11 enero 2008

La cabalgata de las vanidades


No se podía apenas caminar por la ciudad el 5 de enero. ¿El motivo? Venían los reyes magos de oriente. Yo recuerdo que los progres de la primera hora abominaban de lo que suponía, según ellos, un engaño a los niños, un trauma de dimensiones impredecibles. Y aquí los tenemos sumándose a la ceremonia del consumo, estresándose y estresando a los dependientes, que se ganaron el sueldo como nunca entre la voraz avalancha de seres humanos convertidos en indefinibles entes compradores. [...]


(Sigue en El Manifiesto)

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