29 septiembre 2012

...que no parecía vivir.


Ayn Rand (Los que vivimos) describe una celebración en una ciudad de la URSS.

En la pantalla desfilaba una manifestación por las calles de una ciudad, celebrando una victoria. Banderas y rostros pasaban lentamente, moviéndose como figuras de cera que obedecían a hilos invisibles: semblantes jóvenes enmarcados por pañuelos oscuros, semblantes viejos arrebujados en bufandas hechas a mano; rostros bajo gorras militares, rostros bajo gorras de pieles, todos iguales, impasibles y sombríos, con la mirada vacía, los labios sin forma ni expresión. Desfilaban sin alterarse, sin músculos, sin más voluntad que los adoquines que pisaban sus pies que parecían inmóviles, sin más energía que las banderas rojas semejantes a velas izadas al viento, sin más fuego que el calor sofocante de millares de epidermis, de millones de músculos relajados y débiles; sin más aliento que el olor a sobaco sudado, a nuca inclinada, a pies cansados: desfilaban, desfilaban en un incesante y monótono movimiento que no parecía vivir.

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27 septiembre 2012

Ronald Knox


Monseñor Ronald A. Knox es testimonio de la catolicidad de la Iglesia: pocas personalidades tan inglesas podemos encontrar, para lo bueno más que para lo malo, como este gran latinista, etoniano y oxoniense como el que más, de exquisitos modales, fino humor, amante de las tradiciones, humanista hasta la médula y con alguna que otra manía. No fue convencido para entrar en la Iglesia católica por el ejemplo personal de amigos o maestros, sino por un sincero impulso de búsqueda de la verdad. Como es normal, su ruptura con el anglicanismo resultó empañada por el dolor que infligió a su padre, obispo anglicano. Para Knox, como para tantos conversos, el precepto de amar a Cristo más que a su padre y a su madre revistió caracteres heroicos. Pero a lo que iba: con Knox queda claro que el catolicismo no es algo vinculado a la sensibilidad mediterránea. Es un denominador común sobre el que se puede asentar el más british de los numeradores.

Evelyn Waugh ha hecho un buen trabajo con su biografía, pero personalmente hubiera preferido que se explayase más hablando de los gustos literarios de Knox, de su pensamiento, un cierto análisis de su obra... Sobre todo teniendo en cuenta que aquí no tenemos la suerte de contar con traducciones de algunas de las obras que más se celebran, como Some loose stones o Let dons delight, y nos conformamos con algunas de sus charlas, aunque no es poco, y en eso hay que estarles agradecido a las editoriales Rialp y Palabra.

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25 septiembre 2012

Nihil novum

Arnold Lunn, esquiador y polemista, recién converso, en correspondencia con el ateo C. E. M. Joad 

Cubre usted su retirada de una tumba vacía con la cortina de humo de su desprecio hacia mi ingenuidad, mi estrechez de miras, etc. etc. Y es curioso, pero esa es precisamente la acusación que los católico-romanos dirigen a la intelectualidad moderna... La principal diferencia entre el padre Knox y los líderes de esa intelectualidad es que el padre Knox ha estudiado cuidadosamente nuestros modernos credos, mientras que la media de los que pertenecen a la intelectualidad desconocen totalmente el cristianismo. Déjeme recordarle una vez más que discuto con ustedes no porque se nieguen a tomarse en serio el cristianismo, sino porque no cesan en su afán de criticar una fe que son demasiado holgazanes para estudiar. 

 (Is Christianity true?, Londres 1933)

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23 septiembre 2012

¿Qué pasa si se pierde Cataluña?

Respuesta gallega: ¿Se perdería algo si se pierde la actual España? Que Cataluña 2012 sea independiente no me quita a Eugenio d´Ors, a Dalí ni a Balmes... ni a Francisco Ibáñez (¿quién tan español como los personajes de Ibáñez?) La disolución territorial de España no es más que un episodio de su disolución moral. Cataluña está perdida, como lo están las provincias vascas. Pero, ¿no están perdidos para España todos esos castellanos que sólo agitan la rojigualda con ocasión de un campeonato de fútbol?

Todo eso, sin embargo, no borra a España de la historia ni de la cultura. Algunos llevaremos a ambas como los hombres-libro de Farenheit 451 llevaban su historia literaria. España Dulcinea, que decía José García Nieto... "Y si es preciso, nos azotaremos para desencantarte".

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21 septiembre 2012

Nudo de víboras



En un artículo sobre Knut Hamsun, Vintila Horia empezaba preguntando: ¿Quién no ha leído, en su juventud, una novela de Knut Hamsun? Más o menos por la misma época, un profesor mío de universidad se ponía: ¿quién no ha leído alguna vez una novela de François Mauriac? Es la clase de preguntas que te hacen sentirte como un marciano. Mi única experiencia con Hamsun (Bajo las estrellas de otoño) me dejó con cara de tonto, y aún hoy no sé qué es lo que leí. Ahora abordo por primera vez a Mauriac y la impresión es totalmente diversa, pero me cuesta imaginar a los españoles del 45 al 85 peleándose por la última reedición.

Luis se va a morir y concentra sus últimos esfuerzos en encontrar el modo de desheredar a sus hijos. Es malo, y no deja de decírnoslo. Y además, ateo y masón, y goza pillando a su mujer con trampas dialécticas sobre la religión. Sólo quiso a su difunta hija María y a un sobrino llamado Lucas. Los hijos, hijos políticos y nietos, por su parte, sin hacer ostentación de odio, se muestran como unos egoístas de campeonato y sólo esperan la muerte del malvado abuelo, cuya última baza es dejar su fortuna a un hijo ilegítimo al que apenas conoce.

Es una novela de suspense espiritual, por así decir, pues sospechamos que la gracia de Dios acabará tocando a Luis. Pero Mauriac, con un exquisito pudor literario, nos oculta la solución y deja que seamos nosotros quienes averigüemos el cómo, cuándo y por qué de su conversión, si es que se produce, a partir de los datos de su diario. Un foro sobre esta novela sería apasionante. 


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19 septiembre 2012

El paganismo,


el hoy tan decantado paganismo por los que hacen profesión de anticristianos, vino en sus postrimerías a dar en un hastío y desencanto de la vida, en un tétrico pesimismo. Y si la religión de Cristo prendió, arraigó y se extendió tan pronto, fue porque predicaba el amor a la vida, el verdadero amor a la verdadera vida y la esperanza de la resurrección final. Más agudo y perspicaz era Schopenhauer al combatir al cristianismo por optimista, que aquellos espíritus ligeros que le acusan de haber entenebrecido la vida. La esperanza de resurrección final fue el más poderoso resorte de acción humana, y Cristo el más grande creador de energías. 


Miguel de Unamuno, Contra esto y aquello.

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16 septiembre 2012

Evasión y autoindulgencia


Malcolm Muggeridge, en su discurso de renuncia como rector de la Universidad de Edimburgo, recogido en Jesus rediscovered:

Los estudiantes de esta universidad... son los últimos beneficiarios de nuestro estado del bienestar... su espíritu de rebeldía y oposición no tiene prácticamente nada que hacer a la hora de aceptar los medios y los valores de este modo de vida nuestro en decadencia y espiritualmente empobrecido, por el que no siento ninguna atracción y que, en cualquier caso, soy incapaz de entender. ¡Qué infinitamente triste, qué macabramente divertido resulta que su insubordinación tenga como objeto reclamar marihuana y píldoras, en el intento de evasión y autoindulgencia más miserable jamás conocido!... El recurso de cualquier viejo baboso y libertino, en cualquier lugar del mundo y en cualquier época de la vida: la droga y la cama.

(Citado por J. Pearce en Escritores conversos)

Ciertamente, estos rebeldes a lo más que recuerdan es a los epsilones de Un mundo feliz reclamando su soma, la droga con que el poder los mantenía sumisos.

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15 septiembre 2012

El estudio en escarlata




Al igual que El signo de los cuatro, El estudio en escarlata consta de un caso detectivesco y una mininovela de aventuras que sirve para explicar los antecedentes remotos del crimen. Lo cual puede ser un capricho del autor o un modo de encubrir su incapacidad parta sostener una intriga policíaca durante muchas páginas. A saber.

Esta es la primera novela de Sherlock Holmes y, naturalmente, se nos describe al personaje -y a Watson- con mayor pormenor que en otras. Los que ya tenemos el gusto de conocerle no nos sorprendemos, pero sin duda debió de causar un gran impacto en su momento. Choca enterarse de que Sherlock tenía carencias fundamentales de conocimientos que a él no le importaban, es más, que despreciaba, porque, según él, un hombre sólo debe tener en su cabeza los datos imprescindibles para el oficio que ha de desempeñar: lo demás es atestar el cerebro de trastos inútiles que no hacen más que estorbar.

La novelita de aventuras es sorprendente porque, sin previo aviso, y cambiando de narrador, nos traslada a Salt Lake City en la época en que es fundada por los mormones. De creer a Doyle, aquello fue un régimen de terror donde la mínima disidencia de la "verdadera fe" se pagaba con la muerte, y donde las mujeres eran algo así como cabezas de ganado. El argumento es muy folletinesco, con doncella atribulada y apuesto salvador de por medio: una peripecia que terminará en el Londres victoriano en espeluznantes circunstancias, y tal.

13 septiembre 2012

Refinamiento

Tengo un compañero que se jubila el 30 de septiembre. Esto puede parecer absurdo, pero el absurdo es connatural a quien lleva un par de décadas en el sistema educativo español. Y sin embargo, bien mirado, jubilarse el 30 de septiembre es un placer de extremo refinamiento. Algo así como poner el despertador a las 6 para seguir durmiendo. Le ves al tío paseándose por ahí, como quien está pero no está. Parece que todo empieza de nuevo, pero no. Un horario, unas clases, y todo mentira, todo se esfuma por san Miguel, patrón local, a mayor abundamiento. Es casi inmoral su presencia en los pasillos, transfigurado (todo profesor se transfigura en la jubilación) ante los que van a bregar veinte horas semanales sin paga extra (encima eso), y él haciendo como que tal, probando un poco sólo y luego nada. O quizá no, quizá es un anticipo de la gloria que nos espera después de haber bregado toda la noche, una mala noche en una de las posadas más ingratas. Me pido la jubilación el 30 de septiembre, aunque sea a los setenta y tantos.

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11 septiembre 2012

... ni tampoco permitía a los alumnos

tomar el mando de la clase el día de su cumpleaños. En St. Edmund había muchachos incapaces de percibir la diferencia entre la amabilidad y la familiaridad, lo que obligaba a mantener siempre las distancias. 

Evelyn Waugh, Ronald Knox

Mira, no estaría mal como objetivo o competencia en una programación didáctica: "percibir la diferencia entre amabilidad y familiaridad".


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08 septiembre 2012

Un hombre que se parecía a Orestes


Las fábulas que sirven a Cunqueiro como punto de partida de sus historias parecen ser el mundo mismo: un marco, un espacio-tiempo particular dentro del cual se mueve todo. Sí, porque aquí, por ejemplo, Egisto, Clitemnestra y Orestes parecen inmóviles en su tragedia. No se dirigen a ninguna parte, han quedado petrificados en la espera de la venganza y, como de costumbre, en torno a ellos se suceden mil anécdotas que acaban y terminan en un fulgor, como bengalas, y de las cuales ellos mismos pueden ser protagonistas, pero siempre sin desenlace.

En definitiva, es el mismo libro de Cunqueiro, ahora con Orestes como antes con Merlín o con Ulises. La misma estructura, idénticas características, y sin embargo de imaginación inagotable. Cuando aún no te has repuesto de una sorpresa, llega la siguiente, en forma de personaje pintoresco, de suceso peregrino o simplemente de invención verbal.

Cunqueiro es un maestro a la hora de sacar partido del galleguismo: del giro lingüístico gallego, quiero decir, que contribuye a dar un aire arcaico o novelesco a la frase. Creo que él era consciente de esto, pero también es cierto que ese matiz puede perderse en el original gallego, cuando lo hay (no es el caso del Orestes). Sucede, por ejemplo, con el pluscuamperfecto simple: llegara, tuviera. En todo caso, el galleguismo sería sólo una ínfima parte de los recursos que Cunqueiro pone aquí en acción para conseguir un espectáculo deslumbrador.

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07 septiembre 2012

La ocurrencia de Alberto Contador

después de coronar Fuentedé expresa, mejor que un libro, muchas actitudes hacia la moral cristiana:

Había un demonio que me decía: "ataca, ataca..." Luego había un ángel que me decía: "conserva... no seas loco..."

Por supuesto, Alberto, hombre audaz y esforzado donde los haya, hizo caso al demonio.

Sancte Michael... Eso: ora pro ei.

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05 septiembre 2012

Un poco de propiedad, Dumas

Villefort se debate con su conciencia:


Pero esta vez se trataba de otra cosa muy distinta: la pena de cadena perpetua acababa de aplicarla a un inocente, un inocente que iba a ser feliz y de quien destruía no sólo la libertad, sino la felicidad; esta vez no era juez, era verdugo. 

(El Conde de Montecristo)

Perdón, pero no. No era verdugo. Era criminal. Un verdugo es un funcionario que no hace sino ejecutar la sentencia del juez. Conviene tenerlo en cuenta porque abusamos cada vez más del término verdugo para referirnos a acciones criminales.

(Y que conste que no ha habido ninguno en mi familia, que yo sepa)

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04 septiembre 2012

Escritores conversos

Uno queda fascinado por la extraordinaria floración de poetas, novelistas e intelectuales en general que decidieron, durante la primera mitad del pasado siglo, acogerse a la Iglesia católica desde el anglicanismo o al menos acercarse más a este desde una posición de indiferencia. Tanto más cuanto que la gran mayoría perseveró en la iglesia y llegaron a ser incluso grandes apologetas. Y a la vez uno se queda un poco deprimido por no encontrar en su propio país una floración espiritual similar. Bien es cierto que los contextos son diferentes y que en España todo el mundo es más o menos católico y lo que puede hacer es alejarse y acercarse según sople el espíritu o se le haga más o menos caso. Pero no es eso. Aquí apenas hay Eliots, ni Waughs, y mucho menos Chestertons.

En fin, dejémoslo. Lo cierto es que estamos ante un libro mágnífico, no solo porque nos descubre a un montón de personajes interesantes, sino por su esmerada factura. Pearce no se limita a ir poniendo uno detrás de otro a los autores estudiados, sino que procede de modo cronológico y temático a la vez. El caso de Oscar Wilde sirve de algún modo como prólogo, como si este hubiera sido la espoleta o el santo intercesor de esta eclosión . Luego, con el trío Chesterton-Belloc-Baring se inicia el fuego y vamos asistiendo a su propagación por parte del resto de los personajes, que forman, en efecto, una red de mentes. Se nos muestra su actitud frente a la guerra, la crisis de valores, los cambios en la Iglesia, etc., de un modo casi novelístico y con una prosa de buena calidad que nunca atrae la atención sobre si misma. Un buen trabajo.

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02 septiembre 2012

Miscelánea tuitera


Tadeo Jones arrasa en Twitter. Hay que reconocer que el título está bien puesto. Aunque en la red nadie lo ha dicho todavía, supongo que muchos en la calle ya habrán hecho el chistecito: "´ta de..." Eso se dice más bien de lo que afecta al paladar, pero no importa.

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Rajoy sobre Bolinaga: hay que estar con la ley. Oh, el Estado de derecho, por lo menos el nuestro, ya nos ha demostrado bastante que no hay ley, sino interpretadores de la ley. Y el derecho es el de estar con unos hermeneutas o con otros. La juventud se vuelve decisionista, con razón. Ellos han desacralizado ya la democracia, porque no han vivido la época en que se vendió como panacea política. Coinciden con los ultras de entonces, sin saberlo, y aunque no les guste, tal vez.
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Carlos Esteban: The French and Italians enjoy drinking, the English and Irish enjoy getting drunk. Los españoles estábamos con los del área mediterránea. El calimocho cambió todo eso. Testigos las hordas errantes llamadas peñas (san Fermín, ora pro eis) que pululan por mi ciudad en fiestas.
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Me preguntan en Lecturalia por los libros que más me ha costado leer. Supongo que son algunos de los que he dejado. El lenguaje de Karl Bühler, la Crítica de las utopías políticas de Spaemann. Pero también los muy malos, que he terminado tras penosos esfuerzos: el único de Salgari (Los tigres de Mompracem, creo) o algunas de aquellas cosas aspirantes a bestseller que me pagaban por reseñar hace una temporada, tipo El papa mago o una de templarios de un tal Corral cuyo título ni recuerdo. 

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