23 febrero 2014

La ventana alta


La leí bajo el título de La ventana siniestra, pero es un cambio que no tiene sentido ni siquiera desde el punto de vista comercial. No creo que high signifique "siniestro" ni en el Collins, que es lo más exhaustivo que conozco en diccionarios de inglés.

Pues The high window empieza también en una casona de gente pudiente, y esta vez a Marlowe lo recibe una señorona que bebe oporto, ambas descritas con la minuciosidad y la ironía que son marca del autor: "...todo lo que crecía estaba perfectamente quieto en el aire irrespirable que flota allí en lo que ellos suelen llamar un día lindo y fresco". Sucede que han robado una moneda valiosa, y la dama acusa a una pariente suya. Hay atractivas secundarias, sicarios malencarados, coches que nos siguen a distancia, empresarios gangsteriles, sobornos, personajes aparentemente marginales, policías que estorban y, por supuesto, más de una muerte violenta. La parafernalia habitual, vamos. La que resultaría tediosa en otras manos que no fueran las geniales de Chandler.

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20 febrero 2014

La última Gran Premier


Sí, bueno, a mí también me gustaban esos recopilatorios de los éxitos del año. Lo de "La gran Premier" reunía a varios sellos que aportaban sus títulos más vendedores. Esta colección creo que era del 81 y hoy probablemente sólo recordemos cosas como el Lady Writer de Dire Straits, Whatever you want de Status Quo y The gambler de Kenny Rogers. Pero, aunque sepultados en el olvido, no estaban nada mal dos lentos como Reunited, de un dúo llamado Peaches and Herb, y El Lute, de los ínclitos Boney M, recordados por toda mi generación. Estábamos en una coyuntura en que pegaban las baladas, como suele llamarse a estas canciones propias para bailar agarrados. El Lute: parece que los extranjeros se siguen pirrando por los amigos de lo ajeno españoles, como en tiempos del Tempranillo.

Angel eyes se salva por ser quienes son Roxy Music. Adriano Pappalardo aportaba la cuota italiana con un desgarrado Recomencemos (qué arranque más sobrecogedor, caramba). De los españoles, Dyango cantaba en perfecto castellano un clásico franchute como Ma vie, Rocío Jurado ejercía de hembra lorquiana en Como yo te amo y Camilo Sesto traía lo último de su personal repertorio, La culpa ha sido mía, pecado de ingenuidad, faltaría más, "creyendo que algún día serías tan solo para mí". El resto era un actor que se sumaba al fenómeno de los jovencitos con club de fans (Pedro Mari Sánchez), un John Paul Young que iniciaba su decadencia y un tipo que sacó tajada de su parecido con Travolta, al frente de un grupo llamado Goma de Mascar: para olvidar.

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17 febrero 2014

Tolstoi y Francisco


Caramba, qué coincidencia. Leo en la misma mañana esto:

--Vence en la batalla quien está firmemente decidido a ganarla. ¿Por qué perdimos la batalla de Austerlitz? Nuestras bajas eran casi iguales a las francesas; pero nos dijimos demasiado pronto que habíamos perdido la batalla y la perdimos; y nos lo dijimos porque allí ya no había motivo para luchar. Todos querían dejar lo antes posible el campo de batalla: "Hemos perdido, ¡huyamos, pues!" Si hubiésemos aguantado hasta la noche, Dios sabe qué habría ocurrido. (Andrei Bolkonski en Guerra y Paz)


...y esto:

Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo. El que comienza sin confiar perdió de antemano la mitad de la batalla y entierra sus talentos. Aun con la dolorosa conciencia de las propias fragilidades, hay que seguir adelante sin declararse vencidos... (Francisco, en Evangelii gaudium)

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13 febrero 2014

Una tal Vera, en "Guerra y paz"

Decía "nuestros tiempos" como suelen hacer las personas de pocos alcances, que creen conocer a fondo las características de una época y que suponen que las personas cambian con los años...

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11 febrero 2014

Muerte en la escuela

Lo que más recuerdo de esta novela es el anís lactescente siciliano, con el que se emborracharon los chiquillos que asesinaron a su maestra. Curiosidad morbosa que sólo quedó satisfecha treinta años después, cuando me encontré en Palermo con un anís de sesenta grados que, en efecto, deja un poso lechoso.

Giorgio Scerbanenco ha escrito más que el Tostado, pero con este título basta para hacerse una idea de su novelística. Pulsa unos resortes muy vistos pero siempre eficaces: crímenes horrendos, polis duros, delincuentes más duros todavía, una visión tétrica de la sociedad que permite que esos monstruos crezcan en su seno. Los asesinos son aquí un grupo de escolares a cual más desesperado, de trece a veinte años, manejados hábilmente por un monstruo adulto. Una gran parte de la novela la constituyen los interrogatorios a estos chicos. "En un interrogatorio, quien acostumbra a perder es el que interroga, porque --a menos que no recurra a la fuerza física-- el interrogado camina plácidamente sobre las mentiras e invenciones y la ley no puede hacerle nada". Este desamparo de la ley es otro resorte eficaz; pero en este caso, al contrario de lo que sucede con Mickey Spillane o con las películas de Charles Bronson, no tiene el contrapunto del duro que da su merecido a los malos, bordeando la ley.


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10 febrero 2014

Super Country Hits vol. 4


La RCA española tenía una etiqueta llamada Línea Tres que le servía, creo, para editar recopilaciones  y resucitar viejos éxitos. La serie Super Country Hits permitió abrir paso, tímidamente, a algunos artistas de ese género que no le sonaban a nadie en la España de los 70 (aunque es posible que el franquismo no tuviera nada que ver, esto entre nosotros y no lo vayan a decir por ahí). Estos discos/casetes lucían su correspondiente vaquero en la portada y los super hits no lo eran tanto, como pude comprobar con el tiempo. Creo que cogían al azar las canciones. Los intérpretes sí que eran superventas de la época, dentro del country, claro.

El número 4 me descubrió a un gran cantante llamado Charley Pride, que entonces yo no sabía que era negro, tal vez el único que se forró con el country. Había algunos habituales como Dolly Parton, Jim Reeves o Hank Snow; algún perfecto desconocido, aún hoy, para mí, como Dottsy o Steve Young; una de las ciento veinticinco mil versiones de I walk the line, a cargo de Skeeter Davis (una chica de temporada, supongo); una fea versión de High noon (o sea, "Solo ante el peligro") por el bienintencionado Hank Locklin... Y dos cosas de gran interés para el aficionado, cual es un Sweet dreams interpretado por su autor, Don Gibson (la canción ha tenido también covers a punta pala) y un Feudin´ banjos a cargo de Lester Flatt, supongo que anterior al arreglo de Deliverance.

La cinta sonaba un pelín mal.

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09 febrero 2014

Como sabe cualquiera que ha tenido una ideología,


no hay que hacer preguntas, sino simplemente buscar los datos que confirman las propias convicciones: eso es lo que implica tener una ideología.

Wendy Shalit, en Retorno al pudor.

Entendiendo ideología, claro, como un conjunto de consignas fáciles que uno asume como una fe y está dispuesto a lanzar a la cara de los otros, como viene sucediendo desde hace un siglo. Por eso quizá no sea lo mismo que convicciones, aunque aquí se identifique.
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07 febrero 2014

Versitos


Es curioso que las feministas, para defender el aborto, por menos de nada sacan a relucir sus caracteres sexuales primarios y secundarios, que justamente están diseñados para hacerlas madres. El otro día una, en el congreso, se puso a recitar unos versos diciendo que apelaría contra la ley pepera con todos los miembros de su cuerpo, enumerando: con los brazos, con las piernas, con las narices...; llegado el momento, hizo una pausa solemne y gritó: "¡con las tetas!" Pues vaya. Si eso no es dar argumentos al enemigo...

Es como lo de las otras, gritando: "¡sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios!" Con bigotes no rima, claro.

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05 febrero 2014

Retrato de humo

Esta es la historia de una fascinación que termina en perdición. Esto no es decir mucho, claro. Podría estar hablando de la Celestina, sin ir más lejos. Acotando más la cosa, diría que es un relato de suspense psicológico, a lo Patricia Highsmith. Danny April, de la agencia de cobros Clarence Moon, ve el retrato de una chica, la chica se llama Krassy Almauniski y a partir de entonces hace el papel de los ojos verdes de la leyenda becqueriana: oh, ven, ven, bésame y todo eso. Y como el tipo de la leyenda becqueriana, Danny siente que no hay otro objetivo en la vida más que hallar esos ojos, esa cara, aunque le cueste la vida y el alma. Todo en el contexto del Chicago de los años 40, así que no hay alma de por medio, claro. El hada mala es una lolita trepadora y el caballero un empleado mediocre. Igual que en La Celestina, ya que la saqué a relucir, toda virtud brilla por su ausencia y es la miseria la que campa por sus respetos.

Pero, como la Celestina, es también una historia ejemplar: he aquí a la mujer eterna cuando pierde todo escrúpulo y al hombre eterno cuando se vuelve tonto. Ballinger emplea una técnica de contrapunto, con la narración de las pesquisas de Danny por un lado y la vida azarosa y poco edificante de Krassy por otro. Como era de esperar, ambas confluyen, y zas.


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03 febrero 2014

Jean-Michel Jarre: "Equinoxe"


La música cósmica fascinaba a finales de los 70, y un servidor no fue ajeno a esa fascinación. Antes que el tecnopop de los Depeche Mode, Human League y demás, la tecnología al servicio de la música había producido obras mucho menos comerciales pero de superior calidad como fueron las de Vangelis, Tangerine Dream o, en España, Neuronium. Obras no concebidas para el bailoteo sino para el sueño, dicho en el mejor de los sentidos, aunque en sus peores momentos, lo admito, también podría aplicárseles el malo.

La música de Jean-Michel Jarre suponía un punto medio entre ambas modalidades, entre el ensueño sideral y el chundachunda cibernético. In medio virtus esta vez, porque se trata de productos de gran calidad, al menos los dos primeros, que son los que conozco en su integridad. Equinoxe consta de ocho partes, unidas por una pista de alguno de sus cacharros, es decir que no hay cortes entre ellas, salvo (servidumbre del vinilo y del casete) entre la cuarta y la quinta, por imperativo de las dos caras. Desconozco si en el CD esto se cambió. La parte quinta, escogida como single, se emitió hasta la saciedad como fondo de microespacios televisivos, pero, insisto, merece la pena escuchar la obra íntegra, desde el inicio (que se diría una aurora) hasta ese final redondo que recoge el tema del single pero ralentizado. Era, como todos los de su clase, para ser disfrutado en equipos monstruo y en habitación insonorizada, pero hube de conformarme, cochina miseria, con mi minicadena, que no estaba tan mal.

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