28 junio 2025

El idilio de la calle de Plumet y la epopeya de la calle de Saint-Denis

Victor Hugo se interna ahora en el territorio de la picaresca, con Gavroche, el hijo de los Thenardier abandonado a su suerte en la calle, y sus amigos del milieu, como se dirá más tarde. Exhibe de paso sus conocimientos sobre la jerga delincuencial, a la que dedica además una de sus, a estas alturas, ya difícilmente soportables digresiones. Este mundo de la delincuencia callejera se toca con otros dos, uno de índole privada cual es el del romance entre Marius y Cosette y otro de carácter político como el de las barricadas de la revolución liberal de junio del 32. Porque el chico y la chica por fin se encuentran y se entregan a uno de los más azucarados idilios que recuerda la historia de la literatura. Pero Jean Valjean, que no se siente seguro en París, decide embarcarse para Inglaterra con su pupila, lo que ocasiona en los enamorados el desgarro que cabe esperar, al tiempo que Valjean sufre un terrible ataque de celos. En fin, en las barricadas acaban confluyendo los miserables por su pobreza: Gavroche, Éponine, Mabeuf; el miserable por amor, Marius, y los idealistas amigos de Marius. Ninguno de ellos, como personaje, vale la mitad de los de Galdós o Tolstoi, pero el tremendo folletín se sigue leyendo con emoción.

__

23 junio 2025

Imán

No es una crónica de la guerra de Marruecos, sino la traslación convincente y desgarrada de lo que uno llega a pensar y sentir cuando solo le queda matar o morir. Lo que sorprende al lector actual (a mí, vamos) es que no es una llantina antibelicista ni una exaltación patriótica, sino que Viance (el personaje que nos hace de cámara subjetiva) es más bien un nihilista que enfrenta lo inevitable con el aguante de quien echa un pulso con no se sabe quién sin pensar en la derrota. Tras el desastre de Annual, Viance echa a andar hacia un frente, luego otro y otro, con encuentros pintorescos, cual un Cabeza de Vaca sin esperanza ni ideales. Como en las memorias de éste, el escenario desértico parece propicio a la alucinación y el borrado de límites entre fantasía y realidad. Sender narra todo esto con sequedad, como si de unos apuntes se tratara (de hecho dice que se trata de unos apuntes) pero cuidando siempre, y con éxito, de no ceder en calidad y eficacia narrativa. En realidad es esta maestría la que nos hace continuar en un relato cuyas variaciones son escasas.

__

20 junio 2025

Sammy, 1972-1974

Este volumen reúne tres historias desarrolladas en diferentes ámbitos relacionados con el mundillo gangsteril. La primera, entre pandillas de contrabandistas de alcohol que nutren al tinglado de embarcaciones situadas a la distancia pertinente para desafiar la Prohibición. La segunda, en una tópica dictadura americana con guerrilleros y todo, con Jack teniendo que “formar” al ejército del dictador, que tiene prisionera a su madre sin que esta se entere. Y la tercera en Sicilia, con un Sammy y un Jack haciendo de vengadores de un puñado de viudas que pronto demuestran que quizá no necesitaban protectores. Como es habitual en las series francobelgas, hay un componente didáctico, sobre todo en la tercera historia, que nos pasea por ciertos usos y lugares del país.

Una vez más, me complace que esta gente se relaje fumando y bebiendo en vez de chupando ramitas, y anoto un guiño del guionista: en un momento dado, un médico dice que no cree que el paciente, a quien han tiroteado, se muera, porque supondría tener problemas con la censura. Vamos, que Franco mandaba también en Bélgica, si ustedes me entienden…

__

 

09 junio 2025

Perlas victorhuguianas, IV

El escepticismo, esa caries de la inteligencia…

“¿No se ha casado usted nunca?”. “Se me olvidó”, dijo.

Leer en voz alta es afirmarse a sí mismo lo que está leyendo. Hay personas que leen muy alto y parece que se están dando su palabra de honor de que es cierto lo que leen.

…con todas las formas más deliciosas de la mujer en ese momento preciso en que se combinan aún con todos los encantos más candorosos de la niña, momento fugitivo y puro que sólo pueden expresar estas dos palabras: quince años.



07 junio 2025

Perlas victorhuguianas (III)

Existen, sabido es, ateos ilustres y fortísimos […] En cualquier caso, aunque no crean en Dios, son unas inteligencias tan grandes que son la demostración de Dios.

[Tiene sentido, pero no creo que los ateos del tiempo de Víctor Hugo fuesen unas inteligencias tan grandes. Ni los de cualquier otro tiempo.]

…con las penas de los castigados y la sonrisa de los premiados [se refiere a las monjas que hacen penitencia por los pecados de la humanidad]

Nunca había sido mala, lo cual es una bondad relativa.

¿Es que siempre hay que andar proscribiendo algo? ¿Qué salimos ganando con quitarle el oro de la corona a Luis XIV y raspar el escudo de armas de Enrique IV?



04 junio 2025

Perlas victorhuguianas (II)

No podemos impedir al pensamiento que vuelva a una idea como no se puede impedir al mar que vuelva a una orilla. Para el marinero, eso se llama la marea; para el culpable se llama el remordimiento. Dios hace crecer el alma como el océano.

El señor Madeleine solía ir a las tres a ver a la enferma. Como la puntualidad era bondad, era puntual.

El velo que llevan es noche tejida

[Casi una greguería, ¿no? Se refiere a unas monjas penitentes, vistas por él con ojos de progresista escandalizado]

[Aquí, en cambio, el progresista menosprecia las filosofías ateas]

Lo curioso es el aire altanero, superior y compasivo que esa filosofía a tientas adopta frente a la filosofía que ve a Dios. Es como si oyésemos exclamar a un topo: ¡Qué pena me dan esos que hablan del sol!



03 junio 2025

Perlas victorhuguianas

 (Selecciono algunas frases de Los miserables que me parecen afortunadas o dignas de consideración)


…de la misma forma que es imposible amar demasiado, no es posible orar demasiado.

[Jean Valjean, tras sus conversaciones con el obispo de Digne]

¿Le decía al oído una voz que acababa de cruzar la hora solemne de su destino; que ya no había para él término medio; que, si no era en adelante el mejor de los hombres, sería el peor; que, por así decirlo, ahora tenía que subir más alto que el obispo o caer más bajo que el galeote; que, si quería volverse bueno, tenía que volverse ángel; que, si quería seguir siendo malo, tenía que convertirse en monstruo?

…rebosante de esa caridad que consiste en dar, pero que no contaba, en igual grado, con la caridad que consiste en entender y perdonar.

Le parecía que podían verlo… Por desgracia, lo que quería dejar fuera ya había entrado; lo que quería cegar, lo estaba mirando. Su conciencia.

Su conciencia, es decir, Dios.



 

01 junio 2025

Al este del Edén

Cinco años después de su lectura, me atrevo a abordar el comentario de esta novela. Creo que las reseñas más difíciles son las de los libros que has entendido a medias y las de los que te han parecido excepcionales por su calidad. ¿Por dónde empiezo?, es la pregunta que se hace uno ante estos últimos.

Tal vez algunos me echarían en cara que hago una lectura reduccionista; pero, si piensas, como don Langlois, no solo que “si hay alguien que pueda aproximarse con objetividad y libertad al rostro oculto del enigma, ese es ciertamente el hombre que piensa y vive en la fe de Jesucristo”, sino que la esencia del arte narrativo está en “la recreación del acto libre, del albedrío humano que se mueve dramáticamente entre las solicitaciones del bien y el mal, y de cara a un Dios presente o ignorado que es el sentido final de nuestra elección libre”, entonces el decir que Al este del Edén me parece una de las novelas más cristianas que se han escrito es el elogio más completo que se puede hacer de una obra literaria.

“Cristiano”, según este punto de vista, implica también buen hacer artístico, ya que el arte se acerca a la Verdad a través de la estética. Una mala biografía novelada de un santo sería una obra muy bienintencionada, sin duda, pero no una gran novela cristiana. Y Al este del Edén no es la mala (aunque trepidante) novela que creía Vargas Llosa, sino una producción equiparable a las grandes del siglo XIX.

Se ha hablado de Caín y Abel y del hijo pródigo. Algo hay de eso, incluso implícito en el título y en el nombre del protagonista, Adam Trask. El mal parece triunfar sobre su hijo Cal mientras que el bien lo hace sobre Aron, pero no todo es tan sencillo, por supuesto. Hay que contar con condicionantes de todo tipo, como son las actitudes del padre hacie ambos, la figura de la madre descarriada o las distintas sensibilidades de cada hermano hacia el pecado.

Todo pecador es redimible… con su propia cooperación, y así como Cathy, la madre, rechaza la gracia y se hunde conscientemente en el mal hasta el fin, Cal se abre al perdón de su padre (Adam, pero también Dios, aunque eso no se diga de modo explícito). Steinbeck, por tanto, no cae en la herejía progresista que lanza sobre la sociedad o sobre los genes toda la responsabilidad del mal: Cathy es responsable de su perdición y Cal de su vuelta a la casa paterna, figuradamente hablando.

¿Y qué decir del chino Lee? De algún modo es la voz de la eterna sabiduría, que está ahí y uno puede seguirla o no, y que (no es más que un criado) no te va a forzar a hacerlo, aunque nunca abandone su solicitud por la familia.

Y no me aventuro a decir más (por ejemplo, de otros personajes como la familia Hamilton) porque ya digo que me separan cinco años de su lectura. En todo caso, me pareció que, con este relato, Steinbeck estaba muy cerca de la fe católica, si no la tenía ya.

__