El deseo de que muera efectivamente pronto una persona incurablemente enferma, que sufre graves dolores y que con seguridad va a morir pronto, es sin duda legítimo. Es lícito incluso rezar para que eso suceda. Pero la voluntad en la que inhiere ese deseo se pervierte en el momento en que este último se transforma en una intención de acción, es decir, en el momento en que se busca de hecho un medio, y se efectúa la correspondiente acción, para hacer real ese deseo, es decir, cuando se elige y efectúa una acción de matar. La voluntad que cumple un deseo de suyo legítimo es aquí pervertida por el querer de un obrar (medio) a través del cual se trata de producir de modo eficaz ese objetivo. La muerte, o la vida, del que sufre el dolor se emplea así como un medio para acortar ese dolor, es decir, la persona que sufre el dolor es utilizada (o se utiliza a sí misma) como medio para satisfacer el deseo "acortamiento del dolor" (la eutanasia pasiva se distingue de ello en que en su caso se renuncia a poner otros medios de alargamiento artificial de la vida; este es, desde el punto de vista intencional, el modo de actuar exactamente inverso).
Martin Rhonheimer, Ética de la procreación
Aquí un buen chiste eutanásico
__