Lo del jamón no es problema tanto de prepotencia islámica, de tontería politicorrecta o de eso que llaman multiculturalismo, sino de indefensión del profesorado. Una indefensión inducida por el poder con la ayuda del propio estamento docente, del que se puede decir que ha padecido, junto con el clero, la mayor crisis de identidad de las últimas décadas.
Como ha apuntado alguien, el jamón pudo ser lo de menos. El caso es que el profesor dijo una cosa ("si no te gusta este, hay otros centros"), el alumno interpretó otra más gorda (vete a tu país, o a otro sitio) y la mamá cómplice, sabedora de lo fácil que resulta por estos pagos empapelar a un enseñante, procedió en consecuencia. Y el niño que se permite interrumpir a su profesor para reírse un rato sale de rositas.
No es el jamón, no. Es que el profesorado lleva mucho tiempo pensando que tiene que hacerse perdonar por sus alumnos el simple hecho de estar allí, de modo que cualquier desliz por su parte será merecidamente castigado. Y lo malo es que eso lo perciben ya hasta los recién llegados, si es que el protagonista de esta anécdota es extranjero, que no lo sé. Pongámoslo peor: hasta una mujer musulmana se atreve con un profesor español. Deben de pensar lo que los cosacos de Espronceda: ¿Veis esas tierras fértiles? Las puebla gente opulenta, afeminada ya.... Vedlos huir para esconder su oro, vedlos cobardes lágrimas verter...
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