Uno tiene a veces la suerte de que el primer disco que oye
dentro de un género determinado sea el mejor de ese género. Estoy convencido de
que eso es lo que me sucedió en 1979 con este trabajo, poco después de haber
oído que existía algo llamado
rockabilly. El término lo escuché por
primera vez en un programa de televisión de
Ángel Casas,
Musical
Express creo que se llamaba, pero no recuerdo quién actuaba. Poco después
veo en un anuncio de
El gran musical: "El mejor rockabilly:
Matchbox". El siguiente paso es la audición de
Rockabilly rebel:
tocado y hundido. Me compro el casete. Empieza por el citado
RR, sigue
por el que fue primer single,
Buzz buzz a diddle it (una oscura pieza
cincuentera de un tal
Freddy Cannon), y continúa disparando:
Seventeen,
Tell
me how... Estado de delirio hasta el final de
Black slacks, el tema
de un tal
Bennett que
Robert Gordon había grabado con éxito por
esas mismas fechas.
No he vuelto a oír nada igual. Ni siquiera proveniente de
los Estados Unidos, y eso que estamos hablando de un rock and roll con una tasa
de country más elevada de lo habitual (
rock +
hillbilly). El
grupo, británico, lo constituían unos músicos soberbios y bien avenidos, comandados sin
duda por el guitarrista
Steve Bloomfield, que conocía bien el country y
sus aledaños y había grabado
un disco en solitario (literalmente: lo tocaba
todo) que puede disputarle los laureles al que estoy comentando. Él componía la
mitad de este
Matchbox (nombre del grupo y del disco, homenaje a
Carl Perkins) y, francamente, uno podía pensar que cosas como
Everybody needsa little love o
Poor boy eran temas tradicionales.
Graham
Fenton, cantante, hacía lo posible por imitar a
Gene Vincent y
Buddy
Holly pero eso yo entonces no lo sabía y me pareció eso que llaman
muy
auténtico, salvando ciertos ribetes de afeminamiento que no dejaban de
irritarme (y presentes también en
Gene y
Buddy)
En fin, a ustedes todo esto les sonará como a mí cuando me
cantan las glorias de Camarón, pero qué se le va a hacer. Misterios del
paladar musical.
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