16 julio 2021

San Luis Rey de Francia

Es una narración sencilla, como las de la colección Arcaduz, que pretende acercar la vida de San Luis a los no conocedores. Como yo. Está puesta en boca del propio rey santo y empieza in medias res, o mejor dicho, in finales res, o como se quiera decir en latín que empieza cuando San Luis agoniza en Tierra Santa. Pero eso es solo el primer y breve capítulo, pues en seguida nos vamos a la época en que Luis era niño y se convirtió en heredero del trono de Francia al morir su hermano Felipe.

“En trabajos y aflicciones contra moros” decía Jorge Manrique que se ganaban el cielo los caballeros, y así lo vemos en el caso de un rey que, como otros, “tomó la cruz”, es decir, se alistó para recuperar Jerusalén de las manos de los infieles, lo que venía a ser un acto de penitencia o simplemente de virtud en un momento en que la Unión Europea se llamaba Cristiandad. Tan santa le parecía la empresa, como a los demás, que no entendió por qué Dios le sometía a la prueba de ver fracasar por dos veces su intento. En cualquier caso, no fue la Cruzada su único acto de virtud, puesto que le vemos a menudo practicar la penitencia y la caridad.

Los que estamos tan peces en historia que solo hemos oído hablar de doña Blanca de Castilla en la letrilla de Quevedo nos enteramos aquí de que se trataba de la madre de San Luis. Si las madres son en gran medida responsables de la santidad de sus hijos, algo nos toca de la gloria del rey cruzado.

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