31 diciembre 2007

Balance de lecturas 2007

Voy a imitar a Arp en esto del balance libresco del año. Es lo mejor de lo que he leído (a falta de terminar el Jesús de Nazaret), no de lo que ha aparecido: de hecho, casi todo es antiguo.

Y también hablaré de lo peor, cosa que me resulta fácil este año que me he metido a crítico de bestsellers. Esto sí es nuevo. Ahí va.

Lo mejor

-La democracia en América, de Alexis de Tocqueville. Una apología (seria) del sistema democrático y un agudo análisis de la mentalidad norteamericana. Con razón es un clásico.

-La gran esperanza, de Rafael García Serrano. La memoria personal, más que histórica, de un falangista impenitente. Divertido y brutal, y un ejemplo de cómo elevar el lenguaje cuartelero a alturas exquisitas.

-Introducción al Cristianismo, de Joseph Ratzinger. Qué os voy a explicar...

-El enigma de "La vie", de Carlos Rojas. Prueba de que, en efecto, la mejor novela española está fuera de los escaparates. Un licor fuerte y selecto.

-La desheredada, de Benito Pérez Galdós. Una grata sorpresa, para mí que menospreciaba un poco a don Benito.

-Pasarse de listo, de Juan Valera. Y dicen que es la peor de sus novelas...

-Mariana Pineda, de Federico García Lorca. ¡Poeta!...

Lo peor

-El caballero del templo, de José Luis Corral. De cómo si sabes un poco de Historia te puedes forrar haciéndote pasar por novelista.

-Medianoche, de Richard Zimler. Indigesta "epopeya" sobre un negrito presuntamente angelical. Una tontería.

Y, por supuesto:

-La sangre de los inocentes, de Julia Navarro. Que este adoquín mal escrito, hinchado de tópicos y politicorrecto hasta la risa floja se haya vendido como pipas sería uno de los misterios de la humanidad antes del 14 de marzo de 2004.

Feliz fin de año a todo el mundo.

30 diciembre 2007

La estructura narrativa


"Y otras experiencias literarias". Son ensayos de diversa índole pero todos centrados en el fenómeno literario, sobre todo en la novela. Y hay en Francisco Ayala una excepcional lucidez, tanto en los capítulos que tocan lo sociológico como en los que más propiamente dedica a la novela como obra de arte. Son muchas las ideas que podríamos subrayar y meditar. Es un placer leer, por ejemplo, que, por encima de los hechos relatados, el interés de una novela está en el elemento humano. "Quizá no sienten [interés] ninguno por los concretos hechos históricos allí referidos, pero sí por la humanidad revelada a través suyo (sic)". Yo no tengo empacho en reconocer que La Regenta es una novela de primera a pesar de que no reconozca en Fermín de Pas a un sacerdotre católico, porque el auténtico interés de la obra está en el choque de dos personalidades subyugantes como la del magistral y la de Ana Ozores. Miles de lectores tragan hoy embobados novelas como Cien años de soledad, Conversación en La Catedral o la propia Muertes de perro de Ayala, extasiándose ante el compromiso democrático del autor, que denuncia valientemente la dictadura, y quedándose sin saberlo en la más estéril superficialidad, porque "no es en el argumento donde han de buscarse la intención última y la originalidad de una obra de arte".


No es frecuente, no, oír diagnósticos tan certeros y, al mismo tiempo, tan sencillos, no sólo sobre la obra de arte, sino sobre nuestro mundo, "un mundo que parece haber eliminado de una vez para siempre el aspecto moral de todas las cuestiones". Una pena, que a Ayala le quede ya tan poco tiempo entre nosotros.


Nota redactada en febrero de 2001. (Y, para desmentirme, Ayala sigue aún entre nosotros).


29 diciembre 2007

Más Tocqueville


En la confusión de todas las clases, cada cual espera poder parecer lo que no es y realiza grandes esfuerzos por conseguirlo. La democracia no engendra ese sentimiento, que es natural en el hombre, pero lo aplica a las cosas materiales. La hipocresía de la virtud se da en todo tiempo; la del lujo pertenece especialmente a los democráticos.


También en La democracia en América, parte II (que es la más jugosa).


28 diciembre 2007

Paz en la guerra



Mi impresión más superficial de este libro es que le sobran páginas, de modo que tal vez no he acabado de comprender su sentido. La apariencia es la de una magna novela de guerra, al estilo de Guerra y paz. Pero faltan episodios individuales, que ceden ante los hechos de la colectividad. Es, sí, una novela de colectividad, y Juan Pablo Fusi lo pone de manifiesto en su prólogo, donde trata de demostrar que Unamuno virtió aquí todo su concepto de lo que era el pueblo vasco y en concreto lo que era Bilbao, ciudad vasca, española y liberal.



Pero puede que la novela supere esos alcances y entre a formar parte de la cosmovisión unamuniana, es decir que no estemos hablando sólo de vascos y de españoles, sino de hombres. Así parecen confirmarlo los últimos párrafos, que vienen a explicar todo lo que hemos contemplado en las trescientas páginas anteriores: la guerra no altera sustancialmente la vida de los hombres, que viven en su paz, en sus trabajos y sus días, por encima de las contingencias de la política, o de su continuación por otros medios.



¿Qué tiene que ver esto con Unamuno? Aquí no hay esos caracteres singulares, Abel Sánchez, la tía Tula, Manuel Bueno... Bien, yo diría que es el pórtico de todo ello. Parece claro que la única guerra es la vida, y en este sentido no hay mucha diferencia entre una coyuntura bélica y una de paz. Este es el plano general, el contexto sobre el que después van a ejercer su manera propia de ser todas las grandes creaciones unamunianas.



Nota redactada en mayo de 2003.




27 diciembre 2007

Si no fuera por estos tipos clarividentes...


Todavía se encuentran entre nosotros cristianos llenos de celo... Ellos serán, sin duda, quienes luchen en favor de la libertad humana, fuente de toda grandeza moral. Al cristianismo, que ha hecho a todos los hombres iguales ante Dios, no le repugnará ver a todos los ciudadanos iguales ante la ley. Mas por un cúmulo de extraños acontecimientos, la religión se encuentra momentáneamente comprometida con los poderes que derroca la democracia, llegando a ocurrir a menudo que rechaza la igualdad que ama, y maldice a la libertad como si se tratara de un adversario, siendo así que si la llevara de la mano podría santificar sus esfuerzos.


Alexis de Tocqueville, La democracia en América


24 diciembre 2007

Yo lo imagino así.


No con cara de chico bueno de enciclopedia Álvarez, ni bendiciendo con la mano. Esos están bien para recordarnos que era Dios y para invitar a la adoración. El de verdad apretaba los puños, rebullía y babeaba, como hicimos nosotros. Tenía, como tuvimos todos, cara de no entender nada de lo que pasaba, e invitaba a apretujarlo y hacerle cucamonas. El Verbo se hizo bebé, y desde entonces todos los que fuimos bebés podemos ser Dios. Por eso, feliz Nochebuena, feliz Navidad a todos.

23 diciembre 2007

Agnes


Hace treinta años, una historia de amor titulada tal cual, Love story, triunfaba en las listas de ventas. Era sencilla hasta la simpleza, y algunas de sus frases lapidarias podrían pasar a la antología del disparate, como aquello de "amar significa no tener que decir nunca lo siento". Pero daba fe de una manera de concebir el amor que se estaba abriendo paso, un amor estilo hippie sin flores ni marihuana, con anillos de quita y pon, hasta que la vida nos separe, y a la vez desdramatizado, lejano del arrebato pasional. Un estilo que luego se impuso en la literatura como lo había hecho en la vida, y donde la convivencia marital llegaba antes, mucho antes que la plena confianza mutua.


Es este último hecho el que ha nutrido los argumentos de las novelas, en un momento en que se habla de la agonía del género narrativo. Ese algo de recelo, ese no-sé-qué que hay en el cónyuge que no es mío todavía, que no me ha sido entregado, es una de las fuentes de las que viene alimentándose el realismo psiquiátrico de nuestros días.


Pero era el propio estilo de convivencia el que rara vez se ponía en cuestión; y no es normal, porque esta suerte de para-matrimonio acarrea conflictos no pequeños, derivados sobre todo de la falta de finalidad u objeto de dicha unión. Me refiero, por supuesto, a la ausencia de apertura a la procreación, a la familia.


Peter Stamm, suizo de expresión alemana, ha escrito su primera novela, Agnes, que se parece mucho a Love story salvo en el tratamiento de esta problemática, que, aunque bien encauzada, solamente la esboza, y es una pena.


Nota redactada en septiembre de 2001.


22 diciembre 2007

Bohemia


Me alegra ver que la editorial Alba ha recuperado las Escenas de la vida bohemia de Henri Murger, una de las narraciones más divertidas del XIX, eclipsada por la versión operística de Puccini. De la ramplona edición que tengo en casa extraigo este desengañado discurso:


... Más que de una pasión, somos los esclavos de una costumbre. Esta cautividad es la que hay que romper, o nos agotaremos en una esclavitud vergonzosa y ridícula. Pues bien: el pasado es pasado, y hay que romper los lazos que todavía nos unen con él; ha llegado la hora de ir hacia adelante sin mirar atrás, hemos tenido nuestro tiempo de juventud, de inconsciencia y de paradoja. Todo eso es muy hermoso, se haría con ello una hermosa novela; pero la comedia de las locuras amorosas, el despilfarro de los días perdidos con la prodigalidad de gentes que creen tener la eternidad para gastar, todo eso debe tener un desenlace. Bajo pena de justificar el desprecio que harían de nosotros y de despreciarnos nosotros mismos, no nos es ya posible continuar viviendo al margen de la sociedad, casi al margen de la vida. Porque, en fin, la que llevamos, ¿es una existencia? Y esta independencia, esta libertad de costumbres de que tanto nos vanagloriamos, ¿no son ventajas bien medianas? La verdadera libertad es poder pasarse sin los demás y vivir por sí mismos. ¿Hemos llegado a eso? ¡No! El primer miserable recién llegado, cuyo nombre no qusiéramos llevar ni durante cinco minutos, se venga de nuestras burlas y se convierte en nuestro señor el día en que le tomamos prestado un duro, que nos presta después de habernos hecho gastar cien escudos de astucias o de humillaciones. En cuanto a mí, ya estoy harto. La poesía no existe únicamente en el desorden de la existencia, en las dichas improvisadas, en amores que duran la existencia de una candela, en rebeliones más o menos excéntricas contra los prejuicios, que serán eternamente soberanos del mundo, se derroca más fácilmente una dinastía que una costumbre, aunque sea ridícula. No basta ponerse un gabán de verano en el mes de diciembre para tener talento; se puede ser un poeta o un artista verdadero teniendo los pies calientes y haciendo las tres comidas. Por mucho que se diga y que se haga, si se quiere llegar a algo, siempre es preciso tomar el camino del lugar común. Acaso te sorprende mi discurso, amigo Rodolfo; vas a decirme que rompo mis ídolos, vas a llamarme corrompido, y no obstante, lo que te digo es la expresión de mi sincera voluntad [...] En efecto, ¿qué nos ocurrirá si continuamos este monótono e inútil vagar? Llegaremos a la orilla de nuestros treinta años, desconocidos, aislados, disgustados de todo y de nosotros mismos, llenos de envidia hacia todos los que veamos llegar a un fin, sea el que sea; obligados para vivir a recurrir a los medios vergonzosos del parasitismo, y no creo que sea esto un cuadro de fantasía que invoque expresamente para espantarse. No veo negro el porvenir sistemáticamente, pero no lo veo tampoco del color de rosa: me limito a ver con precisión. Hasta el presente la existencia que hemos llevado nos era impuesta: teníamos la excusa de la necesidad. Hoy no seríamos ya excusables, y si no entramos en la vida común será voluntariamente porque los obstáculos con que hemos tenido que luchar no existen ya...

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21 diciembre 2007

Ruin

Los esfuerzos de la derecha por hacerse perdonar su condición rebasan a veces el límite de lo ridículo para entrar en lo ruin. Así cuando Carlos Herrera equipara de modo implícito a la Falange y a la ETA: "ahí cantando el Cara al Sol...", dice ayer el tío, aludiendo al canto del Eusko Gudariak por los condenados del entorno etarra.

Pues sí, tienen razón al reír y cantar, porque saben la batalla ganada. La ideológica, con tipos así, por supuesto; y con ella, las demás. Esta condena no es sino un mero accidente, por hablar en los términos de su aliado.

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19 diciembre 2007

La unidad del mundo


Esta conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid en 1951, recogida por Florentino Pérez Embid en su colección "O crece o muere", muestra que la devoción hacia Carl Schmitt por parte del tradicionalismo data de antiguo. El exegeta de Donoso Cortés dedica aquí su atención a lo que parece ser un lugar común de aquella época: que la universalización a través de la técnica iba a conducir a una abolición de las naciones y a un consiguiente gobierno mundial. No parece Schmitt muy partidario de esta tesis, y sugiere que nos encaminamos más a la pluralidad que a la unidad. La división en dos bloques (siendo el dos, según santo Tomás, número nefando por la tensión dialéctica que lleva consigo) va a generar una tercera, o quizá incluso cuarta o quinta vía que darán al traste con la pretendida unidad. Aprovecha aquí el autor de Die Diktatur para criticar las filosofías de la historia, entendiendo tal concepto en sentido restricto, oponiéndolo a la idea religiosa de esa misma historia, es decir, circunscrito a las interpretaciones racionalista y marxista. Y aquí es donde se torna más atractivo el discurso de Schmitt. Su idea de que el progreso técnico no tiene por qué correr paralelo con el progreso moral no es nueva ni supone un hallazgo, pero sí es una conclusión obligada después de echar un vistazo a la trayectoria de los últimos siglos.


Nota redactada en marzo de 1999.


18 diciembre 2007

Sender


... Por cierto que el loro de doña Aldonza, excitado, gritaba también y su voz dominaba a las otras.


(Ramón J. Sender, La aventura equinoccial de Lope de Aguirre)


He aquí un rasgo que revela al buen novelista. El malo se habría contentado con decir que aquella reunión semejaba un coro de avechuchos graznantes. ¡Bravo!


16 diciembre 2007

Iglesia y culturas


En 1985 Paul Poupard reunió en un volumen las conferencias y los artículos que había venido impartiendo y publicando acerca de este tema que tanto preocupó al Concilio Vaticano II y a los sucesivos papas hasta Juan Pablo II. La secularización de la cultura y el advenimiento de la era global han planteado, conjuntamente, a la Iglesia el reto de la aculturación y la inculturación, neologismos que Poupard utiliza de modo reiterado y que estima nada superfluos.


Pensamiento fundamental a lo largo de estas páginas es que la fe no puede subsistir sin hacerse cultura, pero la fe es superior a la cultura. Lo mismo puede decirse de la moral: a este respecto, Poupard cita una frase de Jan Potocka: "no es el hombre quien la define [la moral], sino que es la moral la que define al hombre".


A los cristianos de hoy nos toca, sugiere Poupard, hacer de nuevo el papel de "primeros cristianos": "los viejos moldes están gastados y los modelos no aparecen cortados a la medida". Así pues, nos toca repetir lo que Daniel-Rops llamaba "la gesta de la sangre", la epopeya de los primeros. Un cristiano ya no es un miembro de la cristiandad, alguien que se deja llevar por la corriente: "no se trata ya de conformismo social, sino de adhesión voluntaria, muy a menudo contra corriente..." De alguna manera viene en nuestra ayuda ese signo de los tiempos que es el "vértigo de la diversidad". Ser marginal, de algún modo, comunica un aura de prestigio.


Nota redactada en julio de 2003


14 diciembre 2007

"... montó en Lepanto sobre Clavileño",


dice el narrador de Carta sin tiempo en clara alusión a Cervantes. Es ya un tópico hacer analogías entre don Quijote y su creador. Ciertamente, los españoles de la época montaron muchos clavileños en defensa de una cristiandad ruinosa y entrando al trapo de la modernidad y el cuius regio, pero quizá Lepanto no sea la referencia más adecuada. En realidad, allí Europa se jugaba realmente su supervivencia. Y la ganó recurriendo más a María que a Amadís, aunque quizá el gusto por la caballería andante tenga algo que ver con el espíritu demostrado por Cervantes en aquella ocasión.


13 diciembre 2007

Contexto

Leo un editorial atrasado de La Gaceta sobre el informe Pisa. Dice, entre otras cosas, que la reforma educativa de 1970 fue la mejor del siglo XX, "a pesar de su deficiente contexto político".

¿Se sentían obligados a añadir lo último?, me pregunto con timidez. Pero pongamos que hubiera habido, en esa época, tres o cuatro leyes a la misma altura y en materias tan fundamentales. ¿Pueden decirme para qué querríamos un "contexto político normal"?

12 diciembre 2007

Juan Martín el Empecinado


Novelar la historia de España en el XIX es idea atractiva; Galdós podía hacerlo, luego lo hizo. Una vez más volvemos a encontrarnos en buena armonía la historia y la peripecia individual. Como en La corte de Carlos IV, la parte novelesca ocupa la segunda mitad del volumen y se centra en dos personajes: por un lado, Gabriel Araceli, el protagonista de la serie, convertido aquí en un Errol Flynn que se escapa de prisiones y supera enemigos como si tal cosa; y mosén Antón Trijueque, cura guerrillero, tan inverosímil como fascinante. Inverosímil, no por ser cura y guerrillero, sino por su personalidad titánica, hombre nacido para dominar y disponer a su antojo de vidas y destinos ajenos, condenado a hacer de comparsa, primero de don Juan Martín y luego de los franceses, a los que se pasa por puro despecho. Incapaz de andar por este mundo "como por un barril de aceitunas", acaba colgado de una encina en un cuadro deplorable, compartiendo el destino de todos los titanes e inspirando lo último que él hubiera deseado: compasión. Galdós no ha renunciado a la imaginación en sus incursiones históricas. Junto al cura guerrillero se alza también, mucho más amable, la figura imponente del Empecinado, héroe humanizado por su lealtad y su entrega a una causa diversa de su propio ego.


Nota redactada en febrero de 1999.

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11 diciembre 2007

A la memoria de José María Valverde,

citado aquí ayer, le tengo un tremendo respeto, más que por su cultura humanística, por su famoso gesto de solidaridad con José Luis López Aranguren. Cuando este fue apartado de su cátedra de Ética por motivos políticos, Valverde, a la sazón catedrático de Estética, le remitió este escueto mensaje:


"Nulla aesthetica sine ethica; ergo, apaga y vámonos".


Y renunció a su vez a la cátedra. Por lo general me resulta más simpático Franco que sus oponentes, pero sé reconocer a un hombre cuando lo veo.

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10 diciembre 2007

Ingenioso


Ya saben que hay en las lenguas lo que se llama falsos amigos: palabras que parecen tener una traducción evidente en el propio idioma, pero que en realidad significan algo distinto. Así, un supporter, en inglés, no es el que soporta, sino el seguidor o admirador. El conductor no "conduce", sino que "dirige" la orquesta. Y así podríamos componer un diccionario entero, como se ha hecho.

Pero también sucede dentro de la misma lengua, en el eje diacrónico. De la Breve historia de la estética de José María Valverde recuerdo, ante todo, la aclaración que me hizo acerca del adjetivo ingenioso en el título del Quijote. Al parecer, en época de Cervantes este adjetivo significaba lo que hoy denominamos extravagante. La aclaración no es superflua, desde luego, ya que siempre me pregunté qué tenía don Quijote de ingenioso. Un falso amigo, entre muchos, que acecha a todo el que lee a los clásicos.


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08 diciembre 2007

Gog


Un nihilista con ínfulas de titán que se ríe a mandíbula batiente de las ocurrencias de los nihilistas sus contemporáneos. Quizá porque no soporta la competencia. Criatura de su tiempo y a la vez látigo de las criaturas de su tiempo, es lo más original que se puede decir de este aborto de la imaginación calenturienta de Papini.


Temo que este sea uno de esos libros que rara vez se leen hasta el final. En realidad, leídos unos cuantos capítulos uno se ha hecho cargo de lo que es. Se compone de breves episodios (seis páginas, a lo sumo) inconexos salvo por la personalidad de Gog, descrito con rasgos casi monstruosos en el prólogo. Por cierto, como ocurre con otras obras contemporáneas (¿contemporáneas?) de ficción, quizá lo más sustancioso de esta sea el prólogo. Estos episodios responden, casi todos, a uno de estos tres modelos: encuentros de Gog con un artista o soñador que le habla de su proyecto u obra extravagante, por lo general rechazado con desdén por el protagonista; visitas de Gog a celebridades de su siglo (Einstein, Freud, Shaw), que se explayan sobre su propia personalidad (tal como la entendió Papini, se deduce); y proyectos llevados a cabo por el propio Gog, de los que suele acabar hastiado o decepcionado. Al cabo, lo que parece estar ausente de todo este cuadro es la razón y la sensatez, que se dirían cosas olvidadas en la niebla de los siglos.


Nota redactada en julio de 2005


06 diciembre 2007

Heidegger, en "Serenidad" (1955)


Podemos usar los objetos técnicos... manteniéndonos a la vez tan libres de ellos que en todo momento podamos desembarazarnos de ellos... Podemos decirles no en la medida en que rehusamos que nos requieran de modo... que dobleguen, confundan y finalmente devasten nuestra esencia... Quisiera denominar esta actitud... la serenidad para con las cosas... La serenidad para con las cosas y la apertura al misterio se pertenecen la una a la otra.


04 diciembre 2007

Y a mí que la unidad de los demócratas

me produce el mismo efecto que la idea de España a Savater...

Si el patriotismo es el último refugio de los bribones, la democracia, por lo que llevo viendo desde hace treinta años, es el primero.

01 diciembre 2007

Negociad, negociad... malditos.


Lamentable accidente en Francia: miembros del sector duro de ETA, esos reacios a la negociación y a la paz (y por tanto equiparables a Alcaraz o a Mayor Oreja) han disparado contra dos guardias civiles que se cruzaron lamentablemente en su camino.


Y hablando en serio: ya está ahí el gesto que el GAL esperaba por parte de ETA. Oh, sí, esto funciona así. ¿O acaso no se votó a Zapatero en el 2004 para que saliera pitando de Irak y nos ahorrara este tipo de molestias? ¿Qué diferencia a ETA del terrorismo islámico? El mensaje es ahora: negociad, negociad, por favor. Salid pitando del país vasco si es necesario, pero no nos amarguéis la digestión en Zamora, o en Getafe, o en Peraleda del Zaucejo. Y dará resultado.