31 diciembre 2010

Hombre


Entre tantos dioses como hay, el único que me interesa es este que se hizo hombre; ¿por qué vamos a interesarnos por los demás, si ellos no se han interesado nunca por nosotros? Si hay Dios, ha tenido que hacerse hombre, ¿por qué no iba a hacerse? ¿Cómo iba a dejarnos tan solos, con eso tan horrible que es la inteligencia, la lucidez ante la nada? Una lucecita insignificante perdida en el fondo de la oscuridad eterna y sin fin que nos envuelve. Si fuese así, si estuviéramos solos, cuando miramos el cielo de noche, el espacio interestelar tendría que helarnos la sangre de terror. Un espacio vacío, frío más allá de lo imaginable, eternamente tenebroso, incomprensible telón de fondo del universo.

¿Por qué, pues, la visión del cielo de noche nos serena, nos acompaña, nos llena de confianza? ¿Por qué? ¿Quién es el que nos hace compañía? ¿Quién?

Existen tantas cosas que no nos importan ni un pitoche, ¿y no va a existir Dios?

Luis, en Incierta gloria, de Joan Sales

Otra referencia a esta novela aquí.


__

29 diciembre 2010

Tanatofobia

La paradoja de la cultura de la muerte es que es, ella misma, tanatofóbica. La muerte es el tabú supremo cuando se ha optado por gozar del gozo, como decía Melibea, sin otra consideración de orden metafísico o moral. Pero, como en Melibea, la muerte se impone cuando el gozo deja de ser posible. O se busca para los demás cuando estorban y son lo bastante pequeños o viejos para no protestar. En ese sentido, la cultura de la muerte podría adoptar como lema el título de aquella película española de serie B: "viva la muerte... tuya".

El veto a lo religioso en la escuela, del que Quebec ha protagonizado el último episodio, tiene mucho que ver con ese tabú. El pretexto del gobierno quebequés es ciertamente idiota si no se lo ve en este contexto: "no crear inseguridad en los niños". Supongo que la idea es evitar que los escolares se planteen la posibilidad de una vida ultraterrena muy relacionada con la conducta observada en el más acá. Podrían traumatizarse, los pobres. El hedonismo a ultranza que hoy impera en Europa y aledaños necesita pensar que la religión es una excrecencia de la mente humana, la ocurrencia de unos pocos enfermos que urge poner en cuarentena para tener la fiesta en paz.

Así como el feminismo radical parte de la negación de una evidencia, en su caso la desigualdad natural de los sexos, el laicismo no duda en hacer tabla rasa de cinco mil años de cultura para negar a la religión un puesto de primer orden en la educación. Y, sin embargo, semejante proceder no es sino el primer paso para lograr una horda de idólatras, de señores de las moscas, no se sabe si más peligrosos cuanto más cultos o cuanto más tarugos.

__

28 diciembre 2010

Lo que arraiga en el hueso


Este divertido biopic de un artista imaginario es al mismo tiempo una reflexión sobre el arte, y si Francis Cornish hubiera existido realmente podríamos decir que Robertson Davies reconstruyó su vida bajo su propia mirada de artista, la del autor, digo. Una mirada escéptica, distanciada y con un humor que nos deja ver lo mucho de británico que queda en los canadienses anglófonos.

Lo que me desalienta es que me he quedado sin saber qué es lo que arraiga en el hueso ("lo que arraiga en el hueso no se desprende de la carne", dice el proverbio inglés, según nos informa la traductora). Me pregunto si se referirá a esa "alma católica encadenada por el protestantismo", la de Cornish, pues, en efecto, su padre exigió bautizar a sus hijos en esta religión contra los deseos de su familia materna, católica. Cuando Cornish dice que la creencia "es mejor que el vacío", su maestro Saraceni contesta: "así es, te lo aseguro". Y no porque Saraceni sea un modelo de creyente, pero los discursos de este peculiar personaje acerca de la pintura y del arte en general son un auténtico gozo y transmiten tal vez los pensamientos del propio Robertson Davies, lo que revelaría (lo hace ya la propia novela) a un autor para no perder de vista.

Nota redactada en marzo del 2010

__

25 diciembre 2010

Era en Belén


Encuentro en un blog un magnífico poema (más como idea que por su factura) de Antonio Murciano, que me sirve de christmas "in extremis".

__

23 diciembre 2010

Era un antojo.


Tenía que serlo. Me gustaba que mi mujer fuera atea. Su postura me facilitaba las cosas. Simplificaba la planificación familiar. No teníamos escrúpulos a la hora de usar anticonceptivos. Nuestra boda había sido civil No estábamos encadenados por principios religiosos. El divorcio estaba a mano, cuando nos apeteciera. Si se hacía católica, habría toda clase de complicaciones. Costaba ser un buen católico, costaba mucho, y por eso yo había abandonado la Iglesia. Para ser un buen católico tenías que abrirte paso entre el gentío para ayudarle a Él a cargar con la cruz. Yo posponía el gran salto adelante para otro momento. Si ella lo daba, tendría que seguirla, porque era mi mujer. No; era un antojo suyo, una fantasía pasajera. Tenía que serlo.

Es el doble de John Fante en su novela Llenos de vida. Por cierto: no era un antojo. Una buena lectura para Navidad.

__

22 diciembre 2010

El jamón

Lo del jamón no es problema tanto de prepotencia islámica, de tontería politicorrecta o de eso que llaman multiculturalismo, sino de indefensión del profesorado. Una indefensión inducida por el poder con la ayuda del propio estamento docente, del que se puede decir que ha padecido, junto con el clero, la mayor crisis de identidad de las últimas décadas.

Como ha apuntado alguien, el jamón pudo ser lo de menos. El caso es que el profesor dijo una cosa ("si no te gusta este, hay otros centros"), el alumno interpretó otra más gorda (vete a tu país, o a otro sitio) y la mamá cómplice, sabedora de lo fácil que resulta por estos pagos empapelar a un enseñante, procedió en consecuencia. Y el niño que se permite interrumpir a su profesor para reírse un rato sale de rositas.

No es el jamón, no. Es que el profesorado lleva mucho tiempo pensando que tiene que hacerse perdonar por sus alumnos el simple hecho de estar allí, de modo que cualquier desliz por su parte será merecidamente castigado. Y lo malo es que eso lo perciben ya hasta los recién llegados, si es que el protagonista de esta anécdota es extranjero, que no lo sé. Pongámoslo peor: hasta una mujer musulmana se atreve con un profesor español. Deben de pensar lo que los cosacos de Espronceda: ¿Veis esas tierras fértiles? Las puebla gente opulenta, afeminada ya.... Vedlos huir para esconder su oro, vedlos cobardes lágrimas verter...

__

21 diciembre 2010

La Galatea


La lectura de esta obra ha tenido la dudosa virtud de quitame la convicción de que cualquier cosa escrita por Miguel de Cervantes sería un recreo para el espíritu. Al parecer, durante mucho tiempo se consideró que se trataba de un ejercicio de juventud de don Miguel, sin que aportase nada significativo a la literatura ni nos mostrase ya un Cervantes con personalidad. López Estrada, en esta edición de Cátedra, trata de romper ese tópico, pero no ha logrado su propósito, al menos conmigo.

No digo que el español de Cervantes no brille a gran altura, que brilla, como en todo lo demás. Digo que necesita un soporte narrativo sólido para poder producir alguna emoción. Y aquí sólo tenemos esas convencionalísimas aventuras (¿aventuras?) amorosas que tanto le gustaron siempre, y que hoy por lo general nos dejan fríos. Convencionales aventuras amorosas que se van entrelazando hasta hacerse difícil distinguir personajes, recordar a qué episodio pertenece cada uno y recordar cuál fue su buena o mala ventura. El interés no compensa el esfuerzo, aunque López Estrada quiera facilitárnoslo añadiendo un índice de personajes y otro de tramas.

Creo que lo mejor que tiene este libro son los poemas. Para ser de esos que Bécquer llamaba "una melodía que crece, se desarrolla y muere", o algo así, se leen con satisfacción ("una sonrisa de satisfacción", sí).

Nota redactada en septiembre del 2005


__

18 diciembre 2010

Son pocas las mujeres que se atreven a admitir


que su familia está en la miseria. Es frecuente que el problema no sean las deudas, sino un descarrilamiento del plan de vida. Nos las encontramos a diario en el parque infantil, el supermercado, la piscina infantil: mujeres que afirman valientemente que les excita trabajar en su empleo supuestametne interesante. Mujeres que juran que se aburren en casa y que los nuevos desafíos las divierten. Pero cuando levantas ligeramente esa bonita superficie, cuando insistes con las preguntas, suele revelarse una tragedia: la madre tiene que trabajar porque si no lo hace, no se llega a fin de mes; los niños son abandonados o despachados; por las noches, la familia agotada se sienta en silencio delante del televisor. ¿Vida en familia? Ni rastro de ella. Pero hay un coche nuevo delante de la puerta y las próximas vacaciones están aseguradas: todo gracias a mamá. [...]

La que admite que esa vida es demasiado esforzada y supone una exigencia insoportable, la que manifiesta sus dudas acerca del número de horas que les dedica a sus hijos y por las noches se muestra además con su marido como una esposa amante es considerada una perdedora. Queda mucho más elegante hablar de la realización personal, y eso también vale para muchos hombres. "Lo necesitan": eso es lo que suelen contestar a las preguntas sobre la actividad profesional de su mujer, pero lo que en realidad quieren decir es: "Necesitamos el dinero." Hace ya tiempo que deberíamos haber acabado con esa mentira. Las mujeres - también nuestra sociedad- ya no soportan esa presión.

Eva Herman, El principio de Eva

__

17 diciembre 2010

Juro que no fui yo

quien enseñó a esta chica cuyo examen tengo ante los ojos que Espronceda cantaba a la barbarie de los cosacos frente al aburgalesamiento de la sociedad europea. Segundo de Bachillerato. Sufre la autoestima, sí.

__

16 diciembre 2010

La casa de Lúculo


Supongo que este libro es un divertido tratado sobre la comida. Sí, supongo que hay fino humor en sus páginas. Puede que el aficionado culto a la cocina lo disfrute. La idea de volver a leerlo me produce bostezos. Creo que lo mejor de él es, entre las "Normas del perfecto invitado", aquella que se refiere a no decir "es la mejor sopa que he oído en mi vida", cuando el vecino de mesa la sorbe ruidosamente.

Los "Dos ensayos sobre la gula" (de los curas y de los médicos) no dejan de tener tampoco cierta gracia. El resto del libro viene a ser una conferencia (bueno, una conferencia muy larga) sobre la comida de las diversas latitudes. Lamentablemente no tendré a mano el libro cuando me halle en un restaurante y me disponga a saborear alguno de los platos aquí reseñados. En ese contexto sí que tendría alguna gracia.

A lo mejor es un libro para leer antes de comer, y no a cualquier hora del día. Se advierte, diremos también, en el humor de Camba un dejo codornicesco. Normal, pues se trata de un libro de 1937. Así en el chiste del tipo que saludaba al besugo que se iban a comer en una mesa. O lo de Camba pidiendo cinco raciones de buey antes de "decidirse a probarlo". O lo mismo con la fabada. Por cierto, que la cocina española no sale muy bien parada. Él sabrá.

Nota redactada en septiembre del 2005

__

15 diciembre 2010

Las grandes guerras y los grandes desastres


proceden de facciones que se alzan unas contra otras y que, sin embargo, se entretejen unas con otras. Hermanos enemigos: el capitalista y el comunista, el relativista y el dogmático, el puritano y el libertino, etc. Observamos así necedades antagonistas que compiten, pujan, escalan a los extremos, como dice Clausewitz, en fin, se engranan unas con otras como las ruedas de una trituradora gigantesca y supremamente inteligente: un mecanismo que recluta a pobres diablos y los machaca de tal forma que, quejándose siempre de una mitad del torno, reactivan la mitad de detrás, ¡y así se empieza una nueva vuelta!

Fabrice Hadjadj, La fe de los demonios

Lo vio también Lewis: el demonio manda los errores a pares para que, huyendo de uno, caigamos en el otro. Y espanta ver la categoría mundana de muchos de los pobres diablos que se enredaron en la trama.

__

11 diciembre 2010

Vargas Llosa matiza

Dice Vargas: "el demócrata y el liberal que soy -que trato de ser-..."

Con el gesto de humildad del que dice: el cristiano que trato de ser, el buen hombre que intento ser...

Lo que me temía: han convertido la democracia liberal en una moral, en un camino de perfección. Si siguen leyendo, verán cómo describe su tránsito desde el socialismo casi como una conversión, como un largo camino hacia la luz.

Un sistema político convertido en moral... ¿es más inocuo que lo contrario? Peligro.

__

10 diciembre 2010

Los usurpadores


Francisco Ayala aprendió muy bien la lección de Borges, y Borges le dio el summa cum laude cuando elogió "El hechizado" como uno de los mejores cuentos de las literaturas hispánicas, nada menos. Es posible que lo sea. Este cuento parece concebido como una narración enormemente prolija que pasa rápidamente sobre aspectos que juzgaríamos importantes y se detiene farragosamente en otros que en apariencia no pintan nada. ¿Cómo hacer esto sin causar el enojo del lector? Al modo borgiano: inventando un narrador-crítico que comenta el manuscrito y nos ofrece de él sólo unas calas. Al final, el efecto sobre el lector es el mismo, pero sin fastidio. El final, ese final...

Pero Los usurpadores no es sólo "El hechizado", sino otras cuantas piezas que compiten muy bien con él, incluyendo ese atrevido "Diálogo de los muertos", en una colección que en términos discográficos podríamos llamar conceptual. Sus personajes, casi todos históricos, representan al poderoso digno de compasión. "Non est potestas nisi a Deo", y el ejercicio del poder convierte a estas criaturas en seres vacíos o muertos en vida. El momento supremo de sus existencias se convierte en un abismal fracaso para ellos y para otros, y sólo la caridad, como vemos en "San Juan de Dios", puede ampararlos.

Nota redactada en julio del 2010

Otras obras de Ayala comentadas aquí:

-El fondo del vaso
-La estructura narrativa
-Relatos

__

09 diciembre 2010

Vaya, ya entonces lo sabían.

Pensaba encerrarte en un pensionado para evitarte un desastre matrimonial, que es como suelen acabar los amores libres.

Tío Eusebio, en Incierta gloria, de Joan Sales


No hacían falta estadísticas.


__

08 diciembre 2010

Controlar


Ser controlador de profesión debe de inflar un montón en esta España de las vanidades, sobre todo desde que el verbo controlar ha desplazado a dominar en el uso actual del idioma: se gana mucho en resonancia, no cabe duda.

Es normal que el gobierno Rubalcaba haya cogido al vuelo, je, esta ocasión de mostrar que controla algo. Dar una lección a esos pijines que, sin duda, votan al PP puede reanimar un poco a su electorado. No me sorprendería incluso, conspiranoico de mí, que la cosa haya sido inducida. El hecho de que se trate de desviar el dedo acusador hacia el partido de Rajoy, pobrecillos, no hace nada por desmentirlo.

No sé si el estado de alarma es ilegal, o excesivo, ni tampoco de qué otro modo podría haberse actuado. Pero no puedo negar que me alegra ver meter en cintura a los sindicatos, niños malcriados de la España constitucional. Con todo, quién diría que íbamos a ver al partido de Pablo Iglesias sacando al ejército para reprimir una huelga. Después de todo lo que hemos luchado en España etc etc. Sólo cabe esperar la misma energía cuando los convocantes sean Comisiones o UGT y no se trate de aeropuertos sino de hospitales o escuelas. Por decir algo, claro: un gremio tan dócil como el de la enseñanza en este país no lo soñó ni Mussolini.

__

07 diciembre 2010

La piedra de toque


Hay que tomar esta novela como lo que es: un relato ejemplar. Un producto destinado a colegios o institutos, con el que practicar la interdisciplinariedad: literatura más educación en valores, ética o cualquiera que sea el nombre que adopte la cobertura moral del sistema. Las actitudes de los personajes son en extremo simplistas o ingenuas y revelan a la legua el público juvenil a que va destinado el libro. Y es una pena, porque Montserrat del Amo domina el arte narrativo. La historia consigue enganchar, y viene servida con una estructura circular muy resultona; la inserción de fragmentos en primera persona, desde el punto de vista de distintos actores del drama, termina de dar solidez a la construcción narrativa. Si hubiese prescindido de esas actitudes extremosas ya citadas o de lecciones de moral demasiado explícitas, hubiera resultado mucho mejor.

Pero, dentro de su género, es absolutamente recomendable. No se está preconizando una solidaridad porque sí, de las que tanto se estilan, en plan reivindicativo y de sólo derechos. Hay una defensa del esfuerzo por la propia superación y una condena de la falsa compasión que lleva a superproteger al minusválido. Igualmente, la familia protagonista da muestras de un enorme sentido de la educación en responsabilidad. Andrés y Pablito son comprensivos a la vez que exigentes con Fernando, el pequeño paralítico cerebral, porque a su vez sus padres lo son con ellos. Unos padres que no dejan de revelar tampoco sus puntos débiles. Es la diferencia con los malos, demasiado unilaterales y casi caricaturas.

Nota redactada en noviembre de 1999

__

03 diciembre 2010

Los padres preparan el cuerpo

(lo preparan sólo, no lo "hacen"). El alma espiritual es creada por Dios e infundida en aquella materia, que -a partir de ese momento- es un cuerpo humano, y no propiamente un cuerpo animal, y además es el cuerpo de "otro", el cuerpo de una persona. De ahí esa experiencia universal de la irreductibilidad de los hijos a la "voluntad" de sus padres, y la comicidad de la expresión -hoy esgrimida comercialmente por los laboratorios de "reproducción humana"- "derecho a tener un hijo" que, paradójicamente y como ha mostrado magistralmente Tomás Melendo, vulnera los más elementales derechos del hombre, de la persona, que por definición no puede ser "objeto" de un derecho ajeno.

Carlos Cardona, Ética del quehacer educativo

__

01 diciembre 2010

Qué cruz, enseñar Humanidades.


Vas y les dices a los chicos que hay que asociar el Romanticismo a la ideología liberal. Luego te encuentras un titular de Nuestro Tiempo que reza: "Carlistas, los últimos románticos". Y piensas: menos mal que no lo han visto, porque además el de Historia les habrá contado largo y tendido las luchas decimonónicas entre liberales y carlistas...

Lo sé, no todo es tan sencillo, y eso también hay que enseñarlo. Pero a veces envidio a los de Física: velocidad, espacio, tiempo; o a los de Matemáticas: los tres ángulos de un triángulo, ciento ochenta grados, y tal.

__

30 noviembre 2010

Amor y responsabilidad


Conozco a un señor que odia las citas "lanzadas como pedradas". Con Karol Wojtyla no hay ese problema, porque no se encuentra a lo largo del libro ni una sola frase redonda y lapidaria susceptible de ser arrojada al adversario. Lo que sí se encuentra es una argumentación sólida y profunda, que si por momentos resulta ardua, queda compensada por lo machacón de las ideas madres. Que son estas: la persona no puede ser utilizada o gozada, sino amada; sólo hay amor cuando miro al otro como persona, no como un conjunto de encantos sexuales; sólo en el matrimonio se realiza plenamente (verdaderamente) el amor sexual entre hombre y mujer. Todo ello supone una reivindicación de la continencia y la castidad como virtudes que regulan los impulsos sexuales y los integran en el amor: rehabilitación es el térmno que utiliza aquí el traductor, lo que supone que esas virtudes habían sido desechadas como inútiles en el parecer de muchos. En ese camino, como vemos a diario, queda mucho por andar, pero este libro es un jalón de mucho peso en el recorrido. Un peso que se advierte en la enseñanza de los últimos papas y en la vida real de muchas familias, cada vez más, afortunadamente.

Nota redactada en febrero del 2010

__

26 noviembre 2010

Irónico, deplorable, real.


Todo el mundo comprende que, cuando una guerra termina, las operaciones de limpieza, ordenación y venganza sobre los vencidos llevan tanto tiempo y esfuerzo mental como el conflicto mismo.

Robertson Davies, Lo que arraiga en el hueso

__

25 noviembre 2010

Cuentos perversos


Cuentos perversos es una obra de literatura naïf, de esas que aborrezco, pero tiene siempre el gracejo particular de Javier Tomeo. Hay mucho realismo mágico, también. Parece que no logramos desprendernos de él.

Se trata de una extensa colección de relatos breves (una media de tres páginas cada uno) con más de absurdo que de perverso, a no ser que consideremos el absurdo como perverso, que es lo que parece deducirse de aquí. De todos modos, no hay sensación de agobio kafkiano, no hay patetismo. La criatura humana y su desvalimiento son aquí solo risibles, si son algo.

Es un mundo poblado de fantasmas, que recuerda a veces al poema "Insectos", de Dámaso Alonso, pero con humor en lugar de angustia. A este respecto recuerdo la pieza en que un tipo llega a una ciudad llena de sanguijuelas gigantes, con las que los ciudadanos se han acostumbrado a convivir. La solución de un artista de entreguerras habría sido que los bichos acaban por matar al hombre; pero en Tomeo el hombre se marcha como ha venido, molesto por lo incómodo de la situación, pero nada más. Esto dice mucho del cambio de mentalidad operado en nosotros: si hay fantasmas, se procuran rehuir, y ya está.

Hay otras piezas que se acercan más al humor de Mihura, Neville y demás. Por ejemplo, aquel en que dos niñas le espetan a su abuelo: "cuéntanos un cuento de princesas subnormales". El arranque ya es genial y en su brevedad está también su eficacia.

Nota redactada en abril del 2002


__

24 noviembre 2010

Payne rebautiza la ley de memoria histórica


En las democracias normales no se aprueban leyes dictando cómo se han de interpretar los conflictos domésticos.

Stanley G. Payne, en Cuadernos de pensamiento político, 28

Ley de interpretación de la guerra civil. No está mal.

__

23 noviembre 2010

Ecos de sociedad

Acto de repudio del franquismo

Esta semana ha hecho su acto de repudio del franquismo doña Mercedes Eguíbar Galarza, autora de varias obras ascéticas y biográficas. El acto ha tenido lugar en la contraportada de ABC, con motivo de la presentación de su libro sobre José María Pemán, en una entrevista donde casi consigue demostrar que el escritor gaditano permaneció neutral durante la guerra civil.

La señora Eguíbar será próximamente recibida en la sociedad progresista con el desdén habitual en estos casos.

__

19 noviembre 2010

El olvido de la razón


Juan José Sebreli es un humanista y un ilustrado, con las virtudes y limitaciones de esa condición. Cree en la universalidad de la condición humana y sus valores, pero le falta un puerto de anclaje para esos mismos valores, al rechazar la religión como algo externo y, diríamos, opcional a la humanidad.

Todo lo que sea irracionalismo le causa horror, pues. Este libro se inscribe en la línea de la desmitificación cuyo primer jalón importante, que yo sepa, es el Intelectuales de Paul Johnson. Poco títere queda con cabeza aquí: Nietzsche conduce a la nada, Heidegger es un puro experimento literario a la mayor gloria de sí mismo, Freud fue un fracaso como médico y un reaccionario en sus concepciones sexuales (ni curó ni liberó), los estructuralistas fueron unos veleidosos, tan pronto partidarios de Joselito como de Belmonte... Y he de decir que todo esto lo leo con satisfacción, ya que en efecto estamos saturados de idolatría hacia unos personajillos que personalmente valían bastante poco. Y me agrada también su crítica del relativismo, aunque no veo por qué ha de considerar "inquietante" la compañía de la teología católica en esa crítica.

Nota redactada en marzo del 2010

__

18 noviembre 2010

... y no te dejen llorar.

Oigo que también se prohibirá el tabaco (es la pulsión de este gobierno: cuanto más les critican algo, más insisten en ello) en los lugares donde se forman colas; por ejemplo, en las oficinas del INEM.

Conocí a un tipo capaz de calificar de modo certero situaciones como esta: es como que te den... y no te dejen llorar.

__

17 noviembre 2010

Hay generaciones infieles a sí mismas



que defraudan la intención cósmica depositada en ellas. En lugar de acometer resueltamente la tarea que les ha sido prefijada, sordas a las apelaciones urgentes de su vocación, prefieren sestear alojadas en ideas, instituciones, placeres creados por las anteriores y que carecen de afinidad con su temperamento. Claro es que esa deserción del puesto histórico no se comete impunemente. La generación delincuente se arrastra por la existencia en perpetuo desacuerdo consigo misma, vitalmente fracasada.

José Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo

__

15 noviembre 2010

He tenido un sueño


"La moral se la impone cada uno", dice el jefe del ejecutivo. Yo me voy a imponer una consistente en que dar una patada en el culo a los cretinos con cargo sea un acto lícito e incluso virtuoso. Puede que choque con la legalidad, pero con el tiempo hablaremos de una nueva conquista social.

Y que conste que yo no me metería ahora con este hombre si él no hubiera insultado a todo católico viviente diciendo, acerca de la visita del Papa, que "la mayoría de los españoles quiere ser libre y que no le impongan ninguna moral". Lárgate ya, despreciable inútil, y déjanos en paz.

__

Ética de la procreación


Martin Rhonheimer, más que alemán, diríase británico por la flema que se gasta. Porque rebatir sin una sola burla y sin palabras mayores a gente como Peter Singer, el tío de los derechos de los monos, requiere cuajo. Pero sí, es alemán en su empleo de la razón pura. Coge las afirmaciones de este y de otros prescindiendo del juicio que nos puedan merecer al común de los mortales y las desguaza con paciencia, paso a paso, adelantándose a posibles objeciones, para rebatirlas limpia e impecablemente. Lo cual le lleva, también, a arrinconar argumentos que no sirven por más que favorezcan nuestra causa, por así decir, o que conlleven un juicio de intenciones. No hablo solo de la naturalidad de la continencia periódica frente a la artificialidad de la píldora, que es algo que se desecha ya de partida, sino, por ejemplo, de aducir supuestos egoísmos en la conducta anticonceptiva. En realidad, Rhonheimer trata a sus oponentes como a unos benditos con los que no acaba de estar de acuerdo por una simple cuestión de lógica. Lo cual, claro, le confiere credibilidad y nos admira a los ibéricos que sacamos la maza a poco que nos busquen.

Nota redactada en abril del 2008

Otras referencias a esta obra aquí y aquí.


__

12 noviembre 2010

Más Manzoni


La desventurada intentó todos los caminos paa eximirse del horrible mandato [de entregar a Lucía, a quien tenía en custodia]; todos, salvo el único que era seguro, y que tenía siempre abierto ante ella. El delito es un amo rígido e inflexible, contra el que sólo se hace fuerte quien se rebela por entero. A esto Gertrude no quería resolverse, y obedeció.

Los novios, claro.

__

11 noviembre 2010

Formas breves


En Anagrama han cogido la costumbre de publicar todo lo publicable de los autores que han recibido ya la confirmación de la crítica internacional. Creo que era Julián Marías el que criticaba en uno de sus artículos este proceder: que se incluyan dentro de las obras completas de tal autor hasta los autógrafos que escribió en una servilleta para dedicarlos a un admirador. Pues bien, uno coge Formas breves con la intención de ver cómo se las gasta el tal Ricardo Piglia como novelista, y resulta que son escritos dispersos de muy vario carácter. Algo así hizo la editorial también con Paul Auster en su último lanzamiento, de cuyo título no me acuerdo.

El caso es que no lamento haber leído esas "Tesis sobre el cuento" que prácticamente cierran el libro, porque, por muy opinables que sean, proyectan un poco de luz sobre ese género nuevo y todavía no muy delimitado que se llama el cuento contemporáneo. Dos historias que se entrecruzan, y la labor del cuentista es ofrecernos el punto exacto en que se produce el encuentro, velándonos más o menos una de ellas. Es sugestivo, y Piglia tiene la originalidad (muy propia de un escritor manierista) de plantearse cómo hubiera escrito Kafka un cuento de Borges, o viceversa. Es lo mejor del volumen, repito, porque el resto me parece eso, un ejercicio manierista.

Nota redactada en junio del 2001

__

10 noviembre 2010

Así se pierden las colonias


Hacia las cinco de la tarde el elemento militar rugía alrededor de los aperitivos, toda suerte de licores que en el momento de mi llegada acababan de sufrir un aumento en el precio. Una delegación de clientes iba a solicitar del gobernador una disposición oficial que prohibiera a los bares hacer lo que les daba la gana con los precios corrientes de la absenta y del cassis. Según ciertos habituales, nuestra colonización se hacía más y más penosa por culpa del hielo. Es un hecho: la introducción del hielo en las colonias fue el principio de la desvirilización del colonizador. Desde entonces, soldado por costumbre a su aperitivo helado, el colonizador tuvo que renunciar a dominar el clima con sólo su estoicismo. Los Faidherbe, los Stanley, los Marchand, digámoslo de pasada, tuvieron en gran estima la cerveza, el vino y el agua tibia y dudosa que sin quejarse bebieron durante años. No es más que eso. Así se pierden las colonias.

Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche

__

09 noviembre 2010

Dos observaciones de Manzoni sobre la pasión


En el mismo párrafo de Los novios se refiere a:

...esa funesta docilidad de los ánimos apasionados ante el afirmar apasionado de muchos...

y a

...esa cosa demasiado frecuente en el bien, que sus partidarios más ardientes resultan un impedimento [lo cual, dice, gracias al cielo, también sucede a veces en el mal]

__

08 noviembre 2010

Mal de escuela


Haber sido zoquete (esta es la palabra que emplea reiteradamente el traductor) da una gran ventaja a la hora de comprender a este tipo de alumnos, tan maltratados por los malos profesionales de la enseñanza, en dos sentidos: el de quien los desdeña como casos perdidos y el de quien quiere engañarlos dándoles títulos porque sí (estilo este último el de la pedagogía socialista, como bien sabemos). Daniel Pennac(chioni) consiguió salvar su negro porvenir gracias a esos buenos profesores que no dan nunca por perdido a un alumno, a pesar de que "no tenían la menor preparación para ello", como dice el autor en uno de los párrafos más memorables.

La clave de todo, que está aleteando en todo el libro y que uno espera que el autor declare tarde o temprano, está al final, cuando, hablando Pennac con su yo zoquete, este le menciona el amor como principio fundamental de toda educación. Ese amor lleva también a no quedarse en la queja estéril: la grosería, el desorden, todo eso existe y hay que decir que es malo y enmendarlo, pero no es aún el fin del mundo. Un libro edificante y delicioso.

Nota redactada en diciembre del 2008

Otras referencias a este obra aquí y aquí.

__

05 noviembre 2010

El alma

Es una de las facultades singulares e intransferibles de la religión cristiana, poder guiar y consolar a quienquiera, en cualquier coyuntura, cualesquiera que sean los términos en que se acuda a ella. Si para lo pasado hay remedio, esta lo prescribe, lo suministra, da luz y fortaleza para ponerlo en obra, cueste lo que cueste; si no lo hay, procura el modo de hacer real y efectivamente, como dice el proverbio, de necesidad virtud. Enseña a proseguir voluntariamente lo que se ha emprendido por ligereza; inclina el ánimo a abrazar con buena disposición lo que se ha impuesto con la violencia, y da a una elección que fue temeraria, pero que es irrevocable, toda la santidad, toda la sabiduría, digámoslo francamente, todos los goces de la vocación. Es un camino tal que, fuera cual fuese el laberinto, el precipicio, desde los que el hombre llega hasta él, y en él da un paso, puede, a partir de entonces, caminar con seguridad y de buena gana, y llegar felizmente a un lugar feliz. Por este medio, Gertrude habría podido ser una monja sana y dichosa, sin importar cómo había llegado a serlo. Pero la infeliz se debatía en cambio bajo el yugo, y así sentía con más fuerza su peso y sus sacudidas. Una nostalgia incesante de la libertad perdida, el aborrecimiento de su estado presente, un vagar fatigoso tras deseos que nunca serían satisfechos, tales eran las principales ocupaciones de su ánimo. Rumiaba aquel amargo pasado, reconstruía en su memoria todas las circunstancias por las que se encontraba allí, y deshacía mil veces inútilmente con el pensamiento lo que había hecho con las obras; se acusaba a sí misma de cortedad, y a otros de tiranía y perfidia; y se reconcomía. Idolatraba y a la vez lloraba su belleza, deploraba una juventud destinada a consumirse en un lento martirio, y envidiaba, en ciertos momentos, a cualquier mujer, de cualquier condición, con cualquier conciencia, que pudiese libremente disfrutar en el mundo de aquellos dones.

Alessandro Manzoni, Los novios, capítulo X

__

04 noviembre 2010

La cara


Su aspecto, que podría aparentar veinticinco años, producía a primera vista una impresión de belleza abatida, ajada y, casi diría, descompuesta. Un velo negro, suspendido y extendido horizontalmente sobre la cabeza, caía a ambos lados, un tanto separado de la cara; bajo el velo, una blanquísima venda de lino ceñía, hasta la mitad, una frente de distinta, pero no menor blancura; otra venda plisada rodeaba su rostro, y terminaba bajo la barbilla en un cuello que se extendía algún tanto sobre el pecho cubriendo el escote de un hábito negro. Pero aquella frente se fruncía a menudo, como por una contracción dolorosa; y entonces dos cejas negras se aproximaban, con un rápido movimiento. Los ojos, muy negros también, se clavaban a veces en el rostro de las personas, con inquisitiva soberbia; a veces se bajaban apresuradamente, como buscando un escondite; en ciertos momentos, un observador atento habría argüido que pedían afecto, comprensión, piedad; otras veces habría creído sorprender en ellos la revelación instantánea de un odio inveterado y reprimido, un no sé qué de amenazador y feroz: cuando se quedaban inmóviles y fijos en el vacío, algunos habrían imaginado una displicencia orgullosa, otros habrían podido sospechar la pesadumbre de un pensamiento oculto, de una preocupación familiar al espíritu, y más fuerte en él que los objetos circundantes. Las mejillas palidísimas descendían con un contorno delicado y gracioso, pero alterado y desdibujado por una lenta extenuación. Los labios, aunque apenas coloreados por un rosa desvaído, resaltaban, sin embargo, en aquella palidez. Sus movimientos eran, como los de los ojos, repentinos y vivos, llenos de expresión y de misterio. Las proporciones bien formadas de su alta figura desaparecían en cierto abandono de su porte, o aparecían desfiguradas en ciertos ademanes repentinos, irregulares o demasiado resueltos para una mujer, cuanto más para una monja. Incluso en el vestir había aquí y allá algo estudiado o descuidado, que anunciaba una monja singular: el talle estaba ceñido con cierto esmero mundano, y de la venda sobresalía cayendo sobre una sien un mechoncito de pelo negro; cosa que demostraba olvido o desprecio de la regla que prescribía llevarlo siempre rapado, desde que había sido cortado en la ceremonia solemne de la toma de hábito.

Alessandro Manzoni
, Los novios, capítulo IX

__

02 noviembre 2010

La gota de mercurio


El peso concedido a la circunstancia española en las historias de la literatura es lo que ha hecho olvidar novelas como esta de 1953, ambientada en México y con una problemática que nada tiene que ver con lo social. Hay que decir ante todo que resulta admirable el modo en que Alejandro Núñez Alonso sostiene una trama psicológica, con pinceladas a veces deslumbrantes, sin parecer pretencioso, o rara vez, y con una buena asimilación de las técnicas narrativas puestas en marcha desde principios del XX, sin abusar de ellas.

Eso sí, tal vez el personaje sea más hipotético que real, como lo son los héroes de Tirso o de Unamuno, por ejemplo. Este Pablo Cossío nos hace partícipes, a lo largo de las trescientas y pico páginas, de los motivos por los que va a suicidarse inminentemente. Lo curioso es que Núñéz Alonso lo trata con cierto despego: hay un contraste llamativo entre la gravedad de los monólogos del personaje y su final, un tanto chusco, no sólo por no conseguir su propósito de suicidio, sino porque, a pesar de que él insiste en que no es el amor la "causa", no dejamos de intuir lo contrario, y la aparición última de su ex-amante lo confirma.

Nota redactada en octubre del 2009

Otras referencias a esta obra aquí y aquí


__

29 octubre 2010

Profesor de Electricidad:

¡Manolita [tutora], estoy harto de tus chicas de 4º [de la ESO]...! ¡Se dedican a hacerse pulseritas de colores con los cables...!

Se imaginan la de comentarios que podría hacer al respecto, ¿no? Pues ya saben.

__

28 octubre 2010

Ni santa ni tan calvo


La Inquisición ha polarizado una fortísima actitud emotiva que hace casi imposible referirse a ella en términos de objetividad. Su nombre ha llegado a constituirse en definición de uno de los más agudos matices del horror, y no hay manera de librarlo de la carga afectiva que sobre él pesa. Sin embargo, ni los procedimientos de la Inquisición eran especialmente crueles y tenebrosos en su tiempo, ni hay en toda su historia nada que alcance a las tenebrosas crueldades de que es testigo impasible el nuestro.

Francisco Ayala
, Razón del mundo

__

27 octubre 2010

De los nombres de la censura

La censura, como tal, es un arma de vencedores, que pocos saben manejar con sutileza. En España se dio hasta la Ley de Reforma Política, cuando los vencidos fueron invitados a la fiesta, no de modo tan altruista como pudiera parecer, ciertamente; y no ya como vencidos, pues se trataba justamente de olvidar rencillas.

Si la censura del vencedor se hubiera aplicado con tanto rigor como en Europa, hoy seguiría siendo delito exhibir la hoz y el martillo o negar la matanza de Paracuellos. De hecho, un modo de manejar con sutileza la censura consiste en tipificar como delitos, e incluso como enfermedades (¿hay que recordar la famosa homofobia?), las opiniones que se quieren reprimir. En España aún vivimos de la explosión de libertad de la transición, pero la querencia del partido del gobierno parece apuntar en el sentido descrito.

Los curas y los militares siempre fueron muy toscos. Tenían los maestros, tenían los medios de comunicación... Un organismo de censura era perfectamente superfluo, como lo es hoy, para la imposición de una idea. Y, a la larga, ¿qué les ha traído? El descrédito. Para que aprendan.

__

26 octubre 2010

Moby Dick



Lo mejor de esta novela es el primer párrafo, los parlamentos shakespearianos y le épica caza de la ballena en los últimos tres capítulos. No necesariamente por este orden. En cambio, no acabo de verles la gracia a tantas digresiones sobre las ballenas, la navegación, etc. Me pregunto si con ellas el autor pretendería inyectar un plus de heroicidad y novelería a la epopeya de Ahab, así como las ficciones tan ideales intercaladas por Cervantes en el Quijote sirven, según algunos, para comunicar más realidad a las peripecias del caballero, por contraste.

En todo caso, una de las cosas que más sorprenden en esta novela es esa ironía o ese humor que se hallan un poco por todas partes y que parecen un contrapunto a esa confrontación colosal entre Ahab y Moby Dick, como si el propio Melville (o Ismael, si se quiere) quisiera distanciarse de su creación (o de su historia). Nunca olvidaré, como ejemplo soberano de esa ironía, el comentario de aquel capitán en el sentido de que los arponeros más piadosos eran los más ineficaces, pues su religiosidad les restaba fiereza. Sabiéndolo o no, enunciaba una clave de interpretación de la historia moderna.

Nota redactada en agosto del 2009

Otras referencias a Moby Dick aquí y aquí


__

25 octubre 2010

Maura, don Antonio:

Quiero a la Iglesia fuera del Estado, pero viva y operante en el seno de la sociedad.

Así de claras se pueden decir las cosas. Pongan ustedes en su lugar "muerta e inoperante" y tendremos, en dos palabras, los términos de la polémica.

__

22 octubre 2010

Tremendos

Su obra [de Francisco Ayala, esposo y colega] no podía leerse ni comprarse. Ni la de Clarín. Algunas librerías secretas tenían algunos libros, pero había muchas dificultades. Los españoles deberían saber lo que pasó en esos años... Para leer La Regenta tuve que ir a una biblioteca, no se vendía. Fueron unos años tremendos.

Carolyn Richmond, en La Nueva España, 16 octubre 2010

Ya. Imagino la agonía del español medio al despertar por la mañana: "Dios mío, un día más sin leer Muertes de perro e Historias de macacos!" ¿Cómo pudieron soportarlo?

Creo que en 1976 se agotaron las ediciones.



APÉNDICE I

"Las Obras selectas [de Clarín, incluyendo La Regenta, 1947], de precio relativamente alto, al principio se vendieron de manera muy moderada pero luego "se inició un incremento paulatino" que desembocó en una segunda edición aparecida en 1966... A partir de 1966 las ediciones de La Regenta en Alianza son prácticamente anuales (doce en quince años), lo cual viene a significar una media de 11.200 ejemplares por año durante tres lustros consecutivos, a los que hay que añadir los ejemplares que venden simultáneamente otras editoriales... En total, desde 1947 hasta 1981 La Regenta es publicada por cinco editoriales españolas..."

Jean-François Botrel, Clarín y La Regenta en su tiempo: actas del simposio internacional, Universidad de Oviedo.


APÉNDICE II

Algunas ediciones de Francisco Ayala:

De este mundo y del otro. Edhasa, Barcelona, 1963
El rapto. Alfaguara, 1965
El jardín de las delicias. Seix-Barral, 1971
En el monográfico de Ínsula sobre Ayala (octubre 2007) se alude a las reediciones en España de Los usurpadores y Muertes de perro, durante los 60 y 70.


__

21 octubre 2010

Mientras no tengamos rostro


Emprendí la segunda lectura de esta obra con el propósito de dejarme llevar por la historia y pasar de buscar símbolos y mensajes. Pero eso resulta imposible: estamos hablando de lo más parecido a una Divina Comedia de los tiempos modernos, donde casi cada episodio tiene un simbolismo. El juego es lo suficientemente atractivo como para dejar de practicarlo. Lo que no quiere decir que la historia en sí misma carezca de fuerza.

No sabemos hasta qué punto Lewis podría decir "Orual c´est moi", como Flaubert con su personaje. Su biografía es también la de alguien que siente repulsión hacia los dioses (léase las cosas de Dios), en parte por el modo como los hombres presentamos a los dioses, y sólo él sabe si en parte por resistencia a la gracia; pero que acaba, como Orual, por sucumbir ante el empuje insistente de esa gracia. En todo caso, Orual es cada uno de nosotros; nosotros, portadores de un nombre (aquí, rostro) que, según la escritura, sólo nos será revelado al fin de los tiempos, y con actitudes diversas ante lo poco que del rostro de los dioses (léase de Dios) nos es dado contemplar aquí.

Nota redactada en abril del 2010

Otras obras de C. S. Lewis comentadas aquí:

Lo eterno sin disimulo

Cautivado por la alegría


__

20 octubre 2010

Trabas, convenciones...


Leo la interpretación de La Celestina por Guillermo Díaz-Plaja:

... la España teológica de la Edad Media se cierra con un canto al amor carnal, sin escrúpulos ni fronteras... El mensaje tremendo, revolucionario, está en el hecho mismo, con toda su fuerza genesíaca y paganizante, del amor conseguido por encima de trabas y convenciones...

No me resulta nuevo, y sé que se sigue enseñando así. Lo que me pregunto es de dónde lo han sacado.

¿Trabas? ¿Quién se las pone? ¿Los padres, que no se enteran? ¿La Iglesia, que ni está ni se la espera? Y no vale decir que se sobreentienden, como el valor en la mili. Si son parte del tema, esas trabas han de estar expresas y tener un papel de primer orden en la trama.

¿Convenciones? Las únicas que aparecen en la obra son las del amor cortés, y lo hacen como cobertura hipócrita de la lujuria en boca de los amantes. Por otro lado, de unos héroes del amor libre se esperaría algo de gallardía y de independencia de espíritu... En cambio, Calisto es un triste obseso de quien sus propios criados hacen chacota. Melibea actúa conscientemente, pero inducida por una Celestina que sólo busca una victoria personal y una recompensa material... Una Celestina, por cierto, cuyo mundo dista de ser ejemplo de nada.

La Celestina es un laberinto de pasiones que abocan a la muerte violenta. Su autor no necesitaba disimular nada porque en primer lugar no tenía necesidad de escribir la obra, y si lo hizo fue con la intención que dice en el prólogo. Pocas veces se verá tal correspondencia entre intenciones y resultado. La licencia de costumbres del fines del XV no es aquí cantada, sino criticada de la manera más feroz.

__

19 octubre 2010

Debió de ser un calvario inimaginable


Yo viví aquí en 1965 y fue horrible, no podías salir a la calle vestida con pantalones, te paraba la Guardia Civil.

Carolyn Richmond, La Nueva España, 16 octubre 2010

Y encima dejaban fumar en la oficina. Atroz.

__

18 octubre 2010

Maestro Huidobro


"Está viejo y melancólico", dice de sí mismo Jiménez Lozano en el capítulo de este libro que remeda el escrutinio de la librería de Alonso Quijano. Esa puede ser la razón por la cual se pone a escribir narraciones naïf, como dice el solapista. Viejo y melancólico, añora la visión ingenua de la infancia, y escribe una redacción escolar sobre mi pueblo, como lo hubiera hecho un chico de cinco años pero sin su torpeza, claro. Personalmente me crispan los nervios esos cuentos, o novelas, que te empiezan "Pepín lo pasaba muy bien en el corral de su tío, donde había un perro que se llamba tal, y unos conejos, y tía X salía con su delantal y nos llamaba a merendar, y entonces el perro ladraba, guau guau, y Pepín se ponía muy contento..." ¡Qué peste, señor! Es lo que odio del autor de los Grandes relatos (ni puñetera gracia la ironía), que, en sus peores momentos, no es más que un discípulo del Delibes de Viejas historias de Castilla la Vieja. Espero que, en un futuro, siga la línea de Teorema de Pitágoras, novela mucho más consistente. En fin, a lo que iba al principio. Es un relato contado adrede con un punto de vista infantil, donde junto al regodeo con los detalles cotidianos aparece el toque mágico: muñeco que habla, jardín encantado, el Tigris y el Eúfrates en la provincia de Ávila, Etiopía y París a la vuelta de la esquina, nostalgia de la inocencia, en suma. Dije discípulo de Delibes y podría decir también de Jorge Guillén en su reduccionismo optimista. Sólo la guerra ("una guerra que hubo") ensombrece el panorama, pero poco.

Nota redactada en abril del 2000

Otras obras de Jiménez Lozano comentadas aquí:

Carta de Tesa
El viaje de Jonás

__

15 octubre 2010

Porque él amaba a Shakespeare


Una vez la escuché dar una conferencia. Mickey me llevó, una conferencia titulada algo así como: "El privilegio del texto en las comedias tardías: la teoría del discurso teatral y la formación discursiva en Shakespeare". No entendí ni una palabra, y se lo dije a Mickey, y él me intentó explicar a autores como Foucault, Althusser y Derrida y la revolución en el estudio de la literatura de la que Marilyn era un ornamento, pero vi que su corazón no estaba por la labor. El problema de Mickey, comprendí, era que si bien podía hablar con la jerga de la crítica actual, y lo hacía sorprendentemente bien, su corazón en realidad no estaba en ello, porque él amaba a Shakespeare, y amar algo era, en apariencia, una afectación burguesa que ocultaba las maquinaciones del opresivo patriarcado. Marilyn creyó que podría cambiarlo, que podría insuflar un poco de aire fresco en su visión paternalista y burguesa de la literatura, pero no.




__

14 octubre 2010

Y comieron rosquillas

Los protas envejecen enamorados, ven colmadas sus ansias (oh, la democracia en España), comen rosquillas. La amiga que se equivocó de bando, burguesa, católica ella, aburrida de su marido, se echa un amante, se confiesa con la prota, se consuela con los comunistas, que son normales, ay, y yo que pensé...

Almudena Grandes nos ha escrito un cuento moral y edificante como los de antaño. ¿Quién lo iba a decir?

__

13 octubre 2010

Los sufrimientos del joven Werther


Indudablemente, aquí está todo el Romanticismo. No sólo porque uno parezca descubrir al Bécquer de "olas gigantes que os rompéis bramando..." en párrafos como este:

Una escena terrible, ver caer, desde las rocas abajo, las ondas enfurecidas a la luz de la luna... dejando el ancho valle, arriba y abajo, como un solo mar bajo el zumbar del viento... Ante mí corría el río con reflejo espléndido y temible, resonando: ¡entonces me invadió un escalofrío y, de nuevo, un anhelo! ¡Ay, con los brazos abiertos me detuve ante el abismo y respiré, sintiendo lo hondo, y me perdí en la delicia de precipitar allí mis tormentos, mis dolores, de perderme mugiendo como las olas!

Es también la creencia de que el mundo gira alrededor de uno. O, mejor dicho, que debería girar. si eso no se produce, el mundo está de más o yo estoy de más. Si Carlota no puede ser mía, yo he de desaparecer del mundo. Porque, como diría Nietzsche, ¿cómo podría soportar yo, cómo podría soportar Werther no ser Dios?

Y este es el mérito fundamental de esta obra, me parece; el de dar fe de esta nueva sensibilidad, o cosmovisión, o como se llame. Por lo demás, acostumbrado ya a todo esto desde las alturas del 2004, no encuentro gran cosa de meritoria en una novelita epistolar que me recordó de modo inmediato a Pepita Jiménez y que me ha hecho ver a esta como un trasunto burgués de aquella: con fasón, con complimán, con seremoní, la chica es mía.

Nota redactada en agosto del 2004

Otras obras de Goethe comentadas aquí:
Las afinidades electivas
Fausto

__

12 octubre 2010

Es nuestra madre, ¿comprendes?


Es la Madre del género humano, la nueva Eva. Pero al mismo tiempo es también su hija. El mundo antiguo y doloroso, el mundo anterior a la gracia la acunó largo tiempo en su corazón desolado -siglos y más siglos- en la espera oscura, incomprensible, de una virgo genitrix... Durante siglos y siglos protegió con sus viejas manos cargadas de crímenes, con sus manos pesadas, a la pequeña doncella maravillosa cuyo nombre ni siquiera sabía. ¡Una pequeña doncella, reina de los ángeles! Y no hay que olvidar que lo sigue siendo aún. La Edad Media lo comprendió, como comprendió todo [...] Pero presta ahora atención, pequeño; la Virgen Santa no ha tenido ni triunfos ni milagros. Su Hijo no permitió que la gloria humana la rozara siquiera. Nadie ha vivido, ha sufrido y ha muerto con tanta sencillez y en una ignorancia tan profunda de su propia dignidad, de una dignidad que, sin embargo, la pone muy por encima de los ángeles. Ella nació también sin pecado... ¡qué extraña soledad! Un arroyuelo tan puro, tan límpido y tan puro, que Ella no pudo ver reflejada en él su propia imagen, hecha para la sola alegría del Padre Santo, ¡oh, soledad sagrada!...

Cura de Torcy, en Georges Bernanos, Diario de un cura rural

Otra referencia a esta obra aquí

__

10 octubre 2010

A ver, los de Hazte Oír

Habrá que lanzar una alerta para pedir a los presentadores de Intereconomía que dejen hablar a sus entrevistados. Una antología con las caras de estos en el momento de ser interrumpidos podría hacer furor en la próxima edición de ARCO.

Lo que está haciendo Intereconomía es muy meritorio, pero la bisoñez de muchos de sus presentadores se pone de manifiesto en cosas como esta.

__

08 octubre 2010

La humanidad perdida


Estamos acostumbrados a los análisis pesimistas del siglo que acaba. Alain Finkielkraut abunda en ellos, hasta el extremo de considerar a nuestro siglo como aquel en que entra en crisis el mismo concepto de hombre. ¿Ha sido inútil el siglo XX?, se pregunta al final del libro. Desde una perspectiva cristiana, sabemos que no es así, porque existe un "arte de aprovechar nuestras faltas", de las que se puede extraer un bien mayor. Pero preguntrse si sería mejor que cien años de historia no hubiesen existido dice muy poco a favor de quienes los protagonizaron.

Dos taras fundamentales en el siglo XX considera Finkielkraut: la limitación de la dignidad humana a un solo grupo racial (cuya expresión política es el nacionalsocialismo) y la apreciación de la humanidad en abstracto por encima del hombre singular (que hallaría concreción en el comunismo). Como consecuencia, enormes masas de desplazados, que convierten a esta figura, el desarraigado, en la más característica de la época. No entra el autor a analizar con detenimiento las causas de todo ello, pero añade una nota que convierte el asunto en más patético aún: sería el resentimiento, según Finkielkraut, la nota definitoria del hombre del siglo XX.

Nota redactada en agosto de 1999

Otra referencia a esta obra aquí.


__

07 octubre 2010

Utopía y desengaño


El sentido de pérdida es connatural en nosotros, y es sólo en estos siglos en los que venimos padeciendo la doctrina de la perfectibilidad humana mediante sus propios esfuerzos, cuando la visión de lo grotesco en la literatura resulta tan perturbadora. El personaje grotesco en la literatura contemporánea suele parecernos perturbador porque nos impide olvidar que participamos de su condición. La única ocasión en la que debería perturbarnos es cuando se presenta como si fuese un hombre completo.

Flannery O´Connor, "La enseñanza de la literatura", en Misterio y maneras

Lo que daría por saber en quién estaba pensando cuando decía esto último...

__

06 octubre 2010

Informe sobre la televisión


Esparza subtitula este libro del mismo modo que sus crónicas en El Correo: "El invento del maligno". Y nos hace saber en el prólogo que la frase es de Fernando Sánchez Dragó, aunque cualquiera, en honor a la verdad, podría haberla dicho. No cabe duda de que hay algo de ironía en su utilización por el joven intelectual condenado a la crítica televisiva: Esparza no es un hombre dado a las condenas en firme ni a las declaraciones apocalípticas.

Pero lo que parece claro al terminar la lectura de este Informe es que la televisión no es el medio más adecuado para adquirir esa virtud que Cervantes llamaba discreción, y mucho menos aquella otra de la excelencia, tan ponderada por Gracián. Es verdad que lo que se dice aquí no es nuevo; antes al contrario, se ha oído muchas veces. Pero no es menos cierto que Esparza lo adereza con su buen hacer de ensayista y con un buen surtido de referencias culturales. Sin embargo, hay una aportación que espeluzna: siempre se han achacado a la televisión dos cosas: una, que inhibe la capacidad de reflexión y de crítica; otra, la basura que son la mayor parte de sus espacios. No obstante, esto último se consideraba como algo contingente, algo que se podría arreglar con una mínima carga de responsabilidad. Para Esparza, en cambio, el medio es así. Su naturaleza le obliga a ser mediocre, condicionado como está por su receptor y por la competencia. Esto nos hace abandonar toda esperanza. Al menos, por unos siglos.

Nota redactada en febrero del 2003


Otras obras de José Javier Esparza comentadas aquí:

El final de los tiempos. El dolor

Ejercicios de vértigo

__

05 octubre 2010

Lo que el magisterio llama "cultura de la muerte"


no es un conjunto de objetos malignos. Es un uso perverso de los mismos objetos que la "cultura de la vida" usa bien... El diagnóstico prenatal fue inventado por el profesor Lejeune para cuidar del niño disminuido lo más precozmente posible, pero nos servimos de él para eliminarlo in utero, porque una vez fuera somos demasiado sensibles para ahogarlo mirándolo de frente. El En busca del tiempo perdido de Proust ha llegado a ser un florón de los gay & lesbian studies, pero puedo arrancarlo a esa reducción segregativa y reabrir las páginas del libro a la luz trágica de un tiempo reencontrado para volver a perderse. Mil autos de fe no equivaldrían a un solo acto de fe. Más vale una relectura crítica. Un fuego que purifique más que un fuego que consuma. Tanto más cuanto que hay obras sulfurosas que esconden diamantes bajo su ganga y obras que exhalan incienso que no son más que bisutería barata. Examinadlo todo (panta) y quedaos con lo bueno (1 Ts 5, 21). Considerando esa forma de examinar al fuego, el Anticristo de Nietzsche es más cristiano que todo lo que uno pueda sacar alguna vez de un catecismo de los años setenta.

Fabrice Hadjadj, La fe de los demonios

__

03 octubre 2010

Una coma

Hay una plegaria, de las previstas para la Oración de los Fieles en la misa, que me suena extrañamente anacrónica:

Por los laicos comprometidos en la acción misionera de la Iglesia...

Esa frase está clamando, de momento, por una coma detrás de laicos. Eso, a la espera de que llegue el base y fundamento de, el columna vertebral de o el vanguardia de. A ver si hay suerte y me lee Rouco.

__

01 octubre 2010

Damnatio


Diferencia entre la Damnatio memoriae de Franco y la que se practicaba contra los emperadores romanos: en esta última se proscribía el nombre y la efigie del emperador non grato, y con ellos todo recuerdo público. A Franco lo bajan de los pedestales, pero su nombre no se cae del cine, los panfletos y las tribunas políticas. Lejos de proscribir su recuerdo, se le trae a colación de continuo, como metro patrón del mal, cifra de lo que no hay que ser, espantajo agitado contra el adversario.

Al mismo tiempo, se va construyendo el monstruo, un Franco de pega que la izquierda, sobre todo, necesita para legitimarse: un gran vampiro con que atemorizar al pueblo cuando no hay otra cosa a la que agarrarse. Sin él no pueden vivir.


Me inspira esto un artículo de Alberto Buela en Razón española, en el que, de nuevo, se compara la actitud de los políticos de hoy hacia Franco con la damnatio memoriae de los romanos.


__

30 septiembre 2010

El signo de los cuatro


No sé si Doyle era masón, pero su personaje y sus historias tienen ese aire inconfundible que aúna un racionalismo militante con una querencia irresistible hacia lo mágico. Sherlock Holmes reduce a lógica todo lo aparentemente sobrenatural, pero planea sobre toda la novela la condición casi subhumana del asesino indígena, el secreto de la entente de los Cuatro, la sonrisa helada de la muerte... Toda la segunda mitad del siglo XIX fue así, aparentemente racionalizadora y amiga de la ciencia pero cautivada, más que por lo espiritual, por lo mágico e inexplicable.

Esta es una novela de estructura curiosa, pues el relato del asesino (o, mejor dicho, del responsable), cuando el caso ha sido ya resuelto, es casi una historia independiente, una historia que podía haber dado lugar a una novela de aventuras. Tampoco estamos ante el clásico whodunnit ("quién lo hizo"), donde la identidad del culpable es desvelada en el último capítulo. Pero sí que vemos, como siempre, a Sherlock exhibiendo su anormalidad (lo es, al fin y al cabo), su peculiar capacidad deductiva y su, en el fondo, falsa ausencia total de sentimientos, bajo la que se adivina a veces una asumida impotencia para el trato amoroso.

Nota redactada en junio del 2010

__

29 septiembre 2010

Vieja práctica

Tentaciones tengo, si aún no me quedara buen camino por historiar, en poner aquí uno de los discursos o arengas pronunciados por Melanio. Porque el ducho ateniense, bien pertrechado en sus saberes griegos, se animaba en la oratoria de Demóstenes para crear hermosas piezas con citas de Eurípides o Aristóteles, las cuales, si ciertamente no comprendían los reclutas, sí les emocionaban por su sonido, hasta dejarse convencer. El hecho es que Melanio tuvo éxito para arrastrar gente y no sería justo censurarle, ya que es vieja práctica arrebatar a la gente con sonoridades y no con argumentos que obliguen al pensamiento.

Antonio Prieto, El embajador
__

28 septiembre 2010

Su único hijo



Anodina y excesiva. La historia de Bonifacio Reyes y su braguetazo con Emma Valcárcel me ha parecido una simple novela galante que podía haber estado animada por el genio satírico de Clarín, pero se queda en un largo regodeo con las vanidades que al final no conduce (al menos yo no lo veo) a nada relevante. Aplicar el microscopio a la tontería humana como él lo hace resulta gracioso en los cuentos, pero en trescientas páginas empalaga, si no hay detrás un Fermín de Pas o una Ana Ozores. En definitiva, no te lo crees: no hay gente tan tonta, es lo que te sale exclamar, al cabo de unos cuantos capítulos.

Lo mejor de Su único hijo es lo que puede tener de profecía sobre tantos matrimonios actuales apegados a mil caprichos personales y olvidados de la finalidad última de su matrimonio hasta el punto de dar al traste con él. Lo de Bonifacio, deseando tardíamente un hijo como tabla de salvación y aceptando patéticamente el que otro hombre le ha engendrado, no es sino un símbolo cruel de tantas vidas abocadas al absurdo por haber jugado con fuego durante demasiado tiempo.

Nota redactada en mayo del 2010

Otra referencia a esta obra aquí


__

23 septiembre 2010

Rosa Montero:

El pacifista a ultranza ha de ser consciente de que es cómplice de la violencia. No oponerte a la violencia, con la violencia, te convirte en cómplice.

En entrevista a Fernando Arrabal, en El País. Citado por Mercedes Formica en Visto y vivido.

__

22 septiembre 2010

Caballeros radicales

Un sindicato de extrema izquierda llama a la huelga:

¡El miércoles 29, tod@s a la calle! (En lugar de la consabida arroba, pusieron la A inscrita de los anarquistas, pero la intención era la misma: aquí no se hace discriminación de género.)

Pero, en el mismo cartel, más abajo, proclamaban:

¡La crisis, que la paguen ellos!

EllOs.

¿Qué pasa, que entre los malos no hay mujeres?

__

21 septiembre 2010

Gerifaltes de antaño


A pesar de todo, creo que nunca se podría saber, a partir de su trilogía sobre la guerra, si Valle-Inclán era carlista o no. Con ese "a pesar de todo" me refiero a la Introducción de la edición de Austral, donde se afirma lo contrario: a saber, la clara filiación carlista que revelan estos relatos.

Digo esto porque Valle mantiene siempre aquí (más en Gerifaltes... que en las anteriores) ese difícil y peculiar equilibrio entre la estilización modernista y el esperpento. ¿Está admirando a sus objetos, o los está despreciando? Sólo él es capaz de crear semidioses y convertirlos en peleles dentro del mismo párrafo. Quizá ahí ha dado en el clavo: es mostrar dos facetas ocultas en la realidad, auténticas las dos a pesar de su diversidad. Somos semidioses y peleles, y aparecemos como una cosa u otra según nos dé la luz, o la mirada del artista. La verdad está en juntar prerrafaelismo y expresionismo.

Es significativo que a la Generación del 98 le haya atraído tanto la figura del cura Santa Cruz. Lo retratan Unamuno, Baroja y Valle-Inclán en este Gerifaltes de antaño, donde es la figura principal. Se trata, ciertamente, de una figura digna de Solana, parte de la España más pintoresca. ¿qué pasó por las mentes de todos esos curas "trabucaires", de Merino a Santa Cruz, para dejar su ministerio e irse a guerrear? ¿Fue una crisis de identidad adelantada en un siglo? ¿La pervivencia de una atávica alma guerrera que salió a flote con el pretexto de la carlistada?

Nota redactada en diciembre del 2002


Otras obras de Valle-Inclán comentadas aquí:

Los cuernos de don Friolera
Águila de blasón
Tirano Banderas
Claves líricas


__