24 enero 2017

El Padre


Por supuesto, no pensé que llegaría a serlo este Fernando Ocáriz Braña que firmaba el folleto La resurrección de Cristo, de la colección Folletos Mundo Cristiano, hoy MC dbolsillo (una de las iniciativas editoriales más meritorias de la España del siglo XX, como nunca se dirá bastante). En la foto, un cura joven de cierta apostura, con una mirada firme como la de los héroes de mi infancia, pero al mismo tiempo feliz, si no soy demasiado fantasioso. Cuando fue nombrado vicario general del Opus Dei usaba gafas y el desierto había ganado casi todo el terreno sobre su cabeza, pero la mirada permanecía. Como el desierto también ha avanzado sobre mi cabeza, pero en sentido diverso, no recordaba que era él también el autor del libro sobre el Tratado de la tolerancia de Voltaire, el único título que me he leído de otra colección también muy meritoria de la editorial Magisterio Español, que se dedicaba a divulgar grandes obras de la filosofía.

Hoy por hoy, no sé ni cómo habla, siempre silencioso al lado de don Javier, aunque creo que escuché una meditación suya en Oviedo. Como sus predecesores, se ocultaba y desaparecía.

No le ha caído nada encima. Oremus pro Patre.

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15 enero 2017

Cuentos completos (Flannery O´Connor)


Decía Miguel Delibes que la novela no debía tener como fin entretener, sino inquietar. En ese sentido, los relatos de Flannery O´Connor son ejemplares. Inquietan en más de un sentido, ya que no solo nos dibujan unos seres humanos realmente monstruosos, muy cercanos al auténtico rostro del pecado, que solo Dios puede ver en su esencialidad, sino que nos dejan siempre con la duda ante el sentido del propio relato. Y esto lo digo como un dardo lanzado contra mí mismo, confesando mi impotencia como lector ante una artista que adivino muy superior a mis fuerzas.

Por suerte cuento con los artículos que nos enlaza Ángel Ruiz Pérez en su blog sobre la autora, que, aunque en inglés, lengua que comprendo a muy bajo nivel, me permiten aclararme un poco, como me sucede con esas películas de autor en que tras leer los comentarios me digo: "ah, claro, era eso". Y lo que más me sorprende es cómo todos estos exegetas encuentran el papel de la gracia divina, nada menos, en los relatos de la O´Connor. Bien es cierto que ella misma se ha encargado de revelárnoslo, en cartas y artículos. Pero yo, salvo en alguno como "Revelación", ni flores. Es cierto que se aprecia en la mayoría un algo que sucede en determinado momento y que parece influir en el protagonista. Veo que algo le sucede a Parker cuando ve arder su tractor, pero no imagino que a partir de ahí se le revela el valor de la encarnación de Dios que él buscaba a ciegas en sus tatuajes, y mucho menos me imagino cómo puede influir esa gracia en su conducta posterior, posterior al final del cuento, quiero decir. Final que, al menos aparentemente, es, como en muchos otros, de una tremenda desolación. En fin, una lección de humildad. 

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13 enero 2017

Tan simpático como anodino, sí.

Jean Guitton en diálgo ficticio con Henri Bergson.

¿No se ha dado usted cuenta, Bergson, cómo el cristianismo, una vez quitado lo sobrenatural real, se vuelve anodino? ¿Qué queda? Un moralismo respetable y bastante constriñente; un humanitarismo que parece que busca excusar a Dios de no haber suprimido las miserias humanas; un "solidarismo" simpático; una esperanza vaga en la mejora de los asuntos del siglo. Todo esto no es sólido, todo esto no es profundo. ¿Hay que desplazar a Dios en persona para enseñar esas banalidades virtuosas? Quite lo sobrenatural, el cristianismo es vacuidad.