25 febrero 2009

Zigzag


Este volumen reúne unos cuantos trabajos de Hans Magnus Enzensberger. Son muestra de lo variopinto de sus intereses y, cómo no, de su brillantez. El primero es un alarde de ingenio en que aplica ciertas teorías mátemáticas a la noción de anacronismo, para concluir que no tiene sentido decir que algo es anacrónico, pues todo se repite y, a la vez, todo es nuevo. "Los héroes del repliegue" es un peregrino homenaje a una serie de políticos que tuvieron en común el dar al traste con el status al que servían, en aras de la viabilidad futura de sus naciones: aparecen aquí desde Gorbachov hasta Adolfo Suárez. Uno de los ensayos más agudos es "Compadezcamos a los políticos", donde demuestra cómo estos son quizá las personas menos libres de cuantas habitan extramuros de las cárceles: las múltiples servidumbres a las que se deben convierten el apetito del poder en una trampa necesaria para que haya hombres que dediquen su vida a ese menester: algo así como lo que es el instinto erótico para el matrimonio. Por su parte, "Los epígonos de Hitler" traza un acabado retrato de lo que Enzensberger llama "el enemigo del género humano", que no es el simple dictador, sino alguien a quien no le importaría destruirse a sí mismo con tal de arrastrar detrás de sí a todos los que considera sus enemigos, por lo general la mayor parte de la humanidad. Hitler es el arquetipo de todos ellos, y Hussein (Sadam) su discípulo más aventajado en el año en que Enzensberger escribía. Osama ben Laden podría ser hoy el representante más auténtico de esta estirpe.

Nota redactada en julio del 2002

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