15 diciembre 2010
Las grandes guerras y los grandes desastres
proceden de facciones que se alzan unas contra otras y que, sin embargo, se entretejen unas con otras. Hermanos enemigos: el capitalista y el comunista, el relativista y el dogmático, el puritano y el libertino, etc. Observamos así necedades antagonistas que compiten, pujan, escalan a los extremos, como dice Clausewitz, en fin, se engranan unas con otras como las ruedas de una trituradora gigantesca y supremamente inteligente: un mecanismo que recluta a pobres diablos y los machaca de tal forma que, quejándose siempre de una mitad del torno, reactivan la mitad de detrás, ¡y así se empieza una nueva vuelta!
Lo vio también Lewis: el demonio manda los errores a pares para que, huyendo de uno, caigamos en el otro. Y espanta ver la categoría mundana de muchos de los pobres diablos que se enredaron en la trama.
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