07 diciembre 2010

La piedra de toque


Hay que tomar esta novela como lo que es: un relato ejemplar. Un producto destinado a colegios o institutos, con el que practicar la interdisciplinariedad: literatura más educación en valores, ética o cualquiera que sea el nombre que adopte la cobertura moral del sistema. Las actitudes de los personajes son en extremo simplistas o ingenuas y revelan a la legua el público juvenil a que va destinado el libro. Y es una pena, porque Montserrat del Amo domina el arte narrativo. La historia consigue enganchar, y viene servida con una estructura circular muy resultona; la inserción de fragmentos en primera persona, desde el punto de vista de distintos actores del drama, termina de dar solidez a la construcción narrativa. Si hubiese prescindido de esas actitudes extremosas ya citadas o de lecciones de moral demasiado explícitas, hubiera resultado mucho mejor.

Pero, dentro de su género, es absolutamente recomendable. No se está preconizando una solidaridad porque sí, de las que tanto se estilan, en plan reivindicativo y de sólo derechos. Hay una defensa del esfuerzo por la propia superación y una condena de la falsa compasión que lleva a superproteger al minusválido. Igualmente, la familia protagonista da muestras de un enorme sentido de la educación en responsabilidad. Andrés y Pablito son comprensivos a la vez que exigentes con Fernando, el pequeño paralítico cerebral, porque a su vez sus padres lo son con ellos. Unos padres que no dejan de revelar tampoco sus puntos débiles. Es la diferencia con los malos, demasiado unilaterales y casi caricaturas.

Nota redactada en noviembre de 1999

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