Los norteamericanos llaman "moral hazard" al incremento de riesgos que asume una persona cuando se sabe bien protegida. Se aplica generalmente en el mundo de los seguros. Parece bien constatado que si nos sentimos bien protegidos ante los peligros potenciales que nos puedan salir al paso, bajamos la guardia e, incluso, puede darse el caso de que el asegurado provoque o finja él mismo un siniestro para poder cobrar la indemnización.
Este moral hazard o, como se traduce, este "riesgo inducido" se hace presente con toda claridad en la escuela cuando el nivel de exigencia para pasar de un curso al otro disminuye. Muchos alumnos se sienten tan protegidos, que asumen con toda naturalidad el riesgo de estudiar menos. En algunas sesiones de evaluación de final de curso he tenido incluso la sensación de que a algunos alumnos se los aprobaba en contra de su voluntad.
Ni que decir tiene que la mayoría de las campañas de prevención contra el sida constituyen otro caso flagrante y temerario de riesgo inducido.
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