22 octubre 2006

GAL

Pedro de Miguel (http://www.bestiario.com/letras/) alude en su último comentario al libro de Miralles y Onetti GAL: la historia que sacudió el país. A mí lo del GAL me pilló cuando todavía recordaba con agrado una novela de Mickey Spillane titulada Un policía anda suelto (The last cop out), donde Gillian Burke, “el Agallas”, se cargaba por sí solo, y al margen de los procedimientos legales, a toda una banda mafiosa. Fue una operación impecable y el difunto Mickey pretendía con tal historia halagar esas “infinitas ansias de justicia” (por parodiar la terminología zapateriana) que anidan en todo potencial lector. Conmigo lo consiguió, y por eso saludé lo del GAL con cierto alborozo. Alborozo inconfesable, pues matar sin juicio está muy feo; pero así somos.

Hasta que la labor de la prensa libre nos hizo descubrir que semejante fregado era una simple guerra de bandas, pues en tal cosa se había convertido el partido del gobierno. El GAL no luchaba por España, ni por la justicia, sino que se quitaba de en medio a un competidor. Y ya sabemos que las bandas mafiosas tan pronto se matan como colaboran. Colaboran, sobre todo, cuando hay un enemigo común al que urge eliminar. Cuando ese enemigo se llama derecha, el GAL y la ETA chocan los cinco y en eso estamos. Y cuanto antes lo admitamos, mejor.