Es difícil enterarse, al menos en una primera lectura (y, sintiéndolo mucho, creo que no habrá segunda), de cuál ha sido la epopeya, el drama interior de nuestro oficial, y tampoco el del país (o el mundo) al que pertenece, esa ficticia Orsenna, ya que ambos, hombre y país, parecen los protagonistas de la novela. Con estos narradores de “línea oscura” se podría discutir durante horas enteras el sentido de cada párrafo, de cada frase.
El caso es que nuestro hombre parte de modo voluntario hacia un destino situado en los confines de la polis, un lugar más bien inhóspito donde es posible replantearse muchas cosas e incluso empezar a virar el rumbo colectivo. Allí se encuentra frente al enemigo, pues Orsenna se halla en guerra, bien que largo tiempo apagada, contra Farghestán. Este contacto con el límite parece, en efecto, cambiar algo en Aldo (que así se llama), que empieza a actuar de modo irregular y llega a hacer chirriar su relación de amistad con Marino, su superior.
Lo que percibe el lector, a través de la escritura de Julien Gracq (¿este sí escribe, Marguerite Duras? Sartre, “il n´écrit pas”, decía la dama; él da doctrina), es una espantosa inercia en la república, que su poder establecido no hace sino mantener y prolongar y que Aldo va a romper. Las brumas en que esta ruptura y aquella inercia quedan sumidas por obra de Gracq hacen recordar, como inteligentemente ha captado el diseñador de la cubierta, un cuadro de Chirico.
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31 octubre 2006
30 octubre 2006
De Álvaro d´Ors
Como la ciencia económica ha sido elaborada por el liberalismo capitalista, es comprensible que, desde el punto de vista puramente económico, el capitalismo sea reconocido como mucho más productivo de riqueza que el colectivismo comunista. El comunismo, por su parte, sólo puede argumentar con vagas razones de justicia social, es decir, morales. De ahí que, en la actualidad, y en contra de lo que preveían los fundadores del comunismo, éste haya dejado de ser una doctrina económica válida para convertirse en una ideología humanitaria, y pueda, como tal, hacer las veces de una religión. Es decir, lo que fue concebido como infraestructura social ha venido a convertirse en superestructura.
(En La violencia y el orden)
Aguda observación que explica (en parte) la Teología de la liberación y fenómenos análogos.
(En La violencia y el orden)
Aguda observación que explica (en parte) la Teología de la liberación y fenómenos análogos.
28 octubre 2006
Todo bajo el cielo
Viajar hasta la China para descubrir que acabas de heredar un lote de deudas millonarias no es plato de gusto, sobre todo si eres una pintora española desheredada por progre y con una repelente sobrina a tu cargo. Pero si además tu difunto y olvidado marido era propietario de un objeto que puede desencadenar una guerra civil y otra contra Japón, el bolsillo puede ser el menor de los problemas. Así que a Elvira no le va a quedar más remedio que convertirse en aventurera y partir en busca del perdido mausoleo del primer emperador chino, en años de turbulencia para el país.
La reina del “best-seller culto” nos entretiene con un relato a lo Julio Verne en el que podemos reconocer ingredientes clásicos: el grupo heterogéneo que recorre largas distancias en busca del grial de turno; la serie de enigmas que hay que resolver hasta llegar al objetivo final; y esa mezcla de didactismo y aventura, tan propia del autor de La isla misteriosa. De hecho, Todo bajo el cielo podría definirse como un libro de divulgación sobre la cultura china, envuelto en un ropaje de novela de aventuras. La combinación está hecha con mano hábil. Matilde Asensi narra con oficio, nos muestra el enriquecimiento personal que experimentan las dos mujeres y nos conduce sin grandes baches hasta un final redondo, de los que mandan los cánones. Sólo le hubiéramos agradecido a la narradora que nos ahorrase sus emociones, bastante monocordes y reducidas a “estos chinos eran increíbles”, “en aquel momento la hubiera matado” o “aquello podía acabar con mis nervios”.
Por otro lado, la autora hace gala de una extensa erudición en torno a la sabiduría tradicional china, en contraste, por qué no decirlo, con sus apreciaciones sobre la historia española reciente, que se dirían redactadas por un funcionario de Pekín. Destila también una moralina progresista que, si no llega a estragar, tampoco es para todos los paladares.
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25 octubre 2006
Sin crédito
Hoy el Parlamento europeo ha echado por la borda el crédito que algunos habíamos concedido al sistema. Hoy, la representación de las democracias europeas ha decidido que matar a un número conveniente de ciudadanos es un método válido para conseguir objetivos políticos; tan válido como conseguir un número conveniente de votos en unas elecciones.
Parlamentarios y terroristas al mismo nivel. Que no se extrañen de las reacciones que a partir de ahora puedan producirse.
Parlamentarios y terroristas al mismo nivel. Que no se extrañen de las reacciones que a partir de ahora puedan producirse.
24 octubre 2006
La noche
Novela metafísica, novela del deporte... Me quedo con lo segundo. Si esta novela quería ser metafísica, le bastaba a Andrés Bosch quedarse con el epílogo y tirar todo lo demás. El epílogo, en efecto, podría haber sido un magnífico cuento, perfectamente comprensible, pues todo lo demás se halla implícito en él. Ahí está el drama humano, el drama existencial, por otra parte nada iluminador, pues se trata de la necesidad de encontrar un sentido a los días, ya sea el que uno ha soñado o (cuando este se derrumba) el que la propia vida le depara a uno.
En cambio, como novela de deporte, engancha, a pesar de la simplicidad del argumento. Luis Canales es el boxeador, el boxeador como figura literaria o cinematográfica, una cosa tópica donde las haya. Ansias de llegar a la cumbre, tocar la gloria con las manos y caer en lo más hondo, en la noche. Pero Bosch consigue que no bosteces, es más, que le tomes cierto cariño al Canales. Es, en efecto, un tío simpático, simpático por humilde, nada empalagoso en sus ansias de triunfo y nada estridente cuando cae. En realidad, se agradece que se tome el fracaso como se lo toma, con gran estoicismo ya que no con cristianismo (y aquí si uno fuera de Mundo cristiano cabría añadir aquello de que “se echa de menos una apertura a la trascendencia”). Tan solo hay un llanto sereno y escondido en la mesa de masaje. Por cierto: a pesar de que percibes la brutalidad de este deporte, la novela no deja de crear afición al boxeo.
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23 octubre 2006
Quizá alguien entonces lo tildó de catastrofista
Nunca entenderemos la nueva moral si no se nos mete en la cabeza que ahora no se trata de conservar la especie, sino de diezmar la especie, pero haciéndolo de un modo “humanitario”. Para ello se legalizan determinados actos, se despenalizan otros y se deja al hombre corriente desamparado, a merced de los depredadores y parásitos de su misma especie. La sociedad represiva se ha convertido en sociedad permisiva y ello ha llevado consigo una radical inversión de escala de valores. Las palabras siguen siendo las mismas, pero significan cosas distintas e incluso opuestas. Cuando los prohombres de esta sociedad hablan de “rearme moral”, “estilo ético” y demás zarandajas, lo hacen con perfecto conocimiento de causa, es decir, con premeditación y alevosía. Sin embargo, hay mucha gente todavía, chapada moralmente a la antigua, que toma las palabras por su valor nominal y se escandaliza cuando en los mass media o en la legislación esas palabras se convierten en hechos. En la sociedad represiva el aborto, la promiscuidad, las aberraciones sexuales, el impudor, la toxicomanía, el suicidio, la eutanasia, eran actos contrarios a la moral porque eran contrarios a la conservación de la especie... Esa sociedad se articulaba sobre tres pilares: la religión, la patria y la familia; la religión, en cuanto fundamento metafísico e institucional de la moral; la patria, en cuanto espacio sagrado y organismo colectivo de defensa y ataque; la familia, en cuanto centro primario de transmisión de valores y unidad de producción de biomasa. Esos tres soportes de la sociedad represiva son para la sociedad permisiva otros tantos estorbos, y a su eliminación se dirige el tiro concentrado de los legisladores y de los fabricantes de la opinión pública.
Esto lo escribía Aquilino Duque en 1983.
Esto lo escribía Aquilino Duque en 1983.
22 octubre 2006
GAL
Pedro de Miguel (http://www.bestiario.com/letras/) alude en su último comentario al libro de Miralles y Onetti GAL: la historia que sacudió el país. A mí lo del GAL me pilló cuando todavía recordaba con agrado una novela de Mickey Spillane titulada Un policía anda suelto (The last cop out), donde Gillian Burke, “el Agallas”, se cargaba por sí solo, y al margen de los procedimientos legales, a toda una banda mafiosa. Fue una operación impecable y el difunto Mickey pretendía con tal historia halagar esas “infinitas ansias de justicia” (por parodiar la terminología zapateriana) que anidan en todo potencial lector. Conmigo lo consiguió, y por eso saludé lo del GAL con cierto alborozo. Alborozo inconfesable, pues matar sin juicio está muy feo; pero así somos.
Hasta que la labor de la prensa libre nos hizo descubrir que semejante fregado era una simple guerra de bandas, pues en tal cosa se había convertido el partido del gobierno. El GAL no luchaba por España, ni por la justicia, sino que se quitaba de en medio a un competidor. Y ya sabemos que las bandas mafiosas tan pronto se matan como colaboran. Colaboran, sobre todo, cuando hay un enemigo común al que urge eliminar. Cuando ese enemigo se llama derecha, el GAL y la ETA chocan los cinco y en eso estamos. Y cuanto antes lo admitamos, mejor.
Hasta que la labor de la prensa libre nos hizo descubrir que semejante fregado era una simple guerra de bandas, pues en tal cosa se había convertido el partido del gobierno. El GAL no luchaba por España, ni por la justicia, sino que se quitaba de en medio a un competidor. Y ya sabemos que las bandas mafiosas tan pronto se matan como colaboran. Colaboran, sobre todo, cuando hay un enemigo común al que urge eliminar. Cuando ese enemigo se llama derecha, el GAL y la ETA chocan los cinco y en eso estamos. Y cuanto antes lo admitamos, mejor.
20 octubre 2006
2001: la Odisea continúa
El crítico cinematográfico Raúl Alda aprovechó la ocasión del "año de Kubrick" para ofrecernos un libro que compila todo lo que puede decirse sobre 2001, a space Odissey. La génesis de la obra, la colaboración entre Kubrick y Arthur C. Clarke, el montaje, las posibles interpretaciones de su argumento, las repercusiones en la prensa. La curiosidad del entusiasta queda satisfecha. No obstante, quizá lo que más destaca de todo el libro es la vigorosa personalidad del director: exigente, perfeccionista, con dotes de mando y, sobre todo, con una aguda percepción de su mundo, como se pone de manifiesto en la entrevista concedida a Playboy: "el hombre del siglo XX se encuentra, sin carta que navegar, en un bote desprovisto de timón".
Por lo demás, decir que las muchas y diversas interpretaciones que de la película se han hecho son un indicio, si no una prueba, de su carácter de obra maestra. Una obra apreciada por ateos, católicos y por todo el espectro de creencias, lo cual es una hazaña nada fácil de conseguir. Y quizá lo más acertado sea, en efecto, renunciar a una explicación discursiva y dejarse penetrar por sus imágenes, pues Kubrick quiso hablar a nuestra sensibilidad más que a nuestro intelecto: "si hubiera querido decir eso, lo habría dicho", podría responder el director, como los grandes poetas, a quien trata de proponerle una "explicación".
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19 octubre 2006
La adecuada gestión de las ganas
Eso dice José Antonio Marina que es la libertad, según Ana María Romero en Nuestro Tiempo, mayo 2006. Poco académico, pero atinado. Así me lo parece al menos.
18 octubre 2006
Siempre en vanguardia
de la actualidad, El País traía ayer a su primera página una fenomenal primicia: una foto de Franco con Hitler en Hendaya fue retocada para dar al caudillo una apariencia más gallarda.
Sin embargo, fuentes bien informadas aportan otra versión de los hechos: al parecer, la primera foto era un borrador.
Sin embargo, fuentes bien informadas aportan otra versión de los hechos: al parecer, la primera foto era un borrador.
Curiosidad insatisfecha
Jamás sabremos con certeza el volumen de compasión que existe en la alta valoración que, según las encuestas, los españoles otorgan a la vicepresidenta del gobierno.
17 octubre 2006
El castigo sin venganza
Leer a Lope de Vega es como entrar en otro mundo, desde luego mucho más grato. No sé qué hay en sus personajes, en su manera de concebir la vida, en sus donaires y en sus quejas, en sus riñas y en sus muertes, pero, desde luego, uno quisiera topar con ellos en cada esquina, en lugar de hacerlo con quienes ves cada día, quiero decir, exceptuando a tus deudos, claro. Podría decir que parecen no haber perdido la inocencia, pero no es eso, por supuesto. Nadie menos inocente que Federico, Casandra y, por supuesto, el Duque. ¿Es una actitud cristiana latente tras las tropelías y los pecados de todos ellos? Es posible, pero tampoco podría asegurarlo.
En todo caso, es eso, ese bonus odor, Christi o no, lo más atractivo en una obra de Lope. El argumento de El castigo sin venganza es artificial donde los haya, y los problemas que la situación límite aquí planteada puede traer consigo, fáciles de resolver desde el punto de vista moral (aunque no, desde luego, como aquí se resuelven). Ningún duque lascivo deja a su joven esposa al lado del hijo bastardo, sobre todo después de haberla frustrado en sus expectativas conyugales, si no quiere econtrarse lo que este se encontró. Menos aún buscaría un castigo (¿sin venganza?, sólo su conciencia lo sabe) de tan maquiavélica ejecución. No, la obra de arte no está ahí sino en cada delicioso parlamento, en el ingenio de cada diálogo, en la penetración con que cada respuesta es meditada.
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16 octubre 2006
Democracia
Lo dice un personaje sin escrúpulos, pero que cada uno juzgue.
"Al fin, la democracia no es más que un potente foco dirigido hacia la masa para que esta no vea quién mueve el foco. Pero lo triste es que con esto de iluminar a la gente, para que se crea que significa algo, la luz que difunde ese foco los ilumina en las cosas más vacías y serviles. Sí, tengo que reconocerlo aunque yo sea uno de los que le procuran fluido al foco. Pero, al menos, yo no juego a la democracia de hacerles creer que su opinión vale para algo y es tenida en cuenta. ¿O tú crees que del voto de tu hermana y de millones de seres como tu hermana puede salir algo? No, no sale nada, sino el sostenimiento de las grandes empresas de propaganda que los orienta y guía. Su instinto práctico de la democracia los ha convencido de que estamos en la era de las propagandas y no tienen que pensar porque la propaganda ya piensa por ellos. Les dice qué sopa les gusta más, qué camisa les conviene, qué película es la mejor y a quién tienen que votar. ¿Para qué, entonces, el arcaísmo de pensar?
Antonio Prieto, Prólogo a una muerte
"Al fin, la democracia no es más que un potente foco dirigido hacia la masa para que esta no vea quién mueve el foco. Pero lo triste es que con esto de iluminar a la gente, para que se crea que significa algo, la luz que difunde ese foco los ilumina en las cosas más vacías y serviles. Sí, tengo que reconocerlo aunque yo sea uno de los que le procuran fluido al foco. Pero, al menos, yo no juego a la democracia de hacerles creer que su opinión vale para algo y es tenida en cuenta. ¿O tú crees que del voto de tu hermana y de millones de seres como tu hermana puede salir algo? No, no sale nada, sino el sostenimiento de las grandes empresas de propaganda que los orienta y guía. Su instinto práctico de la democracia los ha convencido de que estamos en la era de las propagandas y no tienen que pensar porque la propaganda ya piensa por ellos. Les dice qué sopa les gusta más, qué camisa les conviene, qué película es la mejor y a quién tienen que votar. ¿Para qué, entonces, el arcaísmo de pensar?
Antonio Prieto, Prólogo a una muerte
15 octubre 2006
Patxi López
Mensaje en lengua GÁLica:
"Estamos a punto de conseguir un acuerdo histórico"
Traducción castellana:
"Estamos a punto de legitimar el asesinato como procedimiento democrático"
"Estamos a punto de conseguir un acuerdo histórico"
Traducción castellana:
"Estamos a punto de legitimar el asesinato como procedimiento democrático"
Correctísimo
En Radio 3 me presentan el último disco de Neil Young, y después de glosar sus méritos musicales, dicen que es un disco muy político (no sonó lo de comprometido) que aboga por quitar de enmedio a Bush y presenta como la América fetén a la que se opone a la guerra por antonomasia, la de Irak, como bien saben. Y termina el comentarista (no sé quién era, sonaba a Ramón Trecet pero no estoy seguro) diciendo que, por tanto, se trata de un disco incorrecto pero muy bueno.
¡Incorrecto! ¿De qué limbo viene este buen hombre? ¿Hay algo más correcto a esta sazón, después de denigrar a Franco, que criticar a Bush? Será un disco muy bueno, pero apoltronado a más no poder en el establishment.
¡Incorrecto! ¿De qué limbo viene este buen hombre? ¿Hay algo más correcto a esta sazón, después de denigrar a Franco, que criticar a Bush? Será un disco muy bueno, pero apoltronado a más no poder en el establishment.
13 octubre 2006
Donde el corazón te lleve
¿Hay que confiar en el corazón? Susanna Tamaro viene a coincidir con un servidor en que, cuando los argumentos se escapan, cuando los sofistas te abruman y eres incapaz de reconocer el discurso verdadero entre todos los que se te ofrecen en el zoco, no queda sino seguir los dictados de esa brújula que, a falta de algo mejor, encarnamos en esa víscera. No nos confundamos, es cuestión de desconfiar del impulso sentimental, de lo que “nos sale” de algunos sitios. Pero, si el corazón tiene razones que la mente desconoce, es porque quizá ve con más claridad que ella, sobre todo en ese tipo de asuntos que conciernen a lo más esencial. Por eso, el corazón no representa aquí lo visceral puro, sino quizá algo más relacionado con lo que los catalanes llaman el seny, o con el sentido común: la sede de las “corazonadas”, chispa del amor divino pero también de su inteligencia, ya que en Dios no hay separación de atributos. Me estoy metiendo por caminos que me sobrepasan, pero lo que sí quiero resaltar es que si esta novela conoció un éxito arrollador, si es una continua delicia y me llevó a entresacar un montón de párrafos, es por esa carga de buen juicio, de reflexión lúcida y atinada que sorprende y admira a cada paso y que los lectores del final de siglo veníamos necesitando como la proverbial agua de mayo.
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12 octubre 2006
Quién vive
"La obsesión de la muerte viene de la plenitud de vida; la tenemos los que sentimos que la vida nos desborda, y porque nos desborda la queremos inacabable. Se aferran a la vida los débiles. Lo que hay que inocular a los hombres es la fe en otra vida personal. Es tanto lo que amo la vida, que el perderla me parece el peor de los males. Los que gozan al día, sin cuidarse de si han de perderla o no del todo, es que no la quieren".
Es Unamuno, en carta a quien le reprochaba "complacerse en el desdén de la vida terrestre", según Charles Moeller, quien afirma que
"la incomparable grandeza de Unamuno está en afirmar, en verso y en prosa... la absurdez fundamental de este mundo si no hay un más allá".
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Es Unamuno, en carta a quien le reprochaba "complacerse en el desdén de la vida terrestre", según Charles Moeller, quien afirma que
"la incomparable grandeza de Unamuno está en afirmar, en verso y en prosa... la absurdez fundamental de este mundo si no hay un más allá".
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11 octubre 2006
Inmolación
El ABC habla ya de falsificación para referirse a la versión impresa del informe de los tres peritos. Ha decidido morir en plena fidelidad al poder nuevo. "Decidle a Stalin que muero con su nombre en los labios".
César Alonso de los Ríos, abandona el barco. No hay honor en ese hundimiento.
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César Alonso de los Ríos, abandona el barco. No hay honor en ese hundimiento.
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10 octubre 2006
Escuadra hacia la muerte
Resulta difícil admitir que el autor de esta obra es el mismo que con el paso de los años ha proferido barbaridades impropias de un ser pensante en este cambio de siglo. Uno se agarra a todo con tal de salvarse del vacío, pero cabría esperar una opción más inteligente por parte del creador de esta impresionante parábola que sintetiza como pocas la literatura de nuestro siglo.
Siempre desprecié un poco la obra de Alfonso Sastre por culpa de sus comentarios políticos e ideológicos, siempre desquiciados. Pero, tras la lectura de Escuadra hacia la muerte, me confirmo en que las ideas políticas de un escritor no son más que la punta del iceberg de su alma, que se vierte con mucha mayor sinceridad en su obra literaria. Escuadra... es, como digo, una impresionante parábola sobre la existencia humana no redimida. Sin Cristo somos un batallón castigado a una expedición suicida, sin más salida que buscar la dignidad en morir peleando, darnos la muerte a nosotros mismos adelantándonos a una interminable agonía o resignarse a servir de bufones del destino matándonos entre nosotros, para no hablar del más triste pero menos traumático ir tirando cínicamente, como al final resuelven Pedro y Luis. Y, sin embargo, en medio de todo, "un hombre es un hombre", aunque no supieran ver al Hombre que pasó, tan cerca, también en Navidad.
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09 octubre 2006
Raza
".. y si no me equivoco, este es el secreto de la pasada grandeza de España. En España, los verdaderos poemas, los auténticos cuadros, los monumentos, son los hombres. Los hombres encarnan su filosofía. Aquellos españoles del Siglo de Oro "vivieron". Vivieron, sintieron, hicieron: no pensaron; lo que buscaron y encontraron fue la vida; la vida con sus torbellinos, con su fervor, con su variedad. La semilla de la que brotaron era la pasión, y dieron flores y frutos de pasión. Su preeminencia fue la preeminencia del carácter. En esto, creo que nadie los ha superado y únicamente los igualan los antiguos romanos. Diríase que toda la energía, toda la originalidad de esta raza vigorosa fue dedicada a alcanzar un fin, un fin único y exclusivo: obtención del máximo tipo humano".
William Somerset Maugham, Don Fernando.
Citado en Razón española, 137, mayo-junio 2006
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William Somerset Maugham, Don Fernando.
Citado en Razón española, 137, mayo-junio 2006
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08 octubre 2006
El pelmazo de Garth Brooks
amenaza con una caja de cinco DVD. No sé qué le ven a este hombre. El tío que más discos ha vendido después de Elvis y los Beatles, se dice bien. A mí me aburre cada vez más. Y no entiendo que lo llamen country. Americana, si acaso, ahora que se han inventado ese palabro para designar el country descafeinado. Algo me divertía Ropin´the wind. Lo demás, cero. A ver si va a ser que no entiendo las letras. Tendré que repasarlas.
07 octubre 2006
Cuadernos de Rusia
Quien busque en los Cuadernos de Rusia alguna tonalidad épica, algún referente a los nuevos sueños imperiales que los españoles de la época alimentaban, acordándose de aquel emergente XVI que nunca volvería, quedará defraudado. El tono de estos cantos es casi estrictamente personal, y sólo se huele algún eco del Yo tenía un camarada cuando Ridruejo (camarada Dionisio) homenajea a sus compañeros caídos. En realidad, la referencia que acude primero a la memoria, al leer estos poemas, es Jorge Guillén. Encontramos aquí idéntica armonía con el mundo, tanto más sorprendente cuanto que se trata del campo de batalla, y la misma expresión contenida, exacta, con algo más de emoción juvenil quizá que en Guillén, pero con igual control de la forma poética. Leyendo después los pormenores biográficos del autor, uno se sorprende de que hubiese visto tanta muerte, de que la gesta rusa le costara la salud y de que como consecuencia de la enfermedad hubiera llegado a pesar treinta y dos kilos. Hay una total ausencia de tonos dramáticos, de desgarro, de preguntas o apelaciones a Dios, de todo eso que uno esperaría en los poemas de un soldado del siglo pasado. Es como si Ridruejo, jovencísimo al fin, se moviese en la guerra como en un elemento natural. La fascinación de la naturaleza, la personal insignificancia en medio de las estepas es aquí lo único que arranca acentos de emoción, que nunca llegan a desbordar la perfección de los versos.
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06 octubre 2006
La carga más pesada
"La libertad es elegir entre hacer o no hacer algo, actuar de una manera u otra, sostener una creencia o la opuesta. No es diversión, sino la carga más pesada puesta sobre el hombre: decidir su propia conducta individual, así como la conducta social, y ser responsable de ambas decisiones".
Peter Drucker, "padre del management". Citado en Nuestro tiempo, diciembre de 2005.
Peter Drucker, "padre del management". Citado en Nuestro tiempo, diciembre de 2005.
05 octubre 2006
A ver qué tal los carnavales
Andan en esos levantes que si quitan las fiestas de moros y cristianos, o las suavizan un poquito, no vayan a ofenderse los del turbante. Bien. Supongo que la cosa no quedará ahí y que en los próximos carnavales se meterá un paquete a todo aquel que se vista de cura o que de un modo u otro haga mofa de las creencias cristianas, como suele ser habitual en carnestolendas. Imagino también que se obligará a las librerías a tener bien ocultos los códigos davincis y toda la porquería impresa que a diario se lanza contra el cristianismo y se exhibe sin pudor en los estantes. Imagino.
Porque si merecen un respeto los que a la mínima que se les hace (o piensan que se les hace) se ponen a incendiar y a matar, a mucho más somos acreedores los que en tales casos nos limitamos a expresar nuestro disgusto. Siempre he oído que quien defiende sus cosas con intemperancia pierde automáticamente la razón. Si los próceres levantinos van a seguir permitiendo lo que he dicho más arriba, habremos de entender que ahora no obran por respeto, sino por miedo. Cosa que, también me enseñaron, es radicalmente diversa.
O, si no, habremos de entender que quienes en la transición quemaban librerías andaban en su justo derecho, y eran los libreros los que tenían la culpa por exhibir portadas que ofendían sensibilidades.
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Porque si merecen un respeto los que a la mínima que se les hace (o piensan que se les hace) se ponen a incendiar y a matar, a mucho más somos acreedores los que en tales casos nos limitamos a expresar nuestro disgusto. Siempre he oído que quien defiende sus cosas con intemperancia pierde automáticamente la razón. Si los próceres levantinos van a seguir permitiendo lo que he dicho más arriba, habremos de entender que ahora no obran por respeto, sino por miedo. Cosa que, también me enseñaron, es radicalmente diversa.
O, si no, habremos de entender que quienes en la transición quemaban librerías andaban en su justo derecho, y eran los libreros los que tenían la culpa por exhibir portadas que ofendían sensibilidades.
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04 octubre 2006
Los que vivimos
Ayn Rand era una vitalista, al menos en la época en que escribió esta novela. Y, como otros, pensaba, vaya usted a saber por qué, que la creencia en Dios ahogaba la vida. “Los que vivimos” son aquí los que, por encima de compromisos ideológicos y de religiones, ponen el norte en la consecución de la propia felicidad, sin más. En esta novela, claro, quien sale perdiendo no es mayormente la religión, casi inexistente a lo largo de sus quinientas páginas, sino la ideología, en concreto el comunismo, con su omnipresencia agobiante en la vida de todos. Sale perdiendo, quiero decir, en el sentido de ser el malo, el antagonista. Lo es por su afán de planificar la vida de todo un pueblo, impidiéndole así desarrollarse libremente. De hecho, la sensación de asfixia llega a notarla el que lee, y comprende la decisión final de Kira de huir al extranjero cueste lo que cueste. Le costará la vida, pero habrá valido la pena.
Uno se pregunta hasta qué punto este vivir por vivir sirve para dar plenitud a una existencia. Se lo pregunta retóricamente, claro. La verdad es que estamos ante un personaje falso, no porque esté mal perfilado (al contrario, es tremendamente coherente), sino porque no es creíble esa sonrisa final cuando la nada va a ser la única recompensa a tus esfuerzos. En ese supuesto, es más plausible la conducta de los trepadores, Pavel Syerov o Morozov. ¿Ellos no vivieron, y mucho mejor?
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03 octubre 2006
Lo malo del maoísmo
En El archipiélago Orwell, Mercedes Rosúa traza un inquietante paralelismo entre la China de Mao y el sistema educativo español. Se refiere también a la recepción de sus experiencias en España:
"En el otro extremo del mundo, Occidente, con las prolongaciones del 68, mitificaba el rito de la libertad sexual y hablaba con divertida curiosidad del exótico caso chino de castidad insoportable. El credo en boga era por entonces, en su versión de consumo rápido y digestión ligera, la guerra a la represión a frecuente golpe de ariete genital, lo que hacía doblemente patético el puritanismo socialista y, por extensión, a los sometidos temporalmente a sus normas. A mediados de los setenta, cuando la ex cooperante volvió a España y comenzó a intentar explicar el mundo que había dejado tras sí, el interés del periodista con quien conversaba en la redacción de un semanario parecía girar en torno a la lacerante cuestión ¿Cómo te las arreglaste? ¿Cómo podía un ser humano vivir, días, semanas y largos meses, sin el coito reglamentario? Era una retención tan impensable como la de orina, el famoso, simple e indispensable vaso de agua tan citado en los postulados al uso. El resto, el enorme resto del paisaje, empalidecía en contraste con los llamativos tonos de la escandalosa abstinencia sexual."
Así se explica: comité audiovisual catalán (y quizá español); frente contra la investigación del 11-M; "seremos implacables contra quien ponga en duda..."; paridad obligatoria en los consejos; tal vez leyes mordaza contra internet...
¿Qué más da? Sigue, cariño.
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"En el otro extremo del mundo, Occidente, con las prolongaciones del 68, mitificaba el rito de la libertad sexual y hablaba con divertida curiosidad del exótico caso chino de castidad insoportable. El credo en boga era por entonces, en su versión de consumo rápido y digestión ligera, la guerra a la represión a frecuente golpe de ariete genital, lo que hacía doblemente patético el puritanismo socialista y, por extensión, a los sometidos temporalmente a sus normas. A mediados de los setenta, cuando la ex cooperante volvió a España y comenzó a intentar explicar el mundo que había dejado tras sí, el interés del periodista con quien conversaba en la redacción de un semanario parecía girar en torno a la lacerante cuestión ¿Cómo te las arreglaste? ¿Cómo podía un ser humano vivir, días, semanas y largos meses, sin el coito reglamentario? Era una retención tan impensable como la de orina, el famoso, simple e indispensable vaso de agua tan citado en los postulados al uso. El resto, el enorme resto del paisaje, empalidecía en contraste con los llamativos tonos de la escandalosa abstinencia sexual."
Así se explica: comité audiovisual catalán (y quizá español); frente contra la investigación del 11-M; "seremos implacables contra quien ponga en duda..."; paridad obligatoria en los consejos; tal vez leyes mordaza contra internet...
¿Qué más da? Sigue, cariño.
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01 octubre 2006
A veces resulta patético
el esfuerzo de los cristianos por abrirse camino entre las grietas legales de un gobierno socialista. Es como darse contra un muro. A un gobierno socialista no se le puede argüir en términos de derechos, libertades, democracia... El socialismo hace un uso particular de esos términos y disfraza con ellos lo que objetivamente no es más que arbitrariedad. Democracia popular, derecho de los pueblos, libertad sexual, todo está inventado hace tiempo y no van a pasarse ahora a una versión “burguesa” de esas cosas. Al socialismo, cuando se ha ramificado ya por todo el organismo de la nación (justicia incluida), sólo cabe oponer la fuerza.
Sucedió en otro tiempo, y resultó que la bestia volvió por sus fueros en calidad de víctima, enarbolando las bonitas y ambiguas banderas: libertades, democracia, para arrebatarlas a quien realmente sabe lo que significan.
Pero los cristianos tenemos otra fuerza, la del martirio. A ella se debió lo mejor de aquella victoria y va llegando el momento de emplearla de nuevo, esta vez con exclusividad. De este modo la victoria, una más duradera victoria, está asegurada, no importa la tribuna desde la que nos sea dado contemplarla.
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Sucedió en otro tiempo, y resultó que la bestia volvió por sus fueros en calidad de víctima, enarbolando las bonitas y ambiguas banderas: libertades, democracia, para arrebatarlas a quien realmente sabe lo que significan.
Pero los cristianos tenemos otra fuerza, la del martirio. A ella se debió lo mejor de aquella victoria y va llegando el momento de emplearla de nuevo, esta vez con exclusividad. De este modo la victoria, una más duradera victoria, está asegurada, no importa la tribuna desde la que nos sea dado contemplarla.
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