... el mundo de la educación está lleno de la retórica
del individualismo romántico, pero carente de ideas y de esperanza. Aprobar a
los estudiantes por decreto es una terapia basada en la ilusión. Equivale a
creer que se puede inducir una mejora psicológica y social, otorgando estrellas
de oro inmerecidas y omnipresentes caritas sonrientes por cualquier trabajo que
los alumnos lleguen a realizar. No obstante, la terapia de la ilusión lo único
que logra es postergar el momento de enfrentarse a la realidad y rendir
cuentas. Los estudiantes que han sido elogiados por su excelencia innata y su
valor intrínseco y único descubren más tarde que no son capaces de conservar un
buen empleo.
J. D. Hirsch, La
escuela que necesitamos
Son los descartados (como diría el Papa) a fuerza de
buenas intenciones.