30 junio 2015

Guerracivilismo: no tan pasmoso



“…son las nuevas generaciones, las más alejadas del conflicto que hirió nuestra convivencia en el siglo XX, las que han resucitado con pasmosa inconsciencia el discurso cainita, el rencor retroactivo de la catástrofe".

No con tan pasmosa inconsciencia, Ignacio Camacho. No es tan sorprendente que haya prendido en esas nuevas generaciones “la chispa de la ruptura civil que la Transición dejó apagada por miedo o por cordura”. De hecho llevaba años preguntándome por qué no habían saltado ya. A esas generaciones las han alimentado intelectualmente con la convicción de hay una especie de hidra constituida por el capitalismo, la Iglesia y la derecha política, que viene estrujando a los pueblos impidiendo su libre desarrollo. Si en alguna idea se ha insistido desde las aulas en un sistema educativo caracterizado por el vacío de conceptos y el permisivismo más absoluto, es en esa. Con semejante premisa no es de extrañar que todo ciudadano de cuarenta para abajo arda en deseos de sacudirse semejante yugo y crear por fin un nuevo estado de cosas. Y esto sin reparar en los medios, pues no se les ha inculcado ninguna razón por la cual haya que respetar las vidas y haciendas de todos aquellos que se relacionen con el estamento opresor. Tan solo la bonanza económica ha impedido el estallido. Con la bolsa y el estómago satisfechos, lo del sistema alienante y su opio puede ser un tópico de conversación: para qué jugarse el pellejo. Pero cuando vienen mal dadas, que nadie venga a extrañarse de que se recoja lo sembrado.

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24 junio 2015

A ver si diciéndolo él...

La solemnidad en lo religioso es “cordialidad” porque es una prueba viva de la presencia de Dios. Es como decir “Dios está con nosotros, démosle culto y adoración”. Es una gran equivocación suprimir el ceremonial. Es la gran cosa de España. Son las formas exquisitas, la hidalguía con Dios.

Federico García Lorca, carta a sus padres, citado por Alfredo Amestoy, ABC, 4 de junio de 2015

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21 junio 2015

Emmylou Harris, "Pieces of the sky"

Debo a José Ramón Pardo mi descubrimiento de Emmylou Harris, debió de ser en la vieja Radio 80 o si no en Radio 3. No sé por qué la tenía catalogada dentro de un country-pop muy aguado. No había tal. No es este mi disco preferido de ella pero, desde luego, todos los de los 70 merecen la pena. Con su voz mejora todo lo que toca, aunque no me acaba de convencer su modo de acabar las frases, así tan atenuado que casi no se le entiende. Hay que decir que su costumbre de hacerse acompañar por una segunda voz (adquirida desde los tiempos de Gram Parsons, su descubridor) añade encanto a sus interpretaciones.

Por empezar con lo mejor, mencionaré Coat of many colors, una de las dianas de Dolly Parton, que interpreta como cabía esperar, es decir en plan más lento; Queen of the silver dollar, pieza cuyos cinco minutos se espera que no terminen (cuando una canción lleva un añadido de la-la-la es que su estribillo merece mucho la pena; es una teoría fantasmagórica mía, ustedes perdonen); Sleepless nights, que luego trataron bastante bien las Judds; y If I could only win your love, una canción de estas de acompañar con balanceo del tronco, cuya versión original a cargo de los Louvin casi prefiero no conocer. En cambio Boulder to Birmingham o Before believing son cosas para olvidar, o para darle al rebobinado hacia adelante, como entonces hacíamos. Y tampoco me convence su "lectura" de la beatliana For no one.


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16 junio 2015

El franquismo y los intelectuales


El contenido de este libro responde más bien a su subtítulo, que es La cultura en el nacionalcatolicismo. Es decir, no se trata tanto de estudiar las diversas posturas de los intelectuales ante el régimen de Franco como de ofrecer una panorámica de los diversos campos de la cultura española en las décadas de los 40 y 50, que es el período que el autor considera nacionalcatólico. Todo ello precedido de un análisis de la época y un intento de definición del franquismo que no aportan gran cosa. El afán es en cierto modo reivindicativo, y de ello es índice el que se termine el libro con dos apéndices constituidos por sendos artículos de Julián Marías, el famoso La vegetación del páramo y otro posterior en la misma línea, es decir, la de desmentir la idea de que aquel régimen fue nefasto para la cultura. Y, como Marías, Martín Puerta lo hace desde una posición de moderada distancia frente a dicho régimen.

Un punto en el que insiste el autor es que el franquismo no fue ni de lejos un régimen fascista y que el sector más cercano a esas ideas, el nacionalsindicalista, fue mantenido siempre en un plano muy secundario por Franco, reducido a un elemento decorativo cuando semejantes cosas daban puntos en la escena internacional, y casi desaparecido cuando eran otros los vientos: "un elemento a administrar con mayor o menor intensidad". Por lo demás, el interés del volumen está en ciertos datos de hemeroteca que ayudan a revisar ciertos tópicos y que iré insertando por aquí en lo sucesivo.

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14 junio 2015

Lo tiras


El verbo leer es transitivo. La beatería de la lectura sin embargo, lo ha convertido en intransitivo: para estos beatos (políticos, pedagogos y en general cualquiera que quiera darse pote), más teóricos que practicantes, lo que importa es leer, así, a secas. Uno de sus lemas implícitos es: "mejor leer basura que no leer nada".

Por eso me agradan las palabras del Papa, tan a contracorriente de semejante esnobismo: "En la época de la imagen hay que hacer lo que se hacía en la época de los libros: elegir lo que me hace bien... Cuando un libro era bueno, lo leías; cuando un libro te hacía daño, lo tirabas”. Así, sin más: nada de revenderlo ni de dejarlo en el banco del parque. Lo tirabas. Se entiende que Francisco habla irónicamente de los libros en pasado, como si ya no existieran, pero que el consejo es válido para hoy mismo.

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Ahora bien, el que decida si leerlo o tirarlo he de ser yo. Por contraste, abro El expediente 113, de Émile Gaboriau, y me encuentro con esta advertencia:

Émile Gaboriau, siguiendo la moda que imperaba cuando escribía sus novelas, introducía episodios y personajes accesorios que no tenían ninguna importancia para la trama policial de sus novelas. Siguiendo la tradición de los editores modernos de Gaboriau, nos hemos tomado la libertad de dejar al desnudo la intriga central y la sobriedad que indudablemente estaba al centro [sic] de la concepción original del autor y que seguramente habría mantenido de no mediar las exigencias del público y de los periódicos para los que entonces trabajaba, viéndose obligado a introducir digresiones interminables coincidiendo con el gusto de los folletines de la época.

Vaya. Ahora resulta que son los editores los que deciden lo que me ha de parecer o no interesante. ¿Y qué pasa si quiero conocer la novela tal como salió de las manos del autor? ¿Y si algunas de esas digresiones no me parecieran tan deleznables? Esto se llamaría estafa si el libro me hubiese costado algo. A punto estuve de no empezarlo, pero si es cierto que "los editores modernos" hacen todos lo mismo... En fin, ahora puedo decir que conozco la trama central de El expediente 113, gracias al epítome de la Editorial Bruguera.

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09 junio 2015

O tempora


Hoy he salido dando vivas al portentoso, bellísimo catolicismo español… Esta mañana fui a una misa dicha por un inglés. Y ahora veo lo prodigioso que es cualquier cura andaluz diciéndola. Hay un instinto nato de la belleza en el pueblo español y una alta idea de la presencia de Dios en el templo. Ahora comprendo el espectáculo fervoroso, único en el mundo, que es una misa en España. La lentitud, la grandeza, el adorno del altar, la cordialidad en la adoración del Sacramento, el culto a la Virgen son en España de una enorme poesía.

Federico García Lorca, carta a Pepín Bello desde Nueva York. Citado por Alfredo Amestoy en ABC, 4 de junio de 2015.

Cómo cambian los tiempos, Federico. Ahora, en Valladolid al menos, para encontrar una misa con esas características tienes que ir al Colegio de los Ingleses.

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07 junio 2015

Grandes éxitos de Los Pekenikes (Grabación original)


Lo de Grabación original tenía su gracia, porque era una época en que los bares y las gasolineras estaban llenos de cintas que imitaban los éxitos del momento con carátulas muy semejantes a las originales e interpretaciones de aficionados, que hacían picar a los primos. Así que esas firmas modestas que se dedicaban a recopilar canciones de El Fary o de los Indios Tabajaras para venderlas a cuarenta duros empezaron a colocar el rótulo de marras, como si no estuviera claro que sacar éxitos del Fary o de los Indios Tabajaras (o de los Pekenikes) no requería grandes inversiones.

Grandes éxitos de los Pekenikes no fueron estos, me temo, pero eran todos muy buenos, si bien menos comerciales que Arena caliente o Lady Pepa: estamos hablando de músicos de innegable talento. Lo más conocido es la versión de Palomitas de maíz, y ahora también quizá La marcha del saltamontes, porque a más de uno le recordará un programa de radio de Gomaespuma que la utilizaba como sintonía. Pero hay piezas muy cercanas al rock sinfónico o progresivo de los 70 como Soldaditos de plomo o El valor de seis peniques. Otras son más melódicas, al estilo Pekenikes de toda la vida, como Paraíso para un águila o Puente de metal. Y está la única pieza vocal, Valle de cristal, que demuestra que Pink Floyd ya habían pasado por los escenarios.

La cinta la editaba el meritorio sello Doblón y venía ilustrada con unos Pekenikes, no diré crepusculares, pero sí más 70 que 60, como muestra su aspecto y esa actitud como de liar el canutillo de uno de ellos.

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05 junio 2015

Las nuevas realidades


Cogí este libro por recomendación del llorado Ricardo Yepes, en la bibliografía que aparece al final de su Entender el mundo de hoy. Ya me suponía que en el año que corre estaría desfasado, por lo menos en parte. Lo está, por supuesto, en el apartado de las realidades políticas, pero no deja de tener su interés el ver cómo se contemplaba el futuro a la altura de 1989. Drucker, por ejemplo, habla ya de la desaparición del imperio ruso, cuando aún no se había desmembrado la URSS.

El problema es que no sé hasta qué punto el resto de sus pronósticos estaba acertado: son tan generales que se necesitaría a alguien con mayor capacidad de análisis que el que suscribe para asegurarlo. Este apartado de las realidades políticas, por ejemplo, precede a un estudio sobre el "Estado y los nuevos pluralismos", donde, de modo quizá demasiado optimista, observa una retirada del Estado a favor de una pluralidad de instituciones dedicadas a los servicios sociales y surgidas de la propia sociedad. Tras una tercera parte dedicada básicamente a la economía y la empresa, termina con una cuarta titulada "La sociedad del conocimiento": me llevo las manos a la cabeza cuando le leo partidario de eso que llaman "aprender a aprender"; pero siguiendo la lectura me entero de que se trata de que el sistema educativo sea capaz de hacer que sus alumnos retengan durante largo tiempo y hagan rendir lo que han aprendido en la escuela. O sea, aprender de modo eficaz. En fin, son solo unas calas en un libro que daría para un montón de comentarios y debates.

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04 junio 2015

Ingenuos

Orwell, en Homenaje a Cataluña:

Para cualquier miembro de la civilización endurecida y burlona de los pueblos de habla inglesa había algo realmente patético en la literalidad con que estos españoles idealistas tomaban las gastadas frases de la revolución.

Vamos, que aún creíamos en algo, a un lado o a otro. No deja de chincharme un poco ese dejo de superioridad de estos ingleses, aun elogiando. Lo cierto es que en algo debía de creer también él para tomar una decisión como la de venir aquí a jugarse el pellejo.

Por cierto, se refiere a cosas como las siguientes: En las barberías había letreros donde se explicaba solemnemente que los barberos ya no eran esclavos. En las calles, carteles llamativos aconsejaban a las prostitutas cambiar de profesión… En esa época las canciones revolucionarias del tipo más ingenuo, todas ellas relativas a la hermandad proletaria y a la perversidad de Mussolini, se vendían por pocos céntimos. A menudo vi milicianos casi analfabetos que compraban una, la deletreaban trabajosamente y comenzaban a cantarla con alguna melodía adecuada.

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02 junio 2015

Jerry Lee Lewis: "When two worlds collide"


Este Jerry Lee Lewis maduro (1980) no ha aprendido a tocar el piano pero sigue siendo eficaz en los números de rock and roll y se adapta perfectamente al country, donde además los músicos hacen una estupenda labor, destacando los violines. Hablo de violines y no de fiddle, porque lo que suena aquí es una instrumentación muy clásica, casi orquestal, que da un aire especial a canciones como Love game o When two worlds collide (el arranque de esta demuestra suficientemente lo que queremos decir). En realidad, no he vuelto a encontrar un sonido así, entre melancólico, glamuroso y dixie.

Rockin´Jerry Lee y Good news travels fast nos recuerdan que estamos hablando de uno de los iniciadores del rock and roll, mientras que Who will buy the wine está a la altura de cualquier estrella de Nashville (sólo encuentro una versión del 58). Destaco también Alabama jubilee, una pieza tradicional del repertorio sureño, construida a base de repetir un mismo tema con diferentes instrumentos, uno de ellos la voz de Jerry Lee. Por su parte, Toot toot tootsie goodbye nos traslada a los ritmos de preguerra. En conjunto, y desconociendo la mayor parte de la discografía de este hombre, me parece un gran trabajo.

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