la palabra fisno, con lo cual resulta más antiguo de lo que yo pensaba
este adjetivo jocoso con que los meridionales califican el habla de los
castellanos. Hablar fino, según ellos, es, por ejemplo, pronunciar todas
las consonantes que se escriben, como las s final de sílaba, de ahí la
ultracorrección chistosa hablar fisno.
27 junio 2017
23 junio 2017
Tres días de julio
Luis Romero es famoso por La noria, novela de
protagonista colectivo al estilo de La colmena de Cela. Pero creo que lo mejor que pudo hacer con
semejante esquema era aplicarlo a algo nuevo, como hizo efectivamente en Tres
días de julio: algo nuevo, en este caso un reportaje novelado. Fenomenal
reportaje, que podríamos calificar de “novela de no ficción”, como esa que
dicen que inventó Truman Capote y cultivaron con éxito los del Nuevo
periodismo norteamericano, Tom Wolfe y demás.
Los tres días son, por supuesto, los del inicio de la guerra
española: 18, 19 y 20. Seiscientas páginas narradas en tiempo presente (como en
La colmena) desde la conciencia de los personajes secundarios del drama,
a veces ni siquiera secundarios sino comparsas que acabaron encontrando la
muerte propia o de algún allegado en aquella tragedia. La mayor parte con sus
nombres, otros con nombre cambiado. De su encuentro personal con ellos o con
quienes los conocieron nos da cumplida cuenta el autor al principio y al final
del libro.
Aquí no hay apología de nada, salvo de la humanidad, ni
alegato contra nada, salvo contra una carnicería salvaje cuya repetición hay
que evitar “a cualquier precio”, porque “cuando la máquina de matar se pone en
marcha, es difícil detenerla”. Lo dice alguien que participó en aquella guerra
y en la División Azul, seguro de actuar de buena fe, como todos (casi todos)
los personajes que aquí aparecen, cuyas razones se nos muestran con sencillez y
sin caricatura. Romero, uno de esos raros especímenes que (por lo que
deduzco) ni mantuvieron contra viento y marea sus ardores juveniles ni
renegaron cínicamente de ellos cuando no eran cool, se pone en el
corazón de la gente de izquierdas y de derechas con toda naturalidad. El
resultado quizá no tenga la sugestión de Oh, Jerusalén y puede pecar a
veces de repetitivo, pero las escenas del asalto al Cuartel de la Montaña, en
Madrid, al final de la obra, compensan lo que nos puedan impacientar otros
pasajes.
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21 junio 2017
Históricamente incorrecto
Tenemos una notable tendencia a hacer de la historia un
cuento de buenos y malos, así que no vienen mal libros como este, que tratan de
hacer de abogados del diablo, es decir, de los malos. Como el autor (Jean Sévillia) es un
periodista de Le Figaro, los malos por los que se intercede son las
derechas o lo que las izquierdas han demonizado: el feudalismo, las cruzadas,
la inquisición, el absolutismo, el colonialismo, la Iglesia como supuesta
aliada del poder establecido... En definitiva, se trata de tomar conciencia de
que hay menos lobos de lo que se cree en una de las partes y más de los que se
cree en la otra; vamos, que los cátaros, los protestantes, los revolucionarios
franceses o los de la comuna de París dieron más estopa de lo que se cuenta y viceversa.
Como digo, no viene mal recordarlo, pero la conclusión es lo
de siempre: que el hombre está inclinado al pecado y en cuanto le dan la menor oportunidad
se comporta como un salvaje, católico o protestante, absolutista o
revolucionario. Que unos cortaran más o menos cabezas que los otros no exculpa
a nadie. Solo cabe exigir a los estados que dejen de tratar de imponer una
historia oficial y dejen campo libre a los del oficio.
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07 junio 2017
Repasando el correo
me encuentro dos citas en cierto modo
coincidentes, por el tema y los autores.
¿Era Goethe un reaccionario? No, padre, era masón.
Sin embargo...
La lengua materna de Europa es el cristianismo. (Cita
de un tal Juan Robles en Actuall)
¿Era Gustave Flaubert un clericalote? No, por cierto.
Creo que más bien formaba en el ala izquierda de eso que llaman el “espectro
político”. Pero...
Las fases de la historia de Europa han sido el paganismo,
el cristianismo y el estupidismo. (Tuit de Enrique García-Máiquez)
02 junio 2017
Tuñón de Lara sería lo que fuera,
pero aquí me cae
simpático.
Debiera ser innecesario recordar que conmociones como las
guerras de religión, la Revolución Inglesa, la Revolución Francesa, la Guerra
de Secesión de los Estados Unidos, la Comuna de París y su represión, la guerra
civil rusa, etc., fuesen acompañadas de violencias análogas [a las de la Guerra Civil española]. Nada digamos
de las invasiones hitlerianas, ni de los exterminios colonialistas durante
decenios y decenios. En verdad, si en aquel verano de 1936 se perpetraron en
España crímenes execrables, hay que decir que los criminales fueron una exigua
minoría. No era eso lo que caracterizaba a los españoles, y si pasión había —que
sí la hubo—se manifestaba en el arrojo, en la valentía, en el heroísmo. En
ambos bandos hubo muchos más héroes que criminales.
Así me gustaría creerlo, aunque no estoy muy seguro. (Cita de La España del siglo XX, en Luis Romero, Tres días de julio
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