28 diciembre 2016

Quare fremuerunt gentes






La reacción de los madrileños colocando belenes en la Puerta del sol, para suplir el que su alcaldesa proislamista se había negado a instalar, ha sido para mí la mejor noticia de estas navidades. Me ha recordado el monte de las cruces en Lituania.


Hay vida, hay esperanza.

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22 diciembre 2016

El amor o la fuerza del sino


Leer a Chesterton es con frecuencia arduo, por ese estilo concentrado y agudo que se gasta, de referencias no siempre fáciles de captar, y hablo por mí, claro. Pero merece la pena hacerlo para toparse con esas perlas de sentido común con que nos regala a cada paso. El amor o la fuerza del sino es el título español que el profesor Álvaro de Silva ha puesto a su selección de artículos y de fragmentos chestertonianos en torno al matrimonio y la familia. Por supuesto, en esta materia necesitamos una cura de sentido común más que urgente.

Como de costumbre, Chesterton vuelve del revés los argumentos de los modernos de su época, que no eran más que los abuelos o bisabuelos (no tengo ganas de contar años) de los que hoy andan empeñados en la deconstrucción del sexo y la familia. Algún ejemplo escandaloso: el hogar es el sitio donde la mujer se halla más libre. La idea del hogar como el reino de la libertad planea, en efecto, a lo largo de todo el volumen y se inscribe en esa defensa de lo pequeño que caracterizaba el pensamiento de nuestro hombre. La mujer es también la educadora global (o integral, por utilizar otro palabro muy en boga) y resulta disparatado el afán de sustraerla de ese papel para situarla en otro más limitado. La "superstición del divorcio" (¿incompatibilidad de caracteres? ¿No es esa una base para edificar y no para destruir?), el papel del capitalismo en la crisis de la familia o su interesante análisis de la mentalidad femenina a partir del Macbeth son otras de las teclas que toca este libro, al que también acompañan poemas de Chesterton, por supuesto muy sosos después de la traducción.

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17 diciembre 2016

Novelas sobre ciudadan@s afroamerican@s


La retirada de Matar a un ruiseñor y Huckleberry Finn de algunas escuelas de Virginia, a instancias de un padre molesto por su "lenguaje racista", ilustra bastante bien esa "apoteosis de la superficialidad" que alguien enunció como diagnóstico de nuestro tiempo, hace algunos años. Si a esa superficialidad le añadimos la hipersensibilidad que ve en cualquier cosa un derecho conculcado, tendremos el origen de esta y de muchas tropelías semejantes que nos dejan perplejos.

La anécdota me recuerda el modo como Fernando Vizcaíno Casas se burlaba de la censura sufrida, en su día, por la novela La fiel infantería, de Rafael García Serrano, de la que se retiraron algunas expresiones soeces, una de ellas, al parecer, en boca de un soldado al que le había caído una piedra en el pie. Por lo visto, ironizaba Vizcaíno, el censor hubiera preferido que el soldado dijera: "¡Cielos, y cuánto infortunio el mío! ¡En verdad que duele esta contractura!"

De modo que el gran alegato contra los prejuicios raciales escrito por Harper Lee molesta porque alguien llama a los negros como solían llamarles en la época y el lugar en que se desarrolla la obra. Y que la novela de la que según Hemingway procedía toda la literatura norteamericana moderna, un delicioso canto a la amistad entre un blanco y un negro, no deben leerla los niños de hoy porque sus personajes no se refieren a los negros como ciudadanos y ciudadanas afroamerican@s...

Pero qué se apuestan a que si un padre se hubiera quejado de los libros de Haruki Murakami por verduscos y guarros, no los habrían retirado sino que habrían puesto al padre en su sitio...


11 diciembre 2016

Más de cristianos y marxistas

Creéis compartir con el marxista su rebelión contra la injusticia, y no la compartís en absoluto. Porque os rebeláis contra cierto número de injusticias –todo lo grandes que queráis. Pero el marxista se rebela contra la condición humana misma, es decir, contra el pecado original. Pretende organizar el mundo como si el pecado original no existiera, o como si no fuera más que una invención de la clase explotadora; y ciertamente es mucho más grave, o al menos más peligroso para el hombre, negar el pecado original que negar a Dios. 

De Georges Bernanos, en Presencia de Bernanos, de Luc Estang. Citado por Moeller en uno de sus tomazos






06 diciembre 2016

Aspectos de la novela


E. M. Forster fue novelista, en concreto autor, entre otras, de la historia en que se basó aquel rollazo postalero titulado Una habitación con vistas, y además teórico del arte de novelar, tal como se ve en este ensayo que se ha convertido en eso que se llama "obra de referencia" en Teoría literaria. Se trata de un ciclo de conferencias, y eso se nota en el estilo. El tipo es muy sutil, y así, por ejemplo, distingue entre historia y argumento, consistiendo el segundo en el modo de concatenar los hechos que constituyen la historia, o al menos eso me parece haber entendido. El caso es que cada concepto le da para una conferencia. Otra la dedica a La gente, es decir, a los personajes, tratando, con bastante ingenio, de distinguir al homo sapiens del homo fictus, como él dice, es decir, al ser humano real y al personaje de novela; e introduciendo también aquí su famosa dicotomía de personajes planos frente a personajes redondos. Si ha captado la diferencia, el redondo es el menos previsible, el de personalidad más proteica, por así decirlo, mientras que uno puede siempre conjeturar cómo actuará el personaje plano.

No estoy seguro de haber comprendido otro distingo que le ocupa otro par de conferencias, el que realiza entre fantasía y profecía. No sé si al hablar de novelas proféticas (desde luego, no son las que predicen el futuro) se refiere a aquellas que se erigen en portavoces de un mensaje trascendental para su época. El caso es que al mencionar entre los profetas a Dostoievski se aleja de una norma que había seguido casi invariablemente a lo largo de su discurso, que es la de referirse sólo a novelas en inglés, cosa que me fastidia un poco porque compruebo lo que me falta por conocer en ese ámbito.

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03 diciembre 2016

Peligro público


Una entrevista en directo es peliaguda, sobre todo si te piden opiniones de lo que no es lo tuyo. Llevaron a Javier Cercas a un Festival de literatura infantil y juvenil (Fundación Santillana) y no tuvo más remedio que soltar tópicos y alguna gracieta. Entre otras cosas, va y dice: "La persona que lee es un peligro público".

Para el poder, se supone, claro. Sí, hay gente a quien le gusta creer que vivimos en un régimen totalitario. Son sobre todo jovencitos radicales que encuentran así la justificación para embadurnar las paredes. Algo turbio se vislumbra, como ya he sugerido aquí alguna vez, con las leyes Lgb y tal, pero a día de hoy, hombre, ya quisieran los cubanos y los coreanos. Sin mencionar que, en un régimen como esos, sería difícil encontrar algo cuya lectura te convirtiera en "peligro público". Ya se encargan ellos.

Es cierto que la persona bien formada es un peligro para todo aspirante a controlar la sociedad, y por eso se diseñó la Logse por ejemplo. Pero estar bien formado no es leer así comoquiera; no es leer cualquier cosa, en plan intransitivo, al gusto de la beatería de la lectura que tanto abunda en ambientes académicos y que lleva a los chicos a pensar que con unas intrascendentes historietas de chavales pueden sentirse inmunes a toda manipulación. El directo es peligroso, pero yo, en lugar de Cercas, tal vez habría dicho que una persona que lee es, ante todo, una esperanza.