24 agosto 2013

Eichmann en Jerusalén


A un ser humano le resulta difícilmente comprensible que otro ser humano le odie por el mero hecho de haber nacido con una determinada nacionalidad, raza o cualquier otra característica ajena a la propia responsabilidad. Se entiende, pues, que este libro se dedique principalmente a indagar qué había en la conciencia de Eichmann, ya que no estábamos ante un psicópata ni un megalómano sin escrúpulos. La respuesta implícita, ya que Arendt no lo formula nunca así, es que había sustituido la conciencia por la ideología, como un personaje de Dashiell Hammett afirmaba ser capaz de sustituir el sueño por ginebra, pero esta vez de modo permanente. Ese fue el drama de todos los nacionalsocialistas, como también el de los comunistas, claro, y del totalitarismo en general. Que Eichmann se declarase kantiano, es decir, partidario de una moral autónoma frente a normas morales objetivas, no resulta tan descabellado como parece pensar la autora.

El bien y el mal tal como los había comprendido la humanidad hasta ese momento no contaban para los nazis, que inventaron un nuevo sistema de valores propio de la nueva Alemania, o de la raza aria también inventada. A ese nuevo sistema de valores correspondía un nuevo lenguaje, que eliminaba las connotaciones peyorativas de actos como matar o encarcelar a los presuntos enemigos, y del que el ejemplo típico es la famosa solución final. Bien podía tratarse de un mero lenguaje en clave para despistar al enemigo de guerra, pero uno no puede por menos de compararlo con los eufemismos con los que hoy se encubren atrocidades no menores.

__

22 agosto 2013

Frase de calendario (pero me gusta)

El aprendizaje puede y debe ser un placer, pero se ha de asemejar más al que se siente cuando se asciende una montaña que al que se experimenta sentándose en su cima para contemplar el paisaje.

M. Schneider y E. Stern, citado por Eric D. Hirsch, La escuela que necesitamos

__

19 agosto 2013

El grito de la lechuza


A Robert le llaman loco, y Patricia Highsmith se pasa buena parte del relato haciéndonos sospechar que quizá lo esté. En el fondo, mantener esa incertidumbre (ese suspense) es una de las notas de todo buen narrador de thriller. Sólo que aquí, como en Crímenes imaginarios, la Highsmith abusa de situaciones anodinas, amenizadas con whisky, que desesperan un poco. Y como de costumbre, la tela de araña se va tejiendo en torno al inocente protagonista para terminar del modo más absurdo posible. Bueno, en este caso, para gozo del lector vulgar (como yo, quiero decir), acaban dando para el pelo al personaje más odioso.

Y no, Robert no está loco; tan solo es un pobre hombre y un imprudente de marca. Puedes verte en embrollos con mujeres sin buscarlo, pero quien busca encuentra. Esta es la historia de un depresivo que se casó con una arpía y al que le da por merodear por la casa de una jovencita sin más objeto que imaginársela feliz. Ese es su primer error, y el segundo, aceptar sus invitaciones e invitarla a su vez. Resulta que no todo era equilibrio en la joven de la ventana y que tenía uno de los novios más imbéciles de la novela negra. Y empieza la telaraña. No me parece una estupenda novela, pero con esta mujer siempre vuelvo a picar. Algo tendrá.

__

18 agosto 2013

Ortega, antiintelectual



Mientras en Madrid los comunistas y sus afines obligaban, bajo las más graves amenazas, a escritores y profesores a firmar manifiestos, a hablar por radio, etc., cómodamente sentados en sus despachos o en sus clubs, exentos de toda presión, algunos de los principales escritores ingleses firmaban otro manifiesto donde se garantizaba que esos comunistas y sus afines eran los defensores de la libertad. Evitemos los aspavientos y las frases, pero déjeseme invitar al lector inglés a que imagine cuál pudo ser mi primer movimiento ante hecho semejante que oscila entre lo grotesco y lo trágico. Porque no es fácil encontrarse con mayor incongruencia. [...] Desde hace muchos años me ocupo en hacer notar la frivolidad y la irresponsabilidad frecuentes en el intelectual europeo, que he denunciado como un factor de primera magnitud entre las causas del presente desorden [...]

Hace unos días, Alberto Einstein se ha creído con "derecho" a opinar sobre la guerra civil española y tomar posición ante ella. Ahora bien: Alberto Einstein usufructúa una ignorancia radical sobre lo que ha pasado en España ahora, hace siglos y siempre. El espíritu que le lleva a esta insolente intervención es el mismo que desde hace mucho tiempo viene causando el desprestigio universal del hombre intelectual, el cual, a su vez, hace que hoy vaya el mundo a la deriva, falto de pouvoir spirituel.

En cuanto al pacifismo, junio de 1938

__

14 agosto 2013

Desnudo y disponible


La página en blanco es uno de los temas favoritos del Líder [totalitario], que suspira por el espacio raso, el individuo sin experiencia, memoria ni historia, el ser colectivo, anónimo, tan desnudo y disponible como en la infancia.

Mercedes Rosúa, El archipiélago Orwell

Pero, por supuesto, esto no tiene nada que ver con la guerra a los contenidos en la pedagogía progresista. Claro.

__

13 agosto 2013

Cultura política y conciencia cristiana


No sé si sirve de algo emplear la razón frente a una clase dirigente instalada en el prejuicio. Cuando lees que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos dice que la Ley de Defensa del Matrimonio obedece al "puro deseo de perjudicar a un grupo" te preguntas si no sería mejor pasarte directamente a otra civilización, de esas de la alianza, la gloriosa. Pero, ya que la razón es lo que nos configura como humanos, al menos servirá para "dar razón de nuestra esperanza" cuando nos lleven al martirio, de un modo u  otro.

Justamente el matrimonio, y su actual redefinición por parte de unos locos peligrosos con escaño, es uno de los temas que toca Ángel Rodríguez Luño en este Cultura política y conciencia cristiana. Dos conceptos cuya relación ha sido, cuando menos, problemática desde el asalto al poder por el laicismo a partir del siglo XIX. Para reconciliarlos no sirve ya el recurso a los partidos católicos, que constreñían a una opción política la libre actuación de los fieles en la esfera pública. Por eso, libros como este, junto a otros como el de Martin Rhonheimer ya comentado aquí, resultan imprescindibles para abrir nuevos caminos en esa dirección. Por supuesto, no son un cuerpo de doctrina, y se puede disentir todo lo que se quiera, pero son puntos de luz en un panorama bastante oscuro.

Estos Ensayos de ética política son en concreto nueve y fueron publicados en diversos lugares. Aparte del matrimonio, están presentes, como cabía esperar, cuestiones candentes como la del respeto a la vida, la laicidad y el relativismo, siempre siguiendo de cerca, como cabe esperar, las enseñanzas de los recientes pontificados. 

__

11 agosto 2013

Nihil novum



Acudió Melanio entonces a recordar tiempos de su lejana historia griega, cuando la democracia iba construyéndose, y señaló una época en la que entre los que atracaban en las callejas de Atenas y el comportamiento de algunos del erario, la diferencia estaba en que aquéllos te hablaban de tú y los del erario de vuesa merced. Matizó Melanio que dado que en la lengua griega no existía el tú y el vuesarced para distinguir en el tratamiento, sino que éste se hacía mediante el uso del plural o de la interjección, lo más preciso sería decir que el del erario exclamaba: "Oh, contribuyente, venid a mí!", mientras que el rudo asaltador exigiría: "¡Contribuyente, descarga la bolsa!"

En Antonio Prieto, El embajador

__


08 agosto 2013

Teléfonos espabilaos


Andaba yo pensando qué sería eso de smartphone cuando me acordé de una canción de un grupo de ska, creo, de los 80, Smart boys. Mi diccionario Everest me traducía smart como "listo, hábil, ingenioso, despierto, astuto"; vamos, eso que mi padre siempre me decía que tenía que ser en la vida. No es exactamente "inteligente". En castellano coloquial hay un término que creo que lo traduce con precisión: espabilado. 

No sé si es así como yo llamaría a mi teléfono. Es cierto que me sugiere palabras, que me avisa de todo puntualmente, que se desbloquea en un decir Jesús, pero, caramba, podría ser más rápido con internet, que es para lo que más le uso. Si esperaran tanto las liebres ya no las habría. Ahí será inteligente, pero smart...

__

06 agosto 2013

Rendez-vous en negro


Uno tarda, y tarda mucho, en darse cuenta de que esta es la novela que inspiró La novia vestía de negro, no solo porque Truffaut cambia el sexo del protagonista y el resto de personajes y circunstancias, incluyendo el desenlace; sino porque el modo que tiene Woolrich de encadenar los acontecimientos te hace preguntarte qué está pasando, si el primer capítulo tiene unidad y si la tiene el primero con el segundo o este con el tercero... o es que los editores te están tomando el pelo. En eso, el formato electrónico es una ventaja, porque no caes en la tentación de leer la sinopsis de la contraportada, que disipa el encanto. Woolrich maneja con mano de maestro la elipsis, con igual destreza dosifica los datos, juega con el lector como lo haría un Hitchcock con sus espectadores... Bien es cierto que roza lo inverosímil y quizá haga más que rozarlo, pero el lector admite eso como parte del juego y lo sigue encantado. Importa poco que el protagonista reúna en sí los caracteres de un neurótico y de diez agentes de la CIA juntos, que le salga todo tan milimétricamente perfecto, o que el narrador recurra a un tono terrorífico y fatalista, sobre todo porque sabe compensarlo con otras secuencias de aire costumbrista donde se palpa una suave ironía contra costumbres y vicios intemporales.

Vamos, un thriller como Dios manda, quiero decir con auténtico talento narrativo. Genio, más bien. Tendría que remontarme al Tuareg de Alberto Vázquez-Figueroa para encontrar una novela que me mantuviese de tal modo pegado al asiento.

__