30 junio 2007

Memoria histórica


Tanto en ABC como en estas columnas, se ha hablado de la revisión de valores emprendida por el diario de la izquierda socialista Claridad, y de la que hasta ahora han sido víctimas principales don Miguel de Unamuno y don José Ortega y Gasset, acompañados de los señores Baroja, Azorín, Pemán, Díez Canedo y demás miembros de la Academia Española [...] Hay que hacerse, señores escritores, al porvenir que nos espera.

Cualquiera (Ramiro de Maeztu) en ABC, abril de 1936.



El miedo que tenía mi padre en los últimos tiempos de la República se concretaba a que mis hermanos y yo saliéramos a la calle y volviéramos tarde. Normalmente iba yo a la tertulia de la Revista de Occidente y regresaba con él. Entonces no había problema. Pero si no pasaba a recogerle y volvía un poco tarde, se ponía nerviosísimo. Con toda razón, porque no había ninguna seguridad personal en la calle y, en aquel momento, podía ocurrir cualquier cosa. Mi padre no me ha chillado nunca más que por esto, por llegar tarde en aquella época. Realmente, en nuestra casa, el último año de la República vivimos en un continuo "toque de queda".

Un día se encontró en la calle a Carmencita, hija de sus viejos amigos los Cabezuelo, con su novio José María Alfaro, compañero de José Antonio Primo de Rivera en la Falange. Papá les dijo: "Váyanse ustedes pronto de Madrid porque los van a matar". Alfaro después del 18 de julio pudo refugiarse; pero a Carmencita la asesinaron.


Miguel Ortega, Ortega y Gasset, mi padre, 1983.

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28 junio 2007

Me alegro de haber oído a Steve Earle.


Lo imaginaba como uno de esos trovadores rojeras que salmodian injusticias y desamores y que suenan igual, los muy pelmas, sean de Texas o de Portugalete. En cambio, me topo con un country crudo y elemental, lo que esperas oír en el patio de la prisión de San Quintín, por ejemplo.


Dice César Vidal que Steve Earle está sobrevalorado por razones políticas. Quién sabe. ¿Están sobrevaloradas Faith Hill o Carrie Underwood por su gentil continente? En ese mundo la competencia es dura y cada cual se busca sus propios reclamos aparte de lo musical, ya sea la propia anatomía, la propia (des)orientación sexual, como k. d. lang*, o una ideología más bien impopular en la escena country, como Steve Earle. Digo yo.


*No es errata: la tía lo escribe así, con minúsculas, como e. e. cummings. Otro reclamo.

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26 junio 2007

Curso superior de ignorancia

El poema final de este libro, en que se enfrenta la poesía (al menos, esta poesía) con la historia y con la ciencia, viene a enlazar con el título, sugiriendo una sabiduría que no tiene nada que ver con el saber convencional, y que parece tener su origen más remoto en el lema socrático, "sólo sé que no sé nada". Aprender a ignorar, o aprender que ignoras, sería así el camino de una iniciación en los secretos del corazón, que ya sabemos que tiene razones que la mente desconoce.

Y Miguel d´Ors practica esta iniciación por la vía de evocar el pasado. En un principio, con irónica resignación: en su autobiografía, él sale de extra, tantas son las cargas que ha de sobrellevar; se queja con sarcasmo de la providencia divina, como lo haría uno de esos macabros humoristas gráficos... pero siempre se advierte que esas quejas son todas de tipo teresiano ("por eso tienes tan pocos amigos, Señor"), animadas de un humor amable y nunca desesperadas. De hecho, "juro que fui feliz", titula uno de sus poemas para mí más gratos, ya que supone un ajuste de cuentas con tanta llantina hipócrita sobre la época (esa época) en que el autor fue niño. Y, junto con el humor, el amor vivifica este camino hacia la ignorancia, nombre que el poeta da a la humildad, quizá porque presumir de humilde (como indica en un poema) es la peor de las vanidades.


Nota redactada en enero de 1999.

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24 junio 2007

Partidos en misa


En las parroquias españolas se ha producido un curioso fenómeno: hay partidos. Partidos que se definen por su opinión sobre cuándo hay que ponerse de pie tras el Ofertorio. Unos (los minoritarios) se levantan cuando el celebrante inicia el Orate fratres; otros (¿la oposición?) lo hacen al comenzar la Oración sobre las Ofrendas; por su parte, la facción mayoritaria no se yergue hasta el Dominus vobiscum. Si a ello sumamos el gran grupo de los indecisos, el efecto es similar al de la ola en los estadios o, mejor aún, al de aquel anuncio pionero donde unos estudiantes se levantaban, uno tras otro, para reivindicar, solidariamente, ser propietarios del condón que el profesor exhibía ceñudo.

Algo bastante cómico, si quieren que les diga. Algunos curas han optado por decir "de pie" en el momento oportuno. Es un ejemplo a seguir (aunque siempre hay recalcitrantes), por lo menos hasta que se templen los ánimos y vuelva el deseado consenso.

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22 junio 2007

Educación socialista



... son demasiadas las ocasiones en que el hecho de comprender al muchacho [conflictivo] tiene como consecuencia el desarrollo de una actitud negativamente paternalista hacia él, que normalmente consistirá en dispensarle de las exigencias académicas, o en permitirle conductas que a cualquier otro alumno se le reprenderían. Entender sus motivos ha conducido a justificar sus comportamientos. Y este es el fin de la historia y de las posibilidades de ese muchacho, porque la escuela, o sus profesores, actuando de esa manera han destinado al chico a permanecer amarrado a su problema y a seguir condicionado por él de modo permanente, en lugar de contrastar su realidad con otras realidades posibles y ofrecerle otras alternativas para su vida.
Mercedes Ruiz Paz, Los límites de la educación
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20 junio 2007

Cuando fui mortal

El doble filo del cuento es que, siendo recomendable para principiantes que aún no se atreven con la extensión de una novela, su brevedad requiere mucho talento para que llegue a ser obra maestra. Es un género difícil en su aparente sencillez, esto se ha dicho muchas veces. Y aquí hay de todo: desde la rotunda belleza de "No más amores" o el espléndido retrato de "Todo mal vuelve" hasta la trivialidad de "En el viaje de novios" o el repelente neomoralismo de "Sangre de lanza". Marías se disculpa en el prólogo, en cierto modo, de que sean cuentos hechos por encargo, y recuerda eso tan sabido de que lo hecho por encargo no tiene por qué ser más malo, y que hay grandes obras en la historia que no respondieron a la iniciativa personal de sus autores. Cierto, pero aquí echo de menos la genialidad y acuso el lastre de la obsesión sexual, una de las dos patologías de la izquierda intelectual española en nuestro tiempo, junto con el rencor crónico contra Franco y los franquistas, también presente en este volumen. Javier Marías hablaba complacido, en un artículo, de que el pecado ya no tiene sentido. Pero, si no existe el pecado, tampoco el bien, y por tanto tampoco Dios. Y si Dios no existe, todo está permitido, sí, Iván, pero, además, todo se pierde, nada tiene sentido. De ahí que la postura más inteligente sea la de ese doctor Xavier Comella (qué gran retrato, insisto), que se suicida tras haber llamado a sí todo el dolor, todo el tedium vitae que pudo acumular para analizar esa única realidad que nos queda, pues "todo bien va, todo mal vuelve".

Nota redactada en abril del 2000.

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18 junio 2007

Historia de las religiones, I

Constantes religiosas se subtitula este primer volumen de un total de tres, y se dedica a exponer, con precisión de manual y con lenguaje divulgativo, los diversos tipos de religiones. No sé si es contradictorio esto que he dicho, "precisión de manual y lenguaje divulgativo", pero me refiero a que no se trata de una obra para especialistas sino destinada a lo que suele llamarse público medio; pero Manuel Guerra se preocupa por taxonomizar con cierto rigor y por encontrar (por elegir, quiero decir) el término más apropiado en cada caso, incluso desde el punto de vista fonético. Es de destacar, por ejemplo, cómo distingue, al hablar de hinduísmo, entre Brahmán, Brahma y los brahmines, cosa que al parecer no siempre se tiene en cuenta. O cómo procura que diferenciemos al hindú, adepto del hinduísmo, del indio, nativo de la India.

Al Cristianismo le concede un lugar aparte, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta que Manuel Guerra es un sacerdote católico. No nos es difícil ver que, habiendo crecido el Cristianismo en un contexto de religiones étnico-políticas, se viera como algo natural durante muchos siglos la asociación entre el poder civil y el religioso; ni cómo la Iglesia supo deshacerse, con el tiempo, de esa servidumbre, por delante del islam o de algunas formas de protestantismo, como el anglicano.

Nota redactada en agosto de 2006. Creo que este libro está agotado, aunque hay versión en un solo volumen.

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15 junio 2007

El premio de Dylan

No importa que me guste escuchar Nashville skyline o que le alabe a Bob Dylan el modo como ha sacado partido de una voz y un rostro nada prometedores desde el punto de vista artístico y comercial. El cantante de Minnesota supo labrarse una imagen en la que se fundían el trovador, el bohemio moderno a lo Iris Murdoch y el espiritualista a lo Hesse; imagen que en cierto modo él mismo agotó, por lo que podía decirse que tenía ángel.

No me importa reconocer esos méritos, digo, ni otros, para considerar que el Premio Príncipe de Asturias de las Artes resulta un tanto degradado al concederse a quien no deja de ser un artista pop, por muy mito viviente que sea o por mucho que haya influido en una generación, o en tres. Me disgustaría igualmente que diesen el Nobel de Literatura al guionista de Sin rastro, teleserie policíaca que, no obstante, veo con sumo gusto por su espléndida realización. En Bob Dylan hay poesía y música, sí, pero esa poesía y esa música tienen sus galardones correspondientes y sus propios ámbitos de reconocimiento. En cuestiones de arte soy fuertemente segregacionista, lo siento.

Sin embargo, el premio no extraña teniendo en cuenta el oficialismo de los Príncipe de Asturias y sus vínculos con el grupo de comunicación que apoya a la facción gobernante en España. Se atisba algo así como un intento de logseizar las artes, igualando a Shoshtakovich con Bob Dylan o a Francisco Ayala con Hugo Pratt, por decir algo. Una especie de comprensividad fuera de la escuela, vaya. Por otro lado, también es coherente que se premien unos textos como el de Blowin´ in the wind, que como poesía están al alcance de cualquier principiante, pero cuyo buenismo poltrón y sólo en apariencia ingenuo constituye el alimento espiritual de todos los españoles de 45 para abajo, clases de Religión incluidas, y el caldo de cultivo del actual régimen. Quienes ponían su esperanza en aquel día en que “las balas fueran definitivamente prohibidas” incubaron el huevo de la serpiente zapateriana.

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14 junio 2007

Sobre la conveniencia de contrastar informaciones,


sobre todo cuando te llevan a pensar que algunas personas, pueblos o colectivos son tontos del haba o malos malísimos:

Voy y leo en La discoteca ideal de la música pop, de José Ramón Pardo, que Garth Brooks carga contra la violencia doméstica en su canción Thunder roll, que "alguna emisora no dudó en prohibir". ¿Cuál es la conclusión?

SOLUCIÓN (como no sé ponerlo del revés como en los cricugramas, lo pongo en pequeñito): los norteamericanos son partidarios del maltrato a las mujeres.

Luego abro el volumen Country, de Alfonso Trulls (incompleto y asistemático, pero a veces útil) y me aclara: el vídeo de Thunder roll fue censurado por presentar "de modo explícito la infidelidad matrimonial".

Ahora la conclusión es muy diferente, ¿verdad?

O sea: Puede usted hablar de mojigatería o de respeto al espectador, a su gusto. Pero el honor de los norteamericanos queda como más a salvo. Pues así con todo.

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13 junio 2007

Eugenio o Proclamación de la primavera


Debe de ser la madurez, y con ella el seny, pero encuentro un fuerte componente de disparate en esta especie de idilio guerrero. Sigue teniendo un gran atractivo esa primavera falangista que proclaman con ardor Eugenio y Rafael: hay un bonus odor de reconquista cantarina en todo el libro, y eso es un gran mérito. Pero a la vez amenaza cierta bravuconería que viene a emparentar con la visión negra del falangismo que alguna literatura ha difundido. Mezcla de disparate, barbarie e idealismo es, sí, este Eugenio, aunque, por fortuna, muy escorado hacia lo último.

De hecho, comparado con aquel espíritu, resulta muy ramplón el que respiran los autores de los prólogos: porque este libro, en la edición de Nueva República del 2003, va engordado con unos cuantos prólogos, varios del autor a las sucesivas ediciones, uno de los editores y uno del hijo del autor, periodista. Son estos últimos los que dejan que desear, enquistados en posiciones que tienen más de odio que de idealismo.

Garcilaso adquiere un nuevo look cuando se inserta en esta primavera. ¡Qué sueño, poder transmitir esas resonancias a los propios alumnos! Qué pena, pensar que para ellos, y por mi culpa, no pasará de ser un nombre tedioso, evocador de horribles sesiones de pupitre. Como Garcilaso, Eugenio se lanzó a la muerte aún joven, tras haber conocido el amor. La Falange hizo vivir a sus mejores militantes un sueño hermoso mientras duró, una especie de matrix sólo superada en su belleza por otras aventuras que además tienen la ventaja de ser reales.


Nota redactada en marzo del 2004.

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11 junio 2007

... no hay que olvidar

que el mismo impulso revolucionario que ha llevado a la proliferación de personas jurídicas comerciales, políticas y de otros tipos, ha mostrado siempre su animadversión contra la familia. La razón profunda de esta animadversión democrática contra la familia está en que la familia, por su misma naturaleza, es siempre una reserva de desigualdad, empezando por la del sexo, contra la cual vienen luchando denodadamente las fuerzas del mal --muy especialmente con la difusión del erotismo, que acaba por sí mismo en homosexualidad...

Es posible que alguien tildara a don Álvaro d´Ors de exagerado, en el 1987 en que se publicó La violencia y el orden.

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08 junio 2007

Sartoris


En un momento dado, Faulkner emplea la expresión somnolencia arcádica para definir cómo encuentra un personaje la situación de su casa, y esa es la definición más justa que corresponde al ambiente de toda la obra. En ese estado, somnolencia arcádica, contempla Faulkner este Sur suyo. Sartoris (imagino que se habrá dicho muchas veces) es una elegía por un mundo, pero tiene, en efecto, mucho de égloga. Hay una quietud, casi modorra, que lo impregna todo, donde, como en las ficciones pastoriles, los dramas, los sucesos sangrientos, las muertes, se viven más como cosas contadas y escuchadas que como sucediendo realmente. Los actores son como fantasmas en su limbo particular viviendo eternamente su tragicomedia. El hecho de que los miembros de la dinastía Sartoris acostumbren a llevar los mismos nombres (John, Bayard) contribuye a esa impresión.

"Arcádica" es también la armonía que reina entre los estamentos que componen la sociedad sureña. Si la realidad se aproxima a lo que Faulkner nos presenta aquí, se entiende el desgarrón que la derrota de la Confederación debió de provocar en los espíritus, y esa siembra de discordia que supuso la imposición de las leyes de la Unión. Sin embargo, todo eso parece no haber llegado a esta Arcadia que todavía no se llama Yoknapathawpha, a la que no alteran las guerras ni las paces.

Nota redactada en enero del 2007.

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05 junio 2007

Cándido terror

El cándido terror con que se ha recibido el anuncio de ETA de “abrir todos los frentes” sólo halla parangón en el cándido gozo que provocó su famoso alto el fuego permanente. Se nos vendió ese alto el fuego como una victoria, o como una paz en ciernes, cuando el hecho es que la banda simplemente respondió a la bandera blanca alzada desde el otro lado. La petición de parlamentar es el primer indicio de rendición; es un síntoma de debilidad, y lo normal es acceder al ruego del enemigo y dejar de disparar. Si las condiciones de este no satisfacen, pues se reanudan las hostilidades. Y eso es lo que ha sucedido en España en el último año y medio, ni más ni menos. El auténtico alto el fuego ha sido el del Estado, cuando este se ha puesto en manos de una facción deseosa de reducir a la nada a sus adversarios políticos. La ETA no se ha movido un milímetro en sus aspiraciones, salvo quizá para aceptar plazos. Tengo dicho en todos los foros posibles que la única tregua que quiero de los etarras es que se pongan a trabajar como personas honradas mientras declaran su intención de vivir mil vidas, si las tuvieran, para reparar las que quitaron.

En los corrillos mediáticos se escuchan ahora voces que claman, de nuevo, por la unidad de los demócratas. Una vez más, la palabra mágica. Pero me pregunto qué poder de fascinación le queda ya cuando uno de esos demócratas ha mostrado hasta dónde es capaz de llegar con tal de aplastar al otro. “No podemos poner al mismo nivel moral al gobierno y a la ETA”, “unos demócratas no deben pasar factura a otros”... Pues bien, me da igual la vitola con que se adornen: lo que yo he vivido en los últimos años en mi patria es la entente de un gobierno con una banda terrorista, a espaldas del clamor de quienes han sufrido su zarpazo. Y eso tiene un nombre que no es el de error. Lo demás es beatería democrática, pura superstición política.

(El Manifiesto)

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Manantial oculto

...Unamuno, en carta a Jiménez Ilundáin:

La generación pasada pudo vivir en positivismo intelectual, porque, educada en la fe cristiana, llevaba ésta por debajo de aquél, como su inconsciente sostén. Pero una generación educada en positivismo ha de volver con fuerza a buscar el manantial oculto que sus padres le celaron.

Y añade Moeller en nota:

Estas profundas verdades, ¿no se verifican en la URSS, donde la "nueva ola", que ha crecido sin ninguna religión, va a volver a encontrar muy pronto la inquietud metafísica? Algunos indicios, a juicio de Boris Pasternak, así lo hacen creer.

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03 junio 2007

El suicidio de la modernidad


No sé por qué, tengo siempre una pequeña decepción cuando caigo en que el ensayo que he comprado (bueno, o cogido) es en realidad una compilación de artículos, o la novela una colección de cuentos. Digo, porque lógicamente no tiene por qué ser peor. Se disfruta con estos artículos de Aquilino Duque, sobre todo si compartes sus críticas a la mentalidad imperante. Las cosas a las que se tiene aversión crean complicidad, más aún que las que se comparten.

Me gusta, por ejemplo, esa apología de la sociedad represiva (así, sin reparos), que don Aquilino opone a la sociedad permisiva. Aquella reprime para conservarse, esta permite porque no le importa autodestruirse.

Me parece aguda también su visión de lo que llama la revolución cultural en Occidente, que consiste en que la juventud revolucionaria hace desprenderse a la burguesía capitalista de los valores que había adoptado para sostenerse: patria, familia, religión... y de los que "no sabía cómo desprenderse"; es decir, le facilitan echar por la borda lo que nunca había sido suyo. Pero esa burguesía no puede sustituir tales valores por los del socialismo, y se queda en un vacío de valores "con un vago fondo de utopías rojas" que abanderan los intelectuales orgánicos. Eso lo estamos viendo hoy en España con los Millases, los Vicents, los Umbrales, las Regases. Rojos conformistas convertidos en cómplices de los terroristas.


Nota redactada en octubre de 2006.

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02 junio 2007

Leer a Mercedes Rosúa

se parece mucho al trabajo de los buscadores de oro: es la pluma más verbosa que conozco, pero la misma pasión que le dicta sus largas parrafadas le lleva a hallazgos verbales que compensan ampliamente la espera. Su artículo sobre el último libro de la Fallaci, reproducido también por Pío Moa, es de por sí jugoso, pero valdría la pena llegar al final sólo para encontrarse con el concepto de rendición preventiva, aplicado a la retirada zapateriana de Irak.

01 junio 2007

Es una opinión

Cuando llegué a España, a su capital, me encontré una España encendida en pródigos diálogos. Hasta las esquinas parían diálogos políticos, sociales, taurinos o de cualquier índole. Era una mísera España festejada en parturientos diálogos bajo la augusta cabeza de un rey llamado Alfonso XIII. Me hace gracia escuchar o leer ahora que los españoles necesitamos dialogar, conocer el diálogo, ejercitarnos en el diálogo. ¡Santo cielo! ¿Qué son entonces, los millones de tabernas, bares, casinos y campos de fútbol? ¿Qué son sino prósperas plataformas para el diálogo? Lo que necesitan los españoles no es dialogar, sino monologar, esto es: pensar. Bastan un par de tontos para montar un diálogo. En cambio, ningún tonto puede montar un monólogo, ninguno. Pero a la gente, claro está, le gusta opinar, que no es un acto inteligente, y comunicarle esa opinión a alguien mediante demócratas diálogos. ¿O es que podías haber pensado que los diálogos de Platón son realmente unos diálogos en algo más que en su forma expositiva?

Antonio Prieto, Prólogo a una muerte.

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