante cita sobre el Nacionalismo, y acertada desde mi punto de vista. Este es uno de esos conceptos usados en ciencias humanas que tienden a confundir, sobre todo si uno tiene ganas de liarla. Esa palabra se usa propiamente, creo, en alguna de estas tres acepciones:

1. La aspiración a lograr la independencia de un territorio que aún no es, de iure, nación.

2. La creencia de que la nación de uno es superior a las demás.

3. La actitud de quien subordina todo en su vida a la defensa y promoción de su patria, por encima de otra consideración terrena o sobrenatural.

Todas ellas se diferencian del mero patriotismo, virtud que consiste en anteponer el bien de la patria (la que uno estime por tal) a los intereses particulares.

Es importante deslindar estos conceptos para evitar polémicas inútiles. Y sofísticas, las más de las veces.

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19 diciembre 2008

C´est magnifique


¡Cómo nos han podido ocultar esto tan magnífico!


(Rosa Chacel, al parecer, sobre los escritos de José Antonio.)


Tan magnífico que en mi juventud lo acaté como dogma de fe. Rosa Chacel me caía muy bien antes de esto. Ahora también por esto. Qué diferencia con las escribidoras de izquierdas de hogaño.

18 diciembre 2008

Delicia


Otra de las cosas que admiro en Ortega es su desapasionamiento, su toma de distancia ante cualquier posición ideológica, sea esta política, cultural o artística. En La deshumanización del arte afirma que no le mueve “ni la ira ni el entusiasmo”, sino “la delicia de intentar comprender”.

Delicia… Para qué el enfado, para qué el placer de hundir al enemigo. Comprender... tomo nota.

17 diciembre 2008

El condenado por desconfiado


Uno de los grandes méritos de nuestros dramaturgos del Siglo de Oro (uno, entre tantos) es el saber dotar de vida humana a conceptos abstractos. Obviamente, ni Paulo ni Enrico son caracteres creíbles; no son ni siquiera tipos. Son encarnación de meras posibilidades teóricas, de casos imaginados por una mente calenturienta que plantease a su catequista más y más dificultades. Enrico es un dechado de presunción: una y otra vez desprecia a Dios a la vez que confía en su misericordia; Paulo es demasiado crédulo, se deja engañar por el demonio y no parece haber entendido nada de la misericordia divina. Y sin embargo, hay vida en ellos, vida y patetismo, y nos emocionamos con la redención de Enrico a la par que lloramos la condenación de Paulo. La magia de la palabra y el verso vivifica lo que en sí no es más que una ilustración de la doctrina católica, teología en escena, compuesta sin duda para combatir la tesis de la predestinación, tan de moda en aquella época por mor del protestantismo. Y son las palabras de Anareto, al final de la obra, el clímax de la misma: su hondura teológica corre pareja con su belleza y su emoción, aumentada esta por el hecho de tratarse de un padre anciano dirigiéndose a su hijo en trance de muerte. Fue la contribución del teatro a una polémica en la que se hallaba en juego lo único importante para el ser humano, su destino eterno.

Nota redactada en noviembre de 1998. El autor de la obra comentada es Tirso de Molina.

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16 diciembre 2008

Aventureros



... si se prescinde de la dimensión nacional, la sabiduría es pedantería, la riqueza es latrocinio, la justicia es farsa y la milicia es aventurerismo puro...

Ramiro Ledesma Ramos, Discurso a las juventudes de España

Hoy, curado de dogmatismos temporales, sólo estoy seguro de lo último. Al oscurecerse la conciencia de pertenecer a una patria, se disparó en España la objeción de conciencia hasta el punto de hacer inviable el servicio militar obligatorio; y el ejército profesional se nutre cada vez más de aventureros para quienes la "religión de hombres honrados" de Calderón suena a sánscrito.

(Sé que la bandera no lo es todo, pero veo actuar a Rhonda Vincent y qué envidia. El violinista no me da tanta, pero en fin, no todo el mundo ha de tener perfil de soldado)

15 diciembre 2008

Segura


La pasada semana se fue al otro barrio otro de mis ídolos de infancia, el autor de Rigoberto Picaporte, La Panda y Los señores de Alcorcón. En el obituario de El Mundo destacaban lo bien que pintaba a las chicas, y que qué pena que no hubiera vivido en otro país y otro tiempo, para hacer a las chicas más buenorras y tal, ya saben.

Es verdad lo de las chicas, ahora que lo dicen. Pero, como comprenderán, yo de pequeño no me fijaba en eso. Lo que recuerdo de las historietas de Segura era su burla de las vanidades humanas: el culto a la apariencia, el qué diran. "Qué bochorno" era una frase frecuente en sus viñetas, sobre todo al final, cuando los señorones o los snob quedaban en ridículo. También me enseñó mucho vocabulario, tanto del coloquial (sobre todo en La Panda) como del culto, aunque yo a veces los confundía: cuando el capitán Serafín habló de "un ágape a bordo" pensé que era un término castizo, así como cuchipanda. Y ya ven, ahí está el Papa hablando del agapé como amor depurado...

En fin, a él, como a todos, le sentó bien la censura. Propiedad de lenguaje, dibujos perfectos, ni una vulgaridad... Qué buenos ratos con el Pulgarcito o el DDT en las manos.

11 diciembre 2008

Irse de casa


En sus últimas novelas, Carmen Martín Gaite retrató en alta definición a la mujer de su tiempo, es decir, de fines del siglo XX. Si en Lo raro es vivir le tocaba a la treintañera, en Irse de casa aparece lo que llamamos mujer otoñal, pero la diferencia es mínima. Realizadas en lo profesional, liberadas de la familia, son incapaces de escapar de los fantasmas y viven presas del temor a la enfermedad y a la vejez, esclavas del psiquiatra, el endocrino o el fisioterapeuta, probándolo todo para lograr una paz interior que parece llegar en el último capítulo, pero ¿hasta qué punto? La vida no es una novela y ese equilibrio alcanzado por Águeda Soler o por Amparo Miranda se nos antoja terriblemente efímero. La propia Carmen Martín Gaite no pudo hacer sino sostener la lucha, si hemos de creer a la dedicatoria (a N..., "mi mejor aliada en mi lucha contra los fantasmas", o algo así) de Irse de casa. Amparo Miranda llora al final, rendida sobre el pecho de un hombre, en una escena que haría encabritar a cualquier feminista, creyendo haber bebido mucho cuando en realidad, como dice el hombre, "ha llorado poco", y, añadiríamos, no sobre el hombro adecuado. En realidad, todos los personajes de esta novela son un poco Carmen Martín Gaite, al menos los femeninos; Carmen Martín Gaite llorando sobre el papel, o el teclado; Carmen agonizando contra sus temores e inseguridades, "jugando al tenis sin pelota", como dice uno de sus personajes, atisbando la verdad sin atreverse a abrazarla.

Nota redactada en noviembre del 2000

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08 diciembre 2008

¿Sabe el único modo de hacer que se ría el buen Dios?

-Cuéntele sus proyectos.

(Daniel Pennac, Mal de escuela.)

Quino, el de Mafalda, tenía su propia respuesta: aquella viñeta en que Dios se carcajea a mandíbula batiente leyendo un tratado de Física. Lo que no dice nada ni contra la Física ni contra los proyectos, claro.

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06 diciembre 2008

La quimera del oro


Lo mejor que ha producido la filosofía de Nietzsche es literatura. Y sólo porque hubiesen podido ver la luz estos cuentos hubiera merecido la pena que el amigo Federico pusiera por escrito sus delirios. El mito del superhombre ha tenido la virtud de resucitar la vieja épica de Homero. Personalmente veo muy difícil que los buscadores de oro de Alaska se enfrentasen a semejantes penalidades in invocar a Dios. Pero, como pura literatura, resulta convincente y fascinante. Sólo Jack London sabe hasta qué punto él fue uno de sus héroes, luchador sin causa, contra viento y marea helada, puesto que compartió, siendo muy joven, las aventuras de estos locos del Norte, y, como muchos de ellos, acabó sucimbiendo ante la vida, despojado de la única virtud capaz de hacernos aguantar un día más cuando todo parece haber perdido su sentido. Es conmovedora, sí, la actitud numantina con que estos personajes, vencedores de todos sus semejantes, nuevos Hércules, caen ente el enemigo más implacable, amado u odiado, quén sabe, la diferencia aquí pierde su sentido, caen, digo, numantinamente ante la vida, ese absoluto Otro simbolizado por el perro Diablo, cuya lucha con su amo, sostenido sólo por la esperanza de darle muerte un día, es digna del viejo cantor de Aquiles y de Ulises.

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Nota redactada en noviembre de 1998

02 diciembre 2008

Errores a pares


Una de las ideas más afortunadas de C. S. Lewis era esta: el diablo manda los errores de dos en dos, para que, tratando de apartarnos de uno, caigamos en su opuesto. A raíz del asunto de los crucifijos escolares, he oído a alguno decir que, si queríamos Estado laico, ahí lo tenemos, y de qué nos quejamos. O laicismo o Estado confesional.

Y no. No nos debatimos en una dicotomía. Defender la aconfesionalidad no es caer en el laicismo. Abogar por la presencia de lo cristiano en la vida pública no es caer en el confesionalismo. Son tres las posiciones en juego, y lo que no acaban de entender unos y otros es la naturaleza de la tercera, la que los eclesiásticos suelen llamar laicidad positiva o sana laicidad y a la que, en el fondo, le sobran los adjetivos, porque la laicidad no connota nada negativo ni enfermo. Sencillamente habla de garantía del libre ejercicio de las creencias de cada cual.

En el fondo, tanto los confesionalistas como los laicistas están en el mismo bando, en ese aspecto: Para unos, la libertad niega la verdad, y hacen del relativismo norma vinculante; para otros, la verdad tiene derechos que pasan por encima de la libertad. La armonía entre ambos conceptos es aún un misterio para todos ellos. Benedicto XVI hablaba así de la cuestión, tal vez la fundamental de nuestro tiempo:

Si la libertad de religión se considera como expresión de la incapacidad del hombre de encontrar la verdad y, por consiguiente, se transforma en canonización del relativismo, entonces pasa impropiamente de necesidad social e histórica al nivel metafísico, y así se la priva de su verdadero sentido, con la consecuencia de que no la puede aceptar quien cree que el hombre es capaz de conocer la verdad de Dios y está vinculado a ese conocimiento basándose en la dignidad interior de la verdad. Por el contrario, algo totalmente diferente es considerar la libertad de religión como una necesidad derivada de la convivencia humana, más aún, como una consecuencia intrínseca de la verdad que no se puede imponer desde fuera, sino que el hombre debe hacerla suya sólo mediante un proceso de convicción. Con el decreto sobre la libertad religiosa, el Concilio Vaticano II, reconociendo y asumiendo como propio un principio esencial del Estado moderno, recogió de nuevo el patrimonio más profundo de la Iglesia.

Y ello aparte de que la presencia del crucifijo en el aula sea compatible con la aconfesionalidad, o con la laicidad, o como queramos llamarlo. Lo cual es perfectamente opinable.

01 diciembre 2008

Papa, mira este.

Lo de Papa no tiene tilde aquí. Pero es la misma rabieta de niño chivato. Ahora se lo digo al Papa, ya verás. "Mira tú el Papa, que manda más que el rey", decía un personaje de La Regenta. En tiempos, si tenías un pariente en el Santo Oficio y querías chinchar a tu enemigo, le amenazabas con el brazo secular y el otro a temblar. Papa, mira este, que está diciendo cosas poco evangélicas. Lo que no sé es si el alcalde tendrá mano con el Papa. Ni si pensará que Benedicto XVI no tiene más que hacer que atender a sus pleitos. Pues como le diga yo lo de la píldora after dust, como la llama quien yo me sé, ya verás. Puestos a chivarse...