28 febrero 2012

Enrique de Aguinaga,


en Razón española: no tiene sentido ser franquista, porque el franquismo no fue un sistema, sino un hombre y un período histórico, cuyo único objetivo fue la restauración de la monarquía borbónica. La auténtica transición no fue, pues, de la dictadura a la democracia, sino de la república a la monarquía. Es sugestivo, aunque incompleto, claro.
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27 febrero 2012

Reflexionaba hace unos días


Javier de Navascués sobre el problemático papel del bien (así, en abstracto) en las novelas. Casualmente me encuentro ahora con esta aportación de Carlos Pujol:

El Bien es una presencia extraña y desconcertante en una novela, nunca se sabe cuándo estorba y cuándo salva el libro. Ingrediente imponderable y necesario que hay que manejar con un tacto exquisito, pero también dimensión sin la cual cualquier historia se hunde en el narcisismo y la futilidad.

(En Cuadernos de Escritura)

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24 febrero 2012

Pepa Niebla


Esto son las memorias de Jaime Gades Dartmoore, que por lo visto protagonizaba una obra teatral anterior de don Torcuato. Ocurre que, sin embargo, en la novela hay dos planos narrativos, pues esas memorias se las encargó el doctor Maldonado como procedimiento para hacer un diagnóstico de su presunta enfermedad mental, la de Jaime, claro. Desde mi punto de vista hubiera resultado ya una novela impresionante sólo con las memorias, pero tal vez el autor quiso rendir tributo a la moda experimental de la época (la novela es de 1970) o tal vez añadir un elemento de sorpresa, una vuelta de tuerca más a la trama, o quizá no sea nada de eso y estaba todo desde el principio en la concepción de la novela, como modo de ofrecernos un cuadro psiquiátrico como es el muy bien bosquejado de Jaime Dartmoore. De cualquier manera, el doble plano de la realidad no resulta forzado y configura una estructura convincente.

De hecho, no encuentrro en esta novela nada que justifique su exclusión, y la del autor, de los manuales de literatura convencionales. Habilidad narrativa, dominio del idioma, personajes consistentes, trabajada estructura... Todo ello deja a Cinco horas con Mario, por citar algo contemporáneo, como una simple ocurrencia que tuvo suerte. Tal vez resultan algo largos los episodios con Pepa Niebla en las Bahamas, pero a la postre resultan necesarios para la comprensión del personaje, tal como lo presenta Maldonado.

Por cierto: el autor es Torcuato Luca de Tena

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23 febrero 2012

Qué razón tienes

Por lo que veo, el amor es un bien que no puede existir en toda su plenitud. Tal vez los corazones que gozan de semejante bien son tímidos, se turban y se esconden, no quieren discutir con los listos que niegan su existencia. Tal vez se compadezcan de ellos, perdonan, en nombre de su felicidad, que pisoteen la flor que, por falta de terreno, puede echar profundas raíces y convertirse en un árbol capaz de cobijarles toda la vida.

Andrei Shtolz, en Oblómov, de I. A. Goncharov

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21 febrero 2012

Si Dios no existe


Este pensamiento da idea de lo que es la espiritualidad eslava frente a la occidental, aunque la suscriban un francés y un rumano.

... el jesuita Auguste Valensin enuncia lo esencial cuando admite que, por muy imposible que sea, no se arrepentiría de haber tenido fe aunque en el lecho de muerte se le mostrara con una evidencia irrefutable que se ha engañado, que no existe la vida futura y que ni siquiera existe Dios; por el contrario, se sentiría honrado de haber creído cosas como estas, puesto que, si el universo es estúpido y digno de desprecio, tanto peor para el universo; no se ha equivocado el que piensa que existe Dios, sino que el error es de Dios por no existir. ¡Para qué hablar más! No logro encontrar nada fuera o por encima del credo que formuló Dostoyevski y que presenta de una manera simple: creo que no existe nada más bello, más profundo, más seductor, más razonable, más varonil y más perfecto que Cristo; es más, si alguien me demostrara que Cristo está fuera de la verdad y que, de hecho, la verdad está fuera de Cristo, entonces yo preferiría quedarme con Cristo, antes que con la verdad.

(Nicolae Steinhardt, El diario de la felicidad)

Lo que es un modo de argumentar en contra del pesimismo popular que suele decir: demasiado bonito para ser cierto. En el caso de Cristo, es demasiado bonito para ser falso.

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20 febrero 2012

Calix


No le importa a su autor que se note que Calix es una especie de... desmitificación, por aceptar una palabra tan manida; una desmitificación del género histórico-esotérico que inició el inefable Código Da Vinci, fenómeno asimilable a los libros de caballerías por lo que logró cautivar a un amplio público desde unos presupuestos literarios deleznables. En tiempos de crisis de la lectura, ese éxito vino a ser un sarcasmo añadido.

Desmitificación, porque de lo que trata Sergio Lechuga Quijada es de rebajar la importancia de lo esotérico, viniendo a quedarse con lo histórico y dando a una trama que tiene como centro al Grial un final casi de Jardiel Poncela. Para misterio, dice, tenemos bastante con la Eucaristía; si el cáliz de Valencia es el auténtico cáliz de la Última Cena, importa poco, y no digamos lo que importan, cara a la realidad, las fantasías tejidas por mentes calenturientas en torno a ese objeto.

La novela sigue el esquema de sus modelos, alternando una trama policíaca más o menos actual (en este caso situada en la guerra del 36, mejor dicho en la inmediata posguerra) con un relato histórico que aquí sigue a lo largo de los siglos la peripecia del santo cáliz de Valencia. La trama no está mal urdida pero se anima sólo en el último cuarto del volumen, tras dejar atrás ratos cercanos al bostezo. Hay una clara (y loable) intención de dejar bien parada a la Iglesia, frente a sus modelos, y a cambio se la carga la Falange, que para eso está; y los nazis, claro.


(Me choca comprobar, por las imágenes, que el autor ha eliminado su primer apellido en ediciones posteriores. Es más elegante, no cabe duda).

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18 febrero 2012

Ilustrados


Louis-René de Caradeuc de la Chalotais, jurista, Essai d´Education nationale ou plan d´études pour la jeunesse (1792):

Los Hermanos de las Escuelas Cristianas, llamados Ignorantins, han llegado para acabar de estropearlo todo; enseñan a leer y a escribir a gente que no debiera haber aprendido sino a manejar el cepillo y la lima (...) El bien de la sociedad pide que los conocimientos del pueblo no se extiendan más allá de sus ocupaciones. Todo hombre que va más allá de su triste oficio no se contentará jamás con él, no tendrá el suficiente valor y paciencia.

Estos son los de las luces, te dicen...

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15 febrero 2012

Convenía; Garzón podía hacerlo, luego lo hizo.

Garzón sabe que lo suyo con el franquismo no tiene posibilidad de prosperar, así como debía saber que su actuación en lo de Gürtel violaba las garantías más básicas. Pero a Garzón no le interesaba sacar adelante una u otra causa judicial, sino contribuir a afianzar una visión de la historia.

Juzgar hoy los crímenes del franquismo, sea lo que sea lo que se entienda por tal, es como pretender encausar a los aliados por los crímenes cometidos en Alemania al término de la segunda guerra. Podría hacerse, pero tiene muy poco sentido no sólo por los años transcurridos sino porque, al fin y al cabo, el orden político actual se asienta en gran parte en aquella victoria. Igualmente, nuestra democracia desciende en línea recta del franquismo. La izquierda, sin embargo, a falta de otros elementos de credibilidad, necesita hacer ver que los españoles nos liberamos de un régimen despótico con gran esfuerzo, sobre todo, de ella misma, fundando algo nuevo sobre el repudio de lo anterior. Hablar de los crímenes del franquismo, cuanto más mejor, ayuda a cimentar esa idea. A Baltasar Garzón le importa muy poco acabar como héroe o como mártir, pues de hambre no morirá y el honor y el deshonor los otorgan hoy los medios. Si encima puede presentarse como víctima de los corruptos herederos del régimen por antonomasia, miel sobre hojuelas. Porque no es parte menor de la jugada el asociar de modo permanente al PP con el franquismo.

Poco importa, pues, el resultado: el objetivo está cumplido. Lo único que podría acabar con el héroe o el mártir es el tercer juicio, el que le muestra a él mismo como corrupto, aunque prescrito.

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13 febrero 2012

Cada hombre en su noche


Wilfred Ingram es católico en una familia de protestantes y tiene un vicio impenitente: las mujeres. En eso coincide con su tío Horace, otra rara avis católica que muere en paz al principio de la novela. Incapaz de abandonar su fe, Wilfred no quiere sin embrgo oír hablar de religión. Siempre con su rosario en el bolsillo y puntual cumplidor del precepto dominical, esconde no obstante el crucifijo de su habitación para no sentir su mirada reprobadora. Y, aunque no disimula su vicio, no hace proselitismo con él, antes bien trata de disuadir a otros que han seguido su ejemplo y llega a bautizar a su compañero de trabajo cuando este se halla en trance de muerte.

Esta podría ser una novela ilustrativa de aquel sermón de monseñor Knox sobre la fe, la cual sería como ese cristal que no pueden atravesar las moscas que están dentro, a pesar de sus intentos, ni pueden penetrar tampoco las que se hallan fuera; algo tan difícil de abandonar como de adoptar. En ese sentido, el primo Angus, increyente y homosexual, fascinado por la fe de Wilfred, vendría a representar a las moscas de fuera. Aparte de él, Wilfred se halla flanqueado por ejemplares, digamos fronterizos, como el pío Tommy, el pobre Freddie o el respetable señor Knight, sin olvidar, claro, al angustioso Max, al que uno está tentado, en efecto (el propio personaje lo admite), de identificar con el demonio y que desde el principio se me presentó como ese personaje antipático que no hay más remedio que soportar porque, contra tu opinión, el autor lo considera esencial.


Por cierto: el autor es Julien Green

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10 febrero 2012

Las ideas generales


Gran parte de las novelas de Galdós, y del XIX en general, se dedican a mostrar una idea viciada de la existencia cristiana en la sociedad civil. Véase este discurso de Juanito Santa Cruz (Fortunata y Jacinta), acabadamente burgués y opuesto a toda noción de santificación del mundo.

Yo le he dicho que a las personas muy buenas, muy buenas, es menester atarlas algunas veces. Esta es un ángel, y los ángeles caen en la tontería de creer que el mundo es el cielo. El mundo no es el cielo, ¿verdad, Ramón?, y nuestras acciones no pueden ser basadas en el criterio angelical. Si todo lo que piensan y sienten los ángeles, como mi mujer, se llevara a la práctica, la vida sería imposible, absolutamente imposible. Nuestras ideas deben inspirarse en las ideas generales, que son el ambiente moral en que vivimos. Yo bien sé que se debe aspirar a la perfección; pero no dando de puntapiés a la armonía del mundo..., ¡pues bueno estaría!..., a la armonía del mundo, que es..., para que lo sepas..., un grandioso mecanismo de imperfecciones, admirablemente equilibradas y combinadas.

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08 febrero 2012

Falsificadores


En Grandes esperanzas, Pip se refiere con agudeza a una experiencia común, pero rara vez admitida.

Todos los falsificadores de la tierra no son nada comparados con los que cometen falsificaciones consigo mismos, y con tales falsedades logré engañarme. Es muy curioso que yo pudiera tomar sin darme cuenta media corona falsa que me diese cualquier persona, pero sí resultaba extraordinario que, conociendo la ilegitimidad de las mismas monedas que yo fabricaba, las aceptase, sin embargo, como buenas. Cualquier desconocido amable, con pretexto de doblar mejor mis billetes de banco, podría escamoteármelos y darme, en cambio, papeles en blanco; pero, ¿qué era eso comparado conmigo mismo, cuando doblaba mis propios papeles en blanco y me los hacía pasar ante mis propios ojos como si fuesen billetes legítimos?

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06 febrero 2012

La fiel infantería


La gran sorpresa de esta lectura es encontrarse con una novela vanguardista. Es el estilo de García Serrano, brillante y brutal, pero potenciado por vías valleinclanianas y ramonianas que son también las del viejo conceptismo español de Quevedo y Gracián: una expresión condensada, elíptica, llena de metáforas y de alusiones, a veces oscuras, al contexto militar. Y, como en las novelas vanguardistas, el argumento es lo de menos, pues nos encontramos con un revoltijo de situaciones que varían no sólo en la realidad sino en el pensamiento de los personajes, que nos transportan continuamente a diversos momentos de su pasado reciente.

Hay tres narradores: Miguel, Matías y uno externo que sigue sobre todo las evoluciones de un tal Ramón. Pero los tres podrían haber sido el mismo, el García Serrano inflamado en pasión guerrera que tan bien conocemos. Tanto el autor como sus criaturas se hallan convencidos de la justicia de su causa, y orgullosos de ser los elegidos para llevarla adelante. Ellos están "fecundando la patria a tiros", gráfica expresión que puede resumir el tema de la novela. El mester de la milicia es el mejor que le puede a uno tocar en suerte, y morir con las botas puestas la mayor ventura. De aquí pasamos (nos pasamos, de rosca tal vez) a una cierta apología de la barbarie y a una identificación de la civilización con la molicie, la cobardía y la lujuria, lo que lleva a exaltar la arenga y la patada frente al diálogo. La cita de Montherlant que abre la tercera parte es significativa a este respecto. Vamos a pensar que son exageraciones de García Serrano en su afán de reivindicar las virtudes guerreras frente a lo que vendría después.

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03 febrero 2012

Círculo vicioso


Me escriben: [Estamos ante] una crisis de autoridad y de obediencia, cristalizada en una forma de círculo vicioso. El poder, no acompañado de una autoridad moral, se presenta sin credibilidad y no inspira una completa docilidad interior y convencida. A la vez, una desobediencia difundida retrae a la autoridad del cumplimiento del deber de dirigir y de mandar.

Aunque no se refiriese específicamente a ella, no deja de ser la mejor descripción de la situación de la enseñanza, no sólo en España.

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