31 diciembre 2010

Hombre


Entre tantos dioses como hay, el único que me interesa es este que se hizo hombre; ¿por qué vamos a interesarnos por los demás, si ellos no se han interesado nunca por nosotros? Si hay Dios, ha tenido que hacerse hombre, ¿por qué no iba a hacerse? ¿Cómo iba a dejarnos tan solos, con eso tan horrible que es la inteligencia, la lucidez ante la nada? Una lucecita insignificante perdida en el fondo de la oscuridad eterna y sin fin que nos envuelve. Si fuese así, si estuviéramos solos, cuando miramos el cielo de noche, el espacio interestelar tendría que helarnos la sangre de terror. Un espacio vacío, frío más allá de lo imaginable, eternamente tenebroso, incomprensible telón de fondo del universo.

¿Por qué, pues, la visión del cielo de noche nos serena, nos acompaña, nos llena de confianza? ¿Por qué? ¿Quién es el que nos hace compañía? ¿Quién?

Existen tantas cosas que no nos importan ni un pitoche, ¿y no va a existir Dios?

Luis, en Incierta gloria, de Joan Sales

Otra referencia a esta novela aquí.


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29 diciembre 2010

Tanatofobia

La paradoja de la cultura de la muerte es que es, ella misma, tanatofóbica. La muerte es el tabú supremo cuando se ha optado por gozar del gozo, como decía Melibea, sin otra consideración de orden metafísico o moral. Pero, como en Melibea, la muerte se impone cuando el gozo deja de ser posible. O se busca para los demás cuando estorban y son lo bastante pequeños o viejos para no protestar. En ese sentido, la cultura de la muerte podría adoptar como lema el título de aquella película española de serie B: "viva la muerte... tuya".

El veto a lo religioso en la escuela, del que Quebec ha protagonizado el último episodio, tiene mucho que ver con ese tabú. El pretexto del gobierno quebequés es ciertamente idiota si no se lo ve en este contexto: "no crear inseguridad en los niños". Supongo que la idea es evitar que los escolares se planteen la posibilidad de una vida ultraterrena muy relacionada con la conducta observada en el más acá. Podrían traumatizarse, los pobres. El hedonismo a ultranza que hoy impera en Europa y aledaños necesita pensar que la religión es una excrecencia de la mente humana, la ocurrencia de unos pocos enfermos que urge poner en cuarentena para tener la fiesta en paz.

Así como el feminismo radical parte de la negación de una evidencia, en su caso la desigualdad natural de los sexos, el laicismo no duda en hacer tabla rasa de cinco mil años de cultura para negar a la religión un puesto de primer orden en la educación. Y, sin embargo, semejante proceder no es sino el primer paso para lograr una horda de idólatras, de señores de las moscas, no se sabe si más peligrosos cuanto más cultos o cuanto más tarugos.

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28 diciembre 2010

Lo que arraiga en el hueso


Este divertido biopic de un artista imaginario es al mismo tiempo una reflexión sobre el arte, y si Francis Cornish hubiera existido realmente podríamos decir que Robertson Davies reconstruyó su vida bajo su propia mirada de artista, la del autor, digo. Una mirada escéptica, distanciada y con un humor que nos deja ver lo mucho de británico que queda en los canadienses anglófonos.

Lo que me desalienta es que me he quedado sin saber qué es lo que arraiga en el hueso ("lo que arraiga en el hueso no se desprende de la carne", dice el proverbio inglés, según nos informa la traductora). Me pregunto si se referirá a esa "alma católica encadenada por el protestantismo", la de Cornish, pues, en efecto, su padre exigió bautizar a sus hijos en esta religión contra los deseos de su familia materna, católica. Cuando Cornish dice que la creencia "es mejor que el vacío", su maestro Saraceni contesta: "así es, te lo aseguro". Y no porque Saraceni sea un modelo de creyente, pero los discursos de este peculiar personaje acerca de la pintura y del arte en general son un auténtico gozo y transmiten tal vez los pensamientos del propio Robertson Davies, lo que revelaría (lo hace ya la propia novela) a un autor para no perder de vista.

Nota redactada en marzo del 2010

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25 diciembre 2010

Era en Belén


Encuentro en un blog un magnífico poema (más como idea que por su factura) de Antonio Murciano, que me sirve de christmas "in extremis".

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23 diciembre 2010

Era un antojo.


Tenía que serlo. Me gustaba que mi mujer fuera atea. Su postura me facilitaba las cosas. Simplificaba la planificación familiar. No teníamos escrúpulos a la hora de usar anticonceptivos. Nuestra boda había sido civil No estábamos encadenados por principios religiosos. El divorcio estaba a mano, cuando nos apeteciera. Si se hacía católica, habría toda clase de complicaciones. Costaba ser un buen católico, costaba mucho, y por eso yo había abandonado la Iglesia. Para ser un buen católico tenías que abrirte paso entre el gentío para ayudarle a Él a cargar con la cruz. Yo posponía el gran salto adelante para otro momento. Si ella lo daba, tendría que seguirla, porque era mi mujer. No; era un antojo suyo, una fantasía pasajera. Tenía que serlo.

Es el doble de John Fante en su novela Llenos de vida. Por cierto: no era un antojo. Una buena lectura para Navidad.

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22 diciembre 2010

El jamón

Lo del jamón no es problema tanto de prepotencia islámica, de tontería politicorrecta o de eso que llaman multiculturalismo, sino de indefensión del profesorado. Una indefensión inducida por el poder con la ayuda del propio estamento docente, del que se puede decir que ha padecido, junto con el clero, la mayor crisis de identidad de las últimas décadas.

Como ha apuntado alguien, el jamón pudo ser lo de menos. El caso es que el profesor dijo una cosa ("si no te gusta este, hay otros centros"), el alumno interpretó otra más gorda (vete a tu país, o a otro sitio) y la mamá cómplice, sabedora de lo fácil que resulta por estos pagos empapelar a un enseñante, procedió en consecuencia. Y el niño que se permite interrumpir a su profesor para reírse un rato sale de rositas.

No es el jamón, no. Es que el profesorado lleva mucho tiempo pensando que tiene que hacerse perdonar por sus alumnos el simple hecho de estar allí, de modo que cualquier desliz por su parte será merecidamente castigado. Y lo malo es que eso lo perciben ya hasta los recién llegados, si es que el protagonista de esta anécdota es extranjero, que no lo sé. Pongámoslo peor: hasta una mujer musulmana se atreve con un profesor español. Deben de pensar lo que los cosacos de Espronceda: ¿Veis esas tierras fértiles? Las puebla gente opulenta, afeminada ya.... Vedlos huir para esconder su oro, vedlos cobardes lágrimas verter...

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21 diciembre 2010

La Galatea


La lectura de esta obra ha tenido la dudosa virtud de quitame la convicción de que cualquier cosa escrita por Miguel de Cervantes sería un recreo para el espíritu. Al parecer, durante mucho tiempo se consideró que se trataba de un ejercicio de juventud de don Miguel, sin que aportase nada significativo a la literatura ni nos mostrase ya un Cervantes con personalidad. López Estrada, en esta edición de Cátedra, trata de romper ese tópico, pero no ha logrado su propósito, al menos conmigo.

No digo que el español de Cervantes no brille a gran altura, que brilla, como en todo lo demás. Digo que necesita un soporte narrativo sólido para poder producir alguna emoción. Y aquí sólo tenemos esas convencionalísimas aventuras (¿aventuras?) amorosas que tanto le gustaron siempre, y que hoy por lo general nos dejan fríos. Convencionales aventuras amorosas que se van entrelazando hasta hacerse difícil distinguir personajes, recordar a qué episodio pertenece cada uno y recordar cuál fue su buena o mala ventura. El interés no compensa el esfuerzo, aunque López Estrada quiera facilitárnoslo añadiendo un índice de personajes y otro de tramas.

Creo que lo mejor que tiene este libro son los poemas. Para ser de esos que Bécquer llamaba "una melodía que crece, se desarrolla y muere", o algo así, se leen con satisfacción ("una sonrisa de satisfacción", sí).

Nota redactada en septiembre del 2005


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18 diciembre 2010

Son pocas las mujeres que se atreven a admitir


que su familia está en la miseria. Es frecuente que el problema no sean las deudas, sino un descarrilamiento del plan de vida. Nos las encontramos a diario en el parque infantil, el supermercado, la piscina infantil: mujeres que afirman valientemente que les excita trabajar en su empleo supuestametne interesante. Mujeres que juran que se aburren en casa y que los nuevos desafíos las divierten. Pero cuando levantas ligeramente esa bonita superficie, cuando insistes con las preguntas, suele revelarse una tragedia: la madre tiene que trabajar porque si no lo hace, no se llega a fin de mes; los niños son abandonados o despachados; por las noches, la familia agotada se sienta en silencio delante del televisor. ¿Vida en familia? Ni rastro de ella. Pero hay un coche nuevo delante de la puerta y las próximas vacaciones están aseguradas: todo gracias a mamá. [...]

La que admite que esa vida es demasiado esforzada y supone una exigencia insoportable, la que manifiesta sus dudas acerca del número de horas que les dedica a sus hijos y por las noches se muestra además con su marido como una esposa amante es considerada una perdedora. Queda mucho más elegante hablar de la realización personal, y eso también vale para muchos hombres. "Lo necesitan": eso es lo que suelen contestar a las preguntas sobre la actividad profesional de su mujer, pero lo que en realidad quieren decir es: "Necesitamos el dinero." Hace ya tiempo que deberíamos haber acabado con esa mentira. Las mujeres - también nuestra sociedad- ya no soportan esa presión.

Eva Herman, El principio de Eva

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17 diciembre 2010

Juro que no fui yo

quien enseñó a esta chica cuyo examen tengo ante los ojos que Espronceda cantaba a la barbarie de los cosacos frente al aburgalesamiento de la sociedad europea. Segundo de Bachillerato. Sufre la autoestima, sí.

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16 diciembre 2010

La casa de Lúculo


Supongo que este libro es un divertido tratado sobre la comida. Sí, supongo que hay fino humor en sus páginas. Puede que el aficionado culto a la cocina lo disfrute. La idea de volver a leerlo me produce bostezos. Creo que lo mejor de él es, entre las "Normas del perfecto invitado", aquella que se refiere a no decir "es la mejor sopa que he oído en mi vida", cuando el vecino de mesa la sorbe ruidosamente.

Los "Dos ensayos sobre la gula" (de los curas y de los médicos) no dejan de tener tampoco cierta gracia. El resto del libro viene a ser una conferencia (bueno, una conferencia muy larga) sobre la comida de las diversas latitudes. Lamentablemente no tendré a mano el libro cuando me halle en un restaurante y me disponga a saborear alguno de los platos aquí reseñados. En ese contexto sí que tendría alguna gracia.

A lo mejor es un libro para leer antes de comer, y no a cualquier hora del día. Se advierte, diremos también, en el humor de Camba un dejo codornicesco. Normal, pues se trata de un libro de 1937. Así en el chiste del tipo que saludaba al besugo que se iban a comer en una mesa. O lo de Camba pidiendo cinco raciones de buey antes de "decidirse a probarlo". O lo mismo con la fabada. Por cierto, que la cocina española no sale muy bien parada. Él sabrá.

Nota redactada en septiembre del 2005

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15 diciembre 2010

Las grandes guerras y los grandes desastres


proceden de facciones que se alzan unas contra otras y que, sin embargo, se entretejen unas con otras. Hermanos enemigos: el capitalista y el comunista, el relativista y el dogmático, el puritano y el libertino, etc. Observamos así necedades antagonistas que compiten, pujan, escalan a los extremos, como dice Clausewitz, en fin, se engranan unas con otras como las ruedas de una trituradora gigantesca y supremamente inteligente: un mecanismo que recluta a pobres diablos y los machaca de tal forma que, quejándose siempre de una mitad del torno, reactivan la mitad de detrás, ¡y así se empieza una nueva vuelta!

Fabrice Hadjadj, La fe de los demonios

Lo vio también Lewis: el demonio manda los errores a pares para que, huyendo de uno, caigamos en el otro. Y espanta ver la categoría mundana de muchos de los pobres diablos que se enredaron en la trama.

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11 diciembre 2010

Vargas Llosa matiza

Dice Vargas: "el demócrata y el liberal que soy -que trato de ser-..."

Con el gesto de humildad del que dice: el cristiano que trato de ser, el buen hombre que intento ser...

Lo que me temía: han convertido la democracia liberal en una moral, en un camino de perfección. Si siguen leyendo, verán cómo describe su tránsito desde el socialismo casi como una conversión, como un largo camino hacia la luz.

Un sistema político convertido en moral... ¿es más inocuo que lo contrario? Peligro.

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10 diciembre 2010

Los usurpadores


Francisco Ayala aprendió muy bien la lección de Borges, y Borges le dio el summa cum laude cuando elogió "El hechizado" como uno de los mejores cuentos de las literaturas hispánicas, nada menos. Es posible que lo sea. Este cuento parece concebido como una narración enormemente prolija que pasa rápidamente sobre aspectos que juzgaríamos importantes y se detiene farragosamente en otros que en apariencia no pintan nada. ¿Cómo hacer esto sin causar el enojo del lector? Al modo borgiano: inventando un narrador-crítico que comenta el manuscrito y nos ofrece de él sólo unas calas. Al final, el efecto sobre el lector es el mismo, pero sin fastidio. El final, ese final...

Pero Los usurpadores no es sólo "El hechizado", sino otras cuantas piezas que compiten muy bien con él, incluyendo ese atrevido "Diálogo de los muertos", en una colección que en términos discográficos podríamos llamar conceptual. Sus personajes, casi todos históricos, representan al poderoso digno de compasión. "Non est potestas nisi a Deo", y el ejercicio del poder convierte a estas criaturas en seres vacíos o muertos en vida. El momento supremo de sus existencias se convierte en un abismal fracaso para ellos y para otros, y sólo la caridad, como vemos en "San Juan de Dios", puede ampararlos.

Nota redactada en julio del 2010

Otras obras de Ayala comentadas aquí:

-El fondo del vaso
-La estructura narrativa
-Relatos

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09 diciembre 2010

Vaya, ya entonces lo sabían.

Pensaba encerrarte en un pensionado para evitarte un desastre matrimonial, que es como suelen acabar los amores libres.

Tío Eusebio, en Incierta gloria, de Joan Sales


No hacían falta estadísticas.


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08 diciembre 2010

Controlar


Ser controlador de profesión debe de inflar un montón en esta España de las vanidades, sobre todo desde que el verbo controlar ha desplazado a dominar en el uso actual del idioma: se gana mucho en resonancia, no cabe duda.

Es normal que el gobierno Rubalcaba haya cogido al vuelo, je, esta ocasión de mostrar que controla algo. Dar una lección a esos pijines que, sin duda, votan al PP puede reanimar un poco a su electorado. No me sorprendería incluso, conspiranoico de mí, que la cosa haya sido inducida. El hecho de que se trate de desviar el dedo acusador hacia el partido de Rajoy, pobrecillos, no hace nada por desmentirlo.

No sé si el estado de alarma es ilegal, o excesivo, ni tampoco de qué otro modo podría haberse actuado. Pero no puedo negar que me alegra ver meter en cintura a los sindicatos, niños malcriados de la España constitucional. Con todo, quién diría que íbamos a ver al partido de Pablo Iglesias sacando al ejército para reprimir una huelga. Después de todo lo que hemos luchado en España etc etc. Sólo cabe esperar la misma energía cuando los convocantes sean Comisiones o UGT y no se trate de aeropuertos sino de hospitales o escuelas. Por decir algo, claro: un gremio tan dócil como el de la enseñanza en este país no lo soñó ni Mussolini.

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07 diciembre 2010

La piedra de toque


Hay que tomar esta novela como lo que es: un relato ejemplar. Un producto destinado a colegios o institutos, con el que practicar la interdisciplinariedad: literatura más educación en valores, ética o cualquiera que sea el nombre que adopte la cobertura moral del sistema. Las actitudes de los personajes son en extremo simplistas o ingenuas y revelan a la legua el público juvenil a que va destinado el libro. Y es una pena, porque Montserrat del Amo domina el arte narrativo. La historia consigue enganchar, y viene servida con una estructura circular muy resultona; la inserción de fragmentos en primera persona, desde el punto de vista de distintos actores del drama, termina de dar solidez a la construcción narrativa. Si hubiese prescindido de esas actitudes extremosas ya citadas o de lecciones de moral demasiado explícitas, hubiera resultado mucho mejor.

Pero, dentro de su género, es absolutamente recomendable. No se está preconizando una solidaridad porque sí, de las que tanto se estilan, en plan reivindicativo y de sólo derechos. Hay una defensa del esfuerzo por la propia superación y una condena de la falsa compasión que lleva a superproteger al minusválido. Igualmente, la familia protagonista da muestras de un enorme sentido de la educación en responsabilidad. Andrés y Pablito son comprensivos a la vez que exigentes con Fernando, el pequeño paralítico cerebral, porque a su vez sus padres lo son con ellos. Unos padres que no dejan de revelar tampoco sus puntos débiles. Es la diferencia con los malos, demasiado unilaterales y casi caricaturas.

Nota redactada en noviembre de 1999

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03 diciembre 2010

Los padres preparan el cuerpo

(lo preparan sólo, no lo "hacen"). El alma espiritual es creada por Dios e infundida en aquella materia, que -a partir de ese momento- es un cuerpo humano, y no propiamente un cuerpo animal, y además es el cuerpo de "otro", el cuerpo de una persona. De ahí esa experiencia universal de la irreductibilidad de los hijos a la "voluntad" de sus padres, y la comicidad de la expresión -hoy esgrimida comercialmente por los laboratorios de "reproducción humana"- "derecho a tener un hijo" que, paradójicamente y como ha mostrado magistralmente Tomás Melendo, vulnera los más elementales derechos del hombre, de la persona, que por definición no puede ser "objeto" de un derecho ajeno.

Carlos Cardona, Ética del quehacer educativo

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01 diciembre 2010

Qué cruz, enseñar Humanidades.


Vas y les dices a los chicos que hay que asociar el Romanticismo a la ideología liberal. Luego te encuentras un titular de Nuestro Tiempo que reza: "Carlistas, los últimos románticos". Y piensas: menos mal que no lo han visto, porque además el de Historia les habrá contado largo y tendido las luchas decimonónicas entre liberales y carlistas...

Lo sé, no todo es tan sencillo, y eso también hay que enseñarlo. Pero a veces envidio a los de Física: velocidad, espacio, tiempo; o a los de Matemáticas: los tres ángulos de un triángulo, ciento ochenta grados, y tal.

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