30 noviembre 2012

18 de julio


... Nadie había querido una guerra, sino sus resultados, sus consecuencias. Los sublevados, la destrucción de la república, el establecimiento de un régimen bastante vago, pero que ya se iría perfilando. Los partidos del Frente Popular y los sindicatos, la gran ocasión para acabar con la República "burguesa" --aunque se conservara el sustantivo--, con las libertades "formales", para realizar la ansiada "revolución social". Un detalle mínimo, pero significativo, es que la calle del Príncipe de Vergara, en Madrid, se rebautizó durante la guerra (acaso creían que se trataba de un príncipe "de la sangre" y no de Espartero, el ídolo de los liberales del siglo XIX, el vencedor de los carlistas, que ahora estaban del otro lado); pero lo interesante es que se llamó "Avenida del 18 de julio", es decir, que esta fecha siniestra se celebraba también en el campo republicano.

Julián Marías, Una vida presente. Memorias I.

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27 noviembre 2012

Rajoy es masón:


Asunto concluido. Por fin sabemos por qué el PP nos está decepcionando. Como todo el mundo sabe, el Partido Popular es la longa manus del Vaticano en España, pero ¡ah!, se han infiltrado agentes de Caos (o de Spectra, si les parece). Todo es cuestión de echarles y poner a los buenos.

Me hace gracia este modo de discurrir de cierta derecha sociológica, que creí enterrado en el Valle de los Caídos. Y que conste que Franco me cae muy bien. (Hay muchos que se creen en la obligación de disculparse cuando tienen que hablar más o menos bien de Franco. Yo hago lo contrario, por amor al disenso y odio a la corrección política). ¿Por qué Zapatero hace tales y cuales tropelías? Es masón. ¿Por qué Rajoy no hace lo contrario? También pertenece a la Venerable Orden.

Es un modo de discurrir que entraña cierta pereza, porque te libra de hacer análisis sociopoliticoculturales y porque permite sacudirse responsabilidades, digamos, por ejemplo, hasta qué punto el que los cristianos nos hayamos estado rascando el vello púbico ha permitido que los laicistas escalaran más y más posiciones de poder.

No necesitamos masonerías para explicarnos que los políticos del PP no son más que una muestra de la sociedad española; una sociedad que ha sido moldeada, como la occidental en general, conforme a unos patrones que tienen poco que ver con lo que dispuso el Concilio de Trento, ni siquiera el Vaticano II. Que lo que digirieron del SEU y de la OJE se reduce a unas consignas vacías que sirvieron más que nada para hacer gracietas. Invocad a mayo del 68 en lugar de a la masonería y quedaréis mejor, siempre que entendamos que mayo del 68 no es más que el precipitado de una compleja red de fenómenos culturales cuya última expresión, y la más deleznable, son esas otras consignas del "nosotras parimos nosotras decidimos" y "si se quieren por qué no van a casarse". La Venerable Orden pudo tener algo que ver, pero sería solo una anécdota en esa historia. O sea, un poco de seriedad, que ya somos unos hombrecitos.

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25 noviembre 2012

Lecturas españolas


Este es uno de los libros más famosos de Azorín, supongo que porque es uno de los que más han contribuido a forjar el mito (o la realidad) de la Generación del 98. En esas lecturas los nombres más citados son los de Cadalso, Larra y Joaquín Costa, es decir, los que hicieron una crítica global de la supuesta o real decadencia española, los que con mayor agudeza fustigaron sus vicios y vivieron intensamente el afán por regenerar el país. Y también los que con mayor frecuencia se citan como antecedentes de la famosa generación. Está también muy presente Gracián, cuyo pensamiento ha sido con frecuencia comparado con el de Nietzsche, uno de los grandes inspiradores de Azorín y sus coetáneos. Y Saavedra Fajardo, el gran pensador político de la España del Barroco. Junto a ellos, figuras menores como fray Antonio de Guevara, cuyo Menosprecio de corte y alabanza de aldea tenía que ser por fuerza muy apreciado por Azorín, tan fascinado siempre por los encantos de la existencia sencilla; y José Mor de Fuentes, autor de una autobiografía hoy olvidada y protagonista del capítulo más largo de esta serie.

Hay algunos cuadros que nada tienen que ver con alguna lectura, sino que son de hecho breves relatos, protagonizados por pequeños filósofos, melancólicos amantes de una naturaleza que fluye en eterno retorno. Las meditaciones sobre el paisaje español y el gusto por el vocabulario tradicional terminan de dar a esta obra su fisonomía noventayochista. 

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24 noviembre 2012

Semillas del Reich

... hay un tercera cosa que me gusta incluso menos que las otras dos. No es el comunista, al atacar a la familia, ni el capitalista, al traicionarla; es la vasta y asombrosa visión del hitleriano al defender a la familia. Hitler defiende la independencia de la familia haciendo que toda familia dependa de él y de su Estado semi-socialista; y preserva la autoridad de los padres dictando autoritariamente a los padres lo que tienen que hacer. Su idea de mantener sagrada la dignidad de la vida doméstica es emitiendo órdenes perentorias al efecto de que el abuelo se levante a las cinco para hacer ejercicios con mancuernas, o que la abuela camine veinte millas hasta un campamento donde le darán una bandera con la cruz gamada. O sea que interfiere en la familia mucho más que los bolcheviques, y lo hace en nombre de la sacralidad de la familia. No anima más que las otras dos manifestaciones sociales, pero por lo menos es más entretenido. 

G. K. Chesterton, "Tres enemigos de la familia", en La cosa y otros artículos de fe 

Sin mancuernas, sin cruces gamadas y sin apelaciones a la sacralidad de la familia, pero me suena.

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22 noviembre 2012

Desahucios visibles


Un escocés iba a examinarse para policía y le preguntaron cómo disolvería una manifestación. "Bueno -dijo-, en mi tierra al menos lo hacemos así: anunciamos una colecta y apenas hemos empezado a pasar la hucha, ya no queda nadie."

Es curioso, pero, en plena sociedad de la información, hay lacras que parece que no existen hasta que no se organiza una manifestación de protesta. Los desahucios, por ejemplo: llevan produciéndose desde que la crisis enseñó los dientes y vimos que no era una ocurrencia de economistas. Lo que es de ahora son las manifestaciones. Una vez más se cumple el oráculo de Mingote: "Los trabajadores empezamos a estar hartos y, en cuanto haya un gobierno de derechas, nos van a oír".

Me pregunto qué pasaría si, en una de estas manifestaciones contra los desahucios, alguien tuviera la ocurrencia de proponer una colecta para contribuir a sufragar la deuda del afectado, cuyo producto se le entregaría in situ. Si sucedería lo de Escocia o si se vería aquilatada esa solidaridad que es tan fácil llevarse a la boca.

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20 noviembre 2012

Sangre sabia


Nunca me había topado una galería de personajes tan grotescos y patéticos. Ni en Valle-Inclán, porque los de este tienen mucho más de grotescos que de patéticos, si damos a esta palabra su sentido original de "que mueve a compasión". Están como cencerros, es lo primero que piensas. Pero después imaginé que tal vez la autora había querido mostrar el aspecto que ofrecemos los seres humanos ante Dios cuando no nos movemos a impulsos de la gracia. Quizá sea porque sé que Flannery O´Connor era católica y quería escribir novelas católicas. Patético y monstruoso es como ve un santo a un pecador, empezando por él mismo, claro; y con esto no quiero canonizar a Flannery O´Connor, sino alabarla como artista. Está pintando almas, almas irredentas, es cierto, para utilizar el concepto (la redención) que obsesiona a Hazel Motes, un curioso predicador de una Iglesia sin Cristo. Irredentas o víctimas del pecado de otros, como el universo entero. Contemplándo a Hazel Motes, no puedo por menos de pensar en Dawkins o en Hitchens, esos predicadores tan militantes que se dirían, en efecto, apóstoles de su iglesia atea. Patéticos.

Para O´Connor, esta era una novela cómica. Lo es también, y en particular uno sonríe con ciertas metáforas casi surrealistas (¿habían oído alguna vez hablar de color rata para definir el de un coche?). Pero humor negro, por supuesto, donde la risa se codea con el estremecimiento. Lo grotesco y lo patético no escamotean el horror, pero del mismo horror veremos surgir la salvación.


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18 noviembre 2012

Religión, política, guerra


Rüdiger Safranski explica la Historia de la Guerra de los Treinta Años de Schiller.

Con la Guerra de los Treinta Años una nueva pasión entra en el escenario de la política: el entusiasmo religioso... Con ello cambia fundamentalmente la relación normal de las masas con la política. Hasta ese momento la política les resultaba indiferente y temible. La acataban como un poder natural, mayormente como sacrificio y como un objeto. Ahora la política se convierte en un asunto del corazón, precisamente porque ha pasado a ser un asunto religioso. Sin embargo, eso no es así para los príncipes, que siguen considerando la religión como un medio manipulable, sino para el pueblo.

Y ahora, Schiller:

En aras del Estado, en aras del interés de los príncipes se habrían armado voluntariamente unos pocos pobres; a favor de la religión tomaron las armas con alegría el comerciante, el artista, el labrador. Si se tratara del Estado o del príncipe, todo el mundo habría procurado eludir la más pequeña contribución extraordinaria; al servicio de la religión se sacrificaron los bienes y la sangre, todas las esperanzas terrenales.

Tanto el Papa como los ateos encuentran deplorable que se tomen las armas por la religión: y lo es, pero sólo después de Cristo: hasta Él, sería difícil encontrar otra religión que considerase inviolable toda vida humana.

Ahora bien, si es deplorable, no es incomprensible. Se mata por dinero, por amor, por honor, por odio. Cuanto más nos importe una cosa más comprensible es que se mate por ella, así como que se dé la vida por ella. Quizá nada importe más que la cuestión de nuestro destino eterno, de nuestra razón de existir. Quien mata por Cristo, pues, actúa de un modo natural; natural, pero no cristiano, no sobrenatural. Puede matar por Cristo, pero no desde o en Cristo.

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16 noviembre 2012

Recortes


"Orden... por la que se regula el procedimiento para garantizar el derecho del alumnado ... a que su dedicación, esfuerzo y rendimiento sean valorados y reconocidos con objetividad".

Así se llama la ley que regula la reclamación de notas en Bachillerato: o sea, cómo conseguir en los despachos lo que al esforzado alumno le han negado desde la cátedra. Y dirán ustedes: eso de la "dedicación, esfuerzo y rendimiento" ¿no es más propio de un acto de imposición de medallas que de un texto legislativo? ¿No sería más propio decir simplemente "su trabajo" o "sus exámenes"?

Bien, no hace falta ser un lince para deducir, de tan rimbombante enunciado: a) que la "dedicación, esfuerzo y rendimiento" se le suponen al alumno, como el valor en la mili; mientras que b) del profesor sólo cabe esperar una tendencia a la parcialidad y la mala uva; y que c) la objetividad reside más arriba, en la bendita Administración, en los ángeles guardianes de la juventud. Un tipo detrás de una mesa es capaz de juzgar con más objetividad que quien ha preparado y desarrollado las clases y ha seguido la evolución del alumno día a día. Dónde va a parar.

Pero el problema de la enseñanza en España son los recortes. 

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15 noviembre 2012

La sonata a Kreutzer


Esta novelita de Tolstoi transcurre toda en un tren, pero no es Asesinato en el Orient Express. Eso sí, hay un asesinato. Tolstoi es muy hábil en el arranque, con unos tipos hablando de otro tipo que ha asesinado a su mujer y ha salido en los periódicos. Luego resulta que el asesino estaba en la conversación. Pero no se trata de un caso policiaco. Al contrario, es una novela de tesis. Este marco le sirve al autor para exponer sus peregrinas ideas sobre el matrimonio, a través del propio asesino. La mayor parte de la novela es un largo flashback sobre las vivencias del pobre esposo.

Sí, es el mismo Tolstoi que escribió Ana Karenina, el mismo que tan bien nos mostró la diferencia entre la manera correcta y la incorrecta de afrontar la vida matrimonial. Parece que acabó pensando como vivía, y era tan buen novelista como pésimo marido. Podnysev critica el romanticismo de su mujer, que se casó convencida de que lo hacía con un ángel. Pero él mismo no logra superar el defecto contrario: el de estimarse basura y pensar que eso le hace irredimible, indigno de cualquier esposa: "Se vende una virgen a un libertino y esa venta se verifica con la apariencia de las cosas más puras, embelleciéndola con los detalles más ideales". Con esa amargura en el fondo -no del todo infundada, por supuesto-, las dificultades más nimias de la vida matrimonial se le hacen insoportables. Tolstoi desahoga su propia experiencia, sin duda. Pero no dejan de poder espigarse ciertas observaciones atinadas y muy actuales. 


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13 noviembre 2012

Esas formas

Absorto, Müller empezó a hurgarse la nariz. Eso lo tuvo ocupado durante unos segundos, después de los cuales se examinó el pulgar y el índice y luego se los limpió en las cortinas de Nebe. Era, pensé, un mal augurio de la nueva Alemania de la que había estado hablando. 

En Philip Kerr, Réquiem alemán 

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11 noviembre 2012

Dicen que lo del gaymonio es una cuestión de tolerancia.


Tal vez. Hay gente muy tolerante con el vecino, a la que no le importa que el vecino se despeñe con tal de que lo haga lejos. El amor al prójimo exige con frecuencia ser intolerante. Hay una premisa indiscutida según la cual quien se opone al gaymonio es porque odia a los homosexuales (homofobia, le dicen). Y es justo al revés. El gaymonio es la mayor burla que se ha hecho jamás de estas personas. En el fondo, sus partidarios gozan perversamente viéndoles hacer su parodia de matrimonio, sus monerías, como un Nerón desde su palco o como el público de aquel Concierto de San Ovidio de Buero Vallejo donde unos ciegos tocaban con orejas de burro y las partituras al revés.

Esas personas tienen un problema. Y no se les hace ningún favor riéndoles las gracias, que maldita la que tienen. Hay gente empeñada en ayudarles, a los que encima se les pone trabas y se les tacha de lo peor. Es la historia del mundo.




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08 noviembre 2012

Los cipreses creen en Dios


"En una de las casas más antiguas de la orilla derecha del río, primer piso, vivían los Alvear". Esta sencillez del arranque se mantiene a lo largo de las casi ochocientas paginas y es una de las claves del éxito de esta novela. La vieja técnica de superponer una peripecia familiar sobre el telón de la historia, la de Guerra y paz, por ejemplo, le funcionó a Gironella maravillosamente. 

 Cuentan que Juan Pablo II dijo "así fue" ante La Pasión de Mel Gibson, y que un veterano de Normandía dijo algo parecido al ver Salvar al soldado Ryan. No sería extraño que muchos aseguraran lo mismo al leer Los cipreses y que eso fuese otro ingrediente de éxito. Sólo veinte años habían pasado desde todo aquello y era la primera vez que alguien se decidía a recrearlo novelísticamente de modo tan exhaustivo. Mientras siga recordándose a Gironella y a su obra se discutirá acerca de su objetividad, pero es difícil hallar, me parece, un esfuerzo mayor, dentro del género narrativo, en busca de ese límite inalcanzable. Los de derechas tienen defectos, los tienen los rojos, hay santos e idealistas en todo el espectro político, tan bien evocado por el autor. Sucede que este, qué le vamos a hacer, ambienta su obra en su Gerona natal, donde tocó represión roja. El final de la obra es lo que más puede molestar a un lector de izquierdas, pero, como íbamos diciendo, "así fue".

Hay una gloria y una miseria de la novela histórica, y esta participa más de la gloria, en el sentido de que aclara más que deforma. La recomiendo sin dudar a todo el que quiera asomarse al cóctel de pasiones que acabó estallando en julio del 36.

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07 noviembre 2012

Ningún pueblo bárbaro cayó nunca tan bajo.


Francisco Pérez de los Cobos
Pascual Sala
Pablo Pérez Tremps
Encarnación Roca
Ignacio Ortega
Adela Asúa
Fernando Valdés
Manuel Aragón

Ocho nombres para la historia. Para la historia de la degeneración de la especie humana. Verles en la foto asquea. En Nuremberg, más de uno debió de empezar a creer en la justicia. No habrá la suerte de ver a estos ocho colgando de una cuerda.

Y ahórrenme sus escándalos. Discutir lo obvio me agota.

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05 noviembre 2012

Me temo que en España no tanto.


Pero esto va más allá: los fieles habituales [de un credo religioso] también son ciudadanos más activos. Es más probable que pertenezcan a organizaciones comunitarias, sobre todo aquellas que tienen que ver con gente joven, sanidad, arte u ocio. Es más probable que se unan a grupos de vecinos, o a asociaciones cívicas profesionales o fraternales. En estos grupos, es más probable que sean encargados o miembros del comité. Tienen una parte más activa en la vida cívica local, desde las elecciones locales a las asociaciones fraternales. Tienen una representación desproporcionada entre los activistas locales que luchan por reformas sociales o políticas. Acuden, se involucran, dirigen. Y hay un gran margen de diferencia entre ellos y los estadounidenses laicos.

Jonathan Sacks, "Los límites del laicismo", en Cuadernos de pensamiento político, 36 


04 noviembre 2012

A lo mejor en España también

Cuatro años de investigación le valieron a Putnam [Robert Putnam, American Grace] para descubrir que si una persona acude regularmente a la iglesia o sinagoga, es más probable que done dinero a la beneficencia que si no va regularmente. También es más probable que realice trabajos voluntarios para la beneficencia, que dé dinero a una persona sin techo, entregue vueltas de más a un dependiente [?], done sangre, ayude a un vecino con las bolsas de la compra, ayude a alguien con las tareas del hogar, pase tiempo con alguien que esté deprimido, permita que un conductor se te cuele con el coche, ofrezca un asiento a un extraño o ayude a alguien a encontrar trabajo. Entre todas las buenas obras exploradas en la encuesta, no hay ninguna que los estadounidenses laicos [sic por "no creyentes"] hagan con más frecuencia que sus homólogos religiosos.

Jonathan Sacks, "Los límites del laicismo", en Cuadernos de pensamiento político, 36




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02 noviembre 2012

No soy platónico.

No soy partidario de la existencia de un mundo ideal, donde todas las cosas tienen su arquetipo. Por eso no creo en la izquierda ideal: conozco la izquierda real. Así que no me convence Sostres. Sobre todo porque la idealidad que describe es tan diversa de la realidad...

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01 noviembre 2012

Juan Pablo II. El final y el principio


El principio es mucho más interesante que el final. En el libro, por supuesto. Nunca podrá asegurarse que fue más importante la contribución de Juan Pablo II a la caída del comunismo soviético que su encarnación de Cristo sufriente en una época en que el humo de Satanás (que llega a muchos más sitios que el rabo o los cuernos) había entrado en la Iglesia. Sucede que el final ya nos lo sabíamos. Hemos sido testigos incluso, en más de una ocasión, pues no en vano, como se repite aquí, Juan Pablo II fue la persona a la que vio más gente en todo el mundo. George Weigel divide su segunda biografía del Papa Juan Pablo en dos partes, esas que promete en el título. Y la primera narra en detalle cómo el pontífice llevó a cabo su labor de zapa en el flanco más vulnerable del comunismo soviético, es decir, su propia patria, Polonia. Esto, ya digo, constituye la parte más sabrosa del volumen, no sólo por los abundantes datos documentales, sino porque muestra cómo la gracia actúa mejor sobre una naturaleza humanamente fuerte, cómo las innegables virtudes humanas de Karol Wojtyla fueron potenciadas hasta niveles inimaginables por su docilidad a la acción divina, hasta el punto, como dice la portada, de "cambiar el curso de la historia", a despecho de la política seguida por el Vaticano hasta entonces, su particular ostpolitik, ejemplo vivo de conformismo, o de optimismo bien informado, al menos tal como nos la presenta aquí Weigel. Lo más interesante, quizá, esté aún por llegar. Me refiero al santo que echará abajo al enemigo que ha quedado al otro lado del telón.

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