27 julio 2010

Vacaciones

Cierro el chiringo hasta el 27 de agosto, más o menos.

Mientras tanto, pueden repasar las entradas antiguas. Yo lo hago a veces y merecen la pena, créanme.

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17 julio 2010

Las máscaras y los papeles

Uno de los capítulos más instructivos de una filosofía cristiana de la historia sería el relativo a lo que podríamos llamar la confusión de las máscaras y de los papeles. No sólo se desempeñan papeles de iniquidad bajo la máscara o la apariencia de la justicia, sino que, a veces, papeles de justicia son desempeñados (y estropeados) bajo máscaras de iniquidad. No sólo quienes elaboran estandartes de verdad realizan un mal trabajo histórico, un trabajo inútil, sino que el trabajo bueno, el trabajo útil lo realizan (y lo estropean), a veces, los adversarios de estos estandartes de verdad. Sucede así porque la plena verdad es carga excesiva para la flaqueza humana; esta, excepto en los santos, necesita la atenuación que supone el error. De este modo, ciertos procesos históricos, normales y providenciales en sí mismos, y que debían haberse desarrollado en un sentido cristiano, han sido, en el curso de la Edad Moderna, y tanto por culpa de los propios cristianos como de sus adversarios, acaparados, falseados y disfrazados por las fuerzas anticristianas.

Lo mismo que en el orden intelectual, a partir del siglo XVI, el racionalismo y las filosofías más falsas han activado y deformado a la vez, por una especie de parasitismo o simbiosis, una cosa buena y normal como era el desarrollo admirable de las ciencias experimentales de la naturaleza, así, en el orden social, el crecimiento del socialismo en el curso del siglo pasado -automáticamente provocado por los excesos del capitalismo, pero que constituía una reacción nueva y típica, frente a males que se agitaban desde siglos atrás en el subsuelo de la historia, y que venía a articular en una voz potente la inmensa queja anónima de los pobres-, el crecimiento del socialismo, digo, ha activado, deformado y disfrazado ciertas adquisiciones históricas, en sí mismas buenas y normales.

Jacques Maritain, Humanismo integral

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15 julio 2010

El sol de Breda


Breda (o Bredá, según Calderón y Quevedo) ha quedado, gracias a Velázquez, inmortalizada como monumento a las armas españolas. Fue una de las últimas victorias de un imperio marcado ya, desde la Invencible, por el signo de la decadencia. El divorcio entre los gobernantes y los súbditos es señal clara de que las cosas empiezan a ir mal en una nación, sobre todo en una nación concebida como empresa, tal fue la España del mil quinientos. El mérito fundamental de esta narración de Pérez-Reverte (cuya lectura se parece tanto a la felicidad, como decían de La isla del tesoro) está en darnos esa imagen viva de una virtud, la de los soldados españoles, puesta al servicio de nada, tal era la condición de la monarquía española en los años de los Felipes menores. Los tercios de Flandes se batían, y se batían hasta el fin, contra toda esperanza, por puro pundonor, pues ese era su oficio, y un español de la época lo hubiera aventurado todo, incluso el alma, por el honor personal y colectivo. "Qué buen vasallo..." Si no se hubiera hecho tan tópico, Pérez-Reverte podría haber puesto el verso cidiano como lema de esta tercera entrega del capitán Alatriste, justa reivindicación de unos hombres que encarnaron cono nadie el mester de guerrero, con toda su barbarie y su grandeza.

Nota redactada en enero de 1999

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14 julio 2010

Paulina Crusat

es de esa especie de artistas que, cuando dormitan, lo hacen por exceso. Pasajes como este le dejan a uno perplejo.

La blanca polvareda que cubría su piel impecable y difunta no podía decirse si la había depositado allí la borla o el tiempo. El "matinée" almidonado aleteaba y los hechizos bastante descotados que lo abultaban parecían mantener su triste redondez, no con sangre y carne, sino con aserrín. Con su plumaje ceniciento y rubio, sus ojos de cristal turbio, más que una muñeca desenterrada parecía un pájaro, preparado en su día con esmero, apolillado ahora sobre su pedestal. A su lado, la butaca de ébano y raso celeste, hermana tropical, igualmente marchita. Encima de la chimenea, un papagayo, nominalmente blanco y amarillo, y una grulla de cuello cobrizo, triste y arenosa como una aurora en el desierto. Luego entraba renqueando el tío Félix, cadáver también, pero humano, porque su rugosa negrura era la de una momia y el perfume a alcanfor quedaba vencido por el del tabaco frío y varias drogas aromáticas. Por debajo de las drogas, el aliento de la desintegración orgánica pugnaba por abrirse paso, insolente. Y cuando tío Félix se sentaba en su trono ritual, los cachivaches de la vitrina cobraban sentido y entendía una que eran amuletos y objetos familiares del embalsamado, depositados según precepto en la cueva mortuoria.

(En Las ocas blancas)

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12 julio 2010

Somos una nación


Me hubiera gustado encontrarme con este titular, hoy lunes, en alguno de los diarios de gran tirada, en alusión a lo visto ayer noche en España.

Somos una nación, y nación capaz de de respetar a los que, dentro de ella, afirman pertenecer a otra. Aunque hayan quedado en ridículo.

No hay noticia, en efecto, de ninguna ofensa, de ninguna agresión, de ninguna chanza contra los que hacía sólo un día repudiaban a la nación que esa noche se afirmaba jubilosamente. Cosa que, lamentablemente, no puede decirse a la inversa.

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09 julio 2010

De Madrid a Oviedo pasando por las Azores


Esta caricatura hay que tomarla así, como una caricatura. A los simpatizantes de los nacionales nos divierte y tal vez a los republicanos les parezca una cochambre. Pero su auténtico valor está en ser una avanzada de La Codorniz, en ese humor que lo emparienta con lo que por entonces estaban haciendo Jardiel Poncela, Neville y demás. Pero también acusa la influencia de Ramón, y podemos encontrar de hecho abundantes greguerías. Es esa forma "alternativa", como diríamos hoy, de enfocar el mundo, que pulveriza los tópicos y las convenciones. El hecho de que se la carguen los republicanos es lo de menos. E incluso el título podría ser un buen lema para este género de humor.

Cuando la izquierda quiere poner verde a la derecha, la acusa de moverse por intereses pecuniarios. Cuando es al contrario, los móviles de la izquierda (sucedía también en las Memorias de un intelectual antifranquista de Ángel Palomino) se hacen residir en la vanidad, en el afán de protagonismo. Es lo que sucede con este aviador reconvertido en político, Alvarito Palmares, al que siempre recordaremos recitando los estrechos de Dinamarca ante una multitud borracha, el día de la proclamación de la República.

Nota redactada en diciembre del 2009. El autor, por cierto, es José María Pemán

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08 julio 2010

La probeta vasca ha sido un buen ejemplo de chantaje llevado hasta sus extremas consecuencias

[...] Un lustro tras otro lustro, un muerto tras otro, habían hecho falta novecientos asesinatos y más de tres décadas para que el miedo de demócratas y liberales diera paso a palabra, protesta y oposición. Mientras, se habían pagado, instalado y mantenido, con el dinero del Estado de Derecho, organismos, libros, actividades y personas abiertamente dedicadas a la implantación de un sistema de opresión y a la propagación forzada de un pasado ficticio cortadas sobre patrones cuya irracional virulencia las marcaba, desde sus comienzos, con el típico cuño totalitario. El franquismo era, para todos ellos, indispensable, y desde luego hubiese sido preciso inventarlo de no haber existido durante cuarenta años que se pretendían ajenos a la población del país. El exorcismo, largo tiempo después de la desaparición de un régimen que no había sido derrocado por oposición alguna y que había dispuesto las lineas generales en que se basaba la sucesión, continuaba, alegremente repetido por usuarios que lo asimilaban a cualquier impedimento a sus voluntades y lo esgrimían como amenazadora letra escarlata.

Mercedes Rosúa, El archipiélago Orwell

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07 julio 2010

Burka

La democracia (por lo menos, esta que conozco) necesita tocar de vez en cuando la trompeta delante de sí para que vean su virtud. Por ejemplo, prohibiendo el burka, cosa que maldita falta hace, porque yo, al menos, nunca he visto un fantasmón de esa especie paseando por mi barrio, y no es por falta de "sectarios de Mahoma", como decían los clásicos.

Un burka, en Occidente, no pasa de ser una carnavalada. Tenía razón, esta vez, el portadista de El Jueves, cuando traía a una mujer talibán ataviada de Spiderman y exclamando: "¡A ver si nos dejan en paz!". Creo que el carnaval, esa fiesta considerada obsoleta por Gustavo Adolfo Bécquer, fue prohibida en los 40 por los mismos motivos que ahora se aducen para el burka: la necesidad de hallarse siempre identificado, por seguridad ciudadana. En aquella posguerra la medida era de todo punto comprensible.

Aquí no pasa nada si alborotas el patio una noche de febrero bajo un sudario haraposo (Bécquer, de nuevo). Lo que no puedes es entrar en el Lidl envuelta en un burka. Lo encuentro razonable, aunque no deja de ser un atuendo bastante engorroso para un atracador. Pero, ¿quién se acuerda de la anciana que se topa a la vuelta de la esquina con un frankenstein con tutu? Cosas de la ética democrática.

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06 julio 2010

2001 (Poesías escogidas)


Poco más añade esta antología de la humilde y selecta Númenor a Punto y aparte, la recopilación de 1992. Agradecemos la inclusión completa de "Lecciones de historia" (qué magnífico ajuste de cuentas) y el exquisito prólogo de Enrique García-Máiquez, válido por sí solo como pieza literaria. Entre otras cosas, García-Máiquez nos explica el porqué del "punto y aparte", los rasgos distintivos de los poemas que vienen después, y que él, como experto en Miguel d´Ors, localiza mejor que los que sólo lo conocemos superficialmente.

Tal vez el motivo central de la poesía de d´Ors sea esa mala gana con que se renuncia a los sueños (Wyoming) y se acoge esa cotidianidad en la que uno va a encontrarse, a la larga, con una felicidad distinta. Leo esta antología después de El caballero de la resignación, de Vintila Horia, y no me queda más remedio que ver en d´Ors a uno de esos caballeros, aunque la resignación sea sólo un punto de partida e implique (como en la novela del rumano) no pasividad sino un nuevo combate. La cita de Kierkegaard valdría también aquí: "El caballero de la resignación renuncia al logro completo [Wyoming] y se inclina con toda humildad ante el poder eterno. Es su libertad".

Nota redactada en mayo del 2010

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05 julio 2010

Y menos mal que no había desfiles

Como prueba, por así decirlo, de su indiferencia erótica, y en cierto modo como una coartada moral, aunque insensata, llevó sus pesquisas comerciales hasta los locales del amor homosexual, locales que hasta entonces había rehuido temerosamente. No obstante, tenía la sensación de que quizá le llevaba a estos locales otro motivo. Cuanto allí sucedía debía en pura lógica haberle dejado indiferente, y en cambio era curioso el horror que experimentaba al ver bailar juntos a dos hombres mejilla con mejilla. No podía evitar recordar siempre la primera vez que estuvo en uno de esos antros inmundos, y cómo él, un muchacho a quien habían echado a rodar por el mundo sin que apenas hubiera conocido a su madre, sintió terribles deseos de huir y refugiarse junto a ella cuando vio por primera vez a un invertido, vestido con largo traje de seda y corpiño, que cantaba con voz de falsete canciones obscenas. Cuando ahora volvía a ver semejante porquería y se tragaba las náuseas que le provocaba la visión de estos homosexuales, pensaba que mamá Hentjen, aquella zorra, podría realmente comprender cuán poca diversión le proporcionaban sus gestiones comerciales.

(En Hermann Broch, Esch o la anarquía)

N. b.: el título de la entrada es mío.

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02 julio 2010

Igualdad

Oigo en una tertulia que el ministerio de igualdad debería hacer algo por erradicar las redes de prostitución. Creo que estos señores confunden la finalidad de dicho organismo.

No hablamos de un ministerio de dignidad femenina, sino de igualdad. Su objetivo último sería que los hombres pariesen. Por ahora, se conforman con que las mujeres lo hagan cada vez menos.

En este asunto del lenocinio, la competencia del ministerio de marras no es erradicar tan lamentable práctica, sino conseguir que haya tantos prostitutos como prostitutas. En ello están con denuedo.

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01 julio 2010

Gloria en subasta


No imaginaba que en la literatura española hubiese algo tan parecido a No es país para viejos, la película de los Coen. Recuerda mucho, sobre todo, en el ambiente (una atmósfera violenta que los personajes respiran con naturalidad) y en la narración, dura y psicológica al mismo tiempo, que aquí resulta si cabe más tensa aún por esa especie de carrera de relevos en que los personajes cogen uno tras otro el punto de vista narrativo: "Versión de Lucio Vargas", "Versión de Chon Pagés"..., así hasta diez puntos de vista distintos que acaban componiendo el puzzle de la trama, narrada sin embargo de modo casi lineal. El hecho de que se desarrolle en el desierto mexicano contribuye quizá a la semejanza.

Creo que Alejandro Núñez Alonso ha tenido éxito haciendo primar el aire de fatalidad por encima de los tópicos sobre el México rural, sus machos, sus chamacas sensuales..., todo lo cual está ahí pero como latente. Se diría también un spaghetti western de Sergio Leone donde los personajes fuesen algo más que poses de tipo duro o fantasmones sanguinarios.

Nota redactada en junio del 2009

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