28 febrero 2009

Desnudo pudor


En lo que le conozco, Manuel Halcón me ha dado siempre la impresión de que escribe para sus lectoras de Semana. Por ejemplo, aquí, Costa del Sol, lujazo aristocrático, historia rosa con varios pares de cuernos de por medio... Sin embargo, reconozco que se trata de una buena novela erótica, sin una sola línea de sexo explícito, como hoy se dice, y con una buena disección de los procesos amorosos, que resiste la comparación con las novelas sentimentales de los siglos de oro o con el mejor teatro lopesco.


Es una pena que el matrimonio resulte aquí banalizado frente al puro eros, hasta el punto de que los personajes utilizan el verbo anular en reflexivo, como si se tratara de divorciarse: "te anulas", "se anuló"... Anulación como sustitutivo del divorcio en la España de Franco, frivolidad muy aristocrática y muy real, tristemente. Halcón parece aceptar la hipocresía como tributo rendido a la virtud, según el tópico, ya que los personajes nunca abandonan su práctica religiosa ni su fe, aunque esta parezca más temor reverencial que otra cosa. Y mira (esto ya me lo imagino yo) con un gesto de señorial superioridad a quienes condenaban esa hipocresía sólo para, más tarde, instalarse en el cinismo, una vez asaltados los tronos de la burguesía y aparcadas las soflamas revolucionarias.


Nota redactada en julio de 2007



27 febrero 2009

Evoca Enrique Baltanás

a un amigo que afirmaba leer a "Leopoldo alias Clarín". Nada nuevo para los docentes. En lo que de mí depende, para evitar estas cosas, suelo escribir Clarín (Leopoldo Alas). No hay que ponérselo difícil a nuestros escolares.

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Me pide Hazte Oír una firma para que el PNV se defina sobre el aborto. Por mí, encantado. Pero nadie va a defender en campaña la vida del no nacido. No es políticamente rentable. Y no porque la mayoría de la población sea favorable al aborto, sino porque hay detrás una labor de zapa, constante y laboriosa, envidiable, que ha conseguido maquillar con colores indeseables a todo aquel que se opone frontalmente a esa matanza. Todo lo que pase de una posición intermedia, un no me gusta pero, un en ciertos casos, parte con unos cuantos puntos en contra en cuestión de imagen.

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Todo el mundo habla de la escopeta nacional, pero la rama política del GAL sigue por delante en intención de voto. ¿Es que la mitad mas uno de los españoles está de acuerdo en aplastar a la mitad menos uno? Ca. Es lo de siempre, no sirve darle vueltas. Vivimos la dictadura, qué digo, el totalitarismo de la propaganda. Y ahí la derecha, de eterno aprendiz.

26 febrero 2009

Matices

Eres un nihilista, Alexis. Los falangistas somos todo lo contrario. Queremos un sueño con esfuerzo de sueños y abominamos del descanso [...] La nuestra, aunque se parezca mucho a la de la Legión, es una mística diferente. La muerte para nosotros no es una aspiración romántica ni un compendio de heroísmos. Es un acto de servicio a España como redactar un artículo, repartir unas hojas clandestinas o pegarle un tiro en la nuca a un traidor. Yo no me explico -más que como una bellísima frase romántica- vuestro ¡Viva la muerte! Morir se muere una vez sola, y servir se sirve cada minuto.

Víctor Alcázar, en Camisa azul, de Felipe Ximénez de Sandoval. Por cierto, me pregunto si el hoy muy rojo Víctor Mora, autor del Capitán Trueno, tomó su seudónimo del protagonista de esta novela.

25 febrero 2009

Zigzag


Este volumen reúne unos cuantos trabajos de Hans Magnus Enzensberger. Son muestra de lo variopinto de sus intereses y, cómo no, de su brillantez. El primero es un alarde de ingenio en que aplica ciertas teorías mátemáticas a la noción de anacronismo, para concluir que no tiene sentido decir que algo es anacrónico, pues todo se repite y, a la vez, todo es nuevo. "Los héroes del repliegue" es un peregrino homenaje a una serie de políticos que tuvieron en común el dar al traste con el status al que servían, en aras de la viabilidad futura de sus naciones: aparecen aquí desde Gorbachov hasta Adolfo Suárez. Uno de los ensayos más agudos es "Compadezcamos a los políticos", donde demuestra cómo estos son quizá las personas menos libres de cuantas habitan extramuros de las cárceles: las múltiples servidumbres a las que se deben convierten el apetito del poder en una trampa necesaria para que haya hombres que dediquen su vida a ese menester: algo así como lo que es el instinto erótico para el matrimonio. Por su parte, "Los epígonos de Hitler" traza un acabado retrato de lo que Enzensberger llama "el enemigo del género humano", que no es el simple dictador, sino alguien a quien no le importaría destruirse a sí mismo con tal de arrastrar detrás de sí a todos los que considera sus enemigos, por lo general la mayor parte de la humanidad. Hitler es el arquetipo de todos ellos, y Hussein (Sadam) su discípulo más aventajado en el año en que Enzensberger escribía. Osama ben Laden podría ser hoy el representante más auténtico de esta estirpe.

Nota redactada en julio del 2002

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23 febrero 2009

En efecto, como decía Bécquer,

el carnaval cuenta cada vez con menos “prosélitos” (adeptos, quiso decir tal vez). Aquí lo resucitó por unos años la efervescencia de la transición, ansiosa por recobrar todo aquello a lo que el régimen anterior había puesto mala cara. Pero ahora, en Castilla al menos, sólo se ve a los niños con su correspondiente disfraz. Tal vez en las llamadas zonas de marcha tengan aún su feudo las mascaradas.

Me dicen que Benedicto XVI ha dirigido una meditación sobre el Carnaval. No la encuentro en su página, pero al parecer definió estas fiestas como una mezcla de elementos paganos, judíos y cristianos, estos últimos relacionados evidentemente con la Cuaresma y las carnestolendas, y también con la redención, pues en el carnaval nos burlamos de los demonios que antes de Cristo tanto nos atemorizaban. ¡Es admirable! Otros aquí, como siempre, burlándonos de la zarrapastra carnavalera, y el Papa, en su línea, viendo el aspecto positivo de la cuestión, accentuate the positive, como canta Al Jarreau.

Pensaba cachondearme de Paco Ibáñez en el homenaje a Machado, con su careta natural, imagen de lo que ha llegado a ser el progresismo, y su bufanda roja. Pero ante la lección del Papa, me callo. Lean a Machado y únanse a mi esperanza de que finalmente encontrase a Dios entre la niebla.

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22 febrero 2009

Haraposo sudario

La época del Carnaval ha pasado. El carnaval parece que parodiaba en el mundo moderno la costumbre que en el antiguo permitía a los esclavos, en ciertos días del año, jugar a los señores y tomarse con éstos todo género de libertades y aun de licencias. En la Venecia de los tenebrosos Consejos de las palomas y del puente de los Suspiros; en la Roma de los Borgia, en cualquier parte donde el pueblo ha vivido sujeto por una mano de hierro a un poder más o menos tiránico, se comprende esta periódica explosión de libertad y de locura. La política y el amor pedían prestado su traje de Arlequín, y el alegre ruido de los cascabeles del cetro del bufón urdían la trama de su novela sangrienta o sentimental. La aparente rigidez de las costumbres, el aislamiento del hogar, el carácter propio de la época, hacían necesarias estas noches de luna velada por nubes, de rostros ocultos por antifaces, de algazara popular y de misterios, en el Corso y en Rialto.

En este siglo de mítines y de comités, de teatro Real y de temporada de baños; en este siglo de periódicos y de soirées, de Congresos y de Fuente Castellana, de paseos matinales y de conciertos nocturnos, en que durante el año cada cual es tan extravagante como le parece, se viste con el mamarracho que mejor se le antoja y hace en todos sentidos el más libre uso de su autonomía, ¿qué objeto tiene el Carnaval? ¿Qué nos dirá hoy una mujer en el baile, por debajo de la flotante barba de su careta de raso, que no nos lo haya dicho otra ayer en un palco de la Ópera por entre las doradas varillas de su abanico de plumas? ¿A qué no nos atrevemos en el bullicio de la orgía, con la cara tapada, que no nos hayanos atrevido en el silencio del perfumado boudoir con la cara descubierta? Para desenvolverse, para conspirar o para lanzarse, ¿se necesita por ventura alguna idea del discreto antifaz o del misterioso dominó?

La política y el amor han tirado ya los andadores; la revolución y el cancán se pasean de la mano por la plaza y los salones públicos; el Carnaval no tiene razón de ser; y, sin embargo, existe. Como las wills, esas fantásticas apasionadas de la danza, se levantan al filo de la medianoche para bailar en silenciosa ronda en derredor de los sepulcros, el Carnaval sale todos los años de su timba envuelto en su haraposo sudario, hace media docena de piruetas en Capellanes, en el Prado y el Canal, y desaparece. Sus escasos prosélitos se agitan estos días guiados por intereses distintos: para ésos, el Carnaval es una cuestión de toilette, paa aquéllos, una especulación; para los otros, una borrachera con el derecho de pasearla al aire libre...

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)

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20 febrero 2009

Las ratas


Sorprende agradablemente esta novela cuando vas a ella con el prejuicio de que se trata de una obra de realismo social. Es posible que esa fuera la intención de Delibes (siempre fiel, ¿diré servil?, seguidor de las modas narrativas), pero eso no hace sino confirmar que una cosa es la intención del autor y otra el resultado del ejercicio del talento.

El caso es que hay en los personajes de Las ratas un extraño simbolismo que poco tiene que ver con la mera denuncia política. Nos presenta Delibes al Nini, un niño de unos doce años que, lejos de ser el paria al que parecía abocar su nacimiento, se muestra casi como un ángel, no sólo por su inocencia sino por su sabiduría. Esta niño es hijo de dos hermanastros que viven en una cueva, y el padre se dedica a cazar ratas que la gente del pueblo se come ("fritas con una pinta de vinagre son más finas que codornices"). Se diría que de tal extremo de sordidez surge una criatura sin pecado original, a igual distancia de la corrupción bárbara (su padre) y de la corrupción civilizada (el pueblo). El Nini llega a mostrarse como profeta, cuando parece anunciar la salvación de la cosecha por el viento del Norte, y algún personaje llega a compararle con "Jesús entre los doctores". La novela es pesimista, sin embargo, y queda abierta con la perspectiva de una previsible victoria de la corrupción civilizada sobre la bárbara.

Nota redactada en agosto del 2005

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18 febrero 2009

A lo mejor destiñe

Ach... ¡Lo que pueden los profesores de literatura!, comentaba un soldado de la Sturmtruppen, de Bonvi, cuando el camarada Sigfried von Nibelungen trataba de convencer a su capitán de que iniciara un ataque al amanecer sobre un campo de rubias espigas.

El libro de 3º de ESO pedía: "Oración desiderativa con el tema política". La chica escribió: "Ojalá Obama siga así".

Ach... Lo que pueden las terminales mediáticas...

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16 febrero 2009

Quiero oír el rasgado de americanas

de los que censuraron y represaliaron a Montse Nebrera.

Era un señor tan pobre, tan pobre, que no tenía ni un espejo en donde mirarse la tripa. Nunca se había visto él mismo, y a los cuarenta y cinco años aún no sabía cómo era ni lo que era. De pequeño se creía que era un toro de Andalucía y hablaba siempre en andaluz, como hablan los bravos toros andaluces... En ese andaluz tan ordinario que sólo saben hablar los toros y los hijastros de los picadores...
-Mardita zea tu marezita de tu arma, niño -decía, escupiendo vaho flamenco por las narices.

Miguel Mihura, Cuentos para perros


Esto para que lo censuren en los planes de estudios de las comunidades en las que gobiernan, si quieren.

14 febrero 2009

Eso de que no hay libro que no contenga algo bueno



puede ser verdad, pero casi siempre se utiliza como pretexto para tragar caca al por mayor.


Y curiosamente han sido siempre los escritores los que más lejos han estado de semejantes alardes de tolerancia. Por ejemplo, Mark Twain afirmaba que una biblioteca que no contuviera ningún libro sería ya buena por el hecho de no contar con las obras de Jane Austen.



Así que, con semejante autoridad, ya pueden ustedes decir tranquilamente que Maruja Torres (pongo por caso) sólo es buena para alimentar contenedores de reciclaje de papel, toda vez que la citada autora queda objetivamente a años luz por debajo de Jane Austen. De quien, por cierto, yo suscribiría lo contrario: una biblioteca sería buena si sólo contuviera sus novelas.


13 febrero 2009

La realidad y el deseo


Supongo que en el infierno no hay poesía. La belleza es una de las caras del bien, y por tanto está vedada a los condenados. Pero aquí en la tierra, el odio puede producir versos hermosos. Se me ocurre aplicar a estos de Cernuda la calificación que le merecía a Jaime Campmany la prosa de un columnista rival: hermosos cual la venganza o la crueldad. Él, Cernuda, también "destila su veneno en el jardín donde no aman los hombres", aunque en su caso el veneno se llama amargura, la amargura de la desesperación. Hay belleza en el áspid, sí, y el odio puede producir versos hermosos. Lo sabíamos ya desde que los poetas malditos (Rimbaud, Verlaine) escribieron los suyos: España, la de los frutos tardíos. Como aquellos, Cernuda quiso amar en sentido distinto, y acabó enfrentado al Amor con mayúscula, cayendo en la desolación más absoluta. Buscando el amor, topó con el infierno: enfrentado con Dios, con los hombres y con el amor mismo, termina llamando su hermano al diablo, con quien blasfema a dúo. Nunca hubo un hombre tan condenado como Luis Cernuda en La realidad y el deseo, y nunca esta ruta al abismo había sido trazada con versos más bellos. Empeñado en amar a contracorriente, terminó no sabiendo decir lo que amaba y separado del único que proporciona la felicidad. Los títulos de sus obras posteriores son explícitos: Vivir sin estar viviendo, Desolación de la quimera... ¿Habrá palabras más exactas para expresar lo que siente Satán?

Nota redactada en enero del 2000

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11 febrero 2009

"Nadie pretende dar muerte a Eluana Englaro,

la muchacha italiana cuyo cuerpo... ya ha empezado a dejar de ser artificialmente alimentado. Nadie pretende acabar con su vida… por una sencilla razón: su existencia de ser humano acabó un desventurado día de hace diecisiete años."

Horripila que alguien piense en el ser humano como en un violín, un microondas o una espátula, que dejan de ser tales cuando ya no funcionan. Espeluzna que el poder político llegue a señalar a la condición humana un límite diverso del que marca la propia muerte. Ese día, el camino a Auschwitz estará de nuevo abierto.

No, no voy a poner la fuente de la cita ni el nombre de su autor. En ese sitio han empezado a razonar al nivel subnormal de El País, y dudo que vuelva a sentir la curiosidad de pincharlo.

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10 febrero 2009

El próximo eslogan

Probablemente ni siquiera es tu padre

Así que haz morir dignamente al viejo y pilla la pasta cuanto antes.


(Porque esa es la lógica del tinglado, y casos como el de Eluana lo ponen de manifiesto de modo nauseabundo.)

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09 febrero 2009

Vanguardistas de camisa azul


Título arreglado por los traductores para que quede más publicitario que el simple Vanguardia y fascismo que era el original. Pero la verdad es que da cuenta más exacta de su contenido, pues Mechthild Albert analiza aquí a cuatro falangistas y no al fascismo en general.

Hay mucho de marxismo en el análisis de una, al cabo, discípula de José Carlos Mainer. Así, por ejemplo, viene a considerar dilettantes a los vanguardistas próximos al fascio, mientras que los vanguardistas fetén serían los de izquierdas, lo cual no tiene mucha lógica histórica. Pero además hay un desprecio patente por la faceta humorística de la vanguardia española, que Albert parece reputar de tono burgués. Sin embargo, eso dejaría fuera de la vanguardia fetén nada menos que a Ramón. Con su pan se lo coma.

Como digo, la obra se centra en cuatro autores: Tomás Borrás, Samuel Ros, Felipe Ximénez de Sandoval y Antonio de Obregón, este último desconocido para mí hasta que compré el libro. Y los desmenuza en profundidad, con un gran trabajo de por medio, digno de todo elogio, y que además nos anima a recuperar a unos novelistas de los que casi nadie habla ni escribe. Y esto a pesar de que los cuentos de Borrás fuesen "alabados por doquier" y que una novela de este y otra de Samuel Ros fueran consideradas por Joaquín de Entrambasaguas como "mejores novelas" del 24 y del 37, respectivamente.

Nota redactada en diciembre de 2006

06 febrero 2009

Vida, amor

Porque cuando yo hablo de posesión y entrega, no hablo de lo mismo que cuando se alude a la cópula: hablo de una entrega que es un simple movimiento del ser, que es una emisión de voluntad, semejante al acto de asumir la vida, semejante al primer respiro de voluntad ante el mandato de ser. Y semejante en lo que la vida tiene de eternidad. Eso que es la vida y que sabemos que tiene principio, es vida en tanto que se siente como sin fin y sin límites. Así, el amor, se inaugura en un momento dado, pero mientras está vivo no concibe fin ni fronteras. Reconocer un grumo de finitud, es como delatar un tumor en el organismo de la unión.

Santiago, en La sinrazón, de Rosa Chacel (novela densa y difícil, aviso)

05 febrero 2009

Negacionista

Haría mal en obispo Williamson en retractarse de sus teorías sobre el holocausto. Tiene arte que quienes abominan de la inquisición vengan ahora a instaurarla. Que quienes se llenan la boca hablando de modernidad, progreso y democracia inventen un delito de opinión. Más, un delito de hipótesis histórica.

Este hombre no ha dicho que los judíos carezcan de derechos humanos o que el nacionalsocialismo fue una bendición para el mundo. Si negar (o poner en duda) el holocausto es una sandez, al que lo hace se le puede calificar de sandio, de loco de atar o de buscador de protagonismo. En todo caso, quedará desacreditado ante el mundo. Pero empapelar a alquien porque dice que no pasó lo que se supone que pasó es una piedra contra el tejado de la democracia; la misma que lanza el gobierno español con su dichosa memoria histórica. Y eleva ipso facto al condenado al mismo altar al que subieron Galileo o Giordano Bruno.

04 febrero 2009

Los pasos contados (Memorias II)


"El mundo estaba ahí, y había que verlo", decía orgulloso Alberto Vázquez Figueroa al final de su autobiografía viajera. Lo mismo podría decir Fernando Vizcaíno Casas, aunque en su caso la perspectiva no sea la horizontal de los viajes por todo tipo de tierras sino la vertical del conocimiento de todo tipo de gentes. Si hay algo que sorprende, en efecto, en la vida del escritor valenciano, es lo amplio de sus amistades y relaciones. Aterrizado un día en Madrid para doctorarse en Derecho, no dejó pasar un día sin ser espectador de lo que podía ofrecerle la capital, primero, y España después, con frecuentes incursiones, también, en el extranjero, pero siempre predominando la relación personal sobre cualquier otro aprendizaje.

Este segundo tomo de sus memorias abarca desde 1950 al 75: veinticinco años intensos donde Vizcaíno se hizo un lugar, y lugar importante, en la vida madrileña, al tiempo que era testigo del desarrollo de la España de posguerra, un despegue económico, social y cultural que culminaría con la reforma política y la incorporación de España como miembro de pleno derecho de la Europa desarrollada. Y mientras destruye el tópico de la nación sumida en el oprobio y en la tiniebla de un régimen agobientemente dictatorial, él mismo se revela como el envés del franquista tópico, hombre ceñudo, intransigente, etc. Si ha habido un ciudadano desinhibido, abierto, cordial, que no rehuye el trato con gente de ideologías, clases y talantes diversos, ese ha sido el autor de ... y al tercer año, resucitó.

Nota redactda en febrero del 2004

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03 febrero 2009

Curioso


La escuela y la cultura, que están fundadas en rigor en una porción pequeñísima de la historia de la humanidad... nos han habituado, en efecto, a concebir los valores literarios como literatura más o menos psicológica. Sin embargo, sólo en el siglo XVII aproximadamente, fue cuando empezaron a verse como materia de arte las nimias complicaciones íntimas de un ser humano ligeramente falto de eje... La política, el deber, la familia en sentido lato, la ciudad y el peso del hombre en la vida era lo que inspiraba a los héroes de Sófocles, Eurípides y Virgilio. La aventura inspiraba a los de Chrétien de Troyes. Solamente después de Honoré d´Urfé, hace unos trescientos cincuenta años, se convirtió en valor y en mito literario una manía, nueva en la época, que consistía en hacer de los sentimientos del individuo una larga y coherente historia, un tanto lloricona...

René Albères, Panorama de las literaturas europeas

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02 febrero 2009

Unos ponen bombas


y otros hacen películas. La motivación es la misma. La calificación del acto... muy similar, para qué andar con tapujos.

¿Que se ha premiado el arte, y no la calumnia? El problema es que ambos son inseparables. Los etarras de Pamplona pueden ser unos expertos en la fabricación o la instalación de explosivos, y a nadie se le ocurriría darles un premio por ello. Algunos pasaban en coche junto a la universidad en llamas, vociferando y haciendo cortes de mangas. Algo así como el jurado de los Goya.