Ya ni me acordaba del tal
Christo, el “artista” búlgaro cuya especialidad era empaquetar
monumentos. Esta novela de
Ángel
Palomino hace chacota de tal ocurrencia, suponiendo que el tipo quiere
envolver todo el Toledo monumental. La polémica subsiguiente le sirve también
al autor para hacer una crítica de los comportamientos políticos, sobre todo en
el eterno tema del rey desnudo: todo el mundo sabe que está ante una
mamarrachada, pero hay que decir que Toledo entra en la posmodernidad, en el
tercer milenio, y tal. Solo que, como esto es novela y no cuento, Palomino
prescinde de un final moralizante y se quedan todos contentos, o más o menos,
con la ideíca, que finalmente se lleva a cabo.
Y hay también una trama particular, si entendemos que la
otra es pública o colectiva, ya que afecta a toda la ciudad. La trama
particular es la que da título a la novela, y toca también un tema entonces muy
de actualidad, como es la inseminación artificial. Chancha, una joven viuda,
quiere tener un hijo póstumo de su difunto marido, Julio, un sesentón que murió
de infarto pero conservando, al parecer, su potencial genesíaco, enfrascado por
un amigo veterinario.
Hay también alguna que otra trama secundaria, lo que da
lugar no sé si decir a una novela coral, rótulo que me parece excesivo para un
producto que no da mucho de sí, ya que la temática, digamos, de circunstancias,
no se ve compensada por el ingenio, la tensión o alguna otra virtud. Creo que a
estas alturas (1987, creo) el antiguo superventas estaba ya amortizado, al
menos como narrador.
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