Malcolm Muggeridge, en su discurso de renuncia como
rector de la Universidad de Edimburgo, recogido en Jesus rediscovered:
Los estudiantes de esta universidad... son los últimos
beneficiarios de nuestro estado del bienestar... su espíritu de rebeldía y oposición
no tiene prácticamente nada que hacer a la hora de aceptar los medios y los
valores de este modo de vida nuestro en decadencia y espiritualmente
empobrecido, por el que no siento ninguna atracción y que, en cualquier caso,
soy incapaz de entender. ¡Qué infinitamente triste, qué macabramente divertido
resulta que su insubordinación tenga como objeto reclamar marihuana y píldoras,
en el intento de evasión y autoindulgencia más miserable jamás conocido!... El
recurso de cualquier viejo baboso y libertino, en cualquier lugar del mundo y
en cualquier época de la vida: la droga y la cama.
(Citado por J. Pearce en Escritores conversos)
Ciertamente, estos rebeldes a lo más que recuerdan es
a los epsilones de Un mundo feliz reclamando su soma, la droga
con que el poder los mantenía sumisos.
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