27 febrero 2015

Robert Gordon: "Bad boy"


Sin dejar enfriar el éxito de Rock billy boogie, Robert Gordon lanzó este Bad boy, que también vendió lo suyo. El disco se caracterizaba por la introducción de un eco, o resonancia, o como quiera llamarse, que se mantiene a lo largo de toda la cara A pero que resulta especialmente efectivo en la primera canción, lanzada como single, y que era, de nuevo, una versión de Johnny Burnette, Sweet love on my mind. Realmente es una de las pocas cosas estrictamente rockeras que encontramos en la obra, porque Gordon opta aquí mayormente por los lentos, aprovechando esa potente voz de la que está dotado. Born to lose (composición propia) es lo que suele llamarse un medio tiempo, y lo mismo ocurre con Uptown, el tema de Roy Orbison. Sólo Crazy man crazy (versión de Bill Haley) se salva de este tono general de suavidad, y tampoco es que le arree mucha caña, con perdón.

En el acompañamiento, como otras veces, destaca una guitarra ácida que sirve de contraste a la voz suave del cantante y que no sé quién maneja, porque los casetes, como bien sabemos, no solían dar esa información. Tal vez fuese Chris Spedding. Luego lo busco.

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26 febrero 2015

La muerte del corazón


Leer a autores ingleses es lo mejor para saber qué significa la famosa flema. Estos señores se dicen cosas horribles sin que nadie se inmute, y se las dicen con una elegancia cercana a lo sentencioso: de hecho, es fácil, al parecer, encontrar frases lapidarias de Elizabeth Bowen. "Somos minúsculos en todo, excepto en nuestras pasiones", y cosas así, no siempre tan tontas (esta se reconoce como tonta en el propio texto). Hay una frivolidad de fondo en los diálogos del matrimonio Quayne que contrasta con la sinceridad de Portia, la hermanastra huérfana, y su deseo de encontrar esa sinceridad en los demás. Ella, adolescente, ha sido recogida por los Quayne a la muerte de su madre pero no congenia con ellos y la ruptura se produce cuando descubre que Anna ha leído su diario. Mientras tanto, ha hecho lo imposible para convencerse de que Eddie, amigo de la familia, la ama de verdad, pero solo consigue cínicas declaraciones que no disimulan un jugueteo intrascendente...

La novela no se cierra, pues la decisión final de Portia queda abierta a múltiples avatares. Detrás de los sutiles diálogos de estos personajes y de la atildada escritura de Bowen hay un frío escepticismo hacia cualquier virtud humana, o hacia cualquier planteamiento vital serio. Portia solo puede ser compadecida, pero no hay esperanza para ella, ni siquiera en el comandante Brutt, cuya bondad parece abocarle a ser un paria.

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24 febrero 2015

Mártires


Un soldado inglés describe a los de Estado Islámico casi como milicianos de la guerra civil española (las reclamaciones a George Orwell). Pero haríamos mal en prestarle excesivo crédito. Ellos tienen la gente y la voluntad de poder. Cuatro tipos bastan para estrellar dos aviones en cualquier parte.

 Hoy por hoy, la única esperanza para Europa es la sangre de los mártires. Hay que movilizar recursos espirituales y humanos para salvar al mayor número posible, pero no hay que perder de vista que esta sangre está asegurando la auténtica primavera árabe, sembrando a manos llenas una cosecha de cristianos que puede hacer palidecer la de los primeros siglos. Europa y el mundo pueden acabar debiéndoselo todo a estos hermanos de los que apenas se acuerdan los periódicos de aquí.

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14 febrero 2015

No hace falta estar enamorado para ser ún estúpido.


Mas bien pienso que somos más estúpidos cuando no estamos enamorados, porque hacemos un drama de cualquier cosa.

Anna Quayne, en Elizabeth Bowen, La muerte del corazón

12 febrero 2015

Colección Jukebox Revival, volumen VI. Años 56-57


El sello K-tel era especialista en recopilaciones de éxitos. Esta serie, de carácter más minoritario que otras producciones anunciadas en televisión a bombo y platillo, pasó sin pena ni gloria y acabó pronto en los cajones donde se apilaban las baratijas. Sin embargo, constituía una buena síntesis de historia de la música pop norteamericana. En el interior (en el disco tal vez en la contraportada, no recuerdo) la lista de canciones iba acompañada del número que alcanzaron en los charts (listas de éxitos) del año o años en cuestión.

Este volumen dedicado a los años 56 y 57 aportaba sólo dos número 1: Green door, de Jim Lowe (la famosa Puerta verde que en español hicieron Los Llopis) y The wayward wind, una melodía en la agradable voz de una tal Gogi Grant, que imagino que luego vivió de recuerdos. Lo de la Puerta verde se entiende poco teniendo en cuenta que es una pieza bastante sosa, convertida en algo realmente interesante por otros intérpretes posteriores como Shakin´Stevens.

Eran los tiempos de gloria de Little Richard, del que se aportan dos piezas, Rip it up y She´s got it, que solo alcanzaron el 27 y el 15 respectivamente, cosa curiosa si tenemos en cuenta que han sobrevivido mejor que los dos anteriores. Por lo demás, la selección es variada, con coros a lo peli de marineros (Standing on the corner, The Four Lads), temas de doo-wop (Come go with me, Del Vikings), el éxito de turno de los Platters (My prayer), cosas semi-country (Bobby Helms, Cathy Carr, Patti Page) y un interesante instrumental, muy sensual y cadencioso él (Honky tonk, Bill Dogget)

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11 febrero 2015

Tres actos y dos partes


Esta es una de esas novelas tan inverosímiles como apasionantes. Uno puede apurar las ciento y pico páginas sin despegarse del sillón, sobre todo a partir del momento en que Silvano, "utillero" (así se llama, al parecer, a quien se encarga del material deportivo) de un equipo de fútbol de segunda, descubre el chanchullo que está a punto de cometer la estrella del equipo en un partido crucial. Esa estrella es su hijo y eso aporta el factor humano a la trama, muy bien llevado por cierto por Faletti: sin pretensiones, sin folletinadas, muy contenido, creíble.

Es, en efecto, un auténtico thriller de esos de salir cansado, pero sin muertos, bueno, sí, un muerto, pero por fallo cardíaco. Los flashback también son muy oportunos porque dan un marco emocional a la actuación de Silvano: un tipo a quien la vida, como suele decirse, no ha dado grandes oportunidades y que quiere culminar su propia vida sintiendo que ha servido para algo; alguien que no se hace grandes planteamientos morales pero con el suficiente sentido del bien y del mal como para jugárselo todo en este envite de noventa minutos. La adrenalina le aguza los reflejos y la suerte le favorece, como digo, hasta extremos inverosímiles, de modo que todo acaba con un final feliz de cine comercial. Satisfactorio, pues, como un buen rato de deporte o una buena partida de mus.

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09 febrero 2015

Ne nos inducas


A medida que se acercan las elecciones me viene a la mente, con una frecuencia inquietante, un episodio de Tumba de Drácula, el cómic de la Marvel. Habiendo dedicado su vida a acabar con Drácula, los cazavampiros han de ver cómo el conde cae por fin bajo la estaca de plata que blandía el esbirro del peor supervillano del mundo, el doctor Sun. Ningún poder sobre la tierra es capaz de derrotar al doctor Sun. Sólo podría hacerlo...

Drácula puede ser devuelto a la vida. La sangre de una virgen puede obrar el prodigio. Las dudas son lacerantes.

"... Pero volvamos al viejo problema... ¿Quién es peor..., Drácula o Sun?"

"No, no quiero ni pensar en usar a Drácula. Es una amenaza desaparecida, esperemos que para bien y para siempre". 

El episodio termina (continuará) con la constatación de la evidencia. Han robado las cenizas de Drácula en una audaz incursión y ante ellas el viejo Quincy Harker sentencia: "No hay elección... Para que el mundo se salve... Drácula debe vivir de nuevo".

Pienso en una Educación controlada por el doctor Sun y me asalta el fantasma de la reelección, digo de la resurrección de Drácula, y digo vade retro... no quiero... no quiero...

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06 febrero 2015

Como el blog

El álbum no se llama nunca el álbum, sino mi álbum; esto es esencial.

M. J. de Larra, "El álbum", en Artículos varios


Al parecer era costumbre entre las mujeres del Romanticismo el tener un álbum (libro blanco) donde recogían todo tipo de frases amables, dedicatorias, dibujos... con que tenían a bien obsequiarles las personas más o menos famosas o simplemente interesantes con quienes se topaban en sociedad. Y lo recojo porque a mí también me había chocado que la gente dice siempre mi blog, en lugar de el blog, como se dice "lo tengo en el coche", "está en la cartera", "es de la empresa", etc. El blog es un concepto diverso al del álbum pero tiene también algo de juguete de moda, de costumbre snob, y, desde luego, de algo personal.

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02 febrero 2015

Mike Oldfield: "The complete"


Esto se publicó (1985) cuando Mike Oldfield colocaba singles en las listas de éxitos, así que no puede extrañar que la balanza esté escorada hacia lo que nunca fue su faceta preferida: muchas canciones, incluidas las archiconocidas Moonlight shadow o Family man y también otras que creo que eran inéditas, como Mistake o Crime of passion.

Las canciones forman la cara B del primer volumen (es un doble LP), titulada "The vocal side". La cara A ("The instrumental side") está formada por piezas también inéditas en su mayoría, así que ya vamos viendo que el título de este producto es engañoso, pues en realidad recogía cosas nuevas y viejas. En esta cara A se atrevía con el Arrival de Abba y con la obertura de Guillermo Tell de Rossini, nada menos, entre otros instrumentales de corta duración. Todo muy agradable, por cierto.

Y el Mike Oldfield más típico se reservaba para la cara A del segundo volumen ("The complex side"): extractos de Ommadawn, Tubular bells, Hergest Ridge, Incantations (aquí una parte) y The killing fields. Fuera de contexto, es de lo más pelmazo que te puedas echar al oído. Por fin, en la cara B ("The live side") se recogían varios directos de los años 81 al 84, de los que destaca el final de Platinum, donde Maggie Reilly (la segunda estrella de esta obra) sustituye al vocalista de la versión de estudio (que es posible que fuera el propio Mike, no lo sé), por lo que resulta una de las curiosidades más apreciables de esta compilación. El que enlazo es sin duda el audio original pero lamento no haber encontrado el vídeo del concierto.

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01 febrero 2015

Artículos varios


Junto a los de siempre, como "Vuelva usted mañana" o "El castellano viejo", esta edición de Clásicos Castalia incluye un par de artículos donde Larra se dedica a ironizar largamente sobre un periódico rival; en particular uno es bastante extenso, llega a cansar y no tiene más interés que el histórico-biográfico, aunque hay que reconocer que Larra es Larra y sus pullas siempre son ingeniosas. No tengo a mano el ejemplar y no recuerdo el título, pero lo digo para que se lo salten, si quieren, en cuanto lo reconozcan.

Hay otros artículos que revelan la servidumbre de tener que escribir sin que quizá haya mucho que decir. Pero los más interesantes, desde luego, son aquellos que inciden en polémicas que aún colean, como los toros (Larra era un antitaurino convencido), la pena de muerte (aunque colee lejos), el Carnaval (tener que divertirse a la fuerza) y, claro, la burocracia. El dedicado a "El duelo" puede ser lo mejor que se ha escrito sobre tal costumbre afortunadamente erradicada (la de matarse por "honor", digo, no la de velar a los muertos)

Evaristo Correa Calderón firma una larga y jugosa introducción (como todas las de Clásicos Castalia) en la que se decanta por la idea de que el suicidio de don Mariano fue efectivamente por el desengaño amoroso, sin que su pesimismo con respecto a España y la sociedad en general fueran determinantes en tan lamentable decisión.

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