29 enero 2008

La desheredada


La desheredada es un alarde, y por eso me gusta. Es un alarde de técnica narrativa. También de técnicas narrativas, pero no lo he dicho porque no es un simple acumular de monólogos interiores, estilos indirectos libres y demás zarandajas. Galdós sabe bien cuándo conviene cambiar el punto de vista, pasar al diálogo teatral, intercalar un discurso..., sorprendiéndonos continuamente sin abandonar el centro de atención, la figura, la Isidora Rufete que es su argumento central.

Porque La desheredada es también un señor novelón del XIX, un drama apabullante, en este caso un drama de personaje: de cómo Isidora Rufete se busca la ruina consciente y tenazmente por su esclavitud a una pasión. Isidora es víctima de su manía de grandeza. Estamos ante una anoréxica del clasismo. Hay un cierto condicionamiento social, no cabe duda, y quizá por ello se ha hablado de novela naturalista. Las mismas manías sociales que llevan hoy a la enfermedad y a la muerte a esas chicas obsesionadas con la delgadez ocasionen la perdición de Isidora. Esta es incapaz de renunciar a su espejismo de creerse hija natural de una aristócrata y heredera de su fortuna, y por conseguir ese reconocimiento es capaz de amancebarse y humillarse hasta lo indecible sin darse cuenta. El aparente desenfado del narrador no hace sino resaltar más (y es otro mérito) la tragedia de esta existencia, lo patético de esta autodestrucción.


Nota redactada en abril del 2007.

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28 enero 2008

Cosmopolitismo y universalidad


Según su expresión [de Eugenio Montes], un mismo denominador común identifica ambos conceptos: la generalidad. Ahora bien, mientras que lo cosmopolita es solamente general, lo universal es general y local; y esta característica es la que hace a su juicio que una obra literaria o artística de valor universal pueda ser gustada con plenitud de entusiasmo, tanto en su medio nativo, por virtud de las cualidades locales que posee, como en un medio exótico, merced al valor de amplia universalidad que irradia.

Guillermo de Torre, Literaturas europeas de vanguardia.

Interesante distingo que puede aplicarse desde la Divina Comedia o el Quijote hasta Faulkner o la Generación del 98.

25 enero 2008

Búscate otro perro


Casualidades de la vida. Cambio de Kiss FM a Onda Cero dejando con la palabra en la boca a Joaquín Sabina, que cantaba aquello de "ahora es demasiado tarde, princesa..." Y en el informativo de las dos y media sale la vicepresidenta del gobierno colgándose medallas por lo de la ilegalización de ANV y tal. La canción aún me sonaba en la cabeza, muy oportunamente...

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23 enero 2008

Leyendo el último pedrusco de Ken Follett


(alguien tiene que hacerlo) me viene a la cabeza la propaganda nazi, que con medios más bien modestos consiguió crear en las masas un clima de odio hacia el judío y hacerlo responsable de todos los males. No disponían de best-sellers, ni de series televisivas, ni de un regimiento de profesores adictos. Todos estos medios existen hoy, y entre todos han conseguido presentar a la Iglesia católica como un parásito que absorbe nuestras ansias de felicidad. Hoy la Iglesia es, en la conciencia europea, y sean o no conscientes los consumidores de kenfolletes y danbrownes, lo que los judíos en la Alemania de los años 30. Sólo falta saber cuándo se decretará la solución final.


22 enero 2008

Los orígenes de la Guerra Civil Española



Ya era hora, hombre. La izquierda ha estado viviendo del cuento desde que empezó la transición: la democracia, las libertades y tal. Un cuerno. Si ha habido un enemigo de la democracia antes de Franco, ese fue el PSOE.

La II República española nos aparece, después de un libro como este, como un régimen de compromiso entre fuerzas que realmente sólo aspiraban a imponerse de modo más o menos totalitario. Se soportaban, pero nada más. Pero no podía pedirse a unos partidos marxistas, como el PSOE o el PCE, que no tratasen de ir más allá. La República era para ellos un eslabón necesario, pero transitorio, hacia la dictadura del proletariado.

Y Pío Moa no exagera la nota en la valoración de los hechos, lo que constituye uno de los mejores avales de este libro. Aquí se exponen, mayormente, hechos, hechos desnudos, aunque presentados por una pluma que conoce su oficio.

Quiero decir que el libro está lejos de la aridez. En realidad, su estructura es un modelo de buen hacer estilístico. En lugar de seguir un orden lineal, Pío Moa nos presenta, en una primera parte, el relato de la insurrección armada del 34; en la segunda parte, la gestación política de la revuelta; y en la tercera, los preparativos militares.

"En el momento actual los que se llaman liberales son los retrasados... Un joven puede ser comunista, fascista, cualquier cosa, menos tener ideas liberales." Sólo estas palabras del novelista César Arconada, citadas por Moa, servirían para explicarlo todo.


Nota redactada en abril del 2002.

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21 enero 2008

Los judíos, Pío XII y la leyenda negra


Lo que no está en los medios de difusión no existe. Si la televisión o los periódicos de mayor tirada lanzan la especie de que Pío XII hizo oídos sordos al clamor de los judíos, la memoria de Pío XII ya puede verse condenada a la reprobación general. Y, sin embargo, existen testimonios como este de Antonio Gaspari (Testimonio se llama justamente la colección de la editorial Planeta donde aparece) que deberían ser leídos por todos aquellos a quienes la pereza impide escudriñar la verdad, aunque luego sean diligentes para sumarse al coro de los difamadores. Es una historia tan vieja como el mundo.

Y aún el libro de Gaspari ha podido ser editado en el sello más prestigioso de España. Hay muchos otros testimonios que se han de ver relegados a editoriales minoritarias, a pesar del tesoro de información que contienen, simplemente porque los grandes editores han decidido que aquello "no vende" (porque ellos no quieren, claro).

En fin: aunque uno no conociera los nombres y los datos concretos, era fácil imaginar que habría habido una multitud de católicos consecuentes que, obedeciendo al mandato nuevo y a la proclama de Pablo: "ya no hay judío ni griego", se lanzasen, con riesgo de sus vidas, a defender a los hebreos vilmente perseguidos por uno de los totalitarismos de nuestro tiempo. Pero reconforta comprobarlo con los nombres y apellidos que nos ofrece Gaspari y que ayudan a situar en su lugar al tal Schindler, convertido hay por el lobby judío en el único héroe de aquel drama.


Nota redactada en mayo del 2000.


18 enero 2008

Dice Manuel Chaves

que llamar ultraderechista al PP no es un insulto.

Por supuesto. Sólo faltaba que en un país democrático y tal y tal las ideologías fueran insultos.

No es un insulto. Es una táctica.

Y una táctica eficaz, no tanto de cara al electorado popular como al propio partido: porque bien sabe el brazo político del GAL que muchos en el PP siguen viendo a la izquierda como la depositaria de la legitimidad democrática, y a ellos mismos como advenedizos que necesitan demostrar periódicamente su despego del franquismo. Cualquier acusación de ultraderecha o similar halla eco en estas almas, que se mostrarán dispuestas a enmendar lo que de extremista pueda haber en su ejecutoria. Los famosos viajes al centro no tienen otro origen.

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16 enero 2008

La casa de Bernarda Alba


La dialéctica es falsa, claro. Represión/liberación de instintos: el eros es más complejo que eso. Por ello me reafirmo en que La casa de Bernarda Alba ha de ser leída desde una perspectiva freudiana. Será difícil, creo, encontrar un drama que ilustre mejor las teorías del vienés sobre la neurosis como resultado de pisotear la libido y todo eso. Es posible, además, conociendo la dimensión didáctica que Lorca daba al teatro, que la obra haya sido concebida con el fin de divulgar esas tesis. Hay otras obras freudianas, como la Viridiana de Buñuel o La residencia de Narciso Ibáñez Serrador, pero no tan explícitas en su concepción.


Sin embargo, La casa de Bernarda Alba se avalora por su carácter trágico. El genio de Lorca para la tragedia se pone aquí de manifiesto como en sus otras dos obras mayores, y no necesita, como en estas, recurrir a imágenes sorprendentes sino que le basta con el lenguaje popular y su rica fraseología para dar a la obra una expresividad apabullante: "así te va con esos humos", "la noche quiere compaña", "salía fuego de la tierra". Igualmente resulta llamativa la parquedad de medios de orden escénico y de gestualidad: con silencios, con un bastón, con cuatro paredes encaladas, Lorca consigue que se masque la tensión. Sin olvidar la presencia imponente de ese personaje que nunca aparece, Pepe el Romano, el varón (el macho), dueño de las almas (de las libidos) de todas.


Nota redactada en julio del 2007.


15 enero 2008

El escape libre de las motos


no es sino la continuación del berreo por otros medios. El adolescente consentido (hijo solo tal vez, o al menos deseado junto con su hermanita y en detrimento de quién sabe cuántos) se prolonga en su cacharrete, y los acelerones que le prodiga tienen algo de las caricias de la niña a su muñeca, aunque mucho más caros, y sin el componente maternal; más bien con algo de rabieta de rey de la casa en crisis de autoestima.

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14 enero 2008

Viaje al fin de la noche


Largo se me ha hecho este viaje, proclamo. Y penoso. Como hacer un viaje de verdad junto a un amargado que no supiera tener la boca cerrada. Bardamu, el protagonista, es el modelo más acabado del artista posmoderno, o tardomoderno, sumido en el absurdo. ¿Dije Bardamu? Más bien Céline, pues su criatura no es un artista. Bien, en todo caso, hallamos en esta oscura y larga noche el pesimismo existencial en una de sus expresiones más brutales. Creo que lo más cercano que tenemos en español es Baroja, tanto por la visión del mundo como por el estilo cortante y desgarrado.


Lo más terrible es que todo lo que nos expresa Céline en esta obra de 1931, o por ahí, se ha banalizado a la altura de 2006. Su desprecio del heroísmo, de amor al prójimo, de toda razón para vivir que no sea la de la satisfacción momentánea está al cabo de la calle, lo que hace temer que hemos alcanzado el punto más negro de la noche (el cabo de la noche, que sería la traducción más exacta) ya no en mentes selectas, sino al nivel de la masa.


Sin embargo, Céline no deja de ser eso, una mente selecta. Y por eso deja asomar, al final de la novela, un resquicio para el amor como ultima ratio. Con su compañero moribundo en los brazos, Bardamu le besa, convencido de que "en esos casos, es lo único que puede hacerse sin temor a equivocarse".


Nota redactada en noviembre de 2006


13 enero 2008

Z se retrata


en el titular de El Mundo: "busqué la paz con ETA pero preparé a la vez la confrontación con ETA".


Como los gangs de Chicago, propiamente: es mejor para todos la paz; pero si quieren guerra, la tendrán.


Habrá que repetirlo: Un presidente del gobierno no tiene que buscar "la paz con ETA", sino la derrota y la disolución de ETA. Otra cosa es ponerse al nivel de una banda de criminales, y es lo que lleva haciendo el PSOE desde hace tiempo, ante la mirada complacida de los bien adiestrados votantes.


11 enero 2008

La cabalgata de las vanidades


No se podía apenas caminar por la ciudad el 5 de enero. ¿El motivo? Venían los reyes magos de oriente. Yo recuerdo que los progres de la primera hora abominaban de lo que suponía, según ellos, un engaño a los niños, un trauma de dimensiones impredecibles. Y aquí los tenemos sumándose a la ceremonia del consumo, estresándose y estresando a los dependientes, que se ganaron el sueldo como nunca entre la voraz avalancha de seres humanos convertidos en indefinibles entes compradores. [...]


(Sigue en El Manifiesto)

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10 enero 2008

¿Por qué pienso en Z?


... Después de tomar de este modo uno tras otro a cada individuo en sus poderosas manos y de moldearlo a su gusto, el soberano extiende sus brazos sobre la sociedad entera; cubre su superficie con una malla de pequeñas reglas complicadas, minuciosas y uniformes, entre las que ni los espíritus más originales ni las almas más vigorosas son capaces de abrirse paso para emerger de la masa; no destruye las voluntades, las ablanda, las doblega y las dirige; rara vez obliga a obrar, se opone constantemente a que se obre; no mata, impide nacer; no tiraniza, pero mortifica, reprime, enerva, apaga, embrutece y reduce al cabo a toda la nación a un rebaño de animales tímidos e industriosos cuyo patrón es el gobierno.


Alexis de Tocqueville, La democracia en América, II, parte IV, cap. VI: "Qué tipo de despotismo amanaza a las naciones democráticas")




09 enero 2008

Las confesiones de un pequeño filósofo


En este tercer volumen de su trilogía inicial, Azorín ya se ha convertido en un contemplativo. Lejos queda el ímpetu revolucionario y atrás queda la simple abulia. Y la contemplación se convierte aquí en una proustiana recuperación del pasado. Las "confesiones" son más bien las memorias, la evocación, morosa y placentera, como siempre en Azorín. Memoria de la infancia, añoranza sin sensualidad.



El colegio lo domina todo. Un colegio de los Escolapios, donde el joven Azorín estudió interno. "Yo me quedaba solo en la escuela". Nunca ha gustado mucho de la compañía Azorín. Su mejor literatura proviene de ratos de soledad, de los ratos de contemplación. "Y durante una hora este maestro feroz me hacía deletrear con una insistencia bárbara." Y hacía surgir los primeros llantos del hombre Azorín. Llantos que alternan con la resignación que se impondrá mucho más tarde. Los momentos de alegría llegan a través de algunas personas, personas providenciales que suministran opio, que suministran olvido. Sin movernos un paso, encontramos junto a ellas a hombres que no se engañan, oprimidos por el "dolorido sentir". Con todo, "todos los días le llevaban del pueblo unos periódicos... Y estas hojas diarias eran como una lucecita, como un débil lazo de amor que aun los hombres que más abominan de los hombres conservan".




La vida en el colegio era la vida, sin más. La vida como la música de un acordeón, tal como la vio Baroja. Melodía monótona y vulgar que tiene, sin embargo, "un encanto solemne".




Nota redactada en abril del 2003.




07 enero 2008

De vuelta al mundanal ruido,


veo que el 08 comienza con una rabieta socialista por la concentración del día 30, acompañada del escozor por los datos económicos, lo que puede hacerles perder los papeles.

¡Hey, que me habéis hecho daño, idiotas!, parece decir el gobierno Z, como a un tipo pesado al que no hay más remedio que soportar y que se ha pasado un pelín. El propio Z dice que "le producen una discrepancia seria" los discursos de los cardenales, arreglando con la cursilada del día lo que iba a ser una expresión de pura rabia. No sé desde cuando la discrepancia "se produce", como se produce la urticaria. Pero, en todo caso, tranquilícese el jefe del ejecutivo porque eso de la discrepancia es normal. Eso que llaman democracia se asienta, justamente, en hacer normal la discrepancia. Es lo que ejercían los concentrados del día 30, sin un autobús roto, sin una palabra más alta que otra, con la mejor de las sonrisas en la boca.

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