22 julio 2021

Las sandalias de plata


El título parece de cuento de hadas, pero en realidad es una metáfora macabra que alude al metal radiactivo con el que el inocente protagonista va a hacer justicia sobre los malos. Sí, Blas Civicos es aquí un inocente al estilo del Azarías de Delibes, que sin intención va a servir de instrumento a un dios vengador. En realidad, algo hay de cuento de hadas, porque hay malos como brujas o como ogros y hay tiernos niños, o adultos con mentalidad de tales, que les dan cruelmente su merecido. La narración tiene esa misma perspectiva inocente, naïf, que es habitual en Jiménez Lozano y que aquí se halla a tono con Blas y con su hermana la Tana, por más que “tú sí que sabes cosas, Blas Civicos”, frase que se repite con intención.

Este Blas Civicos se presenta como segunda salida literaria del Blasillo de San Manuel Bueno, mártir de Unamuno, ya que la historia se sitúa, también, en el mismo escenario sanabrés, aunque esta no es, ya digo, historia de crisis de fe, sino de enfrentamiento entre humildes y poderosos, historia mil veces contada por los narradores de estos pagos, pero con el sello personal del abulense, que le da un aire misterioso a lo Faulkner, en el sentido de que nos fuerza a reconstruir constantemente lo que solo se sugiere.

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21 julio 2021

Memoria democrática

 Churchill: "Democracia es cuando llaman a la puerta de tu casa a las seis de la mañana y es el lechero."

En 1936, la democracia se acabó cuando llamaron de madrugada a la puerta de José Calvo Sotelo y eran cinco hombres armados con carné del PSOE.

Lo demás son matices.





16 julio 2021

San Luis Rey de Francia

Es una narración sencilla, como las de la colección Arcaduz, que pretende acercar la vida de San Luis a los no conocedores. Como yo. Está puesta en boca del propio rey santo y empieza in medias res, o mejor dicho, in finales res, o como se quiera decir en latín que empieza cuando San Luis agoniza en Tierra Santa. Pero eso es solo el primer y breve capítulo, pues en seguida nos vamos a la época en que Luis era niño y se convirtió en heredero del trono de Francia al morir su hermano Felipe.

“En trabajos y aflicciones contra moros” decía Jorge Manrique que se ganaban el cielo los caballeros, y así lo vemos en el caso de un rey que, como otros, “tomó la cruz”, es decir, se alistó para recuperar Jerusalén de las manos de los infieles, lo que venía a ser un acto de penitencia o simplemente de virtud en un momento en que la Unión Europea se llamaba Cristiandad. Tan santa le parecía la empresa, como a los demás, que no entendió por qué Dios le sometía a la prueba de ver fracasar por dos veces su intento. En cualquier caso, no fue la Cruzada su único acto de virtud, puesto que le vemos a menudo practicar la penitencia y la caridad.

Los que estamos tan peces en historia que solo hemos oído hablar de doña Blanca de Castilla en la letrilla de Quevedo nos enteramos aquí de que se trataba de la madre de San Luis. Si las madres son en gran medida responsables de la santidad de sus hijos, algo nos toca de la gloria del rey cruzado.

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13 julio 2021

Nuestro hombre en la CIA


Iván Vélez
pasa revista a las iniciativas culturales que surgieron en los años de Franco como base de una oposición política no comunista al régimen: Congreso para la libertad de la Cultura, encuentros de Sociología, revistas como Cuadernos para el diálogo y otras más efímeras… Como sucedió con Willi Münzenberg en el área comunista y a nivel internacional, allí hubo un patrón que fue el poeta francés Pierre Emmanuel (al que yo no conocía de nada), que pilotaba el asunto a través, sobre todo, del dramaturgo español Pablo Martí Zaro (que me resulta igualmente desconocido). En el tinglado colaboraban tipos como Dionisio Ridruejo (la tía Juana de aquellas bodas), Julián Marías, José Antonio Muñoz Rojas, José María Valverde, Tierno Galván, Aranguren… Como se ve, gente ilustre que después tiraría por caminos diversos.

Todo ello acabó confluyendo en la famosa Plataforma democrática, que a su vez se fundió con la Junta de Carrillo y sus compañeros de viaje para desembocar en la sopa de letras de la Transición hacia esto, como decían en El Alcázar sin saber lo que aún restaba. Lo de la CIA, que aparece muy poco en el libro, por cierto, es porque, en efecto, la inteligencia norteamericana metió dólares en el asunto, lo que ofendió el pudor de muchos de estos hombres cuando lo desveló el New York Times.

Lo de federalismo del subtítulo obedece al prestigio que esta idea tenía entre esta gente, hasta tal punto que expresaban sus simpatías por los nacionalismos periféricos con una radicalidad que hoy nos parecería también, a la mayoría, impúdica.

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11 julio 2021

Igualdad feminista

 En Caja Laboral lo han clavado. 


10 julio 2021

Ley Alegría

Parece que la ley Celaá tendrá que llamarse ahora ley Alegría. Se aprobará alegremente, se promocionará alegremente, se titulará alegremente, no cabe duda.  [alegría 3]




08 julio 2021

Si no puedes contra la mentira

Creo que era Pedro Fernández Barbadillo el que recordaba hace poco lo que Solzhenitsyn decía en un artículo: “Si no puedes vencer la mentira comunista, al menos no la digas tú”. Emplear el lenguaje del enemigo, en efecto, es empezar a ser derrotado. Sobre todo si el enemigo usa el lenguaje como arma, al servicio de la ideología.

Está sucediendo con el término homofobia. Es un término totalitario, inventado con el fin de criminalizar a quienes disienten de la normalización de la homosexualidad: son delincuentes, réprobos, incluso enfermos (“fóbicos”), y recordemos que en la Unión Soviética se encerraba en clínicas psiquiátricas a los disidentes. Por eso es un error que lo utilicen quienes no aceptan la imposición de las teorías de género. Aparte de su pésima construcción gramatical, claro (homófobo sería “el que odia lo igual”).

En una de sus novelas, José Jiménez Lozano llamaba chin a ese lenguaje de inspiración totalitaria. No estaría mal que diésemos el aviso (¡chin!) cada vez que en nuestro entorno alguien emplee, frívolamente, terminajos como homofobia, lgtbifobia (¡!), machista, orientación sexual, etc.