03 diciembre 2010

Los padres preparan el cuerpo

(lo preparan sólo, no lo "hacen"). El alma espiritual es creada por Dios e infundida en aquella materia, que -a partir de ese momento- es un cuerpo humano, y no propiamente un cuerpo animal, y además es el cuerpo de "otro", el cuerpo de una persona. De ahí esa experiencia universal de la irreductibilidad de los hijos a la "voluntad" de sus padres, y la comicidad de la expresión -hoy esgrimida comercialmente por los laboratorios de "reproducción humana"- "derecho a tener un hijo" que, paradójicamente y como ha mostrado magistralmente Tomás Melendo, vulnera los más elementales derechos del hombre, de la persona, que por definición no puede ser "objeto" de un derecho ajeno.

Carlos Cardona, Ética del quehacer educativo

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