26 abril 2016

El africano


Todo aquel que ha vivido en África tiene que escribir sus memorias, obligatoriamente. No tengo el menor inconveniente en reconocer que es algo que marca, así como en decir que sería el último continente que elegiría como residencia. Bichos, calor, escasez de todo, uf. El africano es el propio autor, JMG Le Clézio, o su padre, que trabajaba en Nigeria como médico. Y si coges este libro a ratos y te dices que ya que lo has empezado lo vas a terminar porque tampoco es tan gordo, pues te puedes anotar un Le Clézio en tu curriculum, que es premio Nobel y viste mucho. En mi caso es el tercero, y desde luego no supera a Desierto ni tiene el atractivo de lo raro como El atestado. Sin embargo, la semblanza del padre es sobrecogedora y un ejemplo de lo que una guerra y unas condiciones duras de vida pueden hacer en el carácter de un hombre. Y se agradece que todo, los termiteros, los muebles de ébano, las murallas de adobe, las mariposas nocturnas, la sabana, "el estallido de la tierra roja", "todo ese calor, ese ardor, ese estremecimiento", esté reflejado con la vibración de lo vivido y sentido, y no con la neutralidad de una guía de viajes.

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24 abril 2016

Casi un sarcasmo marlowiano


–¡Le odio!
–No le dé vergüenza –dijo él.

Al pronto así me lo pareció. En efecto, puede ser la réplica de un cínico o de un santo. En el contexto de Bernanos (Bajo el sol de Satanás) es lo segundo, por supuesto. 



22 abril 2016

Caciques


La película Barbary Coast (Howard Hawks y William Wyler, 1933) nos muestra un San Francisco primitivo, embrionario, con calles en las que puede hundirse uno en el barro y una perenne niebla que hace más inhóspito el paraje. Un cacique encarnado por Edward G. Robinson impone allí un régimen de terror que no notan quienes se limitan a buscar oro y gastarlo en la ruleta, fraudulenta por supuesto. Sí lo notará el primero que se atreva a fundar un periódico.

No puedo evitar ver en este cacique el antecedente remoto del lobby gay, dueño hoy de San Francisco. En la película, la ciudadanía reacciona y el periódico se atreve por fin a lanzar noticias en libertad, aunque le cueste sangre. Es una de tantas producciones que muestran cómo la sociedad norteamericana conquistó sus libertades. La figura de Robinson, en medio de su prepotencia, resulta ridícula, con su vestuario floreado y su pendientito. Hoy la historia de los Estados Unidos parece desandar su camino, cuando los periódicos vuelven a lucir un bozal impuesto por tipejos ridículos con el poder de dar muerte civil a quienes osen contrariarles. No carecen de esbirros, algunos, como en la película, con toga y todo.


18 abril 2016

Vangelis: "Opera sauvage"


 

Creo que era música para una serie de televisión francesa. En todo caso quedó como una de las obras mayores de Vangelis. En su primera edición (de la que no he encontrado una imagen aceptable) aparecía con apellido y todo: Vangelis Papathanassiou

Poco sé yo decir de música electrónica: solo que viene bien de vez en cuando como alternativa al rock y al country. Merece la pena escuchar el disco completo, pero lo más conocido es Hymne y L´enfant. El primero fue elegido, con buen criterio, para la entrada de la tarta en una boda de un pariente mío, aunque si me preguntan yo habría escogido el Bluebird de James Last. En fin, la cinta acabó estropeándoseme un poco. Gracias a Spotify ahora la puedo recuperar, como todo.



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07 abril 2016

Cómo el mundo occidental perdió realmente a Dios


Todos sabemos que si el sexto y el noveno mandamientos fueran ahora mismo derogados por la Iglesia (en el supuesto de que pudiera hacerlo), la furia anticristiana decaería más que notablemente, aunque eso no supusiera un aumento del número de cristianos. La tesis central de este ensayo es que la pérdida del sentido de la familia precede al ateísmo y a la indiferencia frente a la religión en nuestro mundo, y no al revés como comúnmente se cree. Un mundo incapaz de concebir el matrimonio indisoluble y el valor de la familia numerosa deja de entender cosas como la paternidad de Dios o el amor de Jesucristo. Y en la medida, también, en que las iglesias cristianas dejan de lado el factor familia, colaboran en su propia caída.

Es un libro lleno de datos a favor de su tesis, por supuesto, pero, fuese primero el huevo o la gallina, al ciudadano le basta darse cuenta de que ambos fenómenos discurren paralelos. Y, siendo el agotamiento de la unidad familiar el preludio del fin del hombre, la conclusión se impone: seremos religiosos o no seremos. Mary Eberstadt concluye con unas "razones a favor del pesimismo" y unas "razones a favor del optimismo". Entre estas incluye el hecho cierto de que a la sociedad le resulta carísimo tanto el declive familiar como el religioso: "¿Le interesa a la sociedad favorecer la práctica religiosa? Solamente si le interesa favorecer la calidad de vida, la salud, la felicidad, la gestión de lo cotidiano, una menor delincuencia, menos depresión, y otros beneficios parecidos, asociados a la implicación religiosa". Claro que esta asociación, como dice un tal Charles Murray al que cita Eberstadt, es tan conocida por los sociólogos como obviada por los periódicos y los políticos.

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05 abril 2016

O tempora


Amado Alonso:

La pronunciación escénica, por un lado, acata el ideal artístico de la lengua; por otro, lo crea, recreándolo y vivificándolo; pero, en fin, ¿cuál es en sus detalles de pronunciación ese ideal artístico? Hace unos años vimos en Buenos Aires la compañía mexicana de María Teresa Montoya, que recorrió con éxito diversos escenarios de Sudamérica y de España. Aquellos actores mexicanos, cuando no representaban un papel regional, distinguían la ll y la y, no aspiraban las eses finales, practicaban una articulación de las vocales sin excesos de cerrazón o abertura y sin prolongarlas demasiado, y, lo que es más, distinguían la s de la c, z. Lola Membrives, argentina, directora de una compañía teatral que actúa alternativamente en España y en América, ha impuesto a sus actrices y actores, americanos y peninsulares, las mismas características.

("El ideal artístico de la lengua y la dicción en el teatro", en Materia y forma en poesía)

O tempora, sí. Ya se ve que por entonces no se hablaba de neocolonialismo y otras memeces producto de la susceptibilidad y del tú no eres mejor que yo.


03 abril 2016

Txorradas


Me alegro de que en Indiana prohíban abortar a los niños Down, pero me pregunto si eso implica que los que iban a nacer sanos podrán ser abortados. Porque, entonces, estamos en las mismas. Y otra cuestión chusca: se prohíbe el aborto por motivos de "raza, sexo, ascendencia o discapacidad". Raza... ¿es que puedes tener un hijo que no sea de tu misma raza? ¿O mezcla de las de ambos cónyuges, si el matrimonio es mixto? Salvo que se refieran a casos de cuernos, claro...

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¿Quién lo diría? Los neocomunistas españoles caminan hacia el nacional-mahometismo: cuotas para musulmanes en la policía, aplazamiento de la Selectividad para que no coincida con el Ramadán (ding dong)... Y, por supuesto, no a las procesiones para no ofender a los musulmanes. Sólo sorprenderá a quien se haya creído el cuento de la laicidad y no conozca las prioridades de esta izquierda, patentes en el caso Maestre: abajo los curas y arriba las faldas, que diría Eulogio López.

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Que en los Estados Unidos hablen de bandas latinas para referirse a las que vienen del sur de Rio Grande tiene un pasar, sobre todo si lo dicen los orgullosos WASP, tan sajones, tan pálidos. Pero que lo repitamos aquí no hace más que dar cuenta de la cretinez que invade el lenguaje periodístico, esa que lleva a escribir pintxos para referirse a los que se consumen en los bares vascos junto con el... txikito, supongo. Si esas son bandas latinas, será porque nosotros somos fino-ugrios, kirguises o tuareg, digo yo.


02 abril 2016

The Brothers Four (sin título)


Toda recopilación de los Brothers Four había de incluir Greenfields y The green leaves of summer, a ser posible, como aquí, encabezando una cara cada una. El resto será una selección aleatoria del repertorio del grupo. La de esta cinta ("Grabación original"), del sello Nisu ("Caudal") y con los títulos en riguroso castellano, incluye entre lo más raro dos éxitos de Harry Belafonte, Banana boat y Jamaica farewell; un El Paso muy arregladito pero que no supera el de Marty Robbins, y la marcha The battle of New Orleans. El resto es más socorrido: If I had a hammer, 500 miles, Were have all the flowers gone... Me gustó descubrir We shall overcome, una de esas canciones para darse ánimos en la lucha por causas que de momento van más bien de culo.

Son grabaciones de los años 60, cuando cantaban a ritmo de camello con ciática y lucían esas trazas de los chicos más buenos de la universidad. Ya dije en otro lado que prefiero las versiones que hicieron en los primeros 80, con más vidilla*. En todo caso, las voces son impecables. Una especie de Trío Los Panchos del folk estadounidense. 

*Es posible que sean esas las que he enlazado. Ya no las distingo, oyendo sólo una.

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