23 diciembre 2015

Es Navidad

Y todo tiene sentido.


15 diciembre 2015

Milladoiro: "Galicia no tempo"

La llamada música celta consiguió hacerse un sitio en el fenómeno de la música folk que estalló a partir de los 60, con tipos como Alan Stivell. Luego se hizo más comercial y rockera con Gwendal, que fueron quizá los que abrieron camino a multitud de grupos de todas las naciones celtas, como gustan decir algunos. Entre los gallegos, creo que con razón el más prestigioso fue Milladoiro. Discos como A Galicia de Maeloc o Galicia no país das maravillas suponen la integración en los circuitos comerciales de todo un patrimonio, no solo gallego, ya que allí se abrían a muestras de otras tradiciones célticas, como en el espléndido Valsvöda.

Sin embargo, la primera producción suya que me agencié fue Galicia no tempo, que era la banda sonora (sí, tenía banda sonora, como las películas) de la exposición homónima, un proyecto de la incipiente autonomía gallega, en la línea de Las edades del hombre pero en plan profano (creo que en Asturias se montó otra con el título de Astures). Este trabajo (el de Milladoiro) era inequívocamente celta y gallego pero se inclinaba ya a otra moda del momento como era la New Age. Es de gran calidad pero le falta, quizá, la frescura de los citados anteriormente. Era, sin embargo, la fórmula del momento (Galicia no tempo es de 1991): mezclar lo celta y lo new age, aprovechando la vena mística del celtismo, y constituyó la base de un grupo como Capercaillie, por ejemplo. Galicia no tempo consta de cuatro partes: As raíces, O camiño, O esplendor y O noso tempo, y como curiosidad diremos que incluye un fragmento en gregoriano del Codex Calixtinus.

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06 diciembre 2015

Malvaloca

No fue Valle-Inclán el primero ni el único en poner acotaciones literarias en sus obras de teatro, aunque sí que abusó del procedimiento, y empleo este término sin matiz peyorativo, bendito abuso. Ese hombre habría sido capaz de poner metáforas en una escritura de propiedad. A lo que voy es a que los Quintero, que Valle quería fusilar, también hacen acotaciones literarias, y no hay más que ver la primera de esta Malvaloca, aunque no tan floridas y pintorescas como las del otro.

Bien, esto pasa en un asilo de ancianos llevado por monjas, y Malvaloca es la típica mujer deshonrada con corazón de oro. Y también la típica andaluza con sal a raudales. O sea, lo propio para llorar y reír, que es de lo que se trataba, claro. Cuando no había andalucistas, bien entendido: porque este tipo de personal es tan susceptible que habría sido capaz de denunciar la obra por el hecho de que los personajes más asentados no son andaluces mientras que estos son los que hacen las gracias, esos diálogos que sirven más que nada para aderezar una trama más bien simple. Esta se basa en un símil entre la protagonista y una campana, llamada la Golondrina por los residentes del asilo, antiguo convento. Ambas suspiran por una nueva vida, ya que la Golondrina está rota y no suena como en sus mejores tiempos. Un curioso toque costumbrista este, por cierto: los lugareños andan en rivalidades con sus campanas como si fueran Joselito y Belmonte. Bien, pues Malvaloca también sueña con una reparación (no a lo Celestina, Dios nos libre, sino moral o espiritual), porque su antiguo novio la abandonó después de. Y hete aquí que aparece por el asilo Leonardo, empresario de fundición. Se imaginan, ¿no?, pues eso.


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04 diciembre 2015

"En España también hay muertes sospechosas en las campañas",


dice una, defendiendo a Venezuela al estilo y tú más. Pero es cierto. En algunas, hasta ciento noventa y dos muertes sospechosas. En otras, solo una.