Sería ingenuo suponer que hechos como el de ayer van a suponer el final de la entente ETA-GAL. Zapatero ya advirtió que en el proceso habría accidentes. Pero, por supuesto, la culpa de los accidentes la tendrán quienes se oponen al proceso, la tendrá el PP. El proceso iba a ser largo, duro y difícil. O sea, que vamos a seguir como estábamos, pero con pasos graduales hacia la victoria del pueblo vasco, es decir, del socialismo separatista. Oh, vamos, el guión estaba ya trazado desde el 13 de marzo de 2004. Aznar culpable. ¿Por qué habría de ser diferente con la ETA que con los islamistas?
La vida no se divide en capítulos, como las novelas. Nada empieza ni acaba esta noche. De todos modos, feliz 2007 a todos los que paséis por aquí.
31 diciembre 2006
30 diciembre 2006
Juventud sin Dios
Son ya innumerables las novelas escritas sobre el nazismo alemán, ese fenómeno político tan sombrío como sorprendente para quienes pensaban, de las luces para acá, que las ideas sólo podían reportar progreso y felicidad. Muchas de esas novelas se quedan en la superficie de los horrores, pero son pocos los que realmente aportan claves para explicarse lo que sucedió. Odón von Horváth es contemporáneo de los grandes, de Kafka, de Musil, de Broch, de Mann, y su Juventud sin Dios puede reclamar un puesto junto a las obras esclarecedoras de todos ellos. El título puede mover a espanto, al hacernos pensar en un burdo reaccionario que nos recuerda los sermones de nuestras abuelas. Sin embargo, tanto los personajes como la trama de esta novela nos ayudan a penetrar en las razones profundas del fenómeno totalitario y nos alertan sobre la repetición posible de los horrores. Porque el título es, en efecto, claramente significativo de lo que va a transmitirnos el autor, pero con matices más sutiles de lo que esperábamos. Y además, cualquier profesional de la docencia, en el año de gracia de 2000, puede reconocer a sus alumnos en estos monstruitos sin alma que el protagonista anónimo tiene a su cargo. La novela está narrada con un estilo que podríamos llamar profético o nietzscheano, con frases cortas y lapidarias propias de quien sabe que está viviendo una crisis histórica de enorme magnitud, y su trama policíaca resulta insólita en una obra de estas características, pero es una trama al servicio de una intencionalidad más profunda, como ocurre en Crimen y castigo.
[Nota redactada en diciembre del 2000. La colección Austral había editado la novela por esas fechas.]
[Nota redactada en diciembre del 2000. La colección Austral había editado la novela por esas fechas.]
29 diciembre 2006
Y ahora en serio: sobre matanzas de inocentes
Pío XII era como prisionero de su silencio, pues estaba atormentado por la convicción de que una solemne protesta suya provocaría más reacciones despiadadas por parte de Hitler. Una eventual protesta pública suya hubiera sido el comienzo de la agonía de tantos rehenes inocentes en manos de los nazis. Pío XII probablemente recordó lo que había ocurrido unos meses antes, cuando la protesta de los obispos holandeses contra la crueldad de los nazis, expresada públicamente en su carta pastoral del 13 de enero de 1941, provocó la reacción de la Gestapo, que arrestó a 40 000 inocentes y los internó en campos de concentración. Pío XII, en aquella ocasión, había preparado una protesta pública contra Hitler, con el propósito de hacerla publicar en “L´Osservatore Romano”, pero los folios escritos en su mano fueron quemados por él mismo:
“Quiero quemar estos papeles. Es mi protesta contra la horrorosa persecución antijudía. Esta tarde tenía que haberse publicado en L´Osservatore Romano. Pero si la carta de los obispos holandeses costó 40 000 vidas humanas, mi protesta costaría 200 000. No puedo y no debo asumir esa responsabilidad. Por esto es mejor no hablar de forma oficial y hacer en silencio, como lo he hecho hasta ahora, todo lo que es humanamente posible para esa pobre gente”.
Giorgio Angelozzi-Gariboldi, Il Vaticano nella seconda guerra mondiale, citado por Gonzalo Redondo, Política, cultura y sociedad en la España de Franco, I.
“Quiero quemar estos papeles. Es mi protesta contra la horrorosa persecución antijudía. Esta tarde tenía que haberse publicado en L´Osservatore Romano. Pero si la carta de los obispos holandeses costó 40 000 vidas humanas, mi protesta costaría 200 000. No puedo y no debo asumir esa responsabilidad. Por esto es mejor no hablar de forma oficial y hacer en silencio, como lo he hecho hasta ahora, todo lo que es humanamente posible para esa pobre gente”.
Giorgio Angelozzi-Gariboldi, Il Vaticano nella seconda guerra mondiale, citado por Gonzalo Redondo, Política, cultura y sociedad en la España de Franco, I.
28 diciembre 2006
Mi predileto
No quiero ser menos que arp (no Hans, sino el de Compostela) y voy a proclamar también mi...
No fue fácil, pero pensé, y pensé, y luego pensé otra vez. And the winner is...
BLOG DEL AÑO 2006
No fue fácil, pero pensé, y pensé, y luego pensé otra vez. And the winner is...
27 diciembre 2006
Treinta relatos
Clarín es el de siempre, le dé la vena por lo histórico, simbólico, sentimental o fantástico. Pero quizá donde brille a más altura sea en la veta satírica. Y eso que en muchos de estos cuentos se nos muestra como el cristiano que decía ser, y para muestra véase el final de “El caballero de la mesa redonda”. Pero, por lo general, cuando se pone serio, por así decirlo, resulta dulzón, más anticuado. Es en su caricatura (bueno, más bien fotografía en alta definición, diría yo) de las vanidades humanas donde es más efectivo. Ese retrato implacable de la naturaleza caída se da hasta en sus amables cuentos de Navidad y de Reyes, por otra parte nada convencionales y muy sugerentes.
Ha sido atrevida Carolyn Richmond en su selección (Espasa-Calpe, 1983), al excluir cuentos tan famosos como “Adiós, Cordera” o “Pipá”. El primero siempre me pareció la apoteosis de la cursilada, y sin embargo ahí está, citado siempre como una de sus obras maestras, cuando en este volumen aparecen tantas joyas desconocidas.
Muy mal tenía que haber visto Clarín a los eclesiásticos de su tiempo, si un hombre de su agudeza mental y de su confesado cariño al catolicismo fue capaz de lanzar los dardos de La Regenta y de otros lugares, algunos recogidos aquí. Pero lo cierto es que si algo le sacaba de quicio eran los cientifismos de su época, que pretendían suplantar a la religión. El positivismo no ha tenido en España mejor crítico que don Leopoldo. Mucho más diría, pues cada cuento merece un comentario, pero me he impuesto un límite.
[Nota redactada en agosto del 2000. A día de hoy no entiendo por qué puse ese y eso que, pues lo de ser cristiano no es óbice para ser un buen satírico. Faltaría más.]
Ha sido atrevida Carolyn Richmond en su selección (Espasa-Calpe, 1983), al excluir cuentos tan famosos como “Adiós, Cordera” o “Pipá”. El primero siempre me pareció la apoteosis de la cursilada, y sin embargo ahí está, citado siempre como una de sus obras maestras, cuando en este volumen aparecen tantas joyas desconocidas.
Muy mal tenía que haber visto Clarín a los eclesiásticos de su tiempo, si un hombre de su agudeza mental y de su confesado cariño al catolicismo fue capaz de lanzar los dardos de La Regenta y de otros lugares, algunos recogidos aquí. Pero lo cierto es que si algo le sacaba de quicio eran los cientifismos de su época, que pretendían suplantar a la religión. El positivismo no ha tenido en España mejor crítico que don Leopoldo. Mucho más diría, pues cada cuento merece un comentario, pero me he impuesto un límite.
[Nota redactada en agosto del 2000. A día de hoy no entiendo por qué puse ese y eso que, pues lo de ser cristiano no es óbice para ser un buen satírico. Faltaría más.]
23 diciembre 2006
De Lope
Yo vengo de ver, Antón,
un niño en pobrezas tales,
que le di para pañales
las telas del corazón.
un niño en pobrezas tales,
que le di para pañales
las telas del corazón.
21 diciembre 2006
Vigo es Vivaldi
A José Ramón Ayllón no le importa ser reputado como un gran novelista, sino que le lea el mayor número de gente posible, porque tiene muchas cosas que decir; más que muchas cosas, muy importantes. Por eso no le importa repetir un esquema trilladísimo, como este del cuento humorístico-sentimental con adolescentes de protagonistas. Los que nos dedicamos a esto de enseñar (o de intentarlo) sabemos bien que a los jovencitos les gustan esa clase de relatos que hablan de ellos mismos y de las vicisitudes de su triple relación con profesores, familia y amigos. Y José Ramón ha dotado a sus jóvenes protagonistas de un señorío de sí mismos y de un don de gentes que son raros de encontrar en los adolescentes, incluso en los de ficción, pero que constituyen un modelo a seguir, un modelo más ejemplar que el detective Flanagan, por ejemplo, y que los chicos de Martín Casariego. Esa Paula que, insultada por el gallito de la tribu, le mira con conmiseración "perdonándole la vida" vale un potosí. Y ahí es nada el Borja Arregui, con qué elegancia defiende la pureza de lo suyo con Paula ante las zafias insinuaciones de un gorila. Por cierto, que me gustó su manera de noquearlo: cabezazo la nariz y patada en los xxxxxx, casi simultáneas, y el tío patas arriba. Pero también sabe reconocer una metedura de pata cuando se la hacen ver, como su madre en lo del Belén. En definitiva, quizá José Ramón no sea Sánchez Mazas, pero Pedrito de Andía estaba necesitando una actualización.
[Nota redactada en diciembre de 2000. Desconozco la fortuna editorial del libro en la actualidad]
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[Nota redactada en diciembre de 2000. Desconozco la fortuna editorial del libro en la actualidad]
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19 diciembre 2006
El declinar del sueño
El Padre Luciano al Greco, bajo la cúpula del Escorial.
¿Sabes lo que me recuerda la cúpula? La época en que los emperadores mataban a los cristianos. Hay coincidencias, ¿no te parece? Además, soy monje y este mundo, bajo sus aspectos más claros y más oscuros, más blandos o más violentos, no me inspira ninguna confianza. Nosotros hemos emprendido una labor de reconquista, no sólo de territorios sino también de almas, y estuvimos a punto de conseguirlo, a lo mejor lo estamos todavía y yo no tengo suficientes ojos para verlo, pero no creo que esto sea posible. A lo mejor el emperador de todos los hombres sea Cristo, ¿no te parece?, y quien trata de imitarlo o de sustituirlo ha de ser vencido tarde o temprano. Quiero que me acompañes un día a Madrid. Te enseñaré cosas y te haré temblar, pintor de almas que eres.
Vintila Horia, Un sepulcro en el cielo
¿Sabes lo que me recuerda la cúpula? La época en que los emperadores mataban a los cristianos. Hay coincidencias, ¿no te parece? Además, soy monje y este mundo, bajo sus aspectos más claros y más oscuros, más blandos o más violentos, no me inspira ninguna confianza. Nosotros hemos emprendido una labor de reconquista, no sólo de territorios sino también de almas, y estuvimos a punto de conseguirlo, a lo mejor lo estamos todavía y yo no tengo suficientes ojos para verlo, pero no creo que esto sea posible. A lo mejor el emperador de todos los hombres sea Cristo, ¿no te parece?, y quien trata de imitarlo o de sustituirlo ha de ser vencido tarde o temprano. Quiero que me acompañes un día a Madrid. Te enseñaré cosas y te haré temblar, pintor de almas que eres.
Vintila Horia, Un sepulcro en el cielo
14 diciembre 2006
España quijotesca
Veinte años más tarde [de España defendida, de Quevedo], la dura realidad era ya bien manifiesta. Un oscuro benedictino, fray Benito de Peñalosa, escribía la verdad más cierta sobre la exaltación extremosa con que España se consumía en su empeño, resignada a la miseria que acompañaba a su grandeza: Libro de las cinco excelencias del español que despueblan a España para su mayor potencia y dilatación (1629). Esas excelencias son: la religión propagada y defendida por todo el orbe, la gran abundancia de teólogos y legistas, las armas que han conquistado la mayor monarquía conocida por los hombres, la hidalguía que tiene mal distribuidos sus privilegios, y el oro americano gastado con prodigalidad. Efectivamente, España adolece de las propias excelencias, grande en su propósito y en sus hechos, pero insensible al propio daño, sin la necesaria flexibilidad para acomodarse a la evolución de los tiempos y de los pueblos, inconmovible en su apartamiento de todos.
Ramón Menéndez Pidal, Los españoles en la historia
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Ramón Menéndez Pidal, Los españoles en la historia
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13 diciembre 2006
Desagravio
Donde no hay vino no hay amor (Eurípides)
Un vaso de vino en el momento oportuno, vale más que todas las riquezas de la tierra (Gustav Mahler)
No hay cuestión ni pesadumbre/ que sepa amigo, nadar;/ todas se ahogan en vino, /todas se atascan en pan. (Quevedo)
Un vino es la más sana e higiénica de las bebidas. (Luis Pasteur)
El vino es una cosa maravillosamente apropiada para el hombre si, en tanto en la salud como en la enfermedad, se administra con tino y justa medida. (Hipócrates)
Viva el buen vino, que es el gran camarada para el camino. (Pío Baroja)
El vino es el amigo del sabio y el enemigo del borracho. Es amargo y útil como el consejo del filósofo, está permitido a la gente y prohibido a los imbéciles. Empuja al estúpido hacia las tinieblas y guía al sabio hacia Dios. (Avicena)
El vino da brillantez a las campiñas, exalta los corazones, enciende las pupilas y enseña a los pies la danza. (José Ortega y Gasset)
[El agravio, aquí]
Un vaso de vino en el momento oportuno, vale más que todas las riquezas de la tierra (Gustav Mahler)
No hay cuestión ni pesadumbre/ que sepa amigo, nadar;/ todas se ahogan en vino, /todas se atascan en pan. (Quevedo)
Un vino es la más sana e higiénica de las bebidas. (Luis Pasteur)
El vino es una cosa maravillosamente apropiada para el hombre si, en tanto en la salud como en la enfermedad, se administra con tino y justa medida. (Hipócrates)
Viva el buen vino, que es el gran camarada para el camino. (Pío Baroja)
El vino es el amigo del sabio y el enemigo del borracho. Es amargo y útil como el consejo del filósofo, está permitido a la gente y prohibido a los imbéciles. Empuja al estúpido hacia las tinieblas y guía al sabio hacia Dios. (Avicena)
El vino da brillantez a las campiñas, exalta los corazones, enciende las pupilas y enseña a los pies la danza. (José Ortega y Gasset)
[El agravio, aquí]
12 diciembre 2006
La úlcera
Pues, señor, es el caso que don Lucas, el indiano, vuelve a su pueblo a tomar pacífica posesión de la plaza. Sí, porque todos los pueblos tienen su plaza, y solo una, de indiano. Y ahora, ¿qué? Pues una vez que uno ha hecho ya su fortuna, que el sentido de su vida ya se ha colmado, ustedes me dirán qué pinta uno en este mundo. Y esa es la clave, me parece, de esta novela: el aburrimiento. Aquí Juan Antonio de Zunzunegui ha elegido el tratamiento humorístico del asunto, con un humor a tono (a Tono, je) con el que estilaban Mihura, Jardiel o Tono. Un humor ilógico, disparatado: travaillons sans raisoner; c´est le seul moyen de rendre la vie supportable, pone como lema, con palabras de Voltaire en el Cándido.
Lo que sorprende (y desagrada, a mí al menos) al lector es que el disparate empieza tarde. Durante la mayor parte de la narración lo que tenemos es un aire de comedia, sin mayores sorpresas. Pero en un momento dado la úlcera de don Lucas cobra vida y el indiano comienza a dialogar con ella y a tratarla como una mascota o incluso como a un nieto, en lo que es una sátira aguda de las vanidades humanas, pero que desconcierta porque no era ese el juego al que jugábamos hasta entonces. En todo caso, ya digo, está bien traída la sátira, tanto de ese aburrimiento que suele llegar en la edad tercera, que le dicen, como de la vanidad que le lleva a uno a presumir hasta de sus debilidades o sus males físicos. Pase, pues.
[Nota redactada en febrero de 2005. El libro puede encontrarse en cualquier feria del libro de ocasión, entre los remanentes de la vieja Austral, en buen estado.]
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11 diciembre 2006
Sin honores
La democracia chilena no rendirá honores oficiales a Pinochet. Normal. A un sicario no se le hacen homenajes. ¿Alguien imagina al PSOE dando la medalla al mérito policial a Amedo y Domínguez?
Primera cláusula: nosotros no te conocemos, tú no nos conoces.
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Primera cláusula: nosotros no te conocemos, tú no nos conoces.
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10 diciembre 2006
... las opiniones falsas
se asemejan a la moneda falsa que, acuñada al principio por grandes criminales, es consumida después por gentes honradas, que perpetúan el crimen sin saber lo que hacen.
De hecho, cuando leo una historia de la Filosofía, llegar a Comte, Marx y Nietzsche es como ver en postulados la atmósfera ideológica que uno ha respirado desde la infancia. Y no digo, líbreme Dios, que lo de Comte, Marx y Nietzsche sean simples "opiniones falsas", ni ellos criminales. Pero es lo que me sugirió la frase de Joseph de Maistre cuando la leí en Las veladas de San Petersburgo.
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De hecho, cuando leo una historia de la Filosofía, llegar a Comte, Marx y Nietzsche es como ver en postulados la atmósfera ideológica que uno ha respirado desde la infancia. Y no digo, líbreme Dios, que lo de Comte, Marx y Nietzsche sean simples "opiniones falsas", ni ellos criminales. Pero es lo que me sugirió la frase de Joseph de Maistre cuando la leí en Las veladas de San Petersburgo.
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08 diciembre 2006
Sorpresa
En Nuestro tiempo de octubre (el último hasta nuevo envío), Javier de Navascués cita, como los poetas españoles más interesantes del momento, a algunos de mis ilustres conocidos de la blogosfera: Enrique García-Máiquez (del que conocía la ocupación constante y virtuosa), Rocío Arana y Jesús Beades (cuya alta cualificación en este mester ignoraba). Tomo buena nota.
07 diciembre 2006
Tempranera iluminación navideña,
quizá en exceso; pero me gusta. El día en que tengamos una navidad a lo soviético (quizá llegue a verlo) la celebraré en la intimidad, con la alegría de siempre, pero me faltará algo. Me encantan esas luces que evocan la estrella de Belén y el coro de los ángeles, cantando su buena noticia; reconfortan los villancicos en las calles y sí, aunque yo no piense atracarme, quiero seguir viendo los turrones en los escaparates, las cestas y los jamones. Creo que los presentes que llevaron los pastores al Niño serían aún mejores, pero al menos estos nos recuerdan que si hay algo que celebrar en esta vida, llega cada 25 de diciembre y es la fiesta de nuestra esperanza. Que no se apague.
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05 diciembre 2006
Celibato vs. chalaneo
Pues, señor, dizque un cardenal (Hummes, de la congregación para el Clero) ha recordado algo que sabe todo cristiano, y es que el celibato sacerdotal "no es un dogma sino una norma disciplinar". Y he aquí que los medios laicistas van y lo traducen, con moral de victoria, en el sentido de que "la Iglesia podría replantearse el celibato". Ya saben, si la Iglesia quiere sobrevivir, no le queda más remedio que renunciar a semejante aberración. Pues no.
Lo último que necesita la Iglesia son sacerdotes que pongan condiciones a su entrega. Mi padre llamaba a eso chalaneo y, ciertamente, cuando uno responde a una llamada divina con un sí, pero, puedes estar seguro de que ni siquiera respetará los términos de ese contrato descafeinado. Lo que quiero decir es que no doy un duro por la fidelidad y la felicidad matrimonial de un cura que previamente ha retrocedido asustado ante otro compromiso no más exigente que el del matrimonio. En efecto, "es curioso cómo la gente suele admirarnos por la más ligera de nuestras cargas", decía el párroco norteamericano Leo J. Trese aludiendo al celibato. Y evocaba a una familia de feligreses suyos, feliz pero con el montón de problemas inherente a toda familia. Ciertamente, yo diría que la carga del celibato ni siquiera se nota cuando un sacerdote se entrega fielmente a todo el cúmulo de tareas que lleva aparejado su ministerio, sea este parroquia, capellanía o lo que fuere. Y porque la Iglesia sabe lo que comporta el estado matrimonial, a saber, un número no menos despreciable de obligaciones que requieren, asimismo, una entrega en cuerpo y alma, ha liberado a sus sacerdotes de esa servidumbre, gozosa servidumbre para quien está llamado a ella.
Envilece el matrimonio quien piense en él como un alivio en las noches solitarias. Es el sacerdote que tiene tiempo, demasiado tiempo para pensar en sí mismo el que se cuestiona su identidad sexual, mira a los niños con ojos enfermos o busca a Julieta en sectas coreanas. Y es el que emprende una vida marital pensando sólo en las satisfacciones de Venus el que más pronto naufragará. La felicidad viene, sin buscarla, de la fidelidad pétrea al propio camino, sin ponerle condiciones ni desear compensaciones, que vendrán por añadidura.
Lo último que necesita la Iglesia son sacerdotes que pongan condiciones a su entrega. Mi padre llamaba a eso chalaneo y, ciertamente, cuando uno responde a una llamada divina con un sí, pero, puedes estar seguro de que ni siquiera respetará los términos de ese contrato descafeinado. Lo que quiero decir es que no doy un duro por la fidelidad y la felicidad matrimonial de un cura que previamente ha retrocedido asustado ante otro compromiso no más exigente que el del matrimonio. En efecto, "es curioso cómo la gente suele admirarnos por la más ligera de nuestras cargas", decía el párroco norteamericano Leo J. Trese aludiendo al celibato. Y evocaba a una familia de feligreses suyos, feliz pero con el montón de problemas inherente a toda familia. Ciertamente, yo diría que la carga del celibato ni siquiera se nota cuando un sacerdote se entrega fielmente a todo el cúmulo de tareas que lleva aparejado su ministerio, sea este parroquia, capellanía o lo que fuere. Y porque la Iglesia sabe lo que comporta el estado matrimonial, a saber, un número no menos despreciable de obligaciones que requieren, asimismo, una entrega en cuerpo y alma, ha liberado a sus sacerdotes de esa servidumbre, gozosa servidumbre para quien está llamado a ella.
Envilece el matrimonio quien piense en él como un alivio en las noches solitarias. Es el sacerdote que tiene tiempo, demasiado tiempo para pensar en sí mismo el que se cuestiona su identidad sexual, mira a los niños con ojos enfermos o busca a Julieta en sectas coreanas. Y es el que emprende una vida marital pensando sólo en las satisfacciones de Venus el que más pronto naufragará. La felicidad viene, sin buscarla, de la fidelidad pétrea al propio camino, sin ponerle condiciones ni desear compensaciones, que vendrán por añadidura.
04 diciembre 2006
El viaje vertical
Un autor ampliamente superado por su tema: es la impresión con que terminé El viaje vertical, novela de uno de los (según la solapa) más prestigiosos autores de la España actual. La odisea intelectual-emocional del hombre que a los setenta y tantos años se ve sumido de repente en una situación totalmente nueva merecería un tratamiento mucho más sólido. En efecto, la idea es buena, tremendamente buena, pero se va de las manos a un Enrique Vila-Matas que es posmoderno, demasiado posmoderno, empleando esta palabra con sus connotaciones de superficialidad y de menosprecio del pensamiento. En definitiva, hay que tener algo en la cabeza para emprender una aventura de este calibre. A no ser que desde el principio Vila-Matas se lo haya planteado como una parodia, pero entonces, ¿a qué vienen esos solemnes lemas que salpican el relato? Y no, a pesar de los toques de humor, no es una parodia. Sí es cierto que el personaje de Federico Mayol mueve a compasión, con su afán de adquirir una cultura que le fue, según él, negada por la guerra y que, por lo que aquí vemos, sólo sirve para entablar discusiones aburridas y pedantes. Federico quiere emprender el viaje vertical para ser aquello que la guerra y la familia no le habían permitido ser, pero descubrirá que, al final, ese viaje solo sirve para aceptar el vacío, la nada. Para nada sirve la cultura, ni la familia, ni la política. Pero todo parece como el cruce de muchos planteamientos diversos que no llegan a resolverse.
03 diciembre 2006
Fantasías pedagógicas
Quien piense que son de ahora, vea lo que pretendía Joaquín Costa a fines del XIX:
En vez de geografía, recorrer la ciudad, la provincia, el país, el mundo entero; en vez de historia, ir a los escenarios donde se desarrollaron los hechos; en vez de laboratorio, la naturaleza. [La escuela] tiene que actuar al aire libre, tiene que aspirar la vida a raudales, difundiéndose como la sangre por todos los conductos y arterias de la vida social.
Era el Congreso Nacional Pedagógico de 1882. Un maestro madrileño, Ildefonso Fernández y Sánchez, dio la réplica pertinente: a leer no se aprende contemplando auroras boreales.
No está mal. Si alguna vez fundo un colegio, le pondré el nombre de este señor que no ha pasado a la historia, sin duda por no tener tiempo de imaginar cuentos de hadas.
Por cierto, lo cuenta José María Marco en Francisco Giner de los Ríos. Pedagogía y poder.
En vez de geografía, recorrer la ciudad, la provincia, el país, el mundo entero; en vez de historia, ir a los escenarios donde se desarrollaron los hechos; en vez de laboratorio, la naturaleza. [La escuela] tiene que actuar al aire libre, tiene que aspirar la vida a raudales, difundiéndose como la sangre por todos los conductos y arterias de la vida social.
Era el Congreso Nacional Pedagógico de 1882. Un maestro madrileño, Ildefonso Fernández y Sánchez, dio la réplica pertinente: a leer no se aprende contemplando auroras boreales.
No está mal. Si alguna vez fundo un colegio, le pondré el nombre de este señor que no ha pasado a la historia, sin duda por no tener tiempo de imaginar cuentos de hadas.
Por cierto, lo cuenta José María Marco en Francisco Giner de los Ríos. Pedagogía y poder.
01 diciembre 2006
Cuidado, César Vidal,
con los vapores del estrellato. Haces muy bien lanzando un libro con disco para divulgar tu música favorita (y mía), aprovechando el tirón del programa y tu bien labrado prestigio. Pero aparecer con esas pintas en la portada roza peligrosamente el vedettismo. Y no te va nada. Aquí un amigo.
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