29 agosto 2020

Estercoleros...

En efecto, en Vox deberían pensar lo que dicen si no quieren ajustarse a esa imagen de chusma racista que les quieren colgar. No habría estercoleros si se dieran atribuciones a las fuerzas del orden para cortar de raíz cualquier acción delictiva o alborotadora, cometida por magrebíes o por cacereños; si se impeliera a todo el mundo a cumplir sus deberes de ciudadano y si se hiciera efectiva la igualdad ante la ley. Estercoleros serán esos lugares, aunque estén poblados por impolutos descendientes de los godos, si sale más caro a un policía un rasguño infligido a un delincuente que a ese mismo delincuente matar al policía. Más que la multiculturalidad, el problema es el Estado permisivo.

Por cierto, en Estado de alarma uno llama estercolero, varias veces (incluso una vez “pandilla de estercolero”, cosas del directo) a los proetarras que saldrán hoy en manifa. Apuesto a que el terminillo se pone de moda.

Más Estado de alarma: Hablan del prototema (el virus) y coinciden todos en que el gobierno no sabe qué hacer… Un cuerno. Van a ilegalizar la Fundación Francisco Franco y a meter en la cárcel a todos los que hablen bien de Franco. Ahí van como motos.

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28 agosto 2020

Anunciación y otras cosas

 

Bonito cuento de Luis Julio sobre la Anunciación a María, “La Niña”, dentro de sus Cuentos desde la orilla. Destaca a la vez la sencillez de María y su convicción de estar llamada a algo especialmente grande. “Esta muchacha, no sé, parece como si estuviera esperando un ángel”.

De la misma tacada leo otras piezas del mismo volumen. Melancolía ante el paso del tiempo, mirada amable a la naturaleza y compasión por los que bregan día tras día contra toda esperanza. “La frontera” es casi una alegoría de la propia vida humana.

Dicen que en Francia cambian el título a Diez negritos, de Agatha Christie, para no molestar y tal. El que se moleste es [aquí cualquier término del nonnato Diccionario de tontos de Jaime Campmany], pero además se trata de un atentado cultural (otro más), en nombre de un buenismo que amenaza con matarnos lentamente, como el tabaco.

(Suerte que Enrique, como siempre, se lo toma con humor. Qué haríamos sin él)

Green book. Cuando toda una sociedad se hallaba convencida de que tenía razón en sus brutales prejuicios y acabó desengañándose por la vía de los hechos, ¿será difícil convencerla de que el rechazo al “matrimonio gay”, por ejemplo, es fruto de un prejuicio similar? Lo sé, no tiene nada que ver lo uno con lo otro, pero la mala conciencia histórica puede pesar más que la razón, sobre todo en tiempos en que se fía más al sentir que al pensar. El mal siempre trae consecuencias.

Por cierto, el tema principal de esa película no es la denuncia de los prejuicios. Eso queda anulado, por supuesto, ante el fenomenal elogio de la amistad que es la historia del italiano y el negro y su mutuo enriquecimiento personal. Para los incondicionales de Cervantes, es inevitable recordar a Don Quijote y Sancho.